*Un incremento de operaciones militares y de inteligencia en Nicaragua sería preocupante, pero es posible, sobre todo, si la Rusia de Vladimir Putin concluye mal su invasión en Ucrania, analizan expertos.
**La familia Ortega administra la relación con Moscú directamente y con tanto secretismo que ni la Cancillería está informada, revela a Expediente Público exdiplomático sandinista.
***Nicaragua es el único país del mundo que compra autobuses a Rusia debido a la baja calidad.
Expediente Público
El caso de la compra de autobuses rusos en Nicaragua ilustra cómo funciona la relación entre Vladimir Putin y su aliado en las Américas, Daniel Ortega.
La planta de fabricación de autobuses KAvZ perdió rápidamente su competitividad tras la caída de la Unión Soviética, a tal punto, que el alcalde de Kurgan donde se ensamblan espera importar buses chinos porque son más cómodos y mejores, revela el estudio de Expediente Abierto “Rusia y Nicaragua: una relación peculiar que amenaza la seguridad y la democracia del Hemisferio Occidental”.
La empresa KAvZ representa solo el 1,8% del mercado de buses rusos. En 2021 vendió apenas 268 autobuses de los 15,664 producidos en Rusia ese año. Además, los autobuses KAvZ no están incluidos en la lista de modelos de autobuses urbanos que participan en varios programas patrocinados por el Estado para actualizar el transporte público en la propia Rusia, precisa la investigación.
“Para el gobierno ruso era fácil asumir la compra de estos equipos debido a los bajos costos de los buses KAvZ en comparación con la producción de otras plantas. Por otro lado, realizar un pedido para la fabricación de los autobuses en Kurgan ayudó a evitar el recorte de puestos de trabajo en KAvZ debido a la baja demanda en el mercado nacional. Al mismo tiempo, Nicaragua sigue siendo el único destino de exportación de KavZ”, detalla la investigación.
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No son aptos para el trópico
Entre 2007 y 2022, llegaron a Nicaragua 1,100 autobuses de fabricación rusa para el transporte urbano colectivo, de los cuales, al menos 550 recibió en 2021. Estos han sido adquiridos como donaciones o en condiciones de préstamos por el Eximbank de Rusia.
Siempre que llegan nuevos buses rusos a Nicaragua, son presentados con bombos y platillos por el aparato propagandístico de la familia Ortega-Murillo como si se tratase de buses Tesla, cuando en realidad es la chatarra que descarta la industria automotriz de su aliado y frecuentemente se pueden ver unidades nuevas con desperfectos mecánicos en las calles del país porque no son aptos para climas tropicales.
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El problema para la propaganda de ambos países es que no pueden enfatizar una alianza que apenas significó en 2020, US$ 63.53 millones en importaciones (0.97% del total de Nicaragua) y US$10.41 millones de exportaciones (0.02% del total) para los nicaragüenses.
“A diferencia de China, que depende en gran medida del poderío económico para fortalecer sus relaciones con esta parte del mundo, Moscú opta por utilizar otras herramientas asequibles y fácilmente disponibles, como la infraestructura rusa para campañas de influencia en América Central, que incluyen Embajadas, los medios de comunicación en español controlados por el Gobierno ruso, organizaciones de la diáspora y una red de personas influyentes vinculadas a Rusia”, precisa la investigación.
Esfuerzo de provocación y desestabilización
El politólogo e historiador Armando Chaguaceda coincide con el estudio de Expediente Abierto en que la presencia rusa en Nicaragua deber leerse como un esfuerzo político para ganar presencia en la región, particularmente cuando Moscú está siendo criticado por la guerra invasora en Ucrania.
Las visitas de alto nivel como las del canciller Serguei Lavrov a finales de abril y las decenas de acuerdos firmados, más el apoyo de Nicaragua a las invasiones rusas en Georgia y Ucrania, también conllevan aspectos preocupantes como la presencia militar rusa y la total dependencia del Ejército nicaragüense a su armamento.
“Estas pueden ser operaciones retóricas que no se concreten porque Rusia no tiene un gran comercio con Latinoamérica, salvo dos o tres países. Hay que leerlo como un esfuerzo político, de ganar presencia y más reconocimiento en un momento que ha sido cuestionado por Ucrania”, sostuvo.
Chaguaceda recordó que Moscú presentó este año su nueva doctrina de política exterior, donde llama a enfatizar el acercamiento al llamado sur global, pero “estas cosas quedan mucho en intensiones, lo que no significa que no hay que atenderlas dada la naturaleza de quienes son, pero no me parece que se traduzca en mayor impacto económico porque Rusia no es China que tiene músculo económico”.
Provocaciones
Por otra parte, “la política rusa incluye una buena dosis de provocaciones no como un elemento subsidiario, sino, central”, dijo.
El analista también considera que Putin golpea el traspatio de Estados Unidos y occidente a través de vínculos diplomáticos y medidas simbólicas como visita de buques de guerra. “Lo que llamamos provocación debemos verlo en el marco una doctrina y es una forma de hacer política exterior que da golpes de efectos a la esfera de influencia de Washington de manera sistemática”.
Relación con Moscú se maneja en familia
Aunque la Unión Soviética no es la Rusia de Putin “hablamos primero de un autoritarismo leninista y ahora de un autoritarismo más conservador y reaccionario. La comparación con la URSS en los 80 es pertinente en Centroamérica. Como los soviéticos penetraron en los conflictos armados, ahora los rusos están en un escenario de deterioro de la democracia e intentan tener mayor influencia”, constató Chaguaceda.
Arturo Mcfields, exembajador de Nicaragua en la Organización de Estados Americanos (OEA), indica que la relación de Nicaragua con Rusia es manejada particularmente en el círculo íntimo de la familia Ortega-Murillo, es decir, desde El Carmen, la residencia familiar, sede del partido Frente Sandinista y Casa de Gobierno de facto.
Mcfields que representaba al régimen en la OEA hasta su renuncia pública en 2022, considera que la relación de Nicaragua con Rusia es “parasitaria y opaca” y está basada en la autopreservación, porque ni el comercio ni la cooperación financiera es relevante.
“Es una relación que está basada en la protección, la seguridad y el respaldo en la escena internacional, llámese Consejo de Seguridad y otros foros internacionales”, explicó.
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El exdiplomático del régimen sostuvo que el sistema exterior nicaragüense tiene prácticamente tres cancillerías: la primera en El Carmen, donde se manejan lo que llaman las “joyas de la corona”, es decir, las cinco principales embajadas: Estados Unidos, China, Rusia, Cuba y Venezuela, que significan relaciones donde “requieren mucha confianza, y qué mayor confianza que en la familia”.
La segunda opción no es el canciller Denis Moncada, sino, la vicecanciller Arlette Marenco, muy cercana a la vicepresidenta Rosario Murillo.
Murillo, la operadora
“Hay temas que solo manejan El Carmen y la vicecanciller, o El Carmen, Moncada y la vicecanciller, o cuando es muy cerrado, es solo El Carmen, pero siempre tratan de incluir al canciller o vicecancillera”, dijo.
Según Mcfields, hay temas en los que la cancillería no tiene idea de lo que está pasando, ni pueden consultar al respecto, al menos que autorice Ortega. «En el caso de la OEA, era El Carmen o Marenco, pero muy pocas veces, casi nunca el canciller. En algunas ocasiones se le incluía dependiendo del tema y cuánta apertura le quieren dar a ciertos aspectos”.
Cuando llegó el tema de Rusia y Ucrania a la OEA, no era ni siquiera la cancillería, sino El Carmen y la Embajada de Rusia las que estuvieron en contacto con la representación a nivel internacional, admitió Mcfields.
Sobre la influencia en política exterior de la vicecanciller Marenco, Mcfields precisó que se trata de “una ejecutora u operadora fundamentalmente de Murillo, hay temas que se manejan por su vía, los más cotidianos de cancillería son manejados por ella”.
Lo que buscan los rusos
En el caso de Rusia, El Carmen lo maneja directamente. A veces le dan apertura al canciller, pero “hay un círculo más cerrado cuando es algo delicado. Hay cosas que no se conocen de esa extraña relación con Rusia, son personas contadas con los dedos de la mano. Al embajador de Rusia Alexander Khokhólikov por asuntos protocolarios se le invita”.
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Ortega está enfocado en acercar a Rusia a Centroamérica. “Actúa como su embajador en la región y ahora controla la Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), pero con la visita de Sergei Levrov el 19 de abril, se encontraron con un tropiezo”, afirmó el exembajador Mcfields.
“La región está clara que no puede abrir las puertas a un país agresor. En el caso de Nicaragua fue un fiasco, porque Ortega esperaba anunciar el ingreso de Rusia como observador al SICA, pero Guatemala y Costa Rica dijeron que no porque el Protocolo de Tegucigalpa advierte que la paz y el respeto a la institucionalidad son principios fundamentales de la creación del SICA”.
Ortega “tenía todo el cuadro rayado, para anunciar el ingreso, pero no contaba con esta oposición a pesar de que desde 2018 vienen tramitando eso, y prácticamente ya había sido aprobado, pero debía haber consenso absoluto”, recalcó.
Además, “cuando Ortega ha tenido la presidencia pro tempore del SICA de seis meses, ha promovido los cursos antidrogas de Rusia. Esa es parte de la estrategia para acercarlos. Ellos quieren hacer un juego de sombras, jugar con el factor de miedo, la sospecha o generar inquietud, les gusta generar presión, engañar o distraer”.
Juego de sombras
Por ejemplo, “el año pasado ocurrió algo que no había pasado, en el contexto de la guerra de Ucrania, Nicaragua fue el único país de las Américas que participó en los juegos de guerra de Rusia, que ni Cuba ni Venezuela estuvieron dispuestos a participar”, argumentó.
“Nicaragua forma parte de siete naciones en todo el mundo que apoyaron la guerra en Ucrania en Naciones Unidas. Eso ubica a Nicaragua entre los siete mejores amigos de Rusia, pero la visita de Lavrov fue una visita desesperada en un momento que se van quedando solos en la escena internacional. Ningún país en el mundo está dispuesto a apoyar una guerra de agresión en pleno siglo 21. Lo único novedoso es que en esta gira se incluyó a Brasil”, admitió Mcfields.
A pesar de todo, no solo hay aversión al autoritarismo ruso en Centroamérica, también existen voces favorables aún al estilo de Putin en el gigante euroasiático.
Para el exembajador de Costa Rica en Rusia, Arturo Fournier, aunque no favorece las dictaduras, considera que hay problemas mucho más graves en Centroamérica que el autoritarismo, como la pobreza o el acceso a la educación.
Caso de Alexei Navalni
“Debemos tener relaciones con todo el mundo, tenemos relaciones excelentes con muchos países árabes que no tienen regímenes democráticos. Exportamos mucho a esa zona, hay que tener relaciones con todos, porque de ahí se puede consolidar la paz en el mundo. Como costarricenses preferimos el régimen que tenemos de paz, sin armas, con más educación y seguridad social, pero no le debemos imponer nuestro sistema a nadie”, afirmó el exrepresentante costarricense en Moscú.
“Lo que vi en el tiempo que viví allá es diferente. El Gobierno de Putin es fuerte, como es la tradición desde tiempos imperiales. Les gusta tener un líder que se sienta. Mucha gente estaba inconforme con Boris Yeltsin (presidente entre 1991 y 1999) porque tenía otro sistema y entraron a una crisis espantosa, pasaron hambre”, agregó.
Fournier justifica la posición rusa como producto de la injerencia en su país de Estados Unidos y Europa, por ejemplo, cuando la Embajada de Estados Unidos anunció una manifestación del líder opositor Alexei Navalni, así como la presencia de 40 líderes europeos en Ucrania durante la llamada revolución naranja que depuso al Gobierno prorruso en 2014.
Navalni es uno de los principales líderes de oposición en Rusia. En 2020 sufrió un intento de asesinato por medio de envenenamiento, y en 2022 fue condenado a nueve años de cárcel por fraude y desacato a la autoridad, en un juicio parcial, según diferentes organismos y naciones.