* El periodista Víctor Ticay fue condenado a ocho años de cárcel por grabar la emblemática procesión religiosa de La Reseña.
** Desterrado en Guatemala en el grupo de los 135 excarcelados a Guatemala relata su sufrimiento en la prisión.
Eric Lemus / Expediente Público
Cobertura Especial
El periodista Víctor Ticay, oriundo de Nandaime, Granada, todavía no logra entender las razones del régimen para encarcelar a un reportero que grabe un video de algo tan simple como una procesión religiosa.
Ticay, de 32 años, era director de la página de Facebook “La Portada” y corresponsal de Canal 10 en su localidad de origen. Fue detenido el 6 de abril de 2023 por policías de civil, sin una orden judicial.
El detonante fue que el periodista registró un día antes, el 5 de abril, la procesión religiosa “La Reseña”, que había sido proscrita por la dictadura Ortega-Murillo.
Expediente Público conversó con el expatriado en ciudad de Guatemala, porque es parte de los 135 presos políticos expulsados de Nicaragua por el régimen de Ortega, tras la mediación del Gobierno de Estados Unidos.
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Víctor Ticay estuvo 17 meses en la cárcel siendo inocente
“¿Todavía te cuesta asimilar el motivo de tu captura?”, preguntó Expediente Público al joven, quien aguarda unos segundos para meditar su respuesta.
“Viví 17 meses encerrado injustamente porque en ningún país del mundo civilizado eso (informar) es delito”, sostiene.
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Reflexiona con incredulidad que “hacer periodismo de esa manera por una transmisión de una procesión que no le hace daño a nadie” como para criminalizarlo.
“Pero, bueno, esto ya pasó y ahora estoy feliz de estar libre. Es como que hayan sacado a un pájaro de una jaula y lo vuelvan a la selva”, celebra emotivo.
“Este es el momento de seguir adelante y decir a los periodistas que sigamos trabajando, luchando por la verdad para ser las voces de quienes no tienen”, añade.
Víctor Ticay: los periodistas debemos preservar la vida
El reportero reitera que ante la consolidación de los autoritarismos centroamericanos ningún periodista debe olvidar que es “importante preservar la vida, no hacemos nada estando encerrados y tampoco siendo un mártir. Sigamos informando, pero de manera cuidadosa”.
“Si guardas tu vida, preservas tu vocación periodística”, razona.
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Durante los 17 meses que estuvo recluido en una celda, Ticay aprendió a reinventarse para no dejarse derrotar por el pesimismo y la desidia que sufren generalmente los reos políticos.
En la cárcel La Modelo, en las afueras de la capital Managua, donde estuvo encerrado, Ticay aprendió a hacer manualidades, pero también se convirtió en el peluquero de los presos políticos.
Recuerda momentos amenos como sucedía mientras cortaba el cabello y le pedían que improvisara narrando un partido imaginario de béisbol con toda la emoción mientras las bases estaban llenas y era el noveno ‘inning‘, por ejemplo.
El tiempo, el principal agobio
La rutina del encierro es uno de los peores sufrimientos que vive un preso político. En palabras de este periodista, “si anochece, amanece rapidísimo y si amanece, nunca anochece. El día es infinitamente largo”.
A falta del alimento intelectual -porque los carceleros prohibieron ingresar cualquier tipo de literatura e incluso biblias- Ticay narra que todos se convirtieron expertos en leer etiquetas de todos los recipientes que tenían al alcance.
“Leíamos las instrucciones de los shampoo, pasábamos horas leyendo las etiquetas de las galletas, envoltorios de alimentos, lo que fuera”, relata.
“Aunque llega un momento en el que te frustras y lloras porque una persona que no ha cometido un delito y está como preso político no sabe en qué momento será liberado. Lo único a lo que puedes aferrarte es al campo espiritual”, comparte.
No callarse ante las dictaduras
Ahora que camina por las calles de la capital guatemalteca, Ticay reflexiona sobre la necesidad de que el periodismo centroamericano tome sus propias lecciones a partir de lo que sucede en Nicaragua.
“El periodismo nicaragüense es un periodismo valiente. No hay que dejarse callar por el caudillismo, por los poderosos porque al final la verdad siempre saldrá a la luz, pero hay que preservar la vida”, remarca.
Ticay ahora enfrentará un proceso sinuoso en el camino del perseguido político y reiniciará su vida en otro país. Para ello recibe el acompañamiento del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). La agencia asiste en el proceso a los expatriados durante su paso por Guatemala.
Por eso Expediente Público le pidió que defina en un pensamiento el significado del terruño que deja atrás. Reconoció que vive “sentimientos encontrados porque nadie quiere dejar su país y sobre todo en las condiciones que tuve: no lo abandoné, sino que me expulsaron”.
“Mi Nicaragua linda es un pedacito de tierra que nos regaló nuestro Dios con gente valiente y trabajadora. Confío que muy pronto la gloria de Dios se manifieste para que cada uno de los que estamos fuera podamos estar de nuevo en la tierra de los lagos y los volcanes. Ese es mi deseo”, finaliza.