perfil

«Toño» Rivera Callejas: la figura detrás de los chocoyos

Expediente Público

Antonio Rivera Callejas es uno de los tótems del Partido Nacional de Honduras. Por abolengo, prácticas e ideología, «Toño el de los chocoyos» -como se hace llamar- encarna la simbología del nacionalismo. Descendiente de la tradición más arcaica de su partido, con 58 años de edad, este político se enfila a su cuarta diputación en fila dentro del Congreso Nacional.

Hijo de Mario Rivera López -uno de los patriarcas del nacionalismo, conocido como el «Zorro»- y de Eva Isabel Callejas -prima hermana del expresidente Rafael Leonardo Callejas (1990-1994)-, «Toño» Rivera representa la tercera generación de una familia de políticos. Su vinculación al Poder Legislativo corre por sus venas. Tanto su abuelo como su padre fueron presidentes del Congreso Nacional, el primero durante la dictadura de Tiburcio Carías Andino (1939-1949), y el segundo, en el gobierno militar de Oswaldo López Arellano (1965-1971).

Bajo la tutela y el apoyo de sus parientes, «Toño» escaló rápidamente adentro del partido. En los inicios de su carrera política, fue presidente de la Juventud Nacionalista y regidor de la alcaldía del Distrito Central, hasta que en 2006 obtuvo su primera diputación.

Admirador confeso del expresidente de facto Roberto Micheletti Baín (2009), durante su primer período legislativo, Rivera Callejas fue uno de los diputados más activos en el golpe de Estado de 2009, al manifestar en nombre del Partido Nacional, que el derrocamiento al expresidente liberal José Manuel Zelaya (2006-2009) se hacía en el marco de la legalidad y de la paz. Años más tarde, también como congresista, «Toño» fue uno de los mayores defensores de la reelección del actual mandatario Juan Orlando Hernández.

Lea también: ¿Reelección o extradición?

Por cuarta reelección

Actualmente, «Toño» Rivera busca su cuarto periodo consecutivo adentro del Congreso Nacional. Anteriormente también buscó la alcaldía del Distrito Central. Durante estas dos décadas, algunos escándalos han salpicado su carrera, sobre todo, cuando la disuelta Unidad Especial Contra la Impunidad de la Corrupción (UFECIC-MP), en conjunto con la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), lo acusó como uno de los responsables bajo el caso denominado «Pacto de Impunidad».

Tras la investigación del «Pacto de Impunidad», Toño fue acusado en 2017 junto a los congresistas Sara Medina, Tomás Zambrano y Román Villeda Aguilar, como presuntos responsables del delito de falsificación de documentos públicos en perjuicio de la fe pública, y del delito contra la forma de gobierno en perjuicio de la seguridad interior del estado de Honduras.

Lea además: “La corrupción en Honduras es muy grande pero el cambio debe venir desde adentro”

Protección a señalados de corrupción

Estos cuatro legisladores mandaron a La Gaceta una versión no aprobada de la Ley de Presupuesto, contraria a la voluntad del pleno del Congreso, con la finalidad de crear una ley que favorecería a los diputados que estaban siendo procesados o que podrían ser investigados por el mal manejo de fondos públicos. Cabe recordar que esto ocurrió poco tiempo después que la MACCIH diera a conocer el caso de «Red de Diputados», en el cual acusó a cinco exdiputados por desviar 330 mil dólares a través de unas oenegés de maletín.

Con la publicación de la ley en La Gaceta, los diputados ordenaban que el Tribunal Superior de Cuentas (TSC) tuviera apenas tres años para realizar las auditorías de los fondos gastados por los congresistas, de lo contrario no se procedería a ninguna acción judicial para reclamar ningún tipo de responsabilidad administrativa, civil o penal anterior a esos tres años. Esto también impedía a la MACCIH y a la UFECIC-MP realizar investigaciones previas al TSC.

Ante la acusación, «Toño» Rivera argumentó que había sido un error involuntario. Un error de dedos, dijo. Por su parte, el entonces vocero de la MACCIH, el exministro de Justicia en Perú, Juan Jiménez Mayor, dijo que «esto no es un error, no es una errata, es un delito, este es un acto de impunidad al buscar cortar juicios y coartar la independencia del Poder Judicial».

En 2019, Rivera Callejas fue absuelto de los cargos. Frente al sobreseimiento de todos los acusados, la UFECIC-MP se pronunció de la siguiente manera:

El mismo año que el Poder Judicial absolvió a Rivera Callejas, él votó en contra de la renovación de la MACCIH. Una vez desaparecida, declaró que la Misión «hizo justicia selectiva y la justicia selectiva no es justicia, es corrupción (…) La MACCIH no respetaba el convenio, el cual exigía confidencialidad y era lo que menos había, también llegó al extremo de no respetar la presunción de inocencia al etiquetar casos, como Caja Chica de la Dama, Pandora, Red de Diputados, en los que de entrada las personas ya eran culpables».

Puede interesarle: Lucha contra la corrupción en Honduras: una persecución frustrada

Un reportaje publicado por este medio, vincula de forma indirecta a Rivera Callejas en otro caso. La investigación periodística hace referencia a cuatro propiedades que fueron traspasadas por un socio del grupo narcotraficante de «Los Cachiros» a Mauricio Oliva, actual presidente del Congreso Nacional. Sin embargo, uno de los bienes fue traspasado al yerno de Oliva, César Antonio Pinto Pacheco, quien a su vez es el diputado suplente de «Toño» Rivera Callejas. Sobre este caso, «Toño» no realizó alguna declaración. No obstante, en reiteradas ocasiones ha dicho que «lo que hay es una persecución política tremenda en contra del Partido Nacional de Honduras».

En su presente candidatura, «Toño» completa su fórmula en las papeletas con su aspirante a diputada suplente, Merary Díaz Molina, quien es la directora de la Dirección General de servicio Civil. Por otra parte, su hermana, María Antonia Rivera, es la actual ministra de la Secretaría de Desarrollo Económico (SDE), la instancia responsable de realizar las compras millonarias de alimentos para las «bolsas solidarias», la principal ayuda asistencialista del gobierno en el marco de la pandemia.

«Toño» Rivera es uno de los diputados que el Partido Nacional proyecta para el próximo congreso. Su tercera reelección es previsible. Con el siguiente periodo, el de los «chocoyos» alcanzaría casi dos décadas adentro del hemiciclo legislativo. A pesar de todo ese tiempo en el poder, y además de su linaje nacionalista, él afirma no ser un «bebesaurio» (término popular que describe a quienes “heredan” el poder político de sus ascendientes), lo que sí acepta con orgullo es haber sido la «mascota» del Motagua, el equipo de fútbol de la familia Atala.

Lea más: Elecciones primarias, ejemplo de la descomposición de la política en Honduras