*La integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), Samantha Jirón estuvo un año y tres meses en prisión, tras ser capturada por civiles en el año 2021.
**Ahora que está libre, su prioridad es reunirse con su familia y definir su futuro.
***Durante la “operación azul y blanco” para llevarlos vía aérea a Estados Unidos, la nota humorística, la puso el empresario y expresidente del Cosep quien tomó el micrófono y les dijo: “Aquí está su azafata Michael Healy, siéntense por favor”.
Expediente Público
Mientras estuvo en prisión, la joven líder política Samantha Jirón soñaba todos los días con estar libre y refugiarse en España. De repente, y sin saber qué pasaba, totalmente desconcertada, abordó un avión y aterrizó en Estados Unidos, donde fue enviada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, desterrada y sin sus derechos como nicaragüense.
La noche del 8 de febrero de 2023, una funcionaria del Establecimiento Penitenciario Integral de Mujeres (EPIM), mejor conocido como “La Esperanza”, la despertó y le dijo: “dale levántate, levántate, vas de traslado”.
“Totalmente desconcertada me levanté, me puse mis lentes. Estaba con ropa de dormir y me dijo ‘agarra tus cosas personales, lo que necesités, muy íntimo’, entonces, yo (agarré mi) ropa interior y cosas de aseo personal. Nos sacaron a las 10:30 de la noche”, dijo Jirón a Expediente Público.
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Samantha Jirón: de celda en celda
El 9 de noviembre de 2021, Jirón fue secuestrada por civiles en Managua, la capital, y llevada a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, “El Chipote”, donde era sometida a “interrogatorios” durante el día. Por las noches era trasladada al Distrito Tres de Policía, otra prisión en la zona suroccidental.
Fue acusada de los delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas. En marzo de 2022, fue sentenciada a ocho años de prisión y al pago de una multa de 30 mil córdobas.
“Cuando me capturaron, yo logré ver a mi mamá dos meses después de la captura. Mi familia interpuso un recurso de exhibición personal que no fue cumplido, sí fue aceptado, pero no se cumplió”, denunció Jirón.
La activista permaneció cautiva un año y tres meses, hasta el 9 de febrero de 2023 cuando el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ordenó desterrar a 222 presos políticos.
Su interés por España
La expresa política es una de las primeras nicaragüenses declarados apátridas que analiza optar por la nacionalidad española. España ha ofrecido la nacionalidad a los 222 presos políticos expulsados del país centroamericano.
La joven activista afirmó que el país ibérico siempre estuvo entre sus opciones. “Estoy muy interesada con la opción que da España, me gusta mucho. De hecho, era una de mis opciones a las cuales yo voluntariamente, si nos liberaban y nos entregaban a nuestra familia en Nicaragua, pensaba ir”, confesó la joven originaria de Masaya.
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La también integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) explicó a Expediente Público que necesita mayor información para tomar la decisión, pues afirma que de eso depende su futuro en este momento y no quiere exponerse a una situación que le afecte emocionalmente.
“Este es un punto que va a definir también qué va a ocurrir el resto de mi vida, entonces, también tengo que pensar muy bien qué es lo que me va a beneficiar, qué es lo que me va a ayudar y qué es lo que me va a hacer sentir bien también, porque sinceramente en este momento no quiero perder, no tengo un sentido de pertenencia, o sea, siento que me lo arrebataron”, añadió Jirón.
Su estadía en la cárcel “La Esperanza”
El 1 de diciembre de 2021 fue trasladada a la cárcel de mujeres “La Esperanza”. En esa prisión, recibía visitas cada 21 días, pero “siempre con un custodio al lado, oyendo toda la conversación” que sostenía con su familia.
En esa prisión, Samantha se levantaba a las cinco de la mañana y pasaba todo el día recluida en el pabellón. Hubo un tiempo que se le aprobó recibir “patio y sol”, pero luego ese derecho se lo quitaron y estuvo aislada durante siete meses.
“Después de 7 meses de aislamiento, (pasé) a estar con las presas comunes. Estuve en el pabellón cuatro con 70 presas. Compartíamos baños, inodoro y (era) muy difícil la convivencia, porque hubo pocas que sí nos respetaron, pero había otras que nos querían agredir, que nos ofendían, incluso manifestaban que ellas tenían la autorización de las autoridades para hacernos cosas”, señaló Jirón.
La noche previa a su destierro, cuando salió de su celda pudo ver en el pabellón cinco a la presa política María Esperanza Sánchez también “alistando las cosas”. “Mi primera impresión fue, sí ya vamos libre, o sea ya nos vamos, por fin”, afirmó.
Mientras caminaba y cruzaba el “perímetro de seguridad” se dijo a sí misma: “Efectivamente nos vamos”.
“Nos llevaron a una habitación donde nos rotularon las cosas nuestras, nos entregaron el medicamento, los depósitos para el comisariato que había hecho nuestra familia, nos tomaron foto y nos dieron una mudada de ropa de color. Yo estaba, así como en estado de shock, solo sentada y no sabía cómo reaccionar”, resumió.
Fueron horas de agonía
Jirón relató que los montaron a autobuses cuyas ventanas estaban forradas, es decir no podían ver hacia el exterior. No supo que estaba en la terminal de la Fuerza Aérea en el Aeropuerto Augusto C. Sandino, hasta que escuchó el ruido del despegue de un avión.
“Yo puedo definir esas horas como una agonía, porque realmente conociendo la capacidad del daño que pueda hacer el régimen, yo solo logré ver algunos militares, entonces, yo sinceramente pensé que nos iban a hacer algo y entré como en estado de shock, pero cuando escuché que un avión despegó, yo dije ya sé dónde estamos, en el aeropuerto”.
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Corroboró que antes de subir al avión les hicieron firmar un documento en el que aceptaba “voluntariamente viajar”, pero no decía el destino.
“Se me acercó alguien y me preguntó mi nombre, buscaron mi pasaporte y me dijeron que, si quería viajar a Estados Unidos, yo dije que sí. Ese momento la abracé y fue un momento como que lloré y me dijo que todo estaba bien, que ya había terminado, que ya subiera al avión que entre más lejos de ellos estaba ahora, mejor”, señaló.
Su llegada a Estados Unidos
Sus primeros días en Estados Unidos, el país que la acogió tras ser expulsada de Nicaragua, han sido de “mucha incertidumbre”.
Sus amigos y conocidos estaban esperándola y su familia ya sabía que estaba en suelo norteamericano.
Por ahora no tiene nada concreto, no sabe qué hará, solo tiene una prioridad insiste: «Reunirme pronto con mi familia, estar con ellos. Hemos sufrido mucho y mi mamá también ha sido muy golpeada con esta situación y estuvo muy expuesta a muchas cosas, entonces lo primero es reunirme con ellos”.
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El día que salió de Nicaragua, nunca lo olvidará dijo la joven desterrada. “Maravilloso, emotivo, un día que yo nunca, nunca, voy a olvidar en mi vida”.
Ese día el tiempo no dio abasto para “abrazarnos, para llorar, para vernos y decirnos que todo estaba bien, para ponernos al día de todo, para hablar sobre cómo habíamos pasado”.
Afirmó que fue un momento increíble cuando los 222 presos políticos cantaron el Himno Nacional, cuando despegaron y aterrizaron. En el vuelo la nota humorística, según Jirón, la puso el empresario Michael Healy quien tomó el micrófono y les dijo: “Aquí está su azafata Michael Healy, siéntense por favor”.