* ¿Qué ocurrió con los presos políticos excarcelados el 9 de febrero de 2023 de Nicaragua y desterrados a Estados Unidos? ¿Siguen activos en la política?
** Expediente Público se reencontró con opositores desterrados en Washington D.C un año después del vuelo a la libertad.
Expediente Público
Solos de un momento a otro, en otro país, con un idioma distinto y una cultura que sólo la conocían por las películas. Lo que más duele es no poder abrazar a tu mamá, a tus hermanos, a tus amigos. Ese es el denominador común que cuentan cuatro desterrados entrevistados por Expediente Público en Washington D.C, Estados Unidos.
Los 222 excarcelados se dispersaron por todo el país. Algunos han abandonado los Estados Unidos. Unos 20 o 30 se encuentran todavía en Washington D.C, entre ellos Alex Hernández.
«Estoy en el área de Washington D.C el DMV como se conoce, porque aquí fue donde llegamos y no tenía más a dónde ir, porque yo no tengo familia en Estados Unidos, ni amigos muy cercanos”, contó Hernández a Expediente Público.
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La vida en el destierro de Alex Hernández
Después de dos días de estar en un hotel cercano al Aeropuerto Internacional de Dulles, el Departamento de Estado dio cuatro días más para permanecer ahí, pero una familia a la que no conocía le abrió las puertas de su casa a Hernández.
El administrador de empresas trabaja ahora como «houseman” (supervisor) en el famoso Hotel Watergate.
«Ese trabajo me ha permitido pagar la renta, los gastos de servicio, vestirme, ayudar a mi familia y también comenzar a formarme, porque estoy pagando mi curso de inglés”, relata Hernández.
Con la muerte de Michael Healey el 25 de enero de 2024, a dos semanas de cumplir un año de destierro, quedan 221 los desterrados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo el 9 de febrero de 2023 desde las cárceles de Nicaragua a Washington DC.
Healey estuvo preso más de un año. Fue el último presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), la principal cámara empresarial de Nicaragua que también fue ilegalizada por la dictadura. Healy murió de un infarto en Panamá donde empezaría a trabajar. Ortega le confiscó sus propiedades y las de su difunta madre.
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Sanar y sobrevivir
Samantha Jirón, la más joven del grupo de 222, exestudiante de Comunicación, se mudó a San Francisco, California, en busca de oportunidades. Tampoco tiene familia en Estados Unidos.
Ahora trabaja ensamblando piezas para la empresa de tecnología Microsoft. Antes trabajó en una empresa de limpieza.
“Vivir la separación de tu familia, las violaciones a tus derechos humanos y el volverte apátrida, eso no es un premio para ningún ser humano”, dijo en Washington D.C a Expediente Público.
Jirón volvió a la capital de Estados Unidos para participar en una conmemoración de la liberación promovida por la organización Raza e Igualdad, que colaboró con la logística de atención a los expresos políticos hace un año.
“En el destierro no puedes tener una vida normal porque nunca te van a poder regresar lo que te arrebataron. Eso es imposible. Y aunque mucha gente crea de que ha sido un premio”, recalcó.
“Yo no critico a nadie, a ningún nicaragüense que ingrese a Estados Unidos, lo que sí critico es el hecho de que nos critiquen a nosotros. Y crean que hemos tenido privilegios por haber venido en un vuelo directo de Managua a D.C”, sostuvo.
Jirón señala que “lo más difícil ha sido lidiar con mis problemas de depresión. Hace 3 años, de hecho, nunca había pensado mudarme de manera voluntaria a Estados Unidos”.
“Para mí fue un `balde de agua fría´ cuando supe que venía acá, porque me gustan muchas cosas del país, pero de manera personal no me veo haciendo vida (aquí). Entonces me ha costado aceptar el estar acá y adaptarme al sistema, ha sido difícil”, afirma la exlíder estudiantil.
Destierro y adaptación, un proceso agridulce
El jurista Róger Reyes trabaja ahora en una comunidad de Maryland como tutor de adolescentes y niños que realizan campamentos de verano. Logró reencontrase con su esposa e hijas en junio del 2023.
“Después de un año de haber sido expulsado de mi país, de Nicaragua, ha sido difícil. Es un trago agridulce. Ha sido un proceso paulatino (de adaptación), porque es un cambio total, de estar en tu país, ejercer lo que vos estudiaste, a tener un cambio en tu profesión, la adaptación a la cultura y al idioma”, señaló Reyes a Expediente Público.
Lo más difícil, “ha sido que tu cerebro, tu mente, logre procesar de que es un nuevo camino y que vas a comenzar de cero. Al inicio es saber que tu familia está lejos, y vos estabas aquí solo, a pesar de todas las ayudas que uno recibió, ayudas humanitarias y calor humano, pero no estaba con mi familia”.
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Los desterrados más vulnerables
Según las organizaciones de la diáspora nicaragüense, los dos grupos más vulnerables entre los 222 son los adultos mayores y los campesinos.
“Hay campesinos que no saben leer y escribir y no están adaptados al idioma ni al clima”, indicó a Expediente Público, Damaris Rostrán, defensora de derechos humanos.
Rostrán agrega que los mayores de edad “son un reto”, porque recuerda que la sociedad en Estados Unidos es “consumista y para una persona mayor de 60 años será complicado que encuentre un trabajo y se adapte a estos procesos». Adicional “a todos los problemas de salud que ellos tienen”, refirió.
De campesino en Nicaragua a obrero
Medardo Mairena, líder campesino desterrado que vive en Atlanta, Georgia, también fue entrevistado por Expediente Público en Washington D.C en el contexto del aniversario. Ahora trabaja como obrero de la construcción.
«Los campesinos realmente hemos vivido de la tierra, es nuestra cultura y costumbre. Aquí es un giro totalmente distinto, no he podido lograr la reunificación familiar. Venís a trabajarle a alguien que te supervisa todo el día, midiéndote los minutos, las horas”, indicó.
Mairena extraña su finca en Nicaragua. “Cuando nosotros trabajamos nuestras tierras, trabajamos a nuestra manera y gracias a Dios vivíamos bien. En nuestras tierras, con nuestras familias, éramos felices, hoy no”.
“Conozco a campesinos con quienes muchas veces me tocó dormir en la calle, debajo de un camión o un puente para nuestras protestas, cuando necesitábamos hasta tres días para poder llegar a Managua exigiendo respeto a nuestros derechos y me los encuentro aquí en una situación bien difícil”, precisó.
Hay campesinos que por no hablar inglés no acuden a las citas migratorias y ahora pueden ser deportados, aseguró Mairena.
Lejos de Nicaragua y sin privilegios
Rostrán aseguró que en el caso de los desterrados el 9 de febrero de 2023, la situación migratoria es clave. “Ellos están entrando a un bolsón como entra cualquier persona que aplica a un asilo político en Estados Unidos”.
“No tienen una condición especial por haberlos traído el Departamento de Estado del Gobierno de Estados Unidos. Es clave que ellos resuelvan su situación migratoria para, entonces, dar el siguiente paso, reintegrarse como personas y también los familiares que logren traer”, dijo.
Los 222 desterrados llegaron a Estados Unidos con parol humanitario, pero no tuvieron acceso a lo que tendrían los refugiados afganos o ucranianos.
Resilencia y reintegración
Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano, explicó a Expediente Público que la mayoría de los excarcelados nicaragüenses, que llegaron hace un año, se han integrado a la vida laboral en Estados Unidos y otros países como España, México, Costa Rica.
Orozco es de la lista de 94 nicaragüenses opositores también desnacionalizados por el régimen de Ortega y Murillo.
Un grupo más pequeño de 30 a 40 personas de los desterrados son las que han asumido un rol más político en el contexto de la vida nacional de Nicaragua. Sin embargo, “las circunstancias en las que llegaron no son idóneas para continuar una rutina política en la que te encontrabas”, explicó.
Se produjeron dos encuentros. Por un lado, el grupo cívico más organizado, más legítimo, Monteverde, y por otro lado, este grupo de 30 o 40 líderes excarcelados intentó también volver a su vida pública y se produce un encuentro casi natural, dijo.
«Ha habido un proceso orgánico bastante fluido y con mucha sincronía entre el liderazgo cívico de Monteverde y estos excarcelados, al punto que ya para enero de este año, fundamentalmente se han convertido en un liderazgo bastante consolidado, compuesto por los líderes cívicos que estuvieron en la cárcel con los líderes cívicos que fueron enviados al exilio”, aseguró Orozco.
Futuro político de cuatro de los desterrados
Alex Hernández renunció recientemente a participar en el grupo Monteverde, una coalición de opositores para planificar estrategias. Ahora debate qué camino tomará y dónde puede enfocar sus esfuerzos por ayudar a democratizar a Nicaragua.
Le gustaría incentivar a otros nicaragüenses exiliados y de la diáspora a participar de manera activa “en estos procesos de construcción de una oposición diferente, más sana, menos violenta, políticamente hablando y con más responsabilidad”.
Samantha Jirón dice que la cárcel y el destierro no terminarán con su trabajo político, al contrario.
Estas experiencias “me ha hecho fortalecer mis ideales y creer muchísimo más de que la defensa y el activismo por los derechos humanos. El activismo político es más importante y, por ende, tiene mucho más peso cuando vos ha vivido en carne propia todo lo que el régimen, una dictadura puede hacer”.
Del mismo modo, Róger Reyes cree que frente al régimen de Nicaragua “no podemos quedarnos detenidos, callarnos u olvidar los más de 300 personas que fueron asesinadas, y a los que actualmente se encuentran presos”.
«Por los miles y miles que están, que estamos exiliados, no podemos pasar página. Yo creo que en lo personal está prohibido”, afirmó.