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Pescadores de El Salvador y Guatemala lanzan SOS por contaminación en lago Güija

* Una comunidad de pescadores pide el fin de la contaminación en el lago de Güija, uno de los humedales cuyas aguas comparten Guatemala y El Salvador donde frecuentemente aparecen peces muertos. 

** El acuífero, que tiene una superficie de 45 kilómetros cuadrados, recibe los sedimentos que arrastran los afluentes provenientes de suelo guatemalteco, donde interviene el proyecto minero Cerro Blanco desde 2007. 

*** La mina pertenece a la empresa canadiense Bluestone Resources, que proyecta la extracción de oro y plata con el método de cielo abierto que utiliza cianuro.


Eric Lemus / Expediente Público

La señal que alertó a los lugareños sucedió el jueves 23 de junio del año pasado. Sobre la superficie del lago flotaban miles de peces. Una noche antes, la tormenta tropical Celia había aumentado el arrastre de sedimentos provenientes de suelo guatemalteco. 

El pescador Samuel Quijada relató que está seguro de que la lluvia trajo los químicos derivados de la mina Cerro Blanco, donde la empresa Bluestone Resources tiene un proyecto de extracción a cielo abierto. “Nunca había visto tantos pescaditos muertos”, recuerda. 

En Cerro Blanco, que está ubicado en Asunción Mita, departamento de Jutiapa, Guatemala, exploradores canadienses intervienen desde el año 2007 en busca de las vetas de oro y plata que calculan sustraer los próximos 25 años. 

“En verano no se muere ningún pescado, sino que hasta que empieza a llover y bajan las crecientes”, describió Quijada a Expediente Público

Por eso es que organizaciones ecologistas, junto a habitantes de ambos países, organizaron una manifestación en la ribera del lago junto a los lugareños para exigir a los gobiernos de Guatemala y El Salvador la creación de un mecanismo que garantice la protección de esta cuenca transnacional.

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Agua por oro

“El agua vale más que el oro” es el lema de los ecologistas que integran el Movimiento Social Ambiental y la Mesa Nacional frente a la minería metálica, que, entre ambas, aglutinan organizaciones comunitarias, sociales y religiosas que rechazan las empresas extractivistas. 

Nelly Rivera, integrante de Asociación de Mujeres Ambientalistas (AMAES), criticó ante Expediente Público que ambos gobiernos evaden prohibir la minería. 

“Como organizaciones sociales de Guatemala y El Salvador, comunidades de Asunción Mita y Metapán, junto a sacerdotes y obispos de la iglesia católica, expresamos nuestra profunda preocupación porque (…) tememos que el Ministerio de Medio Ambiente haga caso omiso de la opinión de los expertos”, declaró la activista.

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“Enviamos cartas al vicepresidente Félix Ulloa para poder presentar todas las evidencias de la contaminación y él ya sabe de esta problemática”, dijo Rivera.

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Expediente Público también solicitó al despacho de Ulloa un comentario sobre esta valoración, sin embargo, no hubo una reacción al cierre de esta edición. 

Modelo cielo abierto

El 21 de noviembre de 2021, la empresa Elevar Resources, que es subsidiaria de Bluestone Resources, entregó al Ministerio de Medio Ambiente guatemalteco una actualización del Estudio de Impacto Ambiental 2007 (EIA-329-2007) en la que solicitó cambiar sus exploraciones subterráneas. 

Un estudio publicado por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) y realizado por la bióloga Magaly Arrecis fundamenta por qué la extracción de oro amenaza con el escaso recurso hídrico que tiene Jutiapa. 

Los canadienses planean extraer 2.6 millones de onzas de oro y 10.6 millones de plata, de modo que requiere ocho toneladas diarias de cianuro, advierte Arrecis en su investigación. 

Hasta el momento, aunque las obras todavía carecen de permiso ambiental, la mina descarga 1,500 galones por minuto de aguas termales que saca y vierte en una ladera que baja al río Ostúa, conforme describe el informe difundido por la USAC. 

¿Amigable y sostenible? 

En su defensa, la subsidiaria de la transnacional explica que el proceso que plantea desarrollar en Guatemala persigue respetar el medio ambiente y cumplir los estándares internacionales en materia de sostenibilidad. 

A partir de una consulta hecha por Expediente Público a Elevar Resources, la compañía respondió que tramitaran la pregunta y “responderemos lo más pronto posible”; pero, al cierre de esta investigación, no atendió las interrogantes. 

La presentación electrónica del proyecto minero sostiene que usará el modelo de extracción de superficie recurriendo a “voladuras controladas y periódicas de la roca mineralizada con oro”. 

La empresa asegura que dichas operaciones “no representan riesgos de seguridad para las personas, no generan exceso de ruido, ni de material particulado”. Además, describe que la roca extraída es transportada a una planta trituradora que clasifica las partículas de oro y plata. 

“Elevar Resources ha decidido implementar la modalidad de relaves secos en lugar de las conocidas presas de cola (piscinas de agua)”, agrega. 

La subsidiaria afirma que la roca triturada se transforma en arena, que, tras extraer las partículas metálicas, entra a un proceso de deshidratación y secado en reemplazo de estados líquidos.

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Promesas versus hallazgos 

Desde mediados del año pasado, el Laboratorio de Toxinas Marinas de la Universidad de El Salvador empezó a medir la calidad del agua que llega al río Lempa proveniente del lago de Güija.  

Esta investigación publicada por la Fundación Friedrich Ebert fue hecha por la bióloga Maritza Erazo, que está especializada en áreas naturales protegidas. En el documento, la científica urge la necesidad de afrontar con celeridad el manejo del recurso en un país que enfrenta estrés hídrico por la calidad y el desabastecimiento del agua. 

El cauce del Lempa pasa por Guatemala y Honduras y tiene una longitud de 422 kilómetros. En el caso de El Salvador, atraviesa todo su territorio hasta desembocar en el océano Pacífico. 

“Piensan utilizar ocho toneladas y media de cianuro, lo que equivale a 187 quintales de cianuro al día. Imagínese esa cantidad de químicos que venga a parar aquí. Eso sería exactamente la muerte de nuestro lago que compartimos”, declaró a Expediente Público el guatemalteco Jhony Barrera, activista del Comité Permanente Ambientalista de Asunción Mita, durante el encuentro de ecologistas en la que participaron junto a pobladores de ambos países. 

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Riesgos y amenazas 

El estudio titulado “Evaluación de la Instalación de Almacenamiento de Relaves Filtrados en la Mina de Oro y Plata propuesta Cerro Blanco, Sur de Guatemala”, que fue realizado por el geofísico Steven Emerman, alertó sobre el riesgo por el depósito de relaves filtrados. 

Emerman es profesor en la Universidad de Utah e investigó en 2022 el impacto medioambiental en proyectos como Cerro Blanco. Se le intentó contactar para que comentara sobre la investigación, pero no respondió a nuestra solicitud.

La investigación destacó que Bluestone Resources prevé dos instalaciones de almacenamiento de desechos mineros, que técnicamente son conocidos como relaves filtrados.

El riesgo consiste en que la multinacional planea compactar los desperdicios en una torre de 175 metros de altura, en un sistema denominado “aguas arriba”, cuyas pendientes desembocarían en dirección hacia El Salvador si ocurre un terremoto.

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¿Lago el Güija se salvará?

La empresa minera está ubicada a menos de 14 kilómetros de la frontera natural.

El análisis de Emerman previene que, si un terremoto estremece la torre de almacenamiento, los restos se deslizarían al río próximo en menos de 12 minutos y hasta el lago en al menos 49 minutos.

El Güija tributa a su vez al caudal del río Lempa, desde donde el Gobierno salvadoreño abastece con agua potable al 37 por ciento de la población del área metropolitana de la capital.

Las comunidades de la ribera del lago demandan apoyo para un desarrollo económico sostenible mediante proyectos medioambientales que rechacen la explotación de los recursos naturales.

“La historia de El Salvador en la lucha antiminera hasta está teñida de sangre o donde castigan a los opositores que son privados de libertad. Pero no hay que olvidar que el oro no se toma (bebe), ¡el agua sí!”, exhortó la ecologista Ariela González.