**A cuatro años de la matanza de abril de 2018 el régimen sandinista busca imponer narrativa falsa sobre los hechos.
**Murillo y sus voceros llaman “héroes” y “pueblo” a paramilitares, fanáticos, militares y policías encapuchados que masacraron a civiles.
*** Según la CIDH, la represión estatal provocó 355 muertes y más de 100,000 personas exiliadas.
Expediente Público
Un nuevo discurso de la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, pretende en 2022 justificar y encubrir los actos violentos y abusos de derechos humanos cometidos desde 2018 por policías y paramilitares bajo mando de ella y su marido, Daniel Ortega.
El pasado 18 de abril, justo cuando se cumplieron cuatro años del inicio de las protestas sociales contra el régimen sandinista, Murillo celebró a su modo el aplastamiento de las protestas sociales y justificó la matanza como un acto de amor patriótico, en un discurso plagado de alabanzas a Dios y figuras del sandinismo radical histórico.
“Y es que estamos en un abril de victorias, de luchas triunfales”, dijo, citando a figuras que el sandinismo exalta como héroes de su ideología.
“Somos la fuerza de un pueblo grande, que ha luchado con amor y ha vencido con amor verdadero… Ese amor que no excluye, que no desprecia, que no disminuye, que no ataca, que solamente se entrega, con devoción, a lo que cuenta, a lo que vale…”.
Según Murillo, los sandinistas “somos combatientes aguerridos de la paz y el bien”, que en estos días de abril “nos decretamos y declaramos en bendición, prosperidad y victorias”.
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Las mentiras de Grisgby
En sintonía con su discurso triunfalista, y a la vez justificativo de la violencia estatal, el vocero sandinista y locutor radial William Grisgby dijo el pasado 20 de abril, al hablar de las protestas de 2018, que fue “la fuerza del pueblo” la que le permitió a Ortega aplastar las protestas sociales.
“Recuerden: la fuerza que nos permitió a nosotros derrotar como siempre ocurre en la historia de la sociedad humana, la fuerza, es el pueblo, qué fuerza la del pueblo de Nicaragua”.
Tanto las aseveraciones de Murillo como las elucubraciones de su vocero, pueden ser consideradas falsas y manipuladas al ser contrastadas con informes, investigaciones, documentos y evidencias que aún permanecen visibles en sitios webs, redes sociales y material multimedia.
Un ejercicio de verificación de datos de Expediente Público, revela que los discursos y afirmaciones de Murillo y el vocero están llenos de falsedades.
Paramilitares y parapolicías no son héroes
Murillo ha llamado de varias formas a las fuerzas paramilitares que junto a la policía dispararon, secuestraron y torturaron a manifestantes en las marchas y plantones que nacieron espontáneamente en abril de 2018.
En un instante Murillo los llamó “héroes del amor” y en este último discurso los tilda de “combatientes aguerridos de la paz y el bien”.
Antes Ortega negaba la existencia de las fuerzas irregulares, luego las denominó “paramilitares” y dijo que pertenecían a la oposición. Posteriormente, en julio de 2018, los reconoció como “policías voluntarios” que trabajaban en coordinación con la Policía Nacional.
Por ejemplo, Ortega dijo el 24 de julio de 2018 a la cadena de noticias Fox News que no tenía vínculos con los paramilitares que salían armados y encapuchados a disparar contra los manifestantes.
En entrevista de 14 minutos ante el periodista Bret Baier para el programa “Special Report” de Fox News, Ortega dijo que los grupos paramilitares “han organizado ataques contra el Estado, contra la policía, contra familias sandinistas, bloqueando todo el país”.
“Los paramilitares son los que han atacado a la policía nicaragüense que pretendía proteger a la población durante las revueltas”, dijo Ortega.
Pocos días después, el 30 de julio de ese mismo año, Ortega dio entrevista a Euronews donde cambió su versión sobre los terceros armados y dijo, esta vez, que eran “policías voluntarios”.
“¿Estos paramilitares colaboran con sus fuerzas de seguridad?” Preguntó el periodista de Euronews, Oscar Valero a Ortega, quien respondió: “Aquí tenemos lo que se llama la policía voluntaria”.
Valero preguntó porque iban de civil y con capuchas. Ortega respondió: “Los policías voluntarios, en operaciones especiales; y la misma policía, en operaciones especiales, va enmascarada, en tiempo normal, incluso hay países en América Latina donde hasta los jueces tienen que ir enmascarados para que luego no los asesinen”.
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Organizaciones evidencian violencia de policías y civiles armados
Pese a que en su discurso Murillo reviste de “honor” y “gloria” a los paramilitares y policías sandinistas que dispararon contra los manifestantes, las evidencias documentales de organizaciones internacionales de derechos humanos son claves para restaurar la memoria de aquellos abusos.
Por ejemplo, contrario al florido discurso de Murillo, la investigación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI) recoge con evidencia científica, documental y testimonial la participación violenta de policías y civiles armados, bajo órdenes de Murillo y Ortega.
Esta investigación abarcó del 18 de abril al 30 de mayo y fue presentada en Estados Unidos el 20 de diciembre, luego que el régimen expulsara a la misión internacional.
Ahí develaron que, en menos de dos meses de protestas, ocurrieron 109 muertes violentas, 95 de ellas con armas de fuego, cuyas víctimas presentaban balazos en cabeza, cuello y tórax.
“La gran mayoría de las muertes ocurrieron en acciones de represión llevadas a cabo por la Policía Nacional y los grupos paraestatales”, denunció el GIEI.
De acuerdo a las investigaciones, los actos de represión los coordinó la Policía Nacional, con alcaldías y grupos paraestatales con funciones de grupos de choque o turbas y parapolicías con funciones represivas.
“Se trata de grupos compuestos por personas no identificadas que utilizan armas de fuego, muchas veces armas de guerra, y que actúan en coordinación con las fuerzas policiales identificadas como tal”, dice el informe del GIEI, que establece que tales acciones se trataron “de una política de represión impulsada y avalada por la máxima autoridad del Estado”.
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Terror y muerte sandinista
“El GIEI pudo determinar que la mayoría de los asesinatos y lesiones graves son responsabilidad de la Policía Nacional, cuyos efectivos actuaron directamente y también de manera coordinada con grupos armados paraestatales”, reza parte del documento.
Otros estudios de 2018 y 2019 sobre la violencia sandinista contra la población civil en 2018, que contrarrestan el discurso de Murillo, fueron elaborados por el organismo de derechos humanos Amnistía Internacional.
Dos de esos estudios, titulados Sembrando el Terror (julio 2018) y Disparar a Matar (octubre 2019), reportan exhaustivamente que parapolicías o terceros grupos armados “fueron organizados, armados, entrenados y dirigidos por policías y militares activos o en retiro para acabar con las manifestaciones y protestas sociales de abril de 2018”.
Estas investigaciones revelan que tanto policías como paramilitares, tuvieron orden de disparar contra los manifestantes en posiciones estratégicas de altura y con armas de fuego de gran poder y precisión, en letales labores de francotiradores.
Una tercera investigación que bota por el suelo el discurso narrativo de Murillo es el informe que la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh), presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, el 14 y 15 de mayo de 2019, durante el Examen Periódico Universal de derechos humanos a Nicaragua.
“La Oacnudh, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el GIEI han documentado graves violaciones de los derechos humanos cometidas desde mediados de abril de 2018 en el contexto de las protestas. Sin embargo, las autoridades estatales han negado hasta el momento cualquier responsabilidad y, más bien, han culpado a los líderes sociales y de la oposición, a los defensores de los derechos humanos y a los manifestantes de lo que ellos llaman la ‘violencia golpista’ y de la repercusión negativa en la economía del país”, resume el informe, que a la vez hace referencia a las fuerzas paramilitares.
Al concluir el informe, la oficina demandó a Nicaragua el cumplimiento de 14 medidas de urgencia para frenar la violencia y reparar el daño infligido por el Estado a las víctimas.
Uno de ellos hacía referencia a la presencia de los sujetos a quienes Murillo llama “héroes del amor”.
“Desarticulación y desarme de los elementos armados progubernamentales y reforma general del sector de la seguridad, incluida la investigación de antecedentes en materia de violaciones de derechos humanos, la supervisión y el control civil, y la revisión de la Ley 872 de conformidad con las normas y estándares de derechos humanos”, pidió Oacnudh.
Nicaragua rechazó el informe y se negó a acatar la petición.
Otro elemento que aplasta la narrativa manipulada de Murillo, son las denuncias y confesiones del exguerrillero sandinista y hoy disidente, Marlon Sáenz, alias “Chino Enoc” al diario La Prensa de Nicaragua.
Según el exguerrillero, seguidor de Ortega desde hace décadas, el gobierno sandinista organizó un ejército de cerca de 20,000 personas, quienes bajo coordinación de la Policía y el Ejército de Nicaragua, se encargaron de reprimir las protestas en todo el país por órdenes de Ortega y Murillo.
Entre ellos había, según Sáenz, unos tres mil militantes sandinistas de los años ochenta que fueron armados con escopetas y tenían, además, labores de espionaje e inteligencia que reportaban a policías y militares activos.
Según la última actualización de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la represión estatal provocó 355 muertes, más de 2,000 heridos o lesionados, más de 1,000 arrestos, desapariciones forzadas y juicios y más de 100,000 personas exiliadas.