*El párroco de la Iglesia San Juan Bautista en Masaya, Nicaragua, confirmó a Expediente Público que siente zozobra y teme por su integridad física por el asedio que sufre de fuerzas gubernamentales desde el 14 de mayo.
**El obispo de la Diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez, salió este lunes de la parroquia Santo Cristo, en el sector de Las Colinas, Managua, donde se resguardaba de la persecución policial.
Expediente Público
En las últimas semanas, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez, y el padre Harving Padilla, párroco de la iglesia San Juan Bautista de Masaya, se convirtieron en el blanco de los ataques del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, una situación que no es nueva para la iglesia católica, que ha jugado un papel fundamental en la crisis sociopolítica que desde hace cuatro años sufre el país centroamericano y en la que intentó mediar, sin éxito.
En Masaya, un departamento ubicado al suroriente de la capital nicaragüense, está la iglesia San Juan Bautista, donde permanece encerrado el padre Padilla desde el pasado 14 de mayo por temor a ser encarcelado o atacado por los “fanáticos” del régimen.
“Si salgo de la parroquia no sé cuál va a ser la situación, porque los fanáticos de (Daniel) Ortega siempre están amenazando y siempre intimidando”, dijo el padre Padilla en entrevista con Expediente Público.
Puedes leer: Sacerdotes católicos entre fuego cruzado
El 16 de mayo, una patrulla policial se apostó frente al portón que da acceso a la casa cural, impidiendo la salida del sacerdote y la entrada de la feligresía que suele visitar el templo. Un significativo número de agentes policiales cerraron con vallas metálicas las vías que dan acceso a la iglesia San Juan Bautista.
Esta semana el asedio continuaba y los retenes policiales ubicados en un radio de dos manzanas alrededor de la iglesia se mantenían, confirmó el clérigo. “Siempre permanecen los antimotines, la policía, los paramilitares, pero está hasta el momento calmo”, señaló.
Padre vive en zozobra
El padre Padilla llegó a la iglesia San Juan Bautista hace 15 años y a raíz de la crisis de abril de 2018 sufre asedio y recibe amenazas. En diciembre de 2018, el religioso fue denunciado ante el Ministerio Público por dos ciudadanos por presuntamente promover e incitar al odio.
Los medios oficialistas lo acusaron de dirigir a las personas que asesinaron al suboficial Gabriel de Jesús Vado Ruiz, muerto durante las protestas antigubernamentales de 2018. Pese a toda la persecución que vive, el sacerdote afirma que no piensa salir del país.
“Amo esta tierra y no pienso dejarla, no pienso irme al exilio porque todos somos nicaragüenses y todos merecemos estar en nuestra patria”, aseguró el padre Padilla.
El sacerdote, que cumple hoy diez días de encierro por el asedio, se mantiene en constante comunicación con el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Managua.
La Arquidiócesis de Managua a través de un comunicado llamó a la Policía a deponer esa “actitud innecesaria” que mantiene contra los religiosos.
Según el padre Padilla, se mantendrá en el interior de la iglesia el tiempo que sea necesario para salvaguardar su integridad física.
Sigue leyendo: El cardenal Miguel Obando Bravo: mediador, prócer y ángel caído
“No vaya a ser que me golpeen, que me maten, ellos me hacían señales de que me van a hacer una llave para llevarme preso (…) Yo soy el párroco de esta comunidad y mi servicio está aquí, yo estoy sirviéndole a esta comunidad y le sirvo con amor, le sirvo con alegría, con el gozo de ser sacerdote, no veo el por qué voy a salir de la parroquia que me ha sido encomendada para trabajar pastoralmente”, señaló el sacerdote.
Hay días en que le cortan los suministros de agua potable y de energía eléctrica. “Yo me imagino que hay momentos de cambio de policías, y hay policías que son más agresivos que otros. Entonces, en esos cambios es que me cierran a mí las llaves de acceso al agua o me interrumpen la energía”, señaló el padre Padilla.
Las amenazas y el asedio que sufre no es nada nuevo. En 2019, cuando se dirigía a oficiar una misa en la iglesia San Miguel Arcángel, también de Masaya, donde estaba el padre Edwin Román, y un grupo de madres en huelga de hambre pidiendo la liberación de los presos políticos, fue atacado por turbas del régimen.
“Todas las turbas sandinistas se abalanzaron a la iglesia para meterse. Ese día vinieron con pistolas, palos, machetes y, gracias a Dios y San Miguel, que cerró las puertas junto con el pueblo y no permitió que estos demonios pudieran entrar”, recordó el sacerdote.
Monseñor Álvarez sale de Las Colinas
El pasado 22 de mayo, la Conferencia Episcopal de Nicaragua emitió un comunicado expresando su “solidaridad y cercanía” con monseñor Álvarez, otro de los perseguidos del régimen que durante cuatro días permaneció en la parroquia Santo Cristo, en el sector de Las Colinas, Managua, donde se resguardaba por el asedio policial.
La noche del 19 de mayo, monseñor Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, denunció que varios agentes le dieron persecución durante todo ese día, por lo que procedió a refugiarse en la parroquia de Managua, donde inició un ayuno de agua y suero indefinido.
Este 23 de mayo, el obispo abandonó la parroquia y se trasladó a Matagalpa, donde la Policía mantiene el cerco policial en las afueras de la Curia Arzobispal.
Monseñor Álvarez fue ordenado sacerdote el 7 de diciembre de 1994, en la Catedral Metropolitana Inmaculada Concepción de María, en Managua.
Es el noveno obispo en administrar la sede de Matagalpa y se ha caracterizado por ser uno de los más críticos en Nicaragua contra este régimen, pero al mismo tiempo goza de gran simpatía entre la feligresía en el norte del país.
Además: El régimen y la religión: habla como cordero, pero actúa como dragón
En 2018, en los meses más álgidos de las protestas, monseñor Álvarez salió a las calles en apoyo a los manifestantes que protestaban contra el régimen de Ortega y Murillo. Participó activamente en el fallido diálogo nacional de ese mismo año.
En sus homilías suele criticar duramente a los gobernantes nicaragüenses y pide detener los “círculos de violencia y muerte” en el país.
Persecución no es nueva
El padre Padilla, afirma que el ataque frontal que ha mantenido el régimen de Ortega y Murillo no surgió en 2018, sino desde “que ellos están en el gobierno”. El actual periodo del mandatario se remonta al 2007.
Sin embargo, en los últimos cuatro años, la pareja que gobierna al país centroamericano ha recrudecido sus acusaciones contra obispos y sacerdotes, a quienes denomina “terroristas” y “golpistas”.
“Asediándonos a nosotros, a la iglesia, no permitiéndole a un pueblo que pueda ingresar a la misa eso no es de un cristiano (…) Es duro que las personas así que hablan del amor y no profesan ese amor, por eso oímos a veces esos monólogos de odio, de venganza, iracundos completamente salidos de sí, que denotan un poco de satanismo, diabólico”, criticó el párroco de Masaya.
La Asamblea Nacional, controlada por los diputados sandinistas, aprobaron recientemente un informe en el que se recomienda juzgar a los religiosos, incluso a los activistas de derechos humanos que apoyaron las manifestaciones de 2018.
“Deberían ser juzgados y sus comunidades o asociaciones investigadas a fondo, ya que se escudaron tras lo religioso”, señala el documento.
Producto de la persecución contra los líderes religiosos, en 2019 el obispo católico Silvio Báez se vio forzado a salir de Nicaragua por las constantes amenazas en su contra. El padre Edwin Román, párroco de la iglesia San Miguel Arcángel, también salió del país.
“Ya están materializándolas (las amenazas) con la sociedad civil, con la iglesia, ellos saben bien que el trabajo de nosotros es un servicio espiritual, nosotros no andamos buscando poder humano. Nuestras acciones son meramente cristianas”, reiteró el padre Padilla.