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***Analista estadounidense, Margaret Myers advierte sobre la estrategia de China en América Latina y explica las áreas de preocupación de Estados Unidos hacia ese acercamiento.
Expediente Público
Los principales intereses de China en América Latina son de índole económico, pero también buscan equilibrar y limitar en algunos casos el poder y la influencia que Estados Unidos pudiese tener, advierte Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del organismo Diálogo Interamericano, en una entrevista con Expediente Público.
Myers sostiene que el interés de China en América Latina es extremadamente de naturaleza estratégica en muchas maneras diferente, motivado por los mismos factores e intereses que se vieron hace un par de décadas.
Esos factores son “la búsqueda de mercados, con una más amplia gama de productos de alta tecnología, exportaciones a la región, la búsqueda de negocios y oportunidades para que las empresas chinas tengan más presencia en una amplia gama de sectores y así ser más competitivos en estas áreas”.
“A mí parece estos son los objetivos fundamentales”, señala Myers, quien trabajó como analista de América Latina y analista de China para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
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Myers sostiene que la estrategia económica china tiene que ver con la preocupación por su seguridad alimentaria (China es el país más poblado del mundo con más de 1,400 millones de habitantes) y la energética.
En general, la gran mayoría de lo que estamos viendo en Latinoamérica y el Caribe tiene de hecho una motivación económica, subraya la analista.
“Se sabe que en muchas ocasiones estas inversiones tienen muy claras motivaciones económicas estratégicas, geopolíticas y otras invocaciones. Entonces, esto es lo que China está haciendo y creo que tienen una serie de objetivos en mente y así mismo una serie de consecuencias”, advierte Myers.
Oportunismo extremo
Myers explica que los acercamientos de China se basan en compromisos de diferentes países en diversas maneras; diferentes acercamientos en diferentes países, basados en esas realidades y escenarios de inversiones críticas en esos países.
“A estas alturas, lo que hace China es oportunismo extremo”, sentencia Myers, quien explica que “las empresas chinas han aprendido a adaptarse a cualquier circunstancia”.
En otros casos se ven empresas chinas compitiendo a menudo de forma muy efectiva con otras empresas internacionales mediante licitaciones públicas; eso ocurre en países como Chile, Perú, donde el entorno de inversión requiere de ese tipo de participación.
“Se da mucho compromiso a nivel local, o se dan compromisos con comunidades locales, diásporas de China, con universidades a nivel local y aquí no hablamos de grandes ciudades, sino de pueblos de 500,000 personas o menos en algunos casos”, advierte.
Áreas de interés
Myers cree que hay mucha posibilidad de que China siga comprometiéndose en Centroamérica, América del Sur y el Caribe.
“Hemos visto mucha evidencia de ello; hemos visto participación inclusive en medio de la crisis del Covid-19. La probabilidad es ver más, quizás más suave, con un enfoque consciente, dado que China tiene sus propios retos relacionados a deudas, domando en cuenta que los bancos chinos tienen menos capital para operar”, dijo Myers.
Las inversiones chinas podrían estar enfocadas en industrias muy específicas que se han identificado por estar siempre en desarrollo, pero ahora enfocándose en lo que se llama “nueva infraestructura” e infraestructura moderna.
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Para Myers las áreas de mayor interés son la digital, los servicios, las telecomunicaciones, la inteligencia artificial, la informática de la nube, la transmisión eléctrica (que es muy fuerte), la minería y una amplia variedad de tecnologías de energía verde renovable.
“Hemos visto inversiones en estas áreas en toda la región y yo asumiría que, en el caso de Centromérica, donde exista esta relación diplomática habrá interés en proponer estos proyectos. Es decir, ya hay evidencia de actividad en esas áreas”, expone Myers.
En Centroamérica
Según Myers, las empresas chinas están llegando a Centroamérica y participan en rubros donde las compañías estadounidenses no están invirtiendo.
“Las empresas estadounidenses no hacen inversiones a gran escala en grandes desarrollos o proyectos de infraestructura como quizás lo hacían antes. Las empresas chinas ya están bien posicionadas para hacerlo”, señala Myers.
“Este va a ser un hecho y ese es el reto para los países de Latinoamérica y el Caribe, equilibrar primero teniendo una agenda clara y determinando cómo China y los Estados Unidos caben en tal contexto y lo que se puede hacer para aprovechar las fortalezas de estos dos socios económicos para promover una agenda económica que sea beneficiosas para todos”, opina.
Preocupación de EE.UU.
¿Debería Estados Unidos estar preocupado por la presencia china? Myers dice que depende que si la presencia de China se hace de manera transparente y con rendición de cuentas y bajo monitoreo de la sociedad civil, “esto puede ser muy bueno y ya lo ha sido para muchos países latinoamericanos en la promoción del crecimiento”.
“No obstante, creo que Estados Unidos está preocupado por cosas muy específicas, una de ellas es la tecnología de vigilancia, las cuales, si son usadas por líderes autoritarios, pueden verdaderamente limitar algunas libertades, principios democráticos y cimientos de la democracia en algunos países y esto podría traer más inestabilidad, abusos contra los derechos humanos; eso le ha preocupado a Estados Unidos por varios años”, explica Myers.
La otra preocupación estadounidense es la medida en que China va a tener influencia en el desarrollo de políticas y toma de decisiones a diferentes niveles en estos países.
“Eso incluye la preocupación de que cómo estos países son escenarios de invserión, se corroan ciertos estándares, que los países mismos trastoquen ciertos estándares para garantizar que las empresas chinas estén más atraídas a una industria o sector particular y que hagan mayores inversiones, pero como ya dije antes, tener mucho apalancamiento económico en ciertos países puede provocar que estos países apoyen la agenda más amplia internacional de China, lo cual incluye como ya lo mencioné, gobernanza, Internet, derechos humanos, áreas donde China tenga una posición totalmente opuesta a los valores e intereses de Estados Unidos, o a los de otros países en Latinoamérica y a otros aliados europeos y japoneses”, dice Myers
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Otros riesgos
La presencia china en países de Asia y África ha generado críticas estadounidenses por la llamada “trampa de la deuda”, ya que el gigante asiático ha hecho préstamos millonarios para infraestructura en naciones de esos continentes, que luego no pueden pagar y China termina administrando.
Pero Myers sostiene que ese es un tema que no ocurre en América Latina.
“Esta idea de la diplomacia del gato negro de China, que se ha promovido bastante, no tiene mucha resonancia en Latinoamérica y el Caribe, en parte porque, en primer lugar el financiamiento chino a América Latina, esos préstamos a gobiernos latinoamericanos han venido en descenso, una caída muy rápida desde 2015”, explica.
Myers sostiene que durante 2020 no hubo préstamos y el año antepasado lo que se vio fue apenas 0.2 mil millones de dólares.
“Allí están los bancos multilaterales siendo ahora mucho más importantes actores en el financiamiento, especialmente en los préstamos soberanos”, señala.
El mal ejemplo en Venezuela
Pero en la región es de destacar el enorme endeudamiento venezolano con China.
Myers recuerda que desde el año 2007, China ha dado alrededor de 60 mil millones de dólares a ese país y gran parte de esa deuda todavía está pendiente, alrededor de 20 mil millones de dólares.
“Eso puede ser un problema para China, tanto como lo puede ser para Venezuela si Venezuela no puede pagar el préstamo. De hecho, creo que ya es un problema para China”, sostiene Myers.
Pero otros países latinoamericanos que adquirieron deudas con China ya han pagado sus préstamos, por ejemplo Brasil.
“Hay todavía unas deudas pendientes en Ecuador y en Argentina, pero no en los niveles que se ven en África. Es una situación un poco diferente respecto de la deuda”, acota Myers.
Para la analista de Diálogo Interamericano, otras preocupaciones y riesgos de la presencia china tienen que ver con efectos muy críticos, especialmente en la sostenibilidad ambiental, en el bienestar, en las comunidades locales.
“La gran mayoría de las inversiones chinas y de hecho su comercio es en sectores con impacto ambiental: minería, petróleo y gas, industrias que extraen recursos, por supuesto la infraestructura y la agricultura”, subraya Myers,
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Y como ejemplo, el caso brasileño con la soya de ese país asiático.
“China tiene hambre por la soya de Brasil. Esta explotación de la soya ha convertido varias áreas de biodiversidad en tierras de siembra, estas son expansiones de tierras de cultivo que amenazan al ecosistema. Ha provocado mucha deforestación”, afirma Myers.
Igual sucede con la infraestructura
“Una carretera aquí y otra allá es maravilloso para el transporte y sus objetivos, pero esto puede llevar a la deforestación especialmente en áreas biodegradables, lo cual es la misma preocupación por la construcción del canal en Nicaragua. Estos son los problemas y otro gran problema es el dominio de empresas chinas en sectores designados como de seguridad nacional, por ejemplo, la transmisión de electricidad”, advierte Myers.
Por ejemplo, en Chile, China acaba de comprar una empresa eléctrica nacional a cargo de gran parte de la transmisión de electricidad en el país y ahora los dos lados políticos fuertes de la nación están preocupados por lo que esto podría significar en términos de seguridad nacional.
“Lo mismo pasa en Brasil, donde empresas chinas controlan gran parte de la red y lo mismo ocurre en el sur de Perú donde está la red que abastece a Lima. Y estas son las cosas que preocupan, que deben ser de preocupación”, insiste Myers.
Ella señala que desde la perspectiva legal y también desde la perspectiva de seguridad nacional, debería haber medidas para evitar que una sola empresa, un solo país esté dominando bienes estratégicos.
Para Myers «estas cosas son de mucha preocupación».
«China debe apostar por una agenda más ecológica; esto se ha dicho tantas veces. Deben pensar en reducir las emisiones de gases, un compromiso para esto y que se traslade a nivel de empresas, a nivel de firmas. Y ojalá estas empresas se apropien de estos principios e ideales, de las cuales no tienen claridad todavía, en especial esas empresas de infraestructura; que no sean solo obras de un proyecto y después se marchan sin estar conscientes del efecto por no permanecer mucho tiempo en el lugar”, expresa.
Myers aboga por estándares de calidad, compromiso con la sostenibilidad ambiental y compromiso de identificar proyectos que no tengan un impacto irreversible en el medioambiente, de parte de las empresas chinas.
“Eso es lo que no está todavía allí. Y es el reto y por ello es necesario prestar vigilancia en los países en cuanto a asegurar el tipo de arreglos que hacen con China, garantizando que sean transparentes y que haya suficiente monitoreo y rendición de cuentas; esto es muy esencial para obtener los mejores resultados”, enfatiza Myers.