*A contra-reloj, el Partido Salvador de Honduras y Partido Innovación y Unidad, ambos opositores, se aliaron de frente a los comicios generales, reavivando la competencia política en un polarizado ambiente electoral en el país centroamericano. Se denomina Unidad Nacional Opositora de Honduras (UNOH).
Expediente Público
Dos eran las principales dudas en el escenario político de Honduras con vistas a las elecciones generales de noviembre del 2021. La primera, si se aprobarían las reformas electorales y la segunda, si habría una alianza de la oposición.
La primera respuesta llegó el 25 de mayo, cuando el Congreso Nacional aprobó la nueva Ley Electoral de Honduras. Y la segunda llegó dos días después, cuando faltaban pocos minutos para el cierre de inscripciones de alianzas electorales.
“Pensé que los consensos, como dicen los políticos, no se iban a lograr, pero me imagino de que hubo bastantes, se puede decir, incentivos materiales”, dijo a Expediente Público el director de gobernanza y transparencia de la no gubernamental Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), Lester Ramírez.
Ramírez se refiere a las reformas para favorecer a las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), que viene impulsando desde 2013 el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, cuando era titular del Legislativo, así como a varios contratos de préstamos que se aprobaron recientemente en el Congreso Nacional antes que la nueva Ley Electoral.
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Según la página web de la Secretaría de Desarrollo Económico de Honduras, las Zonas de Empleo son áreas del territorio nacional sujetas a un «régimen especial» en las que los inversionistas estarían a cargo de la política fiscal, de seguridad y de resolución de conflictos, entre otras competencias.
“Todo esto me parece que fue empaquetado, parte de una serie de acuerdos, de intercambios”, dijo el analista Ramírez, para luego recordar que “así funciona la política hondureña, esa es la manera como se establecen estas negociaciones, más que todo orientadas al corto plazo”.
Nace Unidad Opositora
El 27 de mayo, minutos antes de la convocatoria oficial a las elecciones generales, el Partido Salvador de Honduras y el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (Pinu-SD), inscribieron ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) la denominada Unidad Nacional Opositora de Honduras (UNOH).
Hasta entonces, no había certeza de ninguna alianza política; incluso, el candidato del PSH, Salvador Nasralla, dio a entender que no participaría en la contienda electoral debido a la reforma que da a los partidos Nacional, Liberal y Libertad y Refundación (Libre) el control de las mesas electorales. Pero tras el telón, las negociaciones bullían entre Nasralla y la candidata del Pinu-SD, Doris Gutiérrez, quien también había estado en pláticas con otros candidatos, incluyendo a la izquierdista Xiomara Castro, de Libre.
La alianza UNOH lleva a Nasralla como candidato presidencial, a Gutiérrez para el cargo de primera vicepresidenta y a Suyapa Figueroa, presidenta del Colegio Médico de Honduras (CMH), en la primera casilla de las diputaciones por Francisco Morazán, el departamento con mayor representación legislativa.
Figueroa ha sido una figura crítica del gobierno de Hernández, sobre todo por su gestión durante la pandemia del Covid-19, que la ha colocado en la mira del grupo de cuentas en redes sociales desde las que el gobierno ataca a sus opositores, según un análisis del Laboratorio Ciudadano Honduras.
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El CNE informó que recibió 28 solicitudes de alianzas entre partidos para participar en las elecciones generales; 27 a nivel de corporaciones municipales, entre ellas de Libre y Liberal, y solo una en el nivel presidencial.
«Aquí se creía que podía haber una alianza entre el partido Liberal y el partido Libre o entre estos y el partido Salvador de Honduras”, dijo el sociólogo Julio Navarro, reseñando que una unidad de este tipo, representaba el anhelo de varios sectores en ese país centroamericano que esperaban una oposición organizada para hacer frente al oficialismo en los comicios del 28 de noviembre.
“A pesar de esfuerzos que hicimos varias organizaciones de sociedad civil para que ellos conversaran, fue inútil”, dijo la dirigente liberal Maribel Espinoza.
“Lo que discutían era quién iba a ser la cabeza y cómo se iban a repartir los cargos”, dijo la profesional del derecho.
Candidato presidencial por tercera vez
Esta es la tercera vez que Salvador Nasralla buscará la Presidencia de Honduras. En las elecciones de 2013, participó con el Partido Anticorrupción (PAC), del que es fundador.
Esa vez, su candidato a alcalde, Guillermo Milla, ganó la ciudad de San Pedro Sula, la segunda más importante de Honduras, y obtuvo una mayoría de diputados en el Congreso Nacional en Francisco Morazán, recordó el historiador Rodolfo Pastor Fasquelle en un artículo que escribió sobre la reciente alianza política del PSH y el Pinu.
“Él (Nasralla) no tuvo toda la culpa de que su candidato a alcalde se vendiera”, (con lo que al final la alcaldía sampedrana quedó en manos del candidato oficialista) o que el Partido Nacional “le quitara posiciones, en contubernio con manos liberales”, agregó Pastor Fasquelle.
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En las elecciones de 2017, Nasralla volvió a competir, pero como candidato de la alianza integrada por Libre y el Pinu, y “volvió a ganar, de manera contundente”, dijo el historiador en su artículo.
Pero la elección pasada “fue prácticamente la culminación de las modalidades de tergiversar la voluntad de los electores”, señaló Julio Navarro, para quien desde 2005, “cuando se estableció seleccionar a los diputados por persona, ya no solo por la posición que ocupaban en la planilla”, se han presentado irregularidades en el conteo de votos, sobre todo en los aspirantes al Legislativo hondureño.
La sombra de los fraudes
A nivel presidencial, la mayoría de las irregularidades que se recuerda se vieron en las primarias de 2012, cuando el entonces alcalde de Tegucigalpa, Ricardo Álvarez, disputó la candidatura oficial del Partido Nacional contra el actual presidente Juan Orlando Hernández.
Álvarez interpuso un recurso para exigir el conteo voto por voto de las urnas, pero este fue denegado por la Sala Constitucional, donde cuatro de cinco magistrados habían sido nombrados por Hernández en su condición de presidente del Congreso Nacional.
“Ese modelo aplicado a Ricardo Álvarez le fue aplicado al partido Libre y al Partido Liberal” en las elecciones de 2017, consideradas “totalmente fraudulentas tanto a nivel presidencial como a nivel de diputaciones y alcaldes”, dijo el sociólogo hondureño.
En ese sentido, para Navarro las reformas electorales hacen viable un proceso en el 2021 mucho más transparente que los anteriores.
Sin embargo, para Maribel Espinoza, la nueva Ley Electoral “no responde a las aspiraciones verdaderas del pueblo de Honduras, tampoco se logra que los partidos depuren a sus candidatos a cargos de elección popular”.
Más bien, señala, permite la participación en el proceso electoral a personas con procesos judiciales penales “y le impone el deber de inhabilitarlos solo cuando haya recaído sentencia firme condenatoria”.
Para el caso, el candidato presidencial del Partido Nacional, Nasry Asfura, tiene dos procesos pendientes, uno de aseguramiento de bienes y un antejuicio por la supuesta comisión de cinco delitos.
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Mientras que el candidato presidencial del Partido Liberal, Yani Rosenthal, quien estuvo preso tres años en Estados Unidos por lavado de activos, tiene una sentencia condenatoria pendiente en el Juzgado de Privación de Dominio.
Una alternativa interesante ante el oficialismo
“La ley tiene aspectos tanto positivos como negativos”, pero no hay que olvidar que la misma “fue hecha por políticos para políticos”, recordó por su parte el analista Lester Ramírez en entrevista con Expediente Público.
A su juicio, la alianza del PSH y el Pinu va a ser una alternativa “para un sector que está cansado de la política tradicional”.
Además, cree, que habrá alianzas fácticas de junio a noviembre y que quienes más se pueden preocupar por los diputados que pueda obtener Nasralla en las generales, para las que ya se perfilan candidatos con bastante reconocimiento popular, pueden ser el partido Libre y el Liberal.
“El Partido Nacional buscará el voto con raya continua y activar los votos duros”, analizó Ramírez.
Recordó que en departamentos como Francisco Morazán y Cortés, en el centro y norte del país, hay una facción fuerte del movimiento de Luis Zelaya, el precandidato presidencial que perdió ante Yani Rosenthal, cuyo voto podría beneficiar a Nasralla.
“La nueva alianza va a tener bastante apoyo en la capital hondureña y también en la costa norte”, consideró Ramírez.
Nuevas condiciones del juego electoral
Según el analista Ramírez, en los departamentos de Olancho y Choluteca, al oriente y sur de Honduras, respectivamente, hay un bastión de Libre “bien fuerte”, mientras que en la región occidental en Intibucá, Copán y Santa Bárbara tiene mayoría el Partido Nacional, con algunos pequeños liderazgos de Libre y el Partido Liberal.
“Pero creo que la dinámica de la alianza de UNOH sí viene a generar un nuevo jugador que va a ser interesante. No obstante, una cosa es hacer la alianza para ganar las elecciones y otra cosa es hacer la alianza para gobernar”, dijo el analista.
Estas alianzas, en las que confluyen muchos intereses, necesitan además capacidad técnica para gobernar, “no simplemente se ocupa el carisma del político o los mensajes que pueda dar en contra de corruptos o de ladrones o de narcotraficantes”.
De llegar a la Presidencia, Nasralla va a tener opositores muy fuertes del Partido Nacional, Libre, el Liberal, incluso algunos estratos de los militares y de las iglesias, expresó Ramírez.
Y lo que debe hacer la alianza además de la campaña es acercarse a la cooperación internacional, al sector privado y presentar una propuesta consistente con las necesidades de Honduras en temas de salud, educación, seguridad, economía, inversión extranjera, entro otros.
“Creo que está muy bonita la emoción de la campaña, creo que es necesario tener también esta alianza, pero como técnico mi preocupación sería eso, una vez que llegue al poder, si va a poder realmente consolidar un gobierno que pueda responder a las expectativas de ese votante que le va a dar la confianza”.
Alianza interpartidaria era indispensable
Para Maribel Espinoza, “la alianza era indispensable, no porque numéricamente el Partido Nacional sea mayoritario (sino) porque al estar unidas todas las fuerzas de oposición era imposible el fraude”.
La falta de un acuerdo entre los partidos de la oposición “permite que el partido que está en el poder, que tiene los recursos del Estado a su favor, que tiene recursos provenientes de la corrupción, mantenga este gobierno autoritario en el que estamos”, dijo la abogada liberal.
“Lo peor que pudo haber pasado” es que los líderes de la oposición no tuvieran la madurez ni la sabiduría ni el desprendimiento necesarios “para rescatar a Honduras y conformar esa alianza”, añadió Espinoza.
Separados como están ahora los partidos de la oposición, la posibilidad de un fraude “siempre existe, debo recordarle que esa lección la aprendimos en 2017, si el Partido Liberal se hubiera unido a la alianza Salvador Nasralla, Pinu y Libre, Juan Orlando Hernández no estaría en el poder hoy”.