*Los nicaragüenses nacionalizados en Costa Rica solo representan el 1% del padrón electoral, son más de 40 mil votos que podrían ser decisivos cuando las encuestas indican un balotaje cerrado para este domingo en las presidenciales costarricenses.
Expediente Público
Rodrigo Chaves, de izquierda, y el expresidente José María Figueres, de centroizquierda, son los aspirantes a sustituir en la Presidencia de Costa Rica a Carlos Alvarado (de izquierda), cuya política exterior patrocinó y favoreció resoluciones contra los abusos de derechos humanos del Gobierno de Nicaragua, tanto en la Organización de Estados Americanos (OEA), como en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Alvarado recibió la banda presidencial el 8 de mayo de 2018, tres semanas después del estallido social en Nicaragua, y a finales del mes no dudó en mencionar la preocupante crisis institucional y de derechos humanos del país vecino. El primero de junio emitió un pronunciamiento que decía, entre otros puntos: “(Se) insta vehementemente al Gobierno de Nicaragua a suspender toda acción violenta contra la población civil y a velar por los derechos a la vida e integridad de todos los habitantes del país”.
Las palabras del Gobierno de Costa Rica también se manifestaron en hechos, pues dio refugio a más de 120 mil nicaragüenses desde 2018.
Aunque el tema de los refugiados no floreció en los debates presidenciales, a los nicaragüenses les preocupa el tono conciliador con el cual Chaves y Figueres han respondido cuando se les pregunta por la futura relación con el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.
Figueres convence más a exiliados
La última encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, indicó que el 73% de los entrevistados no se identifica con ninguno de los dos candidatos, pero 41.3% apoyaría a Chaves y un 38.3% a Figueres.
Otra encuesta de esta semana de OPol Consultores le da un margen de casi diez puntos de ventaja a Chaves, con 44.1% de intención de votos, contra 34.9% de Figueres, sin embargo, con un 21% de indecisos.
Con una elección centrada en la recuperación económica tras la pandemia, el economista, exfuncionario del Banco Mundial y exministro de Hacienda, genera simpatías, frente al ingeniero industrial Figueres, exministro de Comercio Exterior y expresidente (1994-1998).
Manuel Sandoval, coordinador de relaciones internacionales de la Unidad de Exiliados de Nicaragua (UEN), manifestó a título personal que existe mayor simpatía en la diáspora por Figueres, debido a la posición actual del Partido Liberación Nacional (PLN) hacia el régimen de Ortega y por el antecedente histórico de José Figueres Ferrer (padre del candidato actual) y Daniel Oduber, quienes brindaron apoyo a todo el sistema de operaciones nicaragüenses para sacar a la dictadura somocista.
El exiliado nicaragüense explicó que el tema económico es central en esta elección y criticó mociones de Chaves que faltan a la independencia de poderes y promueve reformas constitucionales en una de las democracias más fuertes y consolidadas del continente.
“Uno no puede entender cómo puede tener ventaja en algunas de las encuestas, cuando trata de vulnerar poderes y atenta contra la libertad de prensa teniendo una dictadura a la par y autocracias en camino, como El Salvador, o dictaduras como Venezuela, donde no existe respeto a los derechos humanos”, criticó.
Que el principal país receptor de desplazados forzosos aspire a tener una relación cordial con un país acusado de crímenes de lesa humanidad es de mucha preocupación para la diáspora, como sería un gobierno de Chaves, eso dejaría de lado las obligaciones de Costa Rica con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, aseguró Sandoval.
Uno espera que no haya un retroceso en política exterior, sino que se fortalezca la presión diplomática al régimen de Ortega, dijo.
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El factor “nica” en la decisión presidencial
El domingo dentro del padrón de 3.5 millones de habitantes hay 42,286 nicaragüenses nacionalizados que representan el 1.2%. Sin embargo, en el panorama actual podrían definir la elección porque hay un empate técnico según las encuestas, advirtió Abelardo Morales, sociólogo e investigador de la migración de Nicaragua.
“En esta segunda vuelta, dado el empate técnico según las encuestas, cualquier voto cuenta y una cantidad de votos tan considerable puede ser sumamente decisiva, aunque no hemos visto que el mensaje de los dos candidatos esté dirigido a esta comunidad de inmigrantes. Por supuesto, los nicaragüenses no están al margen o ajenos ni dejan de tener una participación decisiva” en esta elección, indicó Morales.
Del mismo modo que los resultados electorales afectarán a los costarricenses, tendrán consecuencia sobre los nacidos en Nicaragua y que han adoptado la nacionalidad costarricense, y sobre los nacidos en Costa Rica de padres nicaragüenses y que tienen derecho a votar, dijo.
El investigador precisó que los nicaragüenses y sus hijos, como la mayoría de votantes, están preocupados por temas como la gestión del gobierno, la corrupción, la reducción del Estado, el manejo de las finanzas públicas, los impuestos, el manejo de la inflación y precios, la amenaza contra el ingreso de las familias.
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Lo que dijeron los candidatos
“Yo espero tener una relación muy cordial con don Daniel Ortega”, dijo a inicios de marzo Chaves, candidato del Partido Progreso Social Democrático (PPSD), durante un encuentro con exportadores.
Agregó que se debe “arreglar el tema migratorio, no porque vamos a cerrar la frontera, porque eso tampoco tiene sentido”.
En su plan de gobierno no existen puntos sobre su política exterior ni lo que piensa hacer con el tema migratorio.
Por otra parte, el expresidente Figueres inicialmente se mostró conciliador con Ortega, pero en los días previos a la votación brindó declaraciones ambiguas.
El 5 de febrero en una entrevista virtual con CR Hoy, Figueres dijo que espera “limar asperezas” con el régimen de Nicaragua, aunque reconoció que su relación sería “ciertamente delicada”, pero no rompería relaciones retirando a su embajador.
Textualmente respondió a CR Hoy: “La relación con el gobierno de Nicaragua es una relación ciertamente más delicada. Hay una diferencia en apreciaciones de valores, de otras condiciones y respecto al posicionamiento internacional de nuestros países, pero esas diferencias no significan que no vayamos a conversar y buscar mejorar el clima de relación entre los dos países. Tenemos esa obligación y, por lo tanto, por la combinación de intereses económicos y políticos vamos a hacer un extraordinario esfuerzo para que logremos limar asperezas y llevarnos de la mejor manera posible”.
Las declaraciones tuvieron la oposición de sus opositores y miembros de su propio partido, que ven en este gesto una manera de legitimar lo que en Costa Rica se considera una dictadura.
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El candidato del Partido Liberación Nacional afirmó en marzo que de ganar las elecciones visitaría a Ortega como uno de sus primeros destinos internacionales, junto con Panamá, con quien también comparte fronteras.
El primero de abril, volvió a reiterar a periodistas de Nicaragua Actual y la Voz de América su posición que “lo importante aquí es mantener una puerta del diálogo abierta y en ese sentido las relaciones diplomáticas con Nicaragua deben ser respetuosas, deben ser un punto de comunicación y de poder abordar los temas sobre los cuales no tenemos un acuerdo”.
Sin embargo, tomó un poco de distancia “con respecto a lo que es el gobierno de Nicaragua, (con el que) no compartimos valores, nosotros creemos en la democracia, creemos en el respeto de los derechos humanos y por supuesto que en cualquier conversación que vayamos a tener en foros internacionales o en foros centroamericanos, siempre vamos a mantener esas banderas vigentes”.