*Mientras el régimen de Daniel Ortega inaugura más de 60 altares a la Virgen María; prohíbe procesiones previo a las celebraciones marianas de “La Gritería”, mantiene a una docena de líderes religiosos bajo arresto y ha convertido a la Iglesia católica en blanco de la represión.
** Nicaragua junto a Irán, China y Corea del Norte es parte de 14 países a nivel mundial que violentan la libertad religiosa.
Expediente Público
Cánticos marianos, luces, flores, pólvora y altares a la Virgen María, no pueden faltar cada 7 de diciembre en Nicaragua, durante la celebración de “La Gritería”, una tradición popular que este año se encuentra amenazada a causa de la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Nicaragua ha pasado por varias olas represivas en los últimos cinco años. Desde activistas estudiantiles y líderes opositores violentados y condenados al exilio, a la cárcel o al silencio, hasta el cierre y confiscación de organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación.
Luego de abril de 2018, la iglesia católica de Nicaragua apoyó las demandas ciudadanas de diálogo, elecciones anticipadas y pidió que el Estado detuviera la sangrienta represión contra civiles que dejó más de 355 personas muertas, según varios organismos internacionales de derechos humanos.
Debido a esto tuvieron que exiliarse líderes religiosos como el obispo Silvio Báez o el padre Edwin Roman. Este 2022, varios sacerdotes y líderes religiosos como Monseñor Rolando Álvarez fueron detenidos en otra arremetida del régimen de Daniel Ortega.
“Es un momento de nostalgia donde prácticamente nuestra Diócesis está mota (sin su padre) pero a su vez en un momento de esperanza, donde no podemos parar de pedir la intercesión de María, nuestra Madre”, dijo a Expediente Público, un misionero de la pastoral juvenil de la Diócesis de Matagalpa, en condición de anonimato.
El año de la “guerra” contra la Iglesia
Desde inicios de este año, el discurso y acciones de odio contra la Iglesia por parte del régimen fueron tomando forma. En febrero, seis Organizaciones No Gubernamentales católicas y vinculadas a Diócesis de Estelí, fueron ilegalizadas.
Posteriormente, el monseñor Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico desde 2018 en el país centroamericano, fue expulsado por el régimen.
“Recordemos cómo hubo voces de quienes se llamaban pastores que mandaban a echar a los escusados a los policías que estaban quemando vivos. ¿Cómo vamos a olvidar eso?, ¿Cómo vamos a perdonar eso?, ni perdón, ni olvido para los masacradores de la paz, de la concordia, de la vida tranquila y del pueblo”, dijo en los meses posteriores a la rebelión de abril la Vicepresidenta Rosario Murillo preparando el terreno para atacar a la iglesia católica.
Sacerdotes comenzaron a denunciar el acoso y asedio por parte de la policía sandinista y paramilitares. Las iglesias grandes y pequeñas fueron atacadas en extraños casos de robo y sustracción de objetos sagrados. En 2020 una persona lanzó material incendiario en la Catedral de Managua, quemando la venerada imagen de la Sangre de Cristo.
Luego las Misioneras de la Caridad que estaban presentes en el país desde 1989, realizando labores de asistencia social y refuerzo escolar a niños de bajos recursos en diferentes partes del país, fueron expulsadas y obligadas a abandonar los albergues de niños en orfandad y ancianos sin familias. Además, varias radioemisoras católicas fueron cerradas por orden del Estado.
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Santos prisioneros en sus propias Iglesias
Las procesiones de las imágenes sagradas, también son parte de la represión del régimen. Desde este año no se permiten celebraciones marianas y las imágenes de varios santos católicos deben permanecer también dentro de las parroquias, como el caso ocurrido en septiembre pasado de San Miguel Arcángel en Masaya, cuya fiesta patronal debió cancelarse debido a la represión y hostigamiento de grupos de choque y de la misma Policía.
«No dudamos, ni desconocemos que este es un plan estratégico (el ataque a la Iglesia) que desde antes se venía fraguando, pero que lo hemos visto ejercido en un año» afirmó en entrevista a Expediente Público el sacerdote exiliado en Estados Unidos.
Por otro lado, el padre Rafael Bermúdez quien hacía trabajo pastoral en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en el municipio de Ticuantepe, consideró que la permanente crisis económica que asfixia a las familias nicaragüenses y las obliga a separarse y abandonar el país como consecuencia de la situación sociopolítica de Nicaragua, ha causado un desenfoque en sus vidas espirituales.
“Son familias que no pueden ejercer su vida comunitaria y expresar su fe. Hay un desenfoque en su vida espiritual por estos factores que se han venido manifestando”, agregó.
¨La gente tiene miedo de aportar económicamente a las iglesias y de participar en la vida pastoral, porque piensan que cualquier tipo de participación puede vincularlos con falsas acusaciones¨, afirmó desde el exilio. Para ella, la reducción drástica de participación de los feligreses es solo uno entre tantos efectos de las violaciones de libertad religiosa en Nicaragua.
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La resistencia de la Iglesia en el exilio
Otra activista nicaragüense, que por razones de seguridad omitiremos su nombre, manifestó a Expediente Público que los líderes religiosos hostigados y presionados, “no cuentan con una institución legítima en la cual se puedan denunciar tales actos ilegales, o se exija la garantía de sus derechos”, como es el caso de “los sacerdotes que están siendo acusados y procesados bajo un supuesto sistema “legal” por delitos sexuales o en otros casos, delitos de conspiración en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense», argumentó.
La activista consultada, consideró que las tácticas de represión del régimen, han trascendido incluso al control fiscal y vigilancia permanente.
Durante las fiestas marianas, también se notará este año la ausencia de al menos 11 líderes católicos, entre ellos el obispo Rolando Álvarez, junto a otros párrocos de Matagalpa, Mulukukú y Nandaime, seminaristas y camarógrafos de canales religiosos, que se desconoce su paradero y el estado de su proceso judicial.
“Los líderes religiosos que se expresan o denuncian los abusos de poder del régimen se han convertido en blanco de represión y violaciones a las libertades religiosas por motivos políticos», agregó la activista.
Defender la verdad pese a persecución
Un misionero pastoral Matagalpa, entrevistado por Expediente Público, afirmó que uno de los lemas para la festividad de este año es: “María madre de los que defienden la verdad, ruega por ellos” en alusión a monseñor Álvarez y demás sacerdotes bajo arresto o exiliados debido a la persecución del régimen.
Para él, este ha sido un ataque “repugnante hacia la iglesia católica” por ser los únicos que denuncian todavía las violaciones de derechos humanos que se cometen en el país.
Desde 2018, debido a los ataques contra la iglesia católica, al menos 60 sacerdotes han tenido que salir del país, estiman cifras del Colectivo de Derechos Humanos, Nicaragua Nunca más.
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Los altares del país en lista negra
Según medios oficialistas, más de 60 altares fueron inaugurados esta semana en la Avenida Bolívar, una calle central en la capital Managua, con el propósito de “interceder por la paz” según declaraciones de la alcaldesa orteguista Reyna Rueda.
Para la activista, entrevistada por Expediente Público, el régimen ha hecho de todo para silenciar la voz de la iglesia católica que ha estado al lado del pueblo y que abrió sus templos para proteger a los universitarios que huían de los grupos paramilitares y policías en 2018, hasta el día de hoy que se siguen expresando su rechazo por la represión y dando apoyo espiritual a sus feligreses.
“Para Ortega y Murillo la iglesia es un competidor político, porque están obsesionados con el poder y no aceptan que nadie más que ellos tengan influencia o que estén por encima de ellos. Así actúa el comunismo en Cuba”, aseguró la defensora por los derechos humanos.
Cuba junto con Nicaragua, son parte ahora de la lista negra de los 14 países en el mundo que violentan la libertad de religión, anunció recientemente Estados Unidos. En este grupo están también países de sistemas radicales como China, Irán y Arabia Saudita, entre otros.
El padre Bermúdez afirmó que se encuentran en una situación de impotencia ante la actitud indiferente, sin moral y sin vergüenza por parte del régimen. “Ellos no padecen de vergüenza, no hay moral, ni dignidad” concluyó.