● El cambio de Gobierno en Argentina ha abierto la discusión sobre sus estrechas relaciones con China.
● La creciente influencia de China en Argentina se refleja en sus inversiones en sectores clave y su posición entre los principales socios comerciales, planteando interrogantes sobre la soberanía del país.
Expediente Público
La nueva presidencia de Javier Milei comenzó marcada por tensiones en la relación con China. Durante la campaña electoral, Milei expresó en múltiples ocasiones su intención de romper lazos con el país asiático, argumentando que no mantendría ningún tipo de relación con naciones de ideología comunista.
Ya como presidente, distintos actores de su partido LLA (La Libertad Avanza) se mostraron públicamente con representantes de la Oficina Comercial y Cultural de Taipei en Argentina, e incluso corrieron rumores de que la canciller argentina, Diana Mondino, había expresado en una reunión su apoyo a la independencia de Taiwán.
Milei también tardó en nombrar a su embajador en China, y a pesar de hacerlo, Marcelo Suárez Salvia todavía no está instalado en Beijing.
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Además, el rechazo formal por parte de la nueva administración argentina a la invitación a ser parte del grupo de los BRICS (organismo intergubernamental de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), no fue bien recibido en los países miembros del bloque, del cual también forma parte el régimen de Pekín.
Respecto a este punto Alejandra Conconi, directora ejecutiva de la Cámara Argentino-China de Producción, Industria y Comercio, expresó a Expediente Público que “se han observado diversos tropiezos, especialmente en el ámbito de los gobernadores a nivel provincial”.
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Por ejemplo, “en el caso de la provincia de Chaco, donde se recibió a la representante de Taiwán en Argentina, esto implica traspasar una línea delicada, ya que toda forma de cooperación con Pekin se fundamenta en el reconocimiento de la política de una sola China”, remarcó Conconi.
Y profundiza: “Estas situaciones, que antes eran menos comunes, han aumentado en frecuencia, especialmente en momentos de cambios de gobierno”.
Desde su conocimiento, la directora ejecutiva de la Cámara aseveró “que tanto para recibir inversiones como para mejorar el flujo de las exportaciones argentinas, esto siempre se va a dar sobre una base de vínculos amistosos”, por lo que el actual Gobierno debería tender a manejarse dentro del status quo de la relación y a cultivar la previsibilidad.
Milei choca con la Muralla China
Ante los movimientos erráticos iniciales de la diplomacia argentina, China suspendió el último tramo del canje vigente entre ambos países por 50,000 millones de dólares, instrumento que Argentina utilizó con frecuencia durante el gobierno de Alberto Fernández para enfrentar los vencimientos de su deuda internacional.
El Banco Popular de China tiene la potestad de ir un paso más allá: dar de baja todo el swap y exigir el pago inmediato. En una economía devastada como la argentina una medida como ésta implicaría una crisis sin precedentes, además de que las reservas netas caerían unos 18 mil millones de dólares.
Para calmar las aguas, la canciller argentina tuvo que reunirse con el embajador chino y confirmar el principio de “una sola China” y la buena voluntad del gobierno de continuar con los firmes vínculos políticos y económicos entre ambas naciones.
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Pero el posicionamiento de China en la economía argentina es evidente. Como su socio comercial más importante fuera de la región, es receptor de la gran oferta agrícola argentina y, hasta ahora, la relación ha sido fructífera para ambas naciones.
No obstante, cualquier desacuerdo en la arena internacional, una equivocación por parte de un diplomático argentino o un simple cambio en los intereses chinos podría dar lugar a situaciones inesperadas, que pongan a la Argentina en una de las mayores crisis de su historia, al trastocar su matriz exportadora tan bien consolidada.
Por ejemplo, que China ante un desacierto o un cambio de rumbo diplomático drástico de Argentina tome la decisión de detener importaciones de porotos de soja, carne o maíz desde el país sudamericano tendría consecuencias muy serias para su sector agrícola, dado que se vería con excedentes de producción sin tener otro mercado que pueda absorber la demanda.
En consecuencia, de este modo China podría aprovechar su ventaja estratégica para forzar el rumbo de la política exterior del país.
Este tipo de medidas han sido aplicadas por Pekín con Australia, por ejemplo, cuando en 2020, alineándose con Estados Unidos, desde Canberra se pidió una investigación internacional sobre los orígenes del COVID-19, modificando el status quo de la relación con China.
Como respuesta, en ese momento China llegó a aumentar los aranceles para diversos productos de origen australiano hasta 240%, entre ellos el vino, norma que tuvo consecuencias devastadoras para los sectores australianos involucrados.
En febrero de 2022 Argentina se adhirió a la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda. Asimismo, en un movimiento significativo hacia Beijing, Argentina optó por reemplazar el uso del dólar norteamericano por el yuan para algunos pagos de importaciones, un cambio que resalta la creciente influencia financiera de China en la economía argentina.
La relación entre Argentina y China también se ha visto profundizada por la cooperación energética e infraestructura, con China participando en el financiamiento de proyectos clave en Argentina en los últimos años, además de otros acuerdos financieros.
Se destaca en este proceso la concreción del proyecto ferroviario Belgrano Cargas, que implicó la rehabilitación de un tramo de 1,200 km y una financiación de China por 2,500 millones de dólares, entre fondos para obras y provisión de equipamiento y material rodante.
El Gobierno ratificó una nueva etapa del contrato con China en 2021 a través de un decreto presidencial del ex presidente Alberto Fernández.
También vale traer a colación el proyecto Cauchari I, II y III, el parque solar más más grande de América del Sur, que consta de 800 hectáreas, de las cuales 600 están ocupadas por los paneles solares que producen 230,000 MWh al año cada 100 MW de potencia instalada.
El proyecto, que tuvo un presupuesto de 390 millones de dólares, obtuvo un 85% de financiamiento del EximBank de China y equipamiento técnico proveniente de ese país.
Intercambio dispar: tecnología por granos y carne
También ponderando la importancia del intercambio económico, Koop remarca que, “el comercio históricamente fue una herramienta para aumentar la influencia de los países a nivel internacional y que China lo utiliza constantemente en el manejo de sus relaciones, incluso en su vínculo con Argentina”.
Por supuesto, una dependencia demasiado profunda a nivel económico de Argentina respecto de China resulta peligrosa.
Desde 2007 el país asiático compró más bienes y servicios argentinos que Estados Unidos, pero la balanza comercial de los últimos años resulta negativa sostenidamente para el país sudamericano, que importa de China mucho más de lo que le exporta, balanza que desde 2013 hasta 2022 acumula un saldo negativo de USD 57,000 millones.
Por su parte, las cifras del intercambio comercial en 2023 también reflejaron la misma tendencia, con exportaciones desde China a Argentina que incluyen tecnología avanzada como teléfonos y ordenadores, mientras que Argentina exportó principalmente productos agrícolas, como carne bovina congelada y soja.
Alertando sobre este tipo de sinergias que pueden surgir en economías tan asimétricas como las de Argentina y China, el presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), José Ignacio de Mendiguren, un verdadero conocedor de la economía global, aseguró en 2023 que la causa del subdesarrollo de la Argentina y de la región es “la primarización de la economía”.
El concepto planteado por este economista describe la vulnerabilidad de países como Argentina cuando sus intereses económicos están mayoritariamente ligados a uno, o pocos, socios comerciales poderosos, como puede suceder con China.
Para De Mendiguren, la alternativa es aumentar las exportaciones “produciendo cosas cada vez más complejas en cadenas de valor regionales”.
Pero para cumplir el objetivo de la construcción de una Argentina que pueda exportar más valor agregado, no es claro si China podría ser la socia adecuada.
“Venimos de 2 décadas de un fortalecimiento del vínculo bilateral entre Argentina y China, muy marcado. Un intercambio comercial creciente, cooperación diplomática, más inversiones, asistencia financiera de parte de China, algo que se mantuvo con diferentes gobiernos de diferentes signos políticos, que se incrementó en números: cantidad de acuerdos, cantidad de inversiones”, afirma Koop.
Las cifras de la Bolsa de Comercio de Rosario lo confirman: en 2022 el comercio bilateral de Argentina con China fue el más grande de la historia.
Según estimaciones de esa entidad, ese año el gigante asiático fue destino del 9.1% de las exportaciones nacionales, sólo detrás del Brasil, que se lleva el 14.2%. En 2021, el 92% del poroto de soja argentino y 57% de la carne exportada se embarcó hacia China. Entre ambos complejos, más del 66% de las exportaciones argentinas se dirigieron a China en 2022.
Estas cifras revelan la dependencia de la economía argentina respecto de la China, dinámica que define una de las dificultades centrales para poder equilibrar la balanza comercial del lado argentino con respecto a su socio, o darla vuelta inclusive.
Sin embargo, si bien Argentina muestra una dependencia económica hacia China, no ocurre lo mismo desde el otro lado. El régimen de Xi ha podido diversificar el origen de sus importaciones, no dependiendo de un país en específico, por lo que en cualquier momento puede satisfacer sus necesidades de productos agrícolas con otros actores de la región, como Brasil, a la vez que está impulsando la propia producción local.
Inversiones y comercio
Las inversiones chinas en Argentina, particularmente en sectores clave como infraestructura, litio, energía y minería, reflejan una gran interrelación económica.
“Esta situación es orgánica -explica a Expediente Público Alejandra Conconi, directora ejecutiva de la Cámara Argentino – China de Producción, Industria y Comercio- porque se ha dado a lo largo de los años y que hoy conlleva el interés de privados, asociaciones intermedias, cámaras, etcétera, que buscan continuar con toda esta trayectoria histórica, y que además siga creciendo en los próximos años”.
El comercio internacional se presenta hoy en día, y tal como afirmó a Expediente Público Fermín Koop, editor general para América Latina de Diálogo Chino, como una herramienta tanto en el ámbito comercial como en el geopolítico.
Su influencia trasciende las fronteras geográficas, convirtiéndose en un elemento determinante para el fortalecimiento o debilitamiento de los lazos entre países.
Para Koop, “si bien las inversiones de China no tienen la escala que solían tener en América Latina, incluyendo Argentina”, tienen todavía peso. En los últimos cinco años China es un inversor más estratégico, apuntando a ciertos sectores como energías renovables y litio.
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Con acuerdos comerciales que facilitan o reducen las barreras arancelarias y tratados de libre comercio que eliminan directamente estos obstáculos, en la era de la globalización la interconexión económica se ha convertido en una pieza clave para la construcción de alianzas internacionales.
Independientemente de las tensiones políticas que se pueden generar a nivel diplomático, Alejandra Conconi, quien además es doctora en Antropología Social, sostiene que “es muy interesante cómo el comercio es un generador de paz, porque cuando tenés unos niveles de interdependencia tan grandes y tantos intereses, se termina propiciando que haya entornos de continuidad que den sostenibilidad: es la diplomacia de los negocios”.
Relación Argentina-China en reconstrucción
Como vimos, la negativa de Milei desde el Poder Ejecutivo a interactuar con fluidez con el Estado chino marca también la importancia que tendrá de ahora en más el sector privado argentino en el diálogo con el gigante asiático.
Además, los gobiernos de las provincias tienen influencia, con lo que se da un cambio de paradigma que modifica el status quo de la comunicación entre ambos países.
Tal como explica a Expediente Público Félix Martín Soto, subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales del Ministerio de Hacienda de Argentina, entre 2016 y 2019 y socio de Yin/Yang Consulting: “En Argentina no están cerradas las puertas a la inversión de China”.
“Todo lo relacionado con minería, el desarrollo de proyectos mineros integrales y el agregado de valor en Argentina, tienen las puertas para la inversión abiertas tanto para China como para sus empresas, las cuales pueden tener un rol importante en estos sectores”, remarcó Soto.
Soto conoció al máximo nivel y de primera mano las negociaciones y contratos de empresas y bancos chinos, y hoy desde su consultora analiza oportunidades que involucran a compañías de ese país.
Por todo esto, el comercio se perfila como regulador de las relaciones entre ambos países durante el gobierno de Milei, así como lo fue en administraciones anteriores, independientemente de la afinidad ideológica.
El desafío para el gobierno argentino actual está en asumir su propia posición geopolítica dentro de la comunidad internacional sin afectar el intercambio existente con China y buscando diversificaciones que permitan romper con la dependencia en términos comerciales.
El mandato de Javier Milei acaba de iniciarse. Quedan por delante 4 años de una presidencia que estará marcada por el desarrollo de grandes acontecimientos internacionales en proceso, como la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto en Medio Oriente y la puja bélica entre el terrorismo islámico e Israel, país este último que Milei ya visitó y con el cuál espera profundizar vínculos.
Asimismo, el potencial ascenso de Donald Trump, a quien Milei apoya abiertamente en su aspiración presidencial, podría traer grandes cambios a este ya convulsionado escenario internacional.