En esta última entrega, el Dr. Michael Shifter, presidente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, con sede en Washington D.C., aborda la preocupación que ha creado en la sociedad estadounidense, la negativa del Presidente de los EE.UU., Donald Trump, a reconocer los resultados electorales de los próximos comicios del 3 de noviembre, incluso si éstos son adversos a su reelección.
“Esto obviamente debilita la legitimidad de todo el sistema y todo el proceso y es un gran golpe a la democracia de Estados Unidos. La gente no tiene confianza, porque hay gente que, guste o no, le hace caso a lo que dice el presidente, la mitad del país”, refiere Shifter. En su opinión, es resultado de la paranoia del mandatario Trump.
Con respecto a los retos que debe enfrentar el próximo presidente de los EE.UU. en política exterior hacia Centroamérica, Shifter valoró que debe priorizarse la lucha contra la corrupción, el fortalecimiento de la democracia y la necesidad de hacer más viables económicamente a nuestros países, ítem que ha descuidado el mandatario Trump en su mandato presidencial, por considerar que ha priorizado la seguridad y la migración irregular.
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En caso de un triunfo de Biden, señaló que con seguridad se producirá un giro de 180 grados, retomando los ejes relacionados a lucha contra la corrupción, fortalecimiento de la democracia y reformas políticas y económicas, sin abandonar el combate contra el narcotráfico, el crimen organizado ni la migración irregular.
Doctor Shifter, me ha llamado la atención que el presidente Donald Trump ha dicho que va a esperar los resultados para reconocer los mismos…o sea, no le da ningún voto de confianza previo al sistema electoral e insinúa que podría desconocer los resultados. ¿Es una situación inédita en la historia electoral de los Estados Unidos?
Sí, así es. Creo que su preocupación es compartida, usted no es el único. Creo que hay mucha gente muy preocupada, nunca hemos escuchado esto de un candidato, de un presidente; que no sabe si va a aceptar los resultados. Esto obviamente debilita la legitimidad de todo el sistema y todo el proceso y esto es un gran golpe a la democracia de Estados Unidos, la gente no tiene confianza. Porque hay gente que, guste o no, le hacen caso a lo que dice el presidente, la mitad del país hace caso. Y ellos no van a tener ninguna fe, ninguna confianza en el sistema, si su líder hace esos comentarios.
Es muy grave e irresponsable. Ahora, hay líderes del Senado, republicanos, que han dicho que, bueno; no hay que preocuparse, que habrá una transición pacífica el 20 de enero, si gana otro candidato, tratando de tranquilizar, pero no importa lo que dicen los senadores republicanos, Trump sigue repitiendo lo mismo.
Porque él realmente es totalmente paranoico y no tiene ninguna confianza y cree que todo el mundo está contra él. Entonces, cree que el proceso no va a ser limpio y honesto y transparente y va a ser totalmente manipulado contra sus intereses y por eso dice tal cosa, pero es muy irresponsable y ha generado temor. La mayoría de la gente que conozco tienen bastante miedo de lo que podría pasar.
Apartando la paranoia de Trump, ¿hay algo que justifique esa desconfianza en el sistema electoral, que incluso lo llevó al poder cuatro años atrás?
No, no lo creo. Si bien es cierto que hay factores nuevos debido a la pandemia, que complican la situación del proceso electoral, éste es un proceso legítimo y ambos lados tienen que respetar los resultados. O sea, a mi juicio no hay justificación para su postura.
Es cierto que estamos en tiempos, digamos, inéditos, con esta pandemia y eso impacta todo, incluyendo el proceso electoral, pero eso no quiere decir que no se esté manejando conforme a las reglas, con responsabilidad, para que el proceso produzca un ganador.
Yo creo que no hay razón para cuestionar esto, pero él obviamente cree que todos están en su contra. Esa es su actitud de siempre, no solamente como presidente, sino desde antes de serlo. Por eso expresa ese tipo de sentimiento que es muy grave y preocupante a mi juicio.
Pasando a preguntas sobre política exterior y Centroamérica, ¿cuál es el balance que hacen ustedes como Diálogo Interamericano, sobre la política exterior de Donald Trump hacia Centroamérica, en los últimos cuatro años?
Trump ha sido muy claro y preciso que lo que le importa es sobre todo los países del Triángulo Norte, que es muy diferente al caso Nicaragua. Él da prioridad a migración. Este es el tema que, a mi juicio, es más responsable de su elección en 2016. Y quiere mostrar a su gente que está cumpliendo sus promesas y lo están haciendo, impulsando una línea muy dura, muy restringida para migración.
Y él exige la cooperación, entre comillas, de los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras, para poder implementar su política, y tener un país seguro. Eso sí es su gran prioridad y también el crimen organizado, o sea, temas de seguridad. Entonces ha dejado a lado en esos países preocupaciones con temas de democracia, de derechos humanos, que si bien son sistemas democráticos, tienen problemas, pero él ha dado a los presidentes de esos países bastante espacio para hacer lo que les da la gana siempre y cuando reciban a los deportados y sean funcionales a su política migratoria, eso ha sido muy claro.
Si gana Biden, cambiará la política. Es una persona que conoce el Triángulo Norte, fue responsable de “Alianza para la Prosperidad”, una política importante de cooperación con el Triángulo Norte. Eso no significa que va a ignorar el tema migratorio, tampoco va a ignorar el tema de crimen organizado y drogas, eso sería ingenuo, pero va a ampliar la agenda también a temas de corrupción, derechos humanos, democracia, que serán temas en la agenda, como siempre han sido en los últimos treinta años.
O sea, Trump rompió digamos ese marco y creo que podemos esperar un retorno a ese tipo de agenda más amplia, más equilibrada. Si Biden llega a ser presidente se tendría un enfoque en las causas principales de la migración, tratando de buscar la mejor forma de hacer cambios y reformas en los países para convertirlos en sociedades y en economías más viables, para reducir las fuerzas que empujan a mucha gente a salir para Estados Unidos.
Sé que es un poco prematuro pero, ¿se pueden ir vislumbrando nombres de funcionarios que, ya sea Trump gane o ya sea Biden gane, que vayan a ver lo que sea la política exterior hacia el Hemisferio Occidental, o hacia América Latina o hacia Centroamérica o no se verían cambios?
Creo que ahí hay una diferencia entre Biden y Trump. Biden tiene un grupo grande de asesores, varios de ellos han trabajado con él, cuando fue Vicepresidente, como asesores sobre América Latina, ellos pueden terminar ocupando cargos importantes en el gobierno. Pero también siempre en esta situación hay cosas que uno no sabe. Él puede decidir nombrar a alguien que viene de otro sector, sector privado, afuera del gobierno, o tal vez un senador o un congresista para tener a alguien con más peso político. Eso depende del criterio de Biden, pero sin duda hay un grupo muy definido y fuerte que está trabajando en todas las propuestas y políticas de una administración Biden con respecto a América Latina. Obviamente Centroamérica figura como muy importante.
No hay equipos parecidos en la campaña de Trump. Entonces como Trump es muy impredecible, si es reelegido, yo creo que se puede esperar más de lo mismo y él buscará a quien sea tal vez a través de los grupos más conservadores, cubanos, y otros, no sabemos. Pero no es un equipo estructurado, no es que hay algo más sistemático.
Diferenciar la retórica de los resultados
Entiendo perfectamente como las diásporas de los países como Nicaragua, Venezuela y Cuba están con Trump, porque les encanta lo que escuchan y lo de Biden es mucho más desolado, pero creo que es una cuestión de estilo.
Creo que es importante compararlos con respecto a resultados y en ese aspecto yo difícilmente puedo ver que la política de Trump hacia Venezuela, por ejemplo, ha sido un gran éxito…el país está peor que nunca y Maduro está en control y las fuerzas democráticas están muy, muy débiles, frente a una elección parlamentaria en diciembre. No sé cómo se puede llamar a eso un éxito (en política exterior), a pesar de toda la retórica amenazante y agresiva contra Maduro, pero esa retórica no cambia las cosas.
Ahora, independientemente de quién gane, ¿cuáles son los tres retos principales que tendrá ante sí el próximo presidente de los Estados Unidos frente a Centroamérica?
Creo que los retos son apoyar las fuerzas democráticas y seguir la lucha contra la corrupción, que ha sido un tema importante, pero en el que ha habido retrocesos. Entonces, creo que es un gran reto retomarla, apoyar a los sectores y a la gente que están con una agenda anti-corrupción en esos países.
La cuestión económica también es fundamental y hay que pensar en las recetas y enfoques creativos para tratar de regenerar la economía en esos países. Y obviamente, seguridad. Un país no puede avanzar mucho y progresar en términos económicos si no hay un nivel de orden y certidumbre. Y nadie va a invertir si no hay esa certidumbre.
Lo que ha sido la política principal, de mano dura, los resultados tampoco son muy positivos. Entonces hay que buscar otras ideas, otros enfoques, otras alternativas para cooperar con esos países para tratar de reducir los niveles de inseguridad y de violencia que puede permitir no solo la economía para funcionar mejor, pero también hacer los cambios importantes en instituciones políticas y fortalecer la democracia. Esos son los grandes retos.
Nicaragua es un caso distinto por el hecho que tiene elecciones el año que viene y tiene un líder que claramente es un dictador. En el tema migratorio, por ejemplo, Nicaragua no es tan notable como otros países porque es un fenómeno particular, pero ahí Estados Unidos tiene un gran reto, de tratar de ver que haya una transición. Por lo menos una elección con reglas claras y fuerzas democráticas unidas con líderes y con estrategias para volver a la democracia en Nicaragua. Ha sido muy desafortunado lo que ha pasado en ese país, también la represión que hemos visto, sobretodo a partir de abril de 2018.
Pandemia y autoritarismo
En medio de esta pandemia y esta crisis sanitaria, vemos en nuestros países de Centroamérica, a familiares de gobernantes o de personas allegadas al poder, que se están enriqueciendo con esta crisis sanitaria, o bien, de gobernantes que están atentando y restringiendo los derechos a la información pública, a la libertad de prensa e información, y están surgiendo mayores expresiones de autoritarismo. ¿Qué valoración tiene al respecto?
Creo que la pandemia presenta una excusa perfecta para muchos gobernantes. Primero para gobernantes que ya son muy autoritarios como en el caso de Ortega o de Maduro, que son dictadores, para consolidar su poder aún más, aprovechar esto para sus propios fines políticos.
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Pero hay otras figuras como Bukele en El Salvador, que es un sistema democrático, no es un sistema dictatorial, pero que él también ha utilizado esta pandemia para atacar a los medios de comunicación. A mi juicio ha sido un asunto bastante preocupante desafiar a la Corte Suprema también, usar a las Fuerzas Armadas en el Congreso. O sea, estas cosas son preocupantes y creo que el panorama en cuanto a la democracia no es muy alentador con la pandemia.
No debería exagerar los retrocesos hasta ahora, pero las perspectivas económicas no son muy buenas, las proyecciones son bien preocupantes y con esta falta de crecimiento económico y avances sociales y crisis fiscales en todos los países, es difícil imaginar un escenario hacia unas democracias más fuertes y más consolidada.