Usualmente, al hablar de violencia contra las mujeres, tenemos la tendencia a generalizar. Eso ocurre incluso en los estudios que caracterizan la violencia, sus entornos y condiciones. Sin embargo, un estudio realizado por el equipo de Expediente Abierto, en las ciudades de Choloma y San Pedro Sula, dos de las ciudades con los índices más altos de femicidio y violencia contra las mujeres en Honduras, muestra que, a pesar del común denominador de cada caso, hay diferentes tipos de violencia y entornos. Es decir, hay una diversidad de violencias que afectan a las mujeres.
En el caso de las mujeres de Choloma, especialmente las que laboran en las maquilas, se enfrentan a entornos donde, además de la violencia laboral, se ven expuestas frecuentemente a inseguridades y riesgos. Por ejemplo, para trasladarse diariamente de sus casas a su lugar de trabajo tienen que recorrer caminos a tempranas horas de la mañana o altas horas de la noche, hasta llegar a sitios más urbanizados donde pueden tomar el transporte público o algún recorrido facilitado por la empresa maquiladora. Eso las expone constantemente a riesgos graves y con frecuencia son víctimas de robos, secuestros, violaciones e incluso, asesinatos.
Organizaciones como la Colectiva de Mujeres Hondureñas (CODEMUH), reciben a las víctimas y procuran brindarles protección y acompañamiento en su demanda de justicia. En la mayoría de los casos, la ruta es larga y llena de escollos: en sus centros de trabajo no disponen de permisos para realizar las diligencias necesarias ante las instancias de administración de justicia; instituciones como la policía, el Ministerio Público y los tribunales de justicia tienen procedimientos lentos y tediosos que en muchos casos terminan re victimizando a las mujeres; tienen que enfrentar el estigma social en sus centros de trabajo, sus barrios y dentro de su misma familia, especialmente si fueron víctimas de algún delito sexual; y en muchos casos, la organización acompañante, en el caso que acudan a alguna, y ellas mismas no cuentan con los recursos económicos suficientes que se requieren para llevar hasta buen término el proceso de judicialización de los casos.
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En los barrios de San Pedro Sula, mientras tanto, una de las expresiones de violencia que más preocupa a las mujeres proviene de las maras y pandillas con las que cohabitan. Las adolescentes y jóvenes son el grupo de más alto riesgo y no pocas veces son víctimas de secuestro y violaciones por parte de los mareros, ya sea por razones de venganza o porque son obligadas a convertirse en sus parejas.
Entornos de violencia
Son frecuentes los relatos de jóvenes y adolescentes que llaman la atención de pandilleros y se ven envueltas en una espiral de persecución, acoso, intimidación y amenazas a ellas y a sus familias hasta conseguir que se convierta en su pareja. También es frecuente que el consentimiento forzado no las libra de la violencia pues constantemente son sometidas a agresiones físicas, vigilancia, aislamiento, maternidad forzada y en el peor de los casos, a la muerte. En estos casos no hay justicia posible. Si se atreven a acudir a la policía u otra institución buscando ayuda, su destino está marcado.
Así, las jóvenes quedan atrapadas en una especie de telaraña difícil de escapar. Las que logran huir solamente tienen un camino, emigrar.
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Los entornos tanto territoriales, sociales y económicos en los que se ubican las mujeres son importantes, pues influyen significativamente en las formas y dinámicas de la violencia que viven. Diferenciarlos es un ejercicio indispensable si se trata de formular políticas públicas efectivas, especialmente en el ámbito de la prevención y tratándose de mujeres en condiciones de vulnerabilidad. En ese sentido, contar con información y análisis que más allá de las estadísticas permitan conocer las características, condiciones, mecanismos y dinámicas de la violencia y la inseguridad para las mujeres tanto a nivel local como nacional, es el primer paso para la formulación de políticas públicas y estrategias de acción más efectivas tanto para el Estado como para la sociedad hondureña.