Titulares

La rebeldía de Yahob contra el Gobierno sandinista

José Gabriel Garmendia Gutiérrez, alias Yahob, fue un comandante de la Contra y un rearmando que se alzó públicamente en contra del Gobierno de Daniel Ortega. Desde 2010 empezó a comunicarse con diversos medios de comunicación nacionales para manifestar su descontento.


Yahob, el excomandante del movimiento armado contrarrevolucionario de los 80, fue asesinado el 14 de febrero de 2011, en circunstancias nada claras, aunque hay fuertes indicios de que su muerte no fue producto de una bala que disparó, equivocadamente, un tal Apolinar Hernández Castro, de 61 años, como cuenta la versión oficial. 

Hay suficientes dudas, suficientes sospechas, de que la mano oscura del Estado pudo haber estado detrás del crimen. Hubo persecución política en contra del exguerrillero antisandinista, acoso a su familia y varios otros hechos que confirmarían que la versión oficial es una cortina de humo. El rastro de los hechores no fue borrado del todo, y hay trazos dejados en el camino que conducen hacia las esferas del poder.

Yahob era un proscrito por atreverse a alzarse en armas, en los años 80 y aun después. El régimen le seguía los talones.

Rebelde con causa

El año que lo asesinaron, 2011, Daniel Ortega, el dirigen máximo del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se postuló y resultó elegido presidente de la República por segunda vez consecutiva, después de haber reformado la Constitución política de Nicaragua para dicho efecto, dado que hasta entonces la Carta Magna no lo permitía.

Un año antes de la muerte de Yahob, en 2010, el periodista Juan Ramón Huerta lo entrevistó a través de llamadas telefónicas que le hacía el exguerrillero. El reportero contó a Expediente Público que a finales de los 80 el excontra lo secuestró por unas horas, pensando que él era miembro de la Seguridad del Estado del Gobierno sandinista. 

Según Huerta, Yahob era líder para algunos campesinos que se habían sentido vulnerados por el régimen sandinista desde los años 80. 

“Él tenía una expectativa de hacer crecer un movimiento con el campesinado que estaba descontento”, narró. 

En una de sus conversaciones telefónicas con Huerta, de las que aún se conserva el audio, Yahob expresó: “Este Gobierno no le está dando los espacios que le tiene que dar a los ciudadanos, espacios que tiene en la Constitución Política de Nicaragua, viola la Constitución Política a la hora que quiere…para sus beneficios personales, para reelegirse…”

Según un excontra del municipio de Wiwilí, a 300 km al norte de Managua, en el departamento de Nueva Segovia, Yahob se movía por el territorio llamando a los campesinos a rearmarse, por lo que se le puede considerar el precursor de movimientos armados en la región, como el llamado Comando Patriótico Nicaragüense (Copan).

Yahob había construido toda una base social en los departamentos de Matagalpa, Jinotega, Nueva Segovia y Estelí, en donde pretendía levantar un movimiento armado. 

“Los movimientos armados que surgieron en 2006 fueron producto de la inspiración de Yahob”, comentó un excontra de Pantasma.

El Gobierno de Nicaragua, de la gestión de Ortega, nunca aceptó que Garmendia era un opositor armado. En julio de 2010, medios de comunicación, como el Nuevo Diario, publicaron declaraciones del director del Ejército Nacional, Julio César Avilez, en las que señalaba que Yahob era un delincuente común con antecedentes penales y buscado por la justicia.

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En el informe del Ejército Nacional denominado el Libro Blanco, Incidencia de Elementos Delincuenciales en Nicaragua, publicado el 16 de enero de 2018, a Yahob en 2007 se le adjudicaba el delito de trasiego de mariguana desde Honduras, y en 2010 se le acusaba de haber participado en el asesinato de Pedro José Castellón Moreno, en el municipio Quilalí del departamento de Nueva Segovia.

Sin embargo, dos amigos de Yahob que también fueron de la Contra, quienes pidieron mantenerse en el anonimato, contaron a Expediente Público que Garmendia nunca fue acusado o demandando judicialmente por los delitos que le adjudicaban. 

Yahob era perseguido porque en febrero de 2010 supuestamente había dirigido a un grupo de hombres que asesinó al excontra Pedro Castellón, conocido como Piraña, en la comunidad La Palanca, Quilalí, municipio de Nueva Segovia. La Policía lo acusaba de haber recibido dinero por planificar dicho asesinato y proveer de amas de guerra a los hechores. 

Yajob from Expediente Público on Vimeo.


Pero quienes conocen su caso dicen que la verdadera razón era porque un año atrás se alzó en armas en contra del régimen de Daniel Ortega, después de abandonar su trabajo en la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados Sanitarios (Enacal), en Managua.

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“Yo estoy claro, muchos me critican y dicen que no es hora para andar en levantamientos (…), pero a este gobierno no lo va a bajar nadie, a menos que sea por medio de las armas”, dijo al diario La Prensa, en agosto de 2010.  

Lo cierto es que la muerte del líder antisandinista no fue un hecho aislado. 

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenih) ha documentado el asesinato de 22 personas, entre 2007 y 2011, en operaciones militares de fuerzas gubernamentales. De esas, diez eran personas rearmadas, las demás eran acompañantes o estaban vinculadas a los primeros. Entre esos diez rearmados está José Gabriel Garmendia, alias Yahob.

La crónica de su muerte

  • Perteneció a la contrarrevolución, se armó y desarmó varias veces, trató de vivir como civil, pero su deseo de lucha lo regresó a la montaña, donde fue asesinado. Ocho años después su muerte sigue impune y su familia es asediada.

Los últimos días de vida de José Gabriel Garmendia los vivió en la clandestinidad y el anonimato que encontró en la comunidad Santa Teresa de Kilambé, El Cuá, municipio localizado a 208 km al norte de Managua, en el departamento de Jinotega. Allí era conocido como don Chepe, un tranquilo jornalero que desde hacía tres meses trabajaba en la finca El Diamante, propiedad de José Luis Dávila. 

Nadie en aquella apacible comunidad hubiera pensado que aquel campesino, que se esforzaba por querer pasar desapercibido, era el legendario Yahob.

Y se hubiera quedado así, de no ser porque la mañana del lunes 14 de febrero de 2011 fue baleado cerca del lado izquierdo de su cadera y él no tuvo más opción que confesar su identidad. 

“Soy Yahob”, les habría dicho mientras permanecía tirado en el suelo de la modesta cocina construida con tablas, donde fue arrastrado por Dávila y otro jornalero, después de caer herido. 

Aquella confesión lo cambió todo. Ninguno de los presentes imaginaba que don Chepe, a quien describen como una persona trabajadora, amigable y pacífica, fuera “el delincuente” que desde hacía meses buscaban sin cesar el ejército y la policía.

La noticia de que había un herido en la finca El Diamante circuló tan rápido que cuando los jornaleros se percataron, ya habían llegado varios vecinos a ver si necesitaban ayuda. Yahob estaba herido, pero consciente, y seguía negándose a que lo llevaran al puesto médico, ubicado a 35 km de ahí. Hasta que, ante el temor de que muriera, decidieron trasladarlo a eso de la una de la tarde, detalló el informe que elaboró semanas después el Cenidh.

Salir de la finca hasta El Cuá no fue fácil. Según el informe de la organización de derechos humanos, quienes lo ayudaron tuvieron que cambiar de vehículo tres veces por la dificultad de acceso a la finca, pero el intento de salvarlo fue en vano, pues cuando pasaban por la comunidad La Ceiba, su cuerpo no soportó más y murió en la camioneta de Simeón Torres, conocido como Comandante Kalimán. Para entonces habían pasado nueve horas desde que cayó herido la mañana de ese 14 de febrero. 

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Comandante de Los Sagitarios 

La mayor parte de su vida Yahob la vivió con un arma bajo el brazo.

En los años ochenta se unió al ejército irregular de la Resistencia Nicaragüense, también conocida como la contrarrevolución. Ahí formó parte del Comando Regional José Dolores Estrada, conocido como Los Sagitarios. Tendría aproximadamente 28 años, y al igual que cientos de campesinos se oponía al Gobierno sandinista. 

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Los Sagitarios eran uno de los grupos con mejor entrenamiento militar y Yahob era el segundo jefe al mando, solo debajo de Marcos Navarro, alias Dimas Negro. Integraban este comando unos 600 hombres que se movilizaban principalmente en los departamentos de Nueva Segovia, Estelí y Jinotega. 

Fue en esa guerra de guerrillas donde José Garmendia adoptó el apodo que lo acompañó hasta su muerte en la montaña y del que se tienen algunos indicios de su origen. 

“El nombre de Yahob sale del Mar Muerto, me gustó y ese sobrenombre escogí”, dijo en una entrevista que concedió a El Nuevo Diario cuando se rearmó en 2010. Según uno de sus compañeros de lucha que pidió no ser identificado, Yahob fue un instructor militar israelita y quizá fue de él que tomó ese seudónimo.   

En la década del noventa Garmendia se desmovilizó después de que el Estado Mayor de la Contra firmara los Acuerdos de Paz con el Gobierno de turno. En ese tiempo, él y Denis Ciriaco Palacios, conocido como El Charro, se unieron a la Brigada Especial de Desarme (BED), pero como no se estaban cumpliendo los acuerdos suscritos ―amnistía, entrega de tierras, viviendas y asistencia técnica que les permitiría reintegrarse en la sociedad―, ambos se rearmaron. 

El Charro fue asesinado en 1996 durante una de las muchas operaciones de inteligencia del Ejército de Nicaragua para eliminar a los llamados contras, y Yahob, por su parte, continuó con los rearmados, conocidos como recontras, hasta que finalmente abandonó las armas y comenzó su vida como civil.

Su hermano, Eladio Garmendia, contó que Yahob tuvo voluntad de desarmarse pero fue muy difícil encontrar tranquilidad por el asedio de la policía y del ejército.

Según él mismo contó a medios de comunicación, un par de años antes de que acabara el mandato del presidente Enrique Bolaños (2002-2007), Yahob comenzó a trabajar en Enacal, pero cuando Daniel Ortega asumió su segundo período presidencial en enero de 2007, tuvo varios problemas con el sindicato sandinista y renunció. 

En Enacal se desempeñaba como jefe de Seguridad, había llegado a ese puesto a través de amigos y conocidos, según lo contó Eladio Garmendia.

“Fueron tan crueles que mi suegra se murió y no tuvieron ni siquiera la humanidad de permitirme un permiso”, dijo Yahob, indignado, a un medio de comunicación, y agregó: “Cuando vine al entierro me quitaron dos días de trabajo”.

Yahob estaba convencido de que no había otra salida más que tomar las armas nuevamente. Entonces se fue a las montañas de Jinotega y formó el primer grupo de rearmados. Con esto sentenció a su familia a ser perseguida y también dictó su nombre en la lista de enemigos del régimen.

Familia hostigada desde los 80

El comandante de la extinta Contra, José Gabriel Garmendia, era originario del municipio de San José de Limay, a 192 kilómetros al norte de Managua, en el departamento de Estelí. Es el pueblo de las esculturas de mujeres gordas.

Yahob formaba parte de una familia compuesta por cinco hermanos y seis hermanas. Bajo la protección de don Hilario Garmendia y Victoria Gutiérrez López, los muchachos eran felices.  Con más de 120 manzanas para cultivar la tierra y alimentar el ganado, los hijos mayores tenían mucho que hacer en la finca. 

Félix Eladio Garmendia tendría unos 12 años, cuando vio partir a sus hermanos José Gabriel y Basilio para unirse a la guerrilla de los contrarrevolucionarios.

“Llegó el ejército, obligaba a mis hermanos a que tenían que hacer posta… tenían que prestar seguridad, era exigido, éramos campesinos, ellos trabajaban e iban en las tardes a entrenarse, no les gustó porque iban a recibir puesto de noche y entonces ellos tuvieron que decidir dejar a mi madre y a mi padre, tomar las armas e irse a la montaña”, recordó Félix.

Don Hilario Garmendia se quedó cultivando la tierra junto a su hijo Félix, pero poco tiempo después el ejército empezó a perseguirlo a fin de que confesara donde estaban ocultos sus hijos Yahob y Basilio. Fue arrestado, logró huir de la cárcel, y tiempo después fue asesinado por el mismo cuerpo armado que lo perseguía. Ese suceso hizo que Félix Eladio se uniera a la Contra junto a sus hermanos.

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Un protegido por otros contras

En 2010, seis meses antes de ser asesinado, Yahob había huido a media noche de la comunidad de Sasle, del departamento de Jinotega, ya que unos 10 efectivos del ejército rodeaban la zona. Un excontra de Pantasma logró sacarlo en su camioneta y llevarlo al municipio de El Cuá donde viviría sus últimos días.

Ya en el Cuá, era muy difícil protegerlo, comentó el excontra de Pastasma. Fue en ese lugar donde se había desarrollado el control y el dominio del Batallón de los Sagitarios en los 80. Esta zona fue un bastión de la Contra.

Adiós al Comandante 

Cuando Yahob murió a bordo de la camioneta donde era trasladado al Centro de Salud de El Cuá, una duda asaltó a Simeón Aguirre, el dueño del vehículo: a quién entregarle el cuerpo.

Minutos después decidió llevarlo a la Policía Nacional de El Cuá, pues como su muerte había sido causada por un disparo, creyó que ellos deberían investigar. Sin embargo, cuando llegó, a eso de las 5:30 de la tarde, según el informe que presentó la policía, el subcomisionado Néstor Mejía le dijo que llevara el cuerpo al Centro de Salud. Aguirre, sorprendido ante esa respuesta, le dijo: 

―Es Yahob, el rearmado. 

Inmediatamente el comisionado ordenó que llevaran el cuerpo adentro de la delegación y desplegó a varios oficiales para que resguardaran la estación de policía, pues temía que los grupos rearmados que Yahob dirigía llegaran a reclamar el cuerpo. Después lo trasladaron al Centro de Salud para tratar de extraerle la bala, pero su pareja, Elvia Gadea, a la que ya le habían informado sobre la muerte de su marido, se opuso.

Elvia Gadea y su familia tenían meses de ser acosados por la Policía Nacional y el Ejército de Nicaragua. Desde que el líder antisandinista anunció públicamente que era un rearmado, contantemente llegaban a preguntar sobre su paradero. Un par de meses antes de que lo asesinaran, la citaron para un interrogatorio en el que trataron de persuadirla de que dijera dónde estaba él, sin embargo, les respondió que tenía más de cinco meses de no saber nada de su esposo.

El hermano menor de Garmendia, Jasiel, también fue asediado. Una noche en que salía de un bar en Yalí, Jinotega, fue violentamente golpeado por la policía y ante esto, Yahob llamó por teléfono a los medios de comunicación, como solía hacerlo, para pedir que dejaran en paz a su familia. A Jasiel y a algunos de sus parientes les ofrecieron dinero para que revelaran la ubicación del excontra.

Ocho años después de su asesinato, su familia aún es asediada y algunos tuvieron que exiliarse a Costa Rica, pues no encontraron protección en las autoridades nicaragüenses.  

¿Quién mató a Yahob?

Yahob fue enterrado el 16 de febrero de 2011 en el cementerio San Francisco de Asís, en Estelí, de donde era originario. Sobre su ataúd color café colocaron una bandera de Nicaragua y varios de los miembros del Comando Los Sagitarios lloraron su partida.

Para entonces, la Policía Nacional ya había arrestado a Apolinar Hernández Castro, de 61 años, quien, según sus investigaciones, fue el que le disparó a Yahob. 

Sin embargo, hubo señalamientos de que su muerte se trató de una de las tantas ejecuciones extrajudiciales de campesinos que desde hace años ha realizado el Ejército de Nicaragua. Ante estas acusaciones, el Cenidh y la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), exigieron una investigación y esto obligó a la Comisión de la Paz, Defensa, Gobernación y Derechos Humanos de la Asamblea Nacional, a indagar en el caso. 

La mañana del 26 de marzo de ese año, el cuerpo del guerrillero antisandinista fue exhumado por un equipo del Instituto de Medicina Legal (IML), del sistema judicial, y oficiales de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), de la Policía.

Según la investigación que presentó la Policía Nacional, Apolinar Hernández llegó con su arma, una carabina M1 calibre 30, a esperar que saliera José Luis Dávila, el dueño de la finca, pero cuando Yahob salió de la cocina, le disparó pensando que era Dávila. Hizo dos detonaciones, una impactó en la puerta y la segunda en la cadera del excontra. 

El motivo de los disparos fue porque supuestamente Dávila había estado implicado en la muerte de un hijo de Hernández, pero el caso se volvió turbio. El 31 de marzo de 2011, la jueza de Distrito de Audiencia, Liz de María Centeno, de Jinotega, ordenó su libertad porque la acusación no establecía una “relación clara, precisa, del hecho y la participación del acusado”, según lo requiere el artículo 77 del Código Procesal Penal.

Sin embargo, la Policía no acató la orden y tres días después, el juez suplemente, Eduardo Zelaya, dictó prisión preventiva en contra de Hernández, y continuó el proceso que finalizó el 29 de julio de 2016, según el expediente en línea. Sin embargo, una fuente que estuvo durante el juicio, bajo anonimato explicó a Expediente Público que el caso terminó ese mismo año, cuando Hernández fue dejado en libertad porque la bala que se le encontró en el cuerpo a Yahob, no coincidió con el arma del acusado.

Es decir, la bala que mató al excontra no salió de la carabina que, según la versión policial, habría disparado Hernández, en un ataque de venganza contra Dávila. La pregunta obligada es ¿de qué arma salió la bala? ¿Quién la disparó? 

En varias ocasiones el ejército y la policía negaron que estuvieran involucradas en el asesinato, a pesar de que lo buscaban afanosamente. 

Incluso, en el 2017, el Gobierno de Ortega publicó un informe titulado El libro blanco, incidencias de elementos delincuenciales de Nicaragua en el periodo 2007–2017, y en este documento Yahob es descrito como un delincuente vinculado a células de narcotráfico radicadas en Honduras.

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Además, el reporte lo señaló de abrir rutas para trasladar marihuana en la zona del norte del país. Para algunos expertos en seguridad, la publicación de ese documento ha sido una justificación del régimen de Ortega para realizar asesinatos extrajudiciales.  

“Nunca cesó la represión en el campo contra quienes pertenecieron a la Resistencia, simpatizaron o eran sospechosos de estar apoyando a los rearmados con motivaciones políticas que empezaron a reaparecer en la montaña rechazando los abusos del nuevo Gobierno de Ortega y su reelección. Hemos sido víctimas de ejecuciones extrajudiciales y de asesinatos selectivos desde muchos años atrás”, señaló en una publicación de Revista Envío, Enrique Zelaya, conocido en la Contra con el seudónimo de Doctor Henry.

Ocho años después de que Yahob fuera asesinado, su caso está cerrado a pesar de que no hay ninguna persona detenida por haberlo matado. Apolinar Hernández quedó en libertad. 

En las montañas las muertes de rearmados no cesaron, como la de Pablo Negro, nombre de guerra de otro campesino asesinado en enero de 2012. 

La lista de muertes de campesinos excontras supera los 30, según organismos de derechos humanos, pero testimonios de miembros de la exresistencia aseguran que fueron cientos, sin que esto haya podido confirmarse independientemente.