*Encarcelamientos e investigaciones infundadas a cinco meses de las elecciones generales en Nicaragua hacen temer que ocurra una nueva ola de refugiado en Centroamérica, advierten promotores de derechos humanos.
**Ya son más de 91,000 nicaragüenses los que han pedido refugio en Costa Rica desde 2018 y cifra en el exterior supera los 108 mil.
Expediente Público
El 13 de octubre de 2018 salió de San Pedro Sula, Honduras, la primera caravana de migrantes con destino a Estados Unidos. Cuatro días después, al llegar a México, el grupo sobrepasaba las 6,000 personas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
De forma paralela a la caravana, en Nicaragua se consolidaba un estado de sitio de facto y miles huían, sobre todo a la vecina Costa Rica en el sur, en sentido contrario a las migrantes del Triángulo Norte.
A mediados de octubre de 2018 la Dirección de Migración y Extranjería de Costa Rica mencionó que unos 30,000 nicaragüenses se habían desplazado a su país, aunque finalmente cerró el año con 23,138 solicitudes de refugio.
“Todo este impacto que tuvimos sobrepasó las capacidades que como Estado teníamos. Había una oficina con seis personas y de un momento pasamos de recibir 6,000 solicitudes al año, a 40,000”, recordó el director de la Unidad de Refugio de Costa Rica, Allan Rodríguez en entrevista con Expediente Público.
En 2018 había filas en la oficina de refugiados en San José, Costa Rica, que llegaban a las cuatro mil personas y se multiplicaron las imágenes de nicaragüenses mendigando o durmiendo en las calles.
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Desde 2018 unos 108,000 nicaragüenses se vieron forzados a salir del país. De ellos, 85,000 pidieron refugio en Costa Rica, según Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), sin embargo, desde que reabrieron las fronteras terrestres en diciembre de 2020, el flujo de desplazados reinició y la Unidad de Refugio de Costa Rica informó que ya el número de solicitantes sobrepasó las 91,000 personas, incluyendo los que siguen esperando cita para formalizar su petición.
Trámite burocrático
“Si hablamos de refugiados nicaragüenses, de 2018 a junio 2020, hay 71,605 solicitudes y un poco más de 20,000 que están con una cita agendada en el call center y pendientes de formalizar (la petición)”, informó Rodríguez.
Los que buscan refugio en Costa Rica pueden llamar al número 1311 para obtener una cita. Después de una entrevista formal el caso puede tardar meses o años. En junio de 2021 había 43,000 solicitudes de nicaragüenses pendientes de resolver.
“Es una tarea titánica revisar cajas de expedientes para filtrar desde el primer contacto e identificar perfiles y darles, si es posible un trámite expedito, pero a pesar de que nuestra capacidad ha aumentado, todavía la demanda nos supera”, reiteró el director de Refugio costarricense.
El experto en Migraciones, Abelardo Morales, señaló a Expediente Público que “el proceso para el otorgamiento de refugio tiene una gran cantidad de trabas burocráticas, no es un trámite fácil, hay una gran cantidad de requisitos, inclusive en el último año se complejizó con la pandemia y el cambio en los procesos de decisión esto ha tenido un impacto importante de manera negativa para estas personas”.
A pesar de eso, históricamente los nicaragüenses han preferido desplazarse a Costa Rica. Morales explicó que aparte de la cercanía, en Nicaragua existe la imagen de estabilidad económica y política del país vecino; además, hay lazos culturales, étnicos e incluso familiares que hacen de este país un destino preferible al del resto de Centroamérica e incluso Estados Unidos.
A pesar de los brotes xenófobos en 2018 en Costa Rica, la discriminación, la falta de acceso a algunos beneficios y oportunidades, a pesar de la precariedad, están mejor que en Nicaragua y se sienten mejor protegidos, sostuvo Morales.
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Nueva oleada en 2021
En 2020 hubo una reducción en la cantidad de personas migrantes y solicitantes de refugio debido a las restricciones de viaje globales producidas por la pandemia del Covid-19.
En Costa Rica la cantidad de nicaragüenses en esta condición pasó de 23,138 en 2018 a 31,624 en 2019 y a 9,416 el año pasado, pero en menos de seis meses, ya existen 7,427 solicitudes en 2021, según la oficina de Migración.
Braulio Abarca es miembro del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca+ y también está refugiado; asume que, con el incremento de la persecución política contra opositores, periodistas, activistas y defensores de derechos humanos y precandidatos presidenciales por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, “otras personas que observan tratan de liberarse y tener seguridad, y lo buscan fuera del país, por eso recurren a desplazarse forzadamente. Habrá una nueva oleada de migración”.
Desde finales de mayo han sido encarcelados 25 líderes opositores entre los que están seis precandidatos presidenciales, dirigentes políticos, campesinos, estudiantes, empresarios así como periodistas independientes, a quienes el régimen sandinista los acusa, a la mayoría, de delitos contra la patria por supuestamente gestionar sanciones con la comunidad internacional contra el Gobierno de Daniel Ortega y sus funcionarios por violaciones a los derechos humanos.
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Morales, también docente de la Universidad Nacional de Costa Rica, expresó a Expediente Público que “no sabemos en qué grado la agudización de las condiciones políticas en Nicaragua va a producir un nuevo desplazamiento, lo que se ha demostrado es que el Estado de Costa Rica no ha respondido con la celeridad que la situación amerita y no hay una estrategia para responder a esta situación”.
“Por el momento, la persecución está concentrada en la élite nicaragüense y eso no está repercutiendo en la población, no hay manifestaciones masivas que generen una reacción represiva o están contenidas, en la perspectiva de que incremente la conflictividad y el antagonismo entre las fuerzas políticas, el desplazamiento no se descarta”, precisó Morales.
Un aspecto peligroso para Nicaragua es que ocurra un desplazamiento masivo por razones económicas de población, que a la vez ha sido privada de sus derechos fundamentales. “Muchos podrían no encontrar la reparación de sus derechos en el sistema jurídico internacional bajo el sistema de asilo y refugio que solo se otorga a aquellas personas que demuestran que hay un riesgo sobre sus vidas, creencias, derechos y libertades”, agregó.
“Como en el resto de Centroamérica, aquellos que salen no lo hacen porque quieren llegar a Estados Unidos o están amenazados directamente por las maras o el crimen organizado, sino, porque están desesperados”, argumentó.
“Esas son las caravanas, personas que cruzan las fronteras donde no encuentra reparación a los vacíos a sus derechos fundamentales y que vuelven a ser revictimizados; espero que eso no ocurra en Costa Rica, porque a diferencia de aquellas rutas bajo amenazas del crimen organizado, aquí hay instituciones que vigilan”, sostuvo.
Para el diputado costarricense Luis Chacón el problema de la migración de los nicaragüenses se debe a que en su país se les quitó el derecho a residir, tener trabajo y calidad de vida en su patria, por eso están en Costa Rica.
Chacón indicó a Expediente Público que cuando ve a miles que tienen que movilizarse contra su voluntad y separarse de su núcleo familiar, lo considera un sacrificio, “no es una oportunidad”. A pesar de eso, el legislador no puede negar que es una carga en la parte social y económica para Costa Rica.
Rodríguez, director de la Unidad de Refugio, afirmó por su parte que ellos monitorean la situación política y social de los países de origen de los desplazados internacionalmente y que están mejor preparados que en 2018.
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Emergencia humanitaria
Pese al alarmante número de refugiados, Costa Rica no declaró una emergencia humanitaria. “Pudimos encontrar soluciones para dar la atención adecuada, tal vez en algún momento la situación fue crítica, pero hablar de una crisis migratoria se discutió en los medios, pero no llegamos a ese momento y superamos bastante bien esa situación”, replicó Rodríguez.
Tanto Rodríguez como Morales coincidieron en que el gobierno del costarricense ha tenido experiencia en el manejo de estas crisis de refugiados en las últimas décadas desde la llegada de colombianos de 2001 a 2004, pasando por la salida masiva de cubanos en 2015, la situación agravante de los venezolanos desde 2010, el paso de los extracontinentales en 2016, entre otros flujos migratorios.
“Costa Rica tiene otras crisis internas como la corrupción y el desempleo. Ya no tiene los beneficios que le concedía la condición de país de refugio como fue en los 70 con la población del cono sur o en los 80 con el resto de Centroamérica, cuando ganaba legitimidad internacional, se mostraba como un país de asilo, respetuoso de los derechos humanos y la libertad, preocupado por personas perseguidas y amenazadas”, aseguró Morales.
El experto también indicó que con esta política de refugio hubo beneficios como la modernización del Estado y las instituciones que tenían que ver con el asilo y la protección; dado que el país no tenía recursos suficientes fue beneficiario de programas de ayuda internacional de Estados Unidos, Europa, Naciones Unidas y los países nórdicos; entonces el país podía hacer una buena ecuación entre el desarrollo institucional, imagen internacional, diplomacia y proyectos.
Esas condiciones ya no están, aseguró Morales, aunque Costa Rica puede seguir proyectándose como un país de refugio, pero en un contexto más complejo, por desplazamientos en América del Sur, Asia y África. Las crisis humanitarias por desplazamientos ahora son globales, en las décadas de los 70 u 80 eran más localizados y era más fácil tener la atención internacional y de los medios, observó el experto.
De migrantes económicos a migrantes políticos
La salida masiva de nicaragüenses tiene un connotado sentido político producido por la represión. La cifra de refugiados podría superar los cien mil este año, sin incluir los migrantes económicos.
Braulio Abarca, miembro del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca + que “Costa Rica ha sido destino histórico, pero para una población nicaragüense diferente, esta última oleada es política por la situación, ves defensores de derechos humanos, periodistas,;profesionales con maestrías y doctorados”.
Hay una combinación de grupos de nicaragüenses, los migrantes laborales que están desde inicio de los noventa, y los que partieron a partir de 2018 cuando reaparecen los refugiados por razones políticas, algo que ocurrió en los setenta y ochenta, precisó Morales.
Refugiados y pandemia
Actualmente hay 470,000 personas de Guatemala, Honduras y El Salvador solicitando asilo en alguna parte del mundo, pero el número total de desplazados internacionalmente llega a 549,200 personas,79% en Estados Unidos, informó Acnur.
Por el contrario, si se toman los datos de Acnur de los 108,000 refugiados nicaragüenses en el mundo, significaría que casi el 90% de ellos está en Costa Rica.
El flujo migratorio se redujo drásticamente en 2020, pero reinició con el levantamiento de algunas restricciones migratorias a partir de diciembre, aunque en Costa Rica todavía no se abren los consulados para solicitar visa, se ingresa de forma irregular o con visa de Estados Unidos, indicaron algunos de los entrevistados por Expediente Público.
Una encuesta de Acnur a 275 hogares de refugiados y solicitantes de refugios, publicada en agosto de 2020, indica que el 20% de nicaragüenses no tienen un lugar asegurado para vivir y el 19% no envía a los niños a la escuela.
El 38% de los hogares encuestados no había recibido ninguna asistencia de organismos internacionales, ONG o el Estado, mientras el 53% de las cabezas de familia tenía un seguro de salud.
Morales recordó el bloqueo fronterizo de los cubanos que iban a Estados Unidos, posteriormente con los haitianos y el año pasado cerraron las fronteras para impedir el regreso de los nicaragüenses por la pandemia del Covid-19.
Nicaragua ha dado una respuesta represiva a la migración, pese a su condición de país expulsor de migrantes: el 80 por ciento de migrantes centroamericanos eran cualquier otro país de la región es nicaragüense.