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Julián Cañadas: El mítico excontra que fue envenenado por un médico

“Mama Moncha” fue el seudónimo del tercer jefe del Frente Central Wenceslao Avilés de la Resistencia Nicaragüense. La gente de Acoyapa, municipio de Chontales, a 170 kilómetros al este de Managua, repite hasta ahora la frase que se hizo popular “como dijo Mama Moncha”, en referencia a uno de los insurgentes antisandinistas más queridos de la zona. 

Julián Cañadas Gutiérrez, alias Mama Moncha, sobrevivió a la muerte durante los años de su alzamiento desde 1982 hasta la firma de la paz en 1990, pero fue envenenado por un médico, afirmaron a Expediente Público su hija Yahaira Cañadas y su lugarteniente Gregorio Núñez, alias Media Luna.

Ambos entrevistados sostienen que le aplicaron un medicamento que resultó letal por la condición en la que se encontraba Mama Moncha, el hecho ocurrió en 1995 en el municipio de San Miguelito en el departamento de Río San Juan, a 254 kilómetros al sureste de Managua.

Los testigos dicen que el médico desapareció de la zona inmediatamente después de la muerte de Mama Moncha, pero posteriormente lo localizaron en un puesto de dirección en el Hospital de León, de donde también era originario Cañadas. Los familiares y las fuentes consultadas no se atreven a dar el nombre del doctor por el temor en el actual contexto de represión que vive el país.

Media Luna dice que cuando supo de la muerte de Cañadas fue al lugar y encontró el frasco del fármaco como prueba para acusar al médico. Nunca fue escuchado a pesar que había una serie de asesinatos impunes a líderes y miembros de la contra que se registran en los territorios principalmente antisandinistas del centro, norte y sur de Nicaragua.

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“Las versiones dicen que lo envenenaron. Luego de la guerra tuvo serios problemas, como muchos combatientes, por su adicción a la bebida. Antes de su muerte estuvo tomando licor varios días y tuvo problemas de salud. Para estabilizarlo, le pusieron un suero. El doctor de turno que estaba en el centro de salud de San Miguelito, donde estaba viviendo, llegó a su casa y le canalizó el suero, luego salió, se montó en una panga, porque la casa estaba a la orilla del lago Cocibolca. Se fue, pero lo dejó con suero canalizado y botó el frasco (en el que estaba el contenido) que mezcló con el suero, a los minutos el hombre murió. Cuando buscaron al médico, este ya no estaba”, cuenta Media Luna a Expediente Público.

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Asegura que los compañeros de lucha que estaban con él recogieron la botellita vacía que contenía el líquido de la inyección. “El frasco lo guardamos y yo personalmente lo llevé a Acoyapa donde un médico y le conté la historia. Me preguntó quién había puesto eso y le dije que un doctor asignado en San Miguelito y también me preguntó, que cómo era la condición del paciente, a lo que respondí que estaba convaleciendo luego de dos semanas de tomar licor y que el doctor le había puesto suero. Al ver el frasco y constatar el contenido, dijo que el tipo de medicamento es letal para una persona en condición alcohólica”.

La familia de Cañadas y varios excomandos de la contra que anduvieron rastrearon sin éxito al médico, “los hermanos de Mama Moncha buscaron al doctor, supuestamente el hombre se fue para León”, dice su lugarteniente.

“Lo que pasaba es que él era una persona que tomaba muchísimo y cuando lo hacía era hasta por quince días. Con ese médico (que lo atendió antes de su muerte) tenía ciertas diferencias por cuestiones partidarias, pero llegó a asistirlo a su casa y dicen que lo que le aplicó fue diazepam y ya no despertó. El médico se fue, huyó. Con el tiempo, los familiares de mi papá se dieron cuenta que era el encargado del Hospital de León”, dice su hija.

Según se desprende de entrevistas hechas a médicos, el diazepam se usa en pacientes alcoholizados en dosis de transferencia lenta que duran entre 8 y 12 horas mezcladas con suero, pero si se aplica en goteos rápidos el desenlace puede provocar lo que los médicos llaman “depresión respiratoria”. 

Sin embargo, no se sabe con certeza cuál fue el medicamento usado por este galeno, Media Luna reitera que el médico únicamente le dijo que el contenido de la supuesta inyección era letal si se aplicaba a personas alcoholizadas.

“El frasco anduvo por aquí en manos de algunos abogados, pero nunca se pudo probar nada. Mi familia intentó buscar justicia, pero como el mayor de sus hijos era menor de edad, no tenía la capacidad suficiente para hacer este tipo de gestiones”, asegura Yahaira Cañadas.

“Mi hermano mayor, que en ese entonces tenía 16 años, pidió una exhumación del cuerpo y el centro médico de San Miguelito no lo permitió”, insiste.

Y de ahí la sospecha de que había sido envenenado. “Nosotros creemos eso porque el que lo asistió era un médico de pueblo y de la noche a la mañana lo volvieron director del Hospital de León. No había matado a cualquiera, era el jefe de la Resistencia, uno de los jefes más grandes de aquí de Chontales, era comandante”, reitera con aplomo.

El mito: Mama Moncha

Según personas que lo conocieron, en Acoyapa se mitificó a Cañadas porque durante la guerra el Ejército sandinista lo declaraba muerto con frecuencia. “El Ejército decía que lo habían matado, se hacían fiestas, se alegraban, pero siempre aparecía vivo”, cuenta la expareja de Mama Moncha, Reyna López. 

También se hizo conocido cuando sus compañeros de armas llegaban de otras zonas y preguntaban por el jefe, él señalaba a otro como el responsable y solo se presentaba cuando estaba seguro. Con ese grado de desconfianza, su hija se pregunta cómo podía ser presa de un asesinato. 

“Matarlo directamente, no hubiese sido fácil. Su estado de vulnerabilidad fue el que permitió que lo asesinaran, envenenándolo”, afirma.

Cañadas era originario de León y su madre fue cocinera de un cuartel de la Guardia Nacional de aquella ciudad a 90 kilómetros de Managua. Con el triunfo sandinista y la rendición del somocismo, se fueron a vivir a Río San Juan.

“Tuvieron problemas en 1979, el Frente Sandinista hostigaba mucho a su mamá y ella por salvar a sus hijos se salió de León y se fue a vivir a Río San Juan. Él tenía como 15 años y cuando estaba aquí se unió a la contra a los 18 años”, afirma Media Luna.

El excompañero de combate dice que Cañadas era un nombre noble, en los ochenta se presentó con su tropa a su casa fingiendo que eran una columna del Ejército y preguntó por su papá y su mamá que eran destacados activistas sandinistas. Su padre era de los batallones de civiles que enlistaba el sandinismo para apoyar a los militares. Sin embargo, sus progenitores no estaban en la casa. Poco a poco fueron tomando confianza y Mama Moncha le contó su verdadera identidad.

“Hombre, te voy a decir la verdad, a mí no me interesa que si es contra o es sandinista. Yo no soy nada, a mí no me estés preguntando nada y si es verdad que sos contra, yo me voy con ustedes, pero con una condición: que respetés la vida y los derechos de mi padre y de mi hermano, quien se había ido de voluntario del Servicio Militar”, dijo enfático Núñez, quien además guardaba resentimientos con el sandinismo porque él y otro de sus hermanos habían estado presos por 11 meses acusados de asesinar a un activista de ese partido. Y no fueron libres hasta que un familiar del muerto, dio con los verdaderos victimarios.

“Me prometió que sí y lo hizo, cumplió. Llegamos a ser grandes amigos, fue un hombre muy respetado. El Gobierno lo buscaba y ofrecían muy buena plata por él, pero no lo traicionamos, porque el Ejército le tenía miedo en Chontales, después yo llegué a ser jefe de Escuadra, jefe de Pelotón, de compañía y después yo llegué a ser segundo de él. Mi papá, luego de conocer esta situación, se desarmó y dejó de apoyar al sandinismo”, cuenta emocionado.

Según Núñez, Mama Moncha fue su seudónimo, porque había una señora que les apoyaba y Cañadas no pronunciaba bien su nombre y por comodidad le puso ese sobrenombre sin saber que así también lo bautizarían a él, tanto la tropa como la población de su zona de influencia.

Popular pese a campaña de desprestigio

En su libro “Contramemoria: la otra historia de la Contra nicaragüense”, Irene Agudelo afirma que la propaganda sandinista calificó a los miembros del movimiento armado campesino como “mercenarios, “invasores”, “exguardias somocistas”, “genocidas”, entre otros, muchos calaron principalmente en el imaginario de la población urbana.

De hecho, desde que tomó el poder en 1979, el Frente Sandinista creó la Secretaría de Agitación y Propaganda para usarlo a su favor. 

“Cuando se desmovilizó, hicieron una fiesta aquí en Acoyapa, y lo llevaron al lugar más emblemático, como es el Club Social. Mucha gente llegó a conocer al mítico Mama Moncha. Es que era como un súper héroe para la gente de la zona”, comenta Dalila Duarte, de Acoyapa. 

 “Cuando yo era una niña de 8 años, tenía sentimientos encontrados, mientras muchas personas me hablaban bien de mi papá, la señora que nos vendía las tortillas decía: ‘ahí viene la hija del asesino’. Eso a mí me traumaba y empecé a sentir un poco de rabia porque mi papá había sido contra. Ya con más de madurez, cuando fui a la universidad, comprendí que no tenía por qué sentirme mal. Si mi papá se había equivocado en todo caso era él, no yo”, cuenta la hija de Cañadas.

“Por otro lado, la gente siempre me decía que tenía que sentirme orgullosa, que era un hombre bueno, que quería un cambio, que luchó por un cambio, que fue una de las razones por las que estamos hoy en democracia, pues eso fue cuando yo era ya estudiante en tiempos del gobierno de Arnoldo Alemán (1997-2001). Ellos arriesgaron sus vidas, me decían, para que hoy estés diciendo y pensando como quieras. Siento que, aunque ellos (los contras) no lograron mucho, por lo menos hubo tres gobiernos demócratas, aunque durante uno de estos mataron a mi papá”, señala con resignación.

La complicidad de las instancias de salud para asesinar a opositores

Otro caso de médicos involucrados en la muerte de un excontra implica a la doctora Sonia Castro, quien llegó a ser ministra de Salud entre 2010 y 2019, fue la subdirectora del hospitalito de Waslala, municipio de Matagalpa, a 240 kilómetros al norte de Managua, pero en 1990 ordenó no atender a un herido. 

Waslala era un territorio de dominio de los rearmados de la contra en esos primeros años de gobierno de Violeta Barrios (1990-1996), según se desprende en la base de datos sobre asesinatos a desmovilizados de la Resistencia de Expediente Público.

“A los seis meses de desmovilizarnos en Waslala, el Ejército sandinista nos asesinó a seis comandos. Me acuerdo de dos víctimas, el piloto de seudónimo Pintón, quien durante la guerra sobrevivió al ataque de una avioneta que nos abastecía en Chontales, y el herido de seudónimo Licenciado a quien dejó morir Castro”, dijo en una entrevista a Expediente Público, Marvin Saénz Castillo, un excontra desmovilizado de Waslala. 

“Cuando se da el ataque nosotros estábamos en un restaurante en Waslala, el ejército nos atacó en la calle y el Licenciado respondió al ataque y salió herido. Lo llevamos al hospitalito de Waslala y estaba de directora la doctora Castro y le negó la atención, cuando el Licenciado salió del hospital, ahí mismo el Ejército lo ejecutó”, asegura Sáenz.

Castro fue ministra de Salud del gobierno de Ortega de 2010 a 2018 y actualmente es asesora del Ejecutivo, es parte de la lista de sancionados del Gobierno de Estados Unidos, por negar la atención a centenares de heridos durante el levantamiento ciudadano iniciado en abril de 2018, y entre cuyos casos hay víctimas mortales.

La frustrante búsqueda de justicia que prevalece en los asesinatos a excontras

Después de la guerra, organismos de derechos humanos nacionales e internacionales han comprobado centenares de asesinatos a desmovilizados de la contra, pero sin aclaración.

Según una encuesta del 2000 del Instituto de Estudios Nicaragüenses (IEN), citada en el libro “Acceso a la Justicia y Derechos Humanos en Nicaragua 2009”, la imagen de corrupción del Poder Judicial era de 81.8%, frente a los otros tres poderes del Estado: Presidencia de la República, con 88%; la Asamblea Nacional, con el 85.8%; y el Consejo Supremo Electoral, con un 80.8%. 

La desconfianza ciudadana en las instituciones se debe a la partidización judicial y la carencia de recursos económicos y humanos que permitan un acceso a la justicia adecuado de acuerdo con la ley, y por ende denegación y retardación judicial; todos ellos elementos debilitadores del marco de protección de derechos humanos”, sostiene el informe.

Esta encuesta es de cinco años después del supuesto envenenamiento de Mama Moncha y data del mandato del liberal, Arnoldo Alemán (1997-2000), lo que indica que tampoco hubo justicia durante este Gobierno, supuesto aliado de la contra.

“Se intentó llevar el caso de mi padre ante la justicia, pero no se avanzó en nada. Los abogados que había en Acoyapa y que supuestamente atenderían el caso eran sandinistas. Solo conozco a uno que se llama Santiago Ortega, pero fue mi hermano quien busco a los abogados, y dicen que este también se hizo sandinista después”, cuenta la hija.

“La causa jurídica no prospero. El caso quedó en la impunidad. En aquel entonces no existían las redes sociales por lo que la denuncia sobre el hecho era muy difícil hacerla pública. En Acoyapa, donde era muy querido y en otras comarcas, la gente no podía creer su muerte, decían que cómo pudo pasar sí era un hombre tan inteligente. Murió de la manera más tonta”, dice su hija, quien ahora es abogada.

“Como dijo Mama Moncha” es una frase que vive en el vocabulario de Acoyapa, mientras su hija y sus excompañeros de la Contra esperan se haga algún día justicia por esta muerte, para ellos premeditada.