*Cierre de campaña coincide con llegada del Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Brian Nichols.
**Esta visita demuestra que la del 28 de noviembre “es una elección realmente decisiva” para los intereses de Estados Unidos en Centroamérica.
Expediente Público
El silencio electoral que prohíbe toda propaganda política, manifestación pública y transmisión de resultados de encuestas y sondeos de opinión pública por cualquier medio de difusión, comenzó este martes 23 de noviembre en Honduras tras una estentórea campaña de 85 días.
El cierre de la campaña electoral coincidió con la llegada a Honduras este domingo 22 de noviembre del Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Brian Nichols, quien en su agenda de tres días de duración se ha reunido con representantes de sociedad civil, sector empresarial, Consejo Nacional Electoral (CNE), Cancillería, Defensa, Seguridad, Fuerzas Armadas y partidos políticos, entre otros.
“EE.UU. apoya la democracia en todo el mundo. Espero avanzar en esa misión en mis interacciones con líderes políticos y de la sociedad civil y gobierno esta semana en Honduras. Apoyamos elecciones pacíficas, libres y justas para los hondureños el 28 de noviembre”, fue uno de los mensajes que el funcionario estadounidense publicó en su cuenta oficial de Twitter.
Lea también: Elecciones en Honduras: conteo rápido en veremos y con dudas en transmisión de datos
¿Qué significa la visita de Nichols?
La llegada a Honduras del subsecretario Nichols a una semana de las elecciones generales demuestra que “esta es una elección realmente decisiva”, dijo a Expediente Público el analista Julio Navarro.
“Los norteamericanos pusieron mucha atención a las elecciones de 1980 para crear una Constituyente y la del 81 para crear un presidente de la República, después no les pareció interesante ningún proceso electoral y entonces enviaban a la OEA o la UE”, señaló el sociólogo, para quien Honduras ha sido el país de Centroamérica “que mayor lealtad” ha tenido con Estados Unidos históricamente.
De Honduras salieron en 1954 las tropas que invadieron Guatemala para derrocar al presidente Jacobo Árbenz; aquí se refugiaron las fuerzas revolucionarias que derrocaron a Anastasio Somoza en Nicaragua en 1979 y más tarde, se estructuró la Contra, fuerzas rebeldes nicaragüenses “que querían derrocar a los sandinistas” en la década de los años 80; además en territorio hondureño se entrenaron las tropas que después fracasaron en la invasión a playa Girón en Cuba, enumeró Navarro.
Entonces, “los Estados Unidos monitorean lo que ellos le llaman la democracia en América Latina, pero cuando la democracia fracasa ellos también se han aliado con dictaduras militares”, añadió.
En el caso de Honduras, “yo creo que los norteamericanos se dan cuenta que no puede suceder lo del 2013 y lo del 2017 y de seguro que andan buscando que haya un proceso electoral transparente y legítimo que le dé un gobierno con la suficiente estabilidad y credibilidad”, opinó acerca de la visita de Nichols.
En 2013 y 2017 se realizaron elecciones generales que dieron por ganador al candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, acusado en Honduras de supuesto fraude electoral en ambos procesos, y señalado por Estados Unidos de estar vinculado al narcotráfico y crimen organizado.
Así mismo, el analista consideró que los estadounidenses “deben estar asustados con el deterioro del Estado de derecho”, razón por la cual retiraron a su embajador desde 2017.
“Pero yo creo que ellos no están dispuestos a seguir así, ya nombraron una embajadora, entonces yo creo que la presencia de altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos debe ser para advertir que el país no tiene tolerancia a un proceso electoral fraudulento”, dijo Navarro, en relación al nombramiento de la diplomática Laura F. Dogu para ocupar la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa.
«Vergüenza» por avalar elecciones amañadas
Los Estados Unidos “deben sentir vergüenza de volver a legitimar lo que pasó en 2017” y antes de que se repita la historia con “un gobierno ilegal salido de un fraude, prefieren mejor primero venir a advertir”, dijo Navarro, en relación a las acusaciones de fraude electoral y reelección ilegítima de Hernández en la presidencia de la República.
Recordó que fue por la presión de Estados Unidos que se aprobó la Ley Electoral “27 horas antes de la convocatoria a estas elecciones” en mayo pasado y que no había voluntad por parte del partido de gobierno para su aprobación.
Ahora, “ante la conflictividad que aparece nuevamente en Centroamérica, los norteamericanos querrán reforzar su presencia en Honduras bajo un gobierno legítimo” indicó Navarro, quien se refirió al imponente edificio de la nueva embajada estadounidense que se construye en el bulevar Los Próceres de Tegucigalpa, reflejo de “la importancia que ellos le están dando a Honduras como un país aliado”.
Campaña de odio
Los partidos políticos cerraron su campaña electoral el domingo en las principales ciudades del país y de los discursos pronunciados uno de los que más ha sido retomado en redes sociales y medios de comunicación es el del presidente del oficialista Partido Nacional y candidato de Tegucigalpa, David Chávez, quien basó su discurso en la amenaza del comunismo, para atacar al partido Libertad y Refundación Libre.
En respuesta, los simpatizantes del partido de izquierda y de otros de la oposición se cebaron con el actual diputado, a quien acusaron de estar bajo los efectos del alcohol y otras drogas debido a que al momento de su discurso mostraba incoherencia y dificultad para hablar.
En respuesta, Chávez aclaró en un programa de televisión este martes que fue saboteado y que nunca se ha drogado.
Este mismo día, el candidato a diputado por Libre, Fausto Cálix, anunció en su cuenta de Twitter que el CNE le notificó la admisión de una denuncia interpuesta el 27 de octubre contra el Partido Nacional por “la campaña llena de odio, de mentira, de manipulación y de terror que utilizaron durante este proceso electoral”.
También varias organizaciones de mujeres interpusieron denuncias ante el CNE contra Chávez el pasado 15 de noviembre por promover una campaña que “viola e infringe disposiciones” de la Ley Electoral, la Constitución y tratados internacionales de derechos humanos.
“Al inicio la campaña electoral tenía grandes expectativas (…) que más allá de los señalamientos y de todo el cinismo político al que nos tienen acostumbrados los partidos y también los políticos íbamos a ver propuestas”, declaró a Expediente Público el analista político Josué Murillo.
Al final, lo que hubo fueron “insultos, improperios, burlas, violencia política muy dirigida contra las mujeres y contra las poblaciones LGBT”, así como entre partidos y personajes de los partidos políticos, resumió.
Aunque sí hubo algunas propuestas, estas fueron presentadas “a medias” junto con “un enunciado muy extenso” de problemas que tiene el país centroamericano, “pero pocas soluciones viables”, agregó Murillo.
En redes siguen las campañas de odio
Mientras que Julio Navarro dijo que “realmente no hay un silencio electoral” y lo que desaparece es “el ruido electoral muy agresivo” que ha habido en los medios tradicionales y las redes sociales.
La campaña agresiva va a desaparecer en la radio y la televisión, pero continuará en las redes porque Honduras no tiene control sobre ellas y “tendrían que cortar el Internet”, dijo el sociólogo.
“¿Qué deberíamos de esperar nosotros?”, se preguntó Navarro, para luego responder que “como no hemos escuchado propuestas si no que lo que hemos escuchado son arengas, la mayoría de ellas descalificadoras de un partido sobre otro, entonces nosotros deberíamos de apostar de que en esta semana escuchemos cuáles son las propuestas de los partidos políticos para que el elector más juiciosamente, sin ruidos, pueda valorar”.
Mientras que Josué Murillo afirma que “no me extrañaría que el que ostenta el poder use todo el andamiaje estatal para hacer campaña sin hacer campaña a favor de su candidato”.
De allí su llamado a las autoridades electorales para que se respete el silencio electoral y “que sean parejos” a la hora de penalizar, ya que durante el confinamiento de la pandemia “mirábamos a estos politiqueros en concentraciones masivas abrazando gente quitándose la mascarilla” sin ninguna consecuencia para ellos.
Lea también: En Honduras renuevan validez de vieja tarjeta de identidad, pero no se podrá votar con ella
Falta de debate público
El debate fue otro de los grandes ausentes en la pasada campaña electoral.
A finales de octubre, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) canceló el debate presidencial que tenía planificado realizar el 7 de noviembre debido a la falta de respuesta de los candidatos.
Mientras que al debate presidencial organizado a mediados de octubre por la Universidad de San Pedro Sula (Usap), con el respaldo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) el único candidato que se presentó fue del Partido Liberal, Yani Rosenthal.
“Como los dos creen que van a ganar no quieren poner en riesgo su eventual triunfo y también la precariedad de su formación profesional que no es la de personas con solidez académica que de repente conocen de algunos temas, pero en otros son absolutamente ignorantes”, dijo a Expediente Público el analista político Raúl Pineda Alvarado en alusión a los candidatos de Libre, Xiomara Castro, y del Partido Nacional, Nasry Asfura.
No asistir a un debate es lo que aconseja la lógica y el buen sentido para no exponer a un candidato, expresó.
“Si ambos fueran verdaderos intelectuales o gente formada en la academia buscarían la manera de debatir, pero el debate genera más riesgos que provechos, especialmente cuando hablamos de una elección que pudiera ser una elección cerrada”, reflexionó Pineda Alvarado.
En este escenario, el proceso electoral que se acerca a su final tiene características “de incertidumbre y conflictividad” por dos momentos críticos que pueden poner en precario la transparencia del mismo y la convivencia de los votantes: la elección el 28 y la declaración de los resultados electorales, analizó el profesional del derecho.
Expectativa de violencia
El país se aviene a “una elección atípica donde la propuesta no fue relevante” y lo que va a primar es el voto emocional sobre el voto reflexivo debido a una serie de “factores concurrentes”, dijo Pineda Portillo.
Entre ellos, la crisis económica, la pandemia del Covid-19 y otros “de naturaleza psicológica”, así como “la posibilidad de que el poder desplace a manos distintas de las que está actualmente”, lo que “inevitablemente va a generar conflictividad porque quien está en el poder no quiere perderlo y el que quiere tener acceso al poder está dispuesto a cualquier cosa con tal de lograrlo”.
En esa línea, Josué Murillo refirió también que “la victoria de uno u otro partido” puede terminar en violencia, cierre de espacios públicos y limitación de la movilidad humana, pero eso “dependerá en gran medida del trabajo riguroso, eficiente y por eficiente me refiero a rápido, porque deberían ser rápidos sin perder rigurosidad” que realice el CNE.
No hay secreto que pueda ocultarse, dijo Murillo, y “si se tardan mucho, si están negociando tras bambalinas, si están manipulando, el pueblo que está muy lastimado por procesos anteriores en los que no se ha reflejado la verdadera justicia electoral y la voluntad del pueblo ha sido ignorada y pisoteada, puede salir a las calles masivamente y generar conflictividad social más elevada de la que tuvimos en el 2017”.
Remarcó que en tal situación los pobres serán los afectados porque “los caciques, los mandamases de los partidos políticos dialogan a puerta cerrada, inclusive los que públicamente se insultan”.
Ellos, “después llegan a un lugar de esos privilegiados, de lujo, se encierran en salones y negocian el destino del país. Político no come político”, finalizó.