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Honduras: Alianzas políticas dispersas en un laberinto

**Analista ve a candidatos de la oposición “terminar yéndose cada quien por su lado” en próximas elecciones generales.

***El voto independiente y la sombra del fraude: las dos otras variables que podrían definir las elecciones de noviembre del 2021.


Expediente Público

A 10 días para que el Consejo Nacional Electoral (CNE) haga la convocatoria a elecciones generales, el rompecabezas de la oposición política en Honduras parece más disperso.

La ganadora de las elecciones primarias por el Partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, de izquierda, anunció el lunes 3 de mayo que ya no habrá alianza con otros partidos para una candidatura única en el nivel presidencial.

“Hice esfuerzos, convoqué y solo asistió candidato liberal. Informo que definitivamente NO hay, y ya no habrá acuerdos sobre candidatura presidencial. La alianza es ganadora pero es con el pueblo”, publicó en su perfil de Twitter.

La convocatoria que hizo Castro en abril, días después de conocerse los resultados de las primarias, a líderes de otros partidos políticos con el fin de buscar una alianza política que permitiera vencer en las urnas al Partido Nacional, fracasó desde el principio.

Haber incluido en el llamamiento al candidato del Partido Liberal Yani Rosenthal fue la razón por la cual los demás convocados, incluyendo a los otros dos exprecandidatos presidenciales de Libre, rechazaron abierta o tácitamente presentarse a la reunión, ya que no querían negociar con personas vinculadas a la delincuencia organizada.

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Rechazo a “opción B”

En respuesta, Rosenthal -quien representa al segundo partido que más votos obtuvo en las primarias- propuso la “opción B”, esto es una alianza de dos candidatos opositores, que de llegar a superar en las urnas al Partido Nacional gobernará con el candidato que obtenga más votos. Xiomara volvió a responder que no: “Esta propuesta, respetuosamente les digo es improcedente, no tiene asidero ni jurídico, ni consenso político”, publicó en sus redes.

«La opción B no es una opción ni factible ni conveniente ni enmarcada en la ley, naturalmente sí es una opción pragmática para los partidos de la oposición que la están promoviendo», dijo a Expediente Público el analista político Rafael Jerez.

Para aprobarla se requiere de una mayoría calificada en el Congreso Nacional que requeriría del consenso de los tres partidos mayoritarios, los cuales ni siquiera pudieron llegar a un acuerdo para aprobar una nueva Ley Electoral, «mucho menos para llegar a una opción B que vendría a desestabilizar el sistema electoral y también el sistema democrático y a generar más incertidumbre y, de hecho, puede ser algo que produzca un escalamiento de conflictividad social».

A su juicio, esta opción no prosperá porque requieren del apoyo del Partido Nacional «y tampoco lo tienen». El debate tendría que ser por qué no han aprobado la nueva ley y por qué no se hicieron las reformas, «porque eso sí va a generar problemas no solo en el día de la elección sino en las etapas previas que están por iniciarse», agregó el analista.

Así las cosas, los candidatos de la oposición “van a terminar yéndose cada quien por su lado” en las elecciones generales del 28 de noviembre, consideró Jerez.

Lección no aprendida

La oposición política de Honduras “no termina de aprender las lecciones que le ha dejado no solo la elección de 2017, sino en general los últimos años; es decir, no pueden llegar a acuerdos en el Congreso (Nacional) y no pueden llegar a acuerdos mucho antes de la elección”, lo cual “los deja con muy poco margen de maniobra y al final se reducen a los últimos meses o semanas antes de inscribirse para tratar de alcanzar consensos”, opinó el analista.

El punto de discordia es quién estará a la cabeza de la candidatura, pero recordó también que, en el caso de Xiomara, “esta podría ser su última elección presidencial”, ya que Libre es un partido que “va exigiendo nuevos liderazgos” y este es el tercer ciclo electivo de la candidata. “Incluso ese es el mismo caso de Salvador Nasralla”, líder del Partido Salvador de Honduras, dijo el analista.

Mientras que en el caso de Yani Rosenthal, una postura de no ceder la cabeza en una alianza de oposición “no procedería por su situación en diversas esferas”, indicó Jerez.

Un electorado centrista

Las alianzas no solo son importantes para el electorado, sino para el futuro de los países porque van más allá del electorado, dijo esta semana en un foro del canal UneTV el dirigente liberal Arístides Mejía.

El también expresidente del extinto Tribunal Supremo Electoral (TSE), afirmó “en base a estudios de encuestas” que el electorado hondureño “es más que todo centrista”, con una derecha minoritaria y una izquierda todavía más pequeña.

“Entonces el electorado no se va por una opción de izquierda normalmente” y esa fue una de las razones, junto con su innegable popularidad, por las que el entonces candidato del Partido Anticorrupción (Pac), Salvador Nasralla, fue designado para encabezar la alianza en las elecciones generales de 2017.

Con esta decisión, se logró atraer los votos de Nasralla, los de Xiomara y de los liberales a la vez que se presentó a Libre como un partido más moderado, añadió.

Sin embargo, en opinión de Mejía, en las elecciones que se avecinan “el objetivo común de los hondureños, en eso no hay que equivocarse, no es ni Xiomara, no es ni Yani, no es ni Nasralla”, sino que “lo que quiere el pueblo hondureño es que se vayan los nacionalistas”.

Por tanto, “la persona que logre demostrar la capacidad de ganarle al Partido Nacional, que tiene un ofrecimiento político atractivo para las mayorías, esa es la persona o esa alianza es la que va a recibir más votos”, afirmó.

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Alianza o fracaso

En el actual contexto político, “puede ser interesante el rol que puede llegar a jugar Doris Gutiérrez”, la candidata presidencial del Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (Pinu-SD), dijo el analista Rafael Jerez.

Aunque se trata de un partido “que no es muy grande”, la imagen y el liderazgo de Gutiérrez, actual diputada en el Congreso Nacional, puede ser un punto de encuentro para algunos liderazgos de oposición, consideró el jurista.

Hasta el momento, el Pinu-SD no ha mostrado indicios de las alianzas que pueda formar, pero su candidata presidencial sí se ha manifestado a favor de estas. Incluso, ha denunciado el supuesto fraude que prepara el Consejo Nacional Electoral (CNE) al oponerse a las alianzas de los partidos, en alusión a la resolución del ente electoral que declaró inadmisible la asamblea convocada por el Partido Salvador de Honduras (PSH) para el próximo 15 mayo.

Nasralla se encuentra en una pugna con un grupo de militantes que habían sido suspendidos del Partido Salvador de Honduras y que en el afán de tener el poder, convocaron el pasado 25 de abril a una asamblea a la que asistieron 10 de 78 asambleístas y en la que eligieron a un nuevo presidente de ese instituto político.

Ventajas del oficialismo

Recientemente, el CNE resolvió ratificar a Nasralla como el presidente del partido, del directorio nacional y como aspirante presidencial, pero le anuló la asamblea programada para el 15 de mayo, “para que se haga otra y se incluyan los que están disidentes del partido”, explicó la secretaria del PSH, Sua Martínez.

El objetivo del CNE es impedir que el partido se integre a una alianza con otro partido antes del 27 de mayo, dijo la secretaria del PSH en un pronunciamiento.

Si la oposición no busca una alianza, por lo menos de dos fuerzas políticas, “no van a tener oportunidad de ganarle al Partido Nacional”, manifestó Jerez.

Si bien es cierto que sobre el partido oficialista pesan muchas acusaciones por corrupción y narcotráfico, “ya hemos visto, incluso con el caso de Yani Rosenthal, que para una parte del electorado cuando van a votar, la corrupción no es lo primero en lo que piensan, hay otros factores que pueden incidir, incluso el clientelismo político”, dijo el analista.

Y si la oposición “compite cada quien por su lado, que es muy probable que así sea, es muy difícil que puedan vencer a Nasry Asfura”, el candidato presidencial nacionalista, observa Jerez.

El otro elemento que a su criterio se debe considerar es que, aún cuando se pierda una candidatura presidencial, para muchos partidos de oposición, como Libre y el Partido Liberal, “conservar sus cuadros en el Congreso Nacional y en las municipalidades puede ser también una victoria en medio de una derrota en presidencial”, ya que les brinda poder de negociación.

“Habrá que ver también Salvador Nasralla, qué planillas presente, pero por como ha funcionado el sistema, yo creo que se va a mantener en gran medida la correlación de fuerzas en el Congreso y sí puede ser que el partido de Salvador Nasralla pueda ir metiéndose poco a poco, pero puede ser una victoria en medio de una probable derrota en caso de que no exista una alianza”, consideró.

De momento, la única alianza visible es la que anunció la semana anterior el expresidente de Honduras por el Partido Nacional, Porfirio Lobo con los partidos Democracia Cristiana y Unificación Democrática, aunque la participación de este último está pendiente de confirmación.

Lobo presentó a la exdesignada presidencial en el primer período de Juan Orlando Hernández (2014-2018) Marta Herrera como la candidata de la alianza denominada Todos por el Cambio.

¿A quién apoyará Luis Zelaya?

Expediente Público consultó al exprecandidato presidencial liberal Luis Zelaya si ya había decidido a qué partido o candidato dará su apoyo en las elecciones generales. Su respuesta fue tajante, “todavía no, pero sí a quienes por ningún motivo apoyaré: Tito Asfura y Yani Rosenthal”.

“En todo caso, las alianzas verdaderas no serán las públicas, sino las que se establezcan en los corredores subterráneos entre los barones de la política”, escribió el sacerdote Ismael Moreno en una publicación de la revista Envío-Honduras, producida por el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ).

Para el analista político Raúl Pineda Alvarado “ya hay una alianza o convenio consumado, que es el de Luis Zelaya y Salvador Nasralla, esto no va a funcionar, esto ya está funcionando”, aseguró.

Si se maneja inteligentemente, esta alianza logrará incorporar a sectores de Libre y del partido liberal, según las posiciones que el candidato esté dispuesto a ceder, dijo el profesional del derecho.

“Nasralla tiene la ventaja que no hizo elecciones internas o primarias y no tiene compromisos con candidatos que hayan obtenido una masa critica electoral, es decir él puede poner a quien quiera”, opinó Pineda Alvarado.

El analista dijo que eventualmente el Partido Nacional hará también alianzas, como ya ha hecho en el pasado “particularmente con la Democracia Cristiana”, y esta a su vez con Unificación Democrática.

“Los partidos pequeños van a procurar agruparse para tener una mayor participación, tanto en la deuda política como en algunas diputaciones que puedan mantener, pero el proceso ha cambiado” y los políticos se mueven más por intereses que por banderas partidarias, dijo el analista.

Pineda Alvarado valoró que “las alianzas son formales y se dan entre partidos, los convenios son de hecho” y ante las próximas elecciones, las alianzas y los convenios “pueden darse en la cúpula y ser formales o pueden darse en la base”, con lo cual es posible que la base de Libre vote por Rosenthal o que la base que este controla lo haga por Xiomara. “Todo condicionado al perfilamiento del candidato ganador”, opinó.

Lo mismo puede pasar con Nasralla, a quien la base partidaria liberal o de Libre pueden dar su respaldo, “entonces no es tan grave ni es tan negativo que no se haya dado esta alianza formal” entre Yani y Xiomara, que hubiera obligado “a declinar relaciones políticas por parte de un aspirante y darle problemas con sus seguidores”, señaló Pineda Alvarado.

Para el analista “es mejor echar a correr la suerte y que sea la base la que decida a quién va a apoyar, pero estas elecciones seguramente van a ser elecciones de convenio, unos podrán darse entre los candidatos y otros podrán darse en los electores”.

Voto independiente

Al final, quien definirá las elecciones será el voto independiente que representa el 41% de la población electoral y es con la que tienen problemas los partidos tradicionales.

En las elecciones generales de 2017 y en las internas de 2021, “unas 200 mil personas fueron a la urna nacionalista y no votaron por el candidato” de ese partido “y ese es un problema que al menos nos dice por quién no van a votar”, dijo Pineda Alvarado.

Mientras que “por quién van a votar es una decision aleatoria, no se sabe, pero ese 41% de personas sin partido es lo que va a definir quien será el proximo presidente y el que va a constituir un gobierno que esperamos que cambie para mejorar”.

Para Rafael Jerez, “cuando hablamos de alianza, usualmente solo vemos los números de votos que conserva cada uno pero también (el fraude) es una realidad”.

Una reforma electoral es prácticamente imposible y los partidos políticos irán a las elecciones de noviembre con las mismas reglas y un ente electoral que no terminó de funcionar, señaló.

Para el sacerdote Moreno “es previsible, entonces, que las elecciones generales de noviembre próximo estén empañadas por manejos sucios y que todo el proceso esté contaminado por el fraude. Todo lo cual hace previsible la continuidad de Juan Orlando Hernández en el poder a través de su ungido, el actual alcalde capitalino Nasry Asfura; sin descartar la sospecha de que ocurra un golpe de timón del que emerja el actual titular del Ejecutivo como pieza de “salvación”, ante una eventual inhabilitación del candidato oficial por enfermedad o requerimiento fiscal”.

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El foco del fraude puede estar en las mesas, dijo también Jerez, “porque ya vimos en las primarias cómo se comportaron los partidos y eso se puede multiplicar por el número de partidos que van a estar sentados allí en las generales”.

Ese riesgo se puede mitigar “un poco” con la observacion electoral, un trabajo que el CNE tiene que incentivar con la participación de la ciudadanía. No obstante, “es claro” que hay posibilidades de que ocurra lo que pasó en las primarias y que la crisis política que se derive de un nuevo fraude sea peor que la de 2017.