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¿Hacia dónde va Honduras con una alianza entre Yani y Xiomara?

**La noticia de una posible alianza entre el Yani Rosenthal, exconvicto por lavado de dinero y la esposa de Manuel Zelaya, señalado también de recibir sobornos del narcotráfico, ha sorprendido tanto como el anuncio de la candidatura presidencial y el posterior triunfo de éste en unas primarias marcadas por la sospecha del fraude. 


Expediente Público

Yani Rosenthal, el exconvicto por lavado de activos que ganó la candidatura presidencial del Partido Liberal en las elecciones primarias del 14 de marzo, comenzó esta semana un diálogo con la candidata del izquierdista Partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro. El objetivo sería sellar una alianza que, según analistas consultados por Expediente Público, podría beneficiar más al actual presidente Juan Orlando Hernández, que en teoría quieren sacar y causar un impacto en la gobernabilidad que acercaría más a Honduras a un escenario como el de Haití. 

La que parece una “inminente” alianza, que Rosenthal anunció, tras su primera reunión con la candidata Castro, exprimera dama de la República,  el 19 de abril en un hotel de la capital Tegucigalpa, plantea también un debate sobre lo que es conveniente para Honduras. 

De los 14 partidos políticos legalmente inscritos hasta ahora, los tres que fueron a las internas acumulan el mayor caudal político. Según los resultados del Consejo Nacional Electoral, (CNE) el oficialista Partido Nacional obtuvo 1.2 millones de votos, el Partido Liberal 778,697 y Libre 562,430 votos. 

Con esa sumatoria de votos, Libre no puede llegar a ser gobierno, sostiene el director de Gobernanza y Estudios Aplicados de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), Lester Ramírez. Se impone así la necesidad de una alianza partidaria si se quiere vencer al partido de gobierno; no obstante, si la oposición se agrupa en dos alianzas no le ve ninguna posibilidades reales de triunfo. 

Pero la división de la oposición parece ya irremediable y el plazo para inscribir las alianzas, impostergable, ya que el 27 de mayo el organismo electoral tendría que hacer la convocatoria a elecciones generales previstas para el 28 de noviembre del 2021. 

Una oposición, dos alianzas 

Desde hace unos veinte años, refiere el analista Lester Ramírez, Rosenthal ha mantenido buenas relaciones con Manuel Zelaya, el coordinador de Libre y expresidente de Honduras, en cuyo gobierno el empresario fue secretario de la Presidencia en el período 2006 y 2008. 

Incluso, Ramírez mencionó también que después del golpe de Estado de 2009, Rosenthal fue uno de los que ayudó a “Mel” cuando regresó a Honduras a los tres meses de ser defenestrado y se refugió en la embajada de Brasil en Tegucigalpa. 

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De allí que la noticia de una posible alianza entre el empresario y la exprimera dama no sorprendió tanto, como sí lo hizo en algunos sectores hondureños el anuncio de la candidatura y el posterior triunfo de Rosenthal en unas primarias marcadas por la sospecha del fraude. 

En el contexto de la alianza partidaria, para el analista político Ramírez “hacer lo correcto es tener candidatos de altura que no tengan antecedentes, que no estén manchados”, mientras que “hacer lo que conviene es buscar de cualquier manera derrocar al Partido Nacional”.  

Pero ahora mismo ambos candidatos están pensando electoralmente, en hacer lo que conviene para sacar del poder al Partido Nacional después de tres gobiernos caracterizados por denuncias de corrupción y de tener vínculos con el narcotráfico; y si no, en los votos que estarán reflejados en una distribución del poder más adelante, añadió Ramírez. 

La huella narco en el proceso 

El investigador del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús en Honduras, Joaquín Mejía Rivera, dijo a Expediente Público que, para terminar con la continuidad de gobiernos del Partido Nacional, “es necesario establecer alianzas con todos los sectores democráticos del país, independientemente de las ideologías”, pero el requisito más importante debe ser evitar en sus filas a “enemigos de la democracia”. Esto es, a quienes han promovido y apoyado golpes de Estado, han violado la Constitución y están vinculados con la corrupción, el crimen organizado, narcotráfico y lavado de activos. 

El cartel de Los Cachiros, dirigido por los hermanos Devis Leonel y Javier Rivera Maradiaga, dominó durante más de una década el tráfico de drogas por Honduras rumbo a México y Estados Unidos. Después que se entregaron a las autoridades estadounidenses en 2015, sus testimonios en las cortes de Nueva York han permitido tener una dimensión del nivel de penetración del narcotráfico en el gobierno hondureño, con la complicidad de políticos, funcionarios, policías y militares. 

Los expresidentes Porfirio Lobo y Manuel Zelaya, así como el actual gobernante Juan Orlando Hernández, han resultado salpicados también por los hermanos Rivera Maradiaga, quienes aseguran que les pagaron sobornos. 

Partidos en su laberinto 

A juicio de Mejía Rivera, al hacer alianzas “a cualquier costo y con cualquiera” se viene abajo la legitimidad, que es uno de los grandes problemas que hay en Honduras, y se pierde la confianza ciudadana. 

Considera que “es un error tener una alianza con personajes como Yani Rosenthal”, y que de quedar este a la cabeza, “quien sale perdiendo a todas luces es Libre”, por lo que el error “menos peor” en términos de legitimidad y de ética es que Castro lidere la alianza, según Mejia Rivera. 

Mientras que, en opinión del analista político Lester Ramírez, lo mejor sería que fuera encabezada por un tercer candidato, ya que tanto Rosenthal y Castro generan rechazo en gran parte del sector hondureño. 

Ramírez es del criterio que, si se escoge a Rosenthal, este irá arrastrando el tema del narco durante todo su gobierno, y si se escoge a la exprimera dama Castro habrá también un problema con sectores de derecha que se van a poner “paranoicos y nerviosos”. Esos grupos conservadores tienen el control de los principales medios de comunicación y consorcios empresariales y harán todo lo posible para reducir y controlar ese “aspecto progresista” de Libre, por lo que habrá un choque “como el que tuvo ‘Mel’ con el Partido Liberal cuando era presidente”, señaló el analista. 

Cabos sueltos en el juego electoral 

En esta alianza con Rosenthal, Libre ha mostrado además una falta de coherencia con su planteamiento de que es un nuevo partido, sin los vicios del bipartidismo, dice Mejía Rivera. “Sin embargo, creo yo, Libre desde hace tiempo lleva en sus filas a gente señalada por vínculos con un montón de cuestiones” pendientes, afirma. 

Es el caso de Miguel Carrión, un empresario y político que estuvo preso por lavado de activos, extorsión y asociación ilícita, fue sobreseído por la justicia hondureña hace unos años y asesinado en febrero pasado en San Pedro Sula, a unos 250 kilómetros al norte de Tegucigalpa. 

También es parte de ese partido Adán Fúnez, el alcalde del municipio de Tocoa, unos 340 kilómetros al norte de la capital de Honduras, quien ha permitido el funcionamiento de una empresa minera propiedad de parientes del terrateniente fallecido Miguel Facussé, con la consiguiente criminalización de los defensores de las comunidades afectadas. 

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Pero si tener una alianza con personajes como Yani Rosenthal “es un error”, lo “menos peor” en términos de legitimidad y de ética es que sea Castro quien la lidere, analiza Mejía Rivera. 

En la reunión de más de cinco horas que Castro y Rosenthal sostuvieron el lunes 19 de abril, la cuestión de quién encabezaría la posible alianza para presidente no quedó resuelta. 

La candidata Xiomara Castro reivindicó su derecho a encabezarla y Rosenthal “pidió tiempo” para analizarlo. 

Libre en una encrucijada ante el oficialism

En 2017, la exprimera dama cedió la candidatura ante Salvador Nasralla, el entonces candidato del Partido Anticorrupción, a quien el cómputo del entonces Tribunal Supremo Electoral (TSE) iba favoreciendo en las elecciones generales del 26 de noviembre de ese año, pero después de un sospechoso apagón eléctrico la ventaja fue remontada por el presidente Juan Orlando Hernández, quien finalmente ganó la reelección presidencial. 

En el reciente proceso primario, Castro recibió 404,238 votos y Rosenthal 339,001, según el conteo del CNE. Con estas y otras consideraciones en mente, el próximo lunes 26 de abril los presidenciables podrían anunciar quién de los dos estará a la cabeza de la alianza electoral. 

En opinión del historiador y analista Rodolfo Pastor Fasquelle hay una necesidad y Libre tomó la alianza más fácil y más digerible, debido a que “con Salvador (Nasralla) y con Luis (Zelaya) fue imposible porque cada uno de ellos insiste en sustituir a la candidata” Castro.

Nasralla -a la cabeza del partido Salvador de Honduras- y los exprecandidatos de Libre Nelson Ávila y Wilfredo Méndez, rehusaron participar en el encuentro con Yani Rosenthal que convocó Xiomara Castro. 

Los dos primeros lo hicieron en rechazo al historial del candidato liberal y con la intención de formar una “alianza de los honestos” en la que también estaría Luis Zelaya -derrotado por Rosenthal en las primarias- pero que todavía no termina de configurarse. 

“Enemigos de la democracia” por doquier 

“Me parece muy bien que se intenten diferenciar con la alianza de los honestos”, dijo Joaquín Mejía Rivera. Sin embargo, “creo que como una manera de autocrítica deberían de revisar quiénes están en esa alianza de los honestos, porque al menos yo he visto a muchísima gente que fue promotora y que apoyó el golpe de Estado de 2009”. 

Por tanto, pareciera que el panorama es “bastante desalentador porque en todas partes están muy presentes y muy vinculados los llamados enemigos de la democracia», opinó el analista. 

“Aquí la pregunta es ¿le han preguntado a las bases de Libre si están de acuerdo?”, plantea Mejía Rivera sobre la alianza en ciernes entre Libre y el Partido Liberal. 

Si hay rechazo de las bases a una alianza “con personajes que son responsables de la situación actual del país” y en los que tampoco se puede confiar porque, en el caso de Rosenthal, “estuvo vinculado con el cartel de Los Cachiros”, que a su vez “han estado vinculados al Partido Nacional”, lo más probable es que no vayan a votar. 

Si la alianza se llega a conformar, “lo que va a tener son los votos duros de los partidos, pero no creo que vaya a jalar mucho voto independiente o mucho voto indeciso”, dijo por su parte el experto Ramírez. 

Sombras de la corrupción 

Además de la abstención, lo otro que podría pasar es que le den su voto a Salvador Nasralla, quien “sigue demostrando que no está embarrado en corrupción”. Pero, en todo caso, “al final creo que todo esto beneficia al Partido Nacional”, en opinión de Ramírez. 

Pero aun cuando se lograra una alternancia en el poder, eso no asegura realmente que Honduras va a cambiar de rumbo, agregó Ramírez. “Lo que cambian son las élites políticas, pero los mismos patrones siguen muy latentes”, dijo. 

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El analista Rodolfo Pastor Fasquelle dijo a su vez que “todo el sistema eleccionario de Honduras es una perversión espantosa y tengo mis dudas con respecto a la capacidad de que la alianza, la elección, el triunfo de la alianza, incluso, pueda resolver los problemas de fondo, los problemas estructurales del país”. 

Los líderes de Libre no entienden que “cuando lleguen al gobierno no van a poder gobernar para resolver los problemas del país” porque tendrán que gobernar con un Congreso Nacional, que es el que va a poner la Fiscalía, la Procuraduría y las autoridades electorales, entre otras, sostuvo el también exministro de “Mel” Zelaya. 

Con ese esquema, Pastor Fasquelle es de la opinión que “no hay manera que un simple gobernante, un presidente de la República (pueda) resolver los problemas de país. Estamos en una situación terrible”, insistió.

El peor escenario de Honduras

El peor escenario, dice también Lester Ramírez es seguir en esta espiral de ingobernabilidad con un Estado muy frágil que no pueda responder a las necesidades de la población y que “posiblemente nos vayamos acercando más a comportamientos como Haití”, la nación más pobre y corruptos de América Latina. Algo que desde afuera ya se vislumbra.

Para el director de Gobernanza y Estudios Aplicados de la ASJ, se trata de una situación “bien precaria para la población”, cuyas consecuencias son el incremento de la migración, del descontento social y de la violencia.