El informe «Libertad en el mundo 2021, Democracia sitiada«, del organismo internacional Freedom House, revela que se experimenta una «larga recesión democrática» en el mundo agravada por la pandemia de coronavirus.
EXPEDIENTE PÚBLICO
La pandemia del Covid-19, la crisis económica y los conflictos violentos ayudaron en el 2020 a que los regímenes autoritarios y tiranías de diferentes partes del mundo tuvieran un mayor control sobre sus ciudadanos, lo que supuso un deterioro de las democracias, alertó el más reciente informe de derechos políticos y libertades civiles «Libertad en el Mundo 2021, democracia sitiada», de la organización Freedom House.
La investigación asegura que «en nombre de la salud pública» los gobiernos considerados tiranías usaron tácticas de represión contra activistas de derechos humanos y organismos de la sociedad civil, lo que provocó que la proporción de países en donde no hay libertades, sea el más alto en los últimos 15 años, algo que no se veía desde 1995.
Freedom House es una organización no gubernamental fundada en 1941 que monitorea y analiza los derechos humanos y el estado de las democracias de los países del mundo. Tiene su sede en Washington DC, Estado Unidos y en otros doce países.
«Uno de los hallazgos más importantes que tiene este informe a nivel mundial, es primero, que es el décimo quinto año consecutivo que vemos un deterioro de los indicadores que mide el informe. Por primera vez los países que se han deteriorado, son más que los países que han mejorado. Unos 73 países de los 195 que analizamos han tenido un deterioro en sus índices y debido a que la India ha sido calificada en el informe de un país libre a uno parcialmente libre, podemos argumentar que el 75 por ciento de la población del mundo ahora vive en una sociedad no libre o parcialmente libre y solamente el 20 por ciento de la población del mundo vive en países que son considerados libres», explicó Gerardo Berthin, director para América Latina de Freedom House.
Estos «golpes fulminantes» a las democracias, marcaron según Berthin, el declive de las libertades a nivel global, por lo que el documento estima que se profundiza «la larga recesión democrática» que se experimenta en el mundo.
Casi el 75 por ciento de la población mundial vive actualmente en países con deterioros democráticos en los que los líderes políticos buscan constantemente escapar de la rendición de cuentas y los actores antidemocráticos, ven una excelente oportunidad para consolidar y aumentar su poder.
Encubrimiento del virus
Uno de los países en los que más se profundizó el deterioro democrático, fue en China donde se intensificó la desinformación y censura global para, según el informe, «contrarrestar las consecuencias de su encubrimiento de la brote inicial del coronavirus», que obstaculizó gravemente una rápida respuesta mundial en los primeros días de la pandemia.
También China tuvo una importante intromisión e influencia en democracias extranjeras, una continua violación de los derechos humanos de sus ciudadanos y contribuyó a la demolición de las libertades y amenazar la autonomía jurídica de Hong Kong.
A nivel internacional, el régimen chino ha ganado influencia en las instituciones multilaterales como el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, ONU, impulsando alianzas autocráticas y una visión de «no interferencia» que le permite abusos a sus ciudadanos y que los delitos de derechos humanos queden impunes.
Lea también: Régimen de Nicaragua sigue libreto del autoritarismo mundial contra las organizaciones de la sociedad civil
Tras la propagación del virus, China proporcionó suministros médicos a varios países, pero «a menudo describía las ventas como donaciones y hacía eventos de propaganda orquestados con los gobiernos receptores». Sin embargo, Beijing también buscó desviar la atención del origen del Covid-19 como cuando medios estatales chinos sugirieron que el coronavirus en realidad se había originado en Italia.
La política de Beijing ha sido «exportar tácticas antidemocráticos, coerción financiera a diferentes países e intimidación física a sus ciudadanos, lo que llevado a una erosión de las instituciones democráticas y los derechos humanos» en su país.
Ocultamiento de información
En el 2020 a nivel global, hubo olas de información falsa y, en algunos casos, generadas deliberadamente por líderes políticos para ocultar datos sobre el Covid-19, lo que puso en peligro miles de vidas.
Aunque algunos de los países con instituciones democráticas fuertes aseguraron que las restricciones a la libertad durante la pandemia no violentaran los derechos de los ciudadanos, otros países como Venezuela y Camboya, explotaron esta crisis para sofocar a la oposición y fortalecer su poder. O en algunos casos, las naciones autoritarias usaron la fuerza militar para resolver disputas políticas.
Se observó el agravamiento de algunos conflictos de vieja data como en Libia y Yemen; mientras que los líderes de Etiopía y Azerbaiyán promovieron acciones militares en las regiones de Tigray y Nagorno-Karabaj, respectivamente, con el apoyo de Eritrea y Turquía, desestabilizando varias zonas vecinas, «lo que hizo pedazos» las esperanzas de avances democráticos tanto en Armenia como en Etiopía.
La India, la democracia más poblada del mundo, cayó del estatus de «libre» a «parcialmente libre» porque el año pasado el gobierno del primer ministro, Narendra Modi, y sus aliados reprimieron con dureza a sus críticos y su respuesta al Covid-19 incluyó un equivocado confinamiento, que provocó el peligroso desplazamiento de millones de trabajadores migrantes internos.
Lea también: Nicaragua, Honduras y El Salvador en caída libre en corrupción e impunidad
El gobernante Modi alentó la peligrosa idea de que los musulmanes eran los responsables de la propagación del virus y fueron atacados y hasta linchados por turbas. Esto ha hecho ver que Modi y su partido «están conduciendo trágicamente a la propia India hacia el autoritarismo».
La caída de la India de los rangos superiores de las naciones libres, «podría tener un impacto particularmente dañino en la democracia global», analiza el informe de Freedom House.
El fenómeno Trump
Por su parte, Estados Unidos en los primeros días de 2021, mostró al mundo «el lamentable estado de su democracia» cuando una turba insurreccional, incitada por el presidente saliente, Donald Trump, quien durante meses se negó a admitir su derrota en las elecciones de noviembre de 2020, irrumpió en el Congreso para interrumpir el proceso de certificación de las votaciones.
Berthin explicó que en el caso de Estados Unidos, ha continuado el deterioro de su sistema democrático ya que en el año 2011, tenía 94 puntos de 100 de la escala máxima del informe, estando al mismo nivel que las democracias de Alemania y Francia, pero ahora solo tiene 83 puntos, es decir, que ha perdido 11 puntos y ahora está más cercano a países como Panamá y Rumania.
Este evento coronó un difícil año en el que la administración Trump intentó socavar la rendición de cuentas por acusaciones de malversación de fondos, incluido el despido de inspectores generales responsables de erradicar su mala conducta financiera y toleró la violencia desproporcionada por parte de la Policía a protestas masivas en todo el país que pedían el fin de la sistémica injusticia racial.
Fortalecer las instituciones
Si Estados Unidos quiere proteger su venerable democracia y recuperar la credibilidad global, Freedom House recomienda que el nuevo presidente Joe Biden, «tendrá que trabajar para fortalecer sus institucionales, restaurar sus normas cívicas y mantener la promesa de sus principios básicos de democracia para toda la sociedad».
Esta exposición de la vulnerabilidad de la democracia estadounidense, tiene «graves implicaciones» en la causa global de la libertad. Líderes y propagandistas de estados autoritarios, siempre han señalado los errores de Estados Unidos para desviar la atención de sus propios abusos y los eventos de sucedidos antes y después de las elecciones estadounidenses, les darán «un abundante material» para desprestigiar la democracia de ese país y su rol en el mundo.
Puede interesarle: Entre cruces y balas: la tormentosa relación del FSLN con la Iglesia Católica
Países como Rusia a través de Maria Zakharova, portavoz de la Cancillería, han dicho por ejemplo, que «los eventos en Washington muestran que el proceso electoral estadounidense es arcaico, no cumple estándares modernos, y es propenso a violaciones».
Por su parte, el presidente de Zimbawe Emmerson Mnangagwa, comentó que el incidente «demostró que Estados Unidos no tiene derecho moral a castigar a otra nación con el pretexto de defender la democracia».
Freedom House señala que, para incidir en un cambio a corto plazo, «se necesita de un liderazgo global y la solidaridad de los estados democráticos. Se requiere de gobiernos que entiendan el valor de democracia, incluyendo a la nueva administración en Washington». También deben apuntalar su credibilidad y fortalecer sus instituciones frente a políticos que están dispuestos a pisotear la democracia con tal de mantener el poder.
«Si las sociedades libres no toman estos pasos básicos, el mundo se volverá cada vez más hostil a los valores que aprecian y ningún país estará a salvo de los efectos destructivos de las dictaduras», advierte el informe.
El largo brazo del Covid-19
El análisis del organismo internacional detectó que los movimientos de protesta generalizados que se dieron en diferentes partes del mundo en 2019, a menudo chocaron con el aumento de la represión en el 2020. Si bien hubo protestas exitosas en países como Chile y Sudán que condujeron a mejoras democráticas, hubo más ejemplos de regímenes opresivos que reprimieron a los manifestantes.
Lea además: Pandora, la respuesta de las elites y la justicia a la lucha anticorrupción en Honduras
Se estima que de casi dos docenas de países que en 2019 experimentaron grandes protestas, muchos de ellos en el año 2020 sufrieron una disminución de los derechos humanos y la libertad.
Desde que a principios de 2020 el Covid-19 se extendió por el mundo, se ha exacerbado el declive global de las libertades. El brote expuso debilidades en todos los pilares de la democracia de los países, desde desproporcionadas restricciones a las libertades de reunión y circulación, hasta ciudadanos de estados autoritarios con menos herramientas para resistir y corregir las políticas nocivas de sus líderes.
La transparencia fue uno de los aspectos más afectados durante la pandemia. Por ejemplo, funcionarios nacionales y locales en China continuamente obstruyeron la información sobre el brote, incluso mediante la detención masiva de usuarios de Internet que informaban sobre los casos.
En Filipinas el presidente Rodrigo Duterte, intensificó el acoso y arresto de usuarios de redes sociales, incluidos aquellos que criticaron las primeras respuestas del Gobierno a la pandemia. Duterte cerró medios de comunicación, arrestó a usuarios de las redes sociales y a periodistas por publicaciones críticas sobre el manejo de la pandemia y adoptó una nueva ley antiterrorista, redactada de manera vaga que permite a las personas ser etiquetadas arbitrariamente como una amenaza, para detenerlas sin orden judicial.
En Camboya por su parte, el primer ministro Hun Sen, ordenó la detención de numerosas personas por supuestamente difundir información vinculada al virus y criticar la tardía respuesta del Estado.
Lea también: “Sabíamos que los datos del Ministerio de Salud eran falsos”
Los gobiernos también desplegaron herramientas de vigilancia intrusivas que a menudo tenían un valor dudoso para defender la salud pública y la ciudadanía tenía pocas alternativas para defenderse ante estos abusos.
El Covid-19 provocó que muchos países cambiaran las normas de movilización y reunión «que serán muy difícil revertir después de que el virus haya sido contenido», se advirtió en el análisis. Uno de estos ejemplos fue Hungría, donde se dictaron una serie de medidas de emergencia que permitieron a las autoridades gobernar por decreto a pesar de que al principio los casos de coronavirus eran pocos en el país.
En Indonesia las fuerzas armadas y de seguridad fueron actores claves en la respuesta a la pandemia. Figuras militares ocuparon puestos de liderazgo con una «creciente influencia de las fuerzas armadas sobre la gobernanza civil».
A pesar de que el Covid-19 infligió sufrimiento en todas partes del mundo, «el notoriamente opaco gobierno de Turkmenistán permaneció en negación, afirmando inverosímilmente que el país estaba libre del virus», sostiene el informe de medición de la democracia.
Puede interesarle: Anonimato por seguridad: el riesgo de buscar la verdad en Nicaragua
Las restricciones de movimientos
Los líderes de naciones europeas también enfrentaron decisiones difíciles, posponiendo elecciones y cerrando ciudades para contener el virus. Sin embargo, algunas decisiones fueron implementadas de manera imperfecta aplicando restricciones de movimiento, por ejemplo, a grupos marginados, incluidos los inmigrantes en Francia y Roma.
Como no pudieron contener el virus, muchos gobiernos, incluidos los de Reino Unido y España, limitaron el escrutinio público de su toma de decisiones, mientras que en Holanda se dieron protecciones laborales inadecuadas y en otros lugares se agravó el riesgo de enfermedad para trabajadores con salarios bajos.
En países donde las instituciones democráticas ya estaban bajo ataque, los líderes populistas de derecha explotaron activamente la pandemia. El parlamento de Hungría rápidamente entregó poderes especiales al primer ministro Viktor Orbán, para por ejemplo, extender de modo indefinido el estado de alarma por el Covid-19.
Mientras en África varios Gobiernos de la zona este y norte del continente, tomaron ventaja de la pandemia para reprimir protestas, en Jordania las leyes de emergencia fueron usadas para detener a decenas de maestros que participaban en protestas y el mayor sindicato de docentes fue disuelto. Debido a esto, este país pasó del estatus de «parcialmente libre» a «no libre».
Otro caso llamativo sucedió en Sri Lanka, donde a principios de marzo de 2020, el presidente Gotabaya Rajapaksa disolvió el Parlamento para celebrar elecciones el mes siguiente. Estos cambios le permitieron tomar decisiones ejecutivas como nombrar cargos ministeriales y disolver la legislatura después de haber cumplido solo la mitad de su mandato.
En Camboya la legislatura unipartidista aprobó una nueva ley de emergencia que empoderó al Gobierno para vigilar y arrestar a cualquier persona que expresara su disensión. Estudiantes y académicos en Indonesia fueron arrestados y golpeados para así desalentar la crítica al Gobierno sobre una gran variedad de problemas que padecen.
Lea también: Pandemia Covid-19 profundizará más el desempleo y la pobreza en Honduras
Elecciones en entredicho
El aumento de arrestos y procesamientos judiciales en Singapur ha dejado a los residentes con menor capacidad de protestar, mientras que Tailandia pasó de ser un país «parcialmente libre» a «no libre» porque los llamados de la población para que se hicieran reformas democráticas del sistema político, se encontraron con una respuesta oficial de arrestos y el uso de cañones de agua contra los manifestantes.
En resumen, la violenta represión del Ejército tailandés y la abolición del partido de oposición conocido como Futuro Adelante, revirtió los pocos progresos democráticos que se habían experimentado en esa nación.
En el informe, Freedom House resalta que el proceso de elecciones parlamentarias «descaradamente fraudulentas» en Kirguistán, desataron protestas que fueron rápidamente cooptadas por elementos criminales, y Sadyr Zhaparov, un político nacionalista que fue condenado por secuestro; tomó el poder ocupando los cargos de primer ministro y presidente.
A finales del 2020, Zhaparov había avanzado en un nuevo proyecto de Constitución con el que podría reformar el sistema político de Kirguistán hacia un modelo igual de autoritario que el de sus vecinos. Debido a esto, el país tuvo una disminución de 11 puntos en la escala democrática y pasó a ser un país «no libre».
La segunda mayor disminución en el informe de este año se produjo en el caso de Bielorrusia, que perdió ocho puntos después que las fuerzas de seguridad aplastaron las manifestaciones antigubernamentales provocadas por la reelección fraudulenta de Alyaksandr Lukashenka. La represión dejó varios manifestantes muertos y cientos en riesgo de tortura en las cárceles del país.
En Rusia el presidente Vladimir Putin garantizó su permanencia en el poder hasta el año 2036 después de «un referéndum amañado», valora el reporte. En Georgia, comparativamente libre con otras naciones, tuvo elecciones parlamentarias dudosas que profundizaron la crisis política y como respuesta, la segunda ronda de votaciones fue boicoteada por la oposición.
Puede interesarle: Departamento del Tesoro sanciona a fiscal general Ana Julia Guido: pieza clave del sistema represivo en Nicaragua
Sanciones para violadores de derechos humanos
Además, la pandemia del Covid-19 no es la única emergencia global que tiene el potencial de erosionar las democracias, afirma el informe de Freedom House. Los efectos del cambio climático tienen un impacto a largo plazo por el masivo desplazamiento de personas de los países afectados, sumado a nacionalismo, xenofobia y políticas racistas de otras naciones que reciben a estas poblaciones.
Sin embargo, la democracia también ha demostrado su adaptación a estas circunstancias porque se han dado buenos procesos electorales como en Montenegro y Bolivia.
A pesar de todas las situaciones adversas en el mundo, fue notorio que los periodistas, incluso en los entornos más represivos como en China, develaron las transgresiones del Gobierno y la gente de Bulgaria, la India o Brasil continuó expresando su descontento sobre temas que van desde la corrupción y la desigualdad sistémica, al mal manejo de la crisis de salud, dejando saber a sus líderes que el deseo de gobernanza transparente y democrática, no será reprimido fácilmente.
El estudio aconseja a los grandes países democráticos a «utilizar sanciones específicas para los violadores de derechos humanos y funcionarios corruptos» de los países donde hay dictaduras y aunque tales sanciones no son una solución, son una herramienta poderosa para disuadir este tipo de comportamiento.
Puede interesarle: Defensores de Derechos Humanos seguirán denunciando a regímenes dictatoriales
«Las democracias deberían idear estrategias para implementar sanciones selectivas y coordinar esfuerzos para imponer conjuntamente sanciones a violadores de derechos humanos» como lo han hecho recientemente Estados Unidos, Canadá y Reino Unido.
El informe sobre el estado de las libertades, concluye que «la democracia de hoy está asediada, pero no derrotada. Su perdurable popularidad en un mundo más hostil y su perseverancia después de un año devastador por el Covid-19, son señales de resiliencia. Eso es un buen augurio para el futuro de la libertad».
Lea mañana: «Hay mucho en juego» en las elecciones presidenciales de Honduras. Gerardo Berthin, director para América Latina de Freedom House, analiza el panorama democrático de Honduras, Nicaragua y El Salvador.