*Alessandra Pinna, directora adjunta para América Latina y el Caribe de Freedom House, explicó a Expediente Público que la persecución contra defensores de derechos humanos ha convertido a estas personas en un grupo vulnerable, pero su trabajo es fundamental en el contexto de Nicaragua.
**Es defensor de los derechos humanos cualquier persona “que pone su vida en riesgo por promover los derechos humanos y las libertades fundamentales”, consideró la experta.
***Estudio de Freedom House analiza los casos de los promotores nicaragüenses exiliados en Costa Rica y los venezolanos en Colombia.
Expediente Público
Desde 2018 el Gobierno de Nicaragua inició la oleada represiva más violenta del continente en las últimas décadas. En su intento por callar protestas, los testimonios de los abusos e imponer su narrativa de supuesto “golpe de Estado”, expulsó a todas las organizaciones internacionales de derechos humanos, prohibió el trabajo de la mayoría de organizaciones nacionales, persiguió y enjuició no solo a promotores, sino, a toda voz disidente, por ejemplo, médicos, estudiantes, ambientalistas, periodistas y abogados que denunciaban los abusos.
El reporte de Freedom House presentado el 3 de febrero “Defendiendo a los defensores y activistas de derechos humanos y de la democracia en América Latina”, incluye dos estudios de casos de exiliados, como son los promotores nicaragüenses en Costa Rica y los venezolanos en Colombia.
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La publicación señaló que los defensores de derechos humanos nicaragüenses exiliados en Costa Rica tienen grandes dificultades para estabilizarse, aunque muchos de ellos tienen ya más de tres años refugiados en ese país. Entre los principales problemas que tienen están “encontrar empleo fijo, vivienda y estabilidad económica y, en última instancia, continuar su trabajo en temas de derechos humanos relacionados a Nicaragua”.
Sobre la implicación de los resultados de este estudio y lo que significa para el futuro trabajo de los defensores de derechos humanos en Nicaragua, Expediente Público conversó con Alessandra Pinna, directora adjunta para América Latina y el Caribe de la fundación Freedom House, con sede en Washington.
Pinna es especialista en derechos humanos, gobernanza y sociedad civil, tiene un doctorado en Ciencias Políticas y Estudios Democráticos del Instituto Italiano de Ciencias Humanas y la Escuela Normal Superior de Florencia, también ha participado en programas de investigación en la Universidad de Yale y la Universidad de Belgrado.
¿Cómo surge la idea de hacer un estudio de caso sobre los defensores nicaragüenses exiliados en Costa Rica?
En los últimos años Freedom House notaba que había un número de defensores de derechos humanos amenazado, víctimas de violencia y acoso. Además, esta situación obligó a un número creciente a exiliarse y refugiarse en otros países. Esta situación nos llamó muchísimo la atención, y llegó el momento de reflexionar por qué los defensores se encuentran en este punto y sobre todo, qué podemos hacer como comunidad internacional para ayudar a estos defensores a restablecer su vida en otros países y sobre todo a poner las condiciones para que ellos y ellas puedan seguir con un buen trabajo en la defensa de los derechos humanos y la democracia en su país de origen.
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¿Cuánto tiempo tardaron en elaborar esta investigación?
Nosotros apoyamos a los defensores desde siempre, pero empezamos a pensar este informe e investigar este fenómeno, hace más de un año.
Hay dos estudios de casos sobre Nicaragua y Venezuela. ¿Qué estaban observando en estos países ante de empezar?
Cuando uno empieza una investigación es porque hay una necesidad, un problema, pero hacer todas las entrevistas con los distintos defensores y defensoras, nos ha dado la medida de la situación, nos ha permitido entender lo grave de la situación y las similitudes de los defensores que se encuentran en riesgo, atacados y en exilio.
Hay afinidad sobre todo entre los venezolanos y nicaragüenses, pero también hay comunidades y grupos de defensores en riesgo en otras partes, los defensores de la tierra y los indígenas, encuentran problemas similares en toda la región. También hay elementos comunes entre los periodistas independientes, pienso en México donde los periodistas se encuentran en mucha situación de riesgo.
¿Qué le sorprendió más de los resultados de Nicaragua?
Teníamos la idea que era un problema complejo, y requería atención desde puntos de vistas distintos. Hablando con los diferentes defensores y defensoras nos dimos cuenta de la gravedad, de cuántos problemas se encuentran al estar en su país y en el país de acogida, esta situación necesita apoyo complejo y multidimensional, que no se puede resolver una dimensión de la situación, si no se hace de manera holística, esta es la palabra clave, accionar en las distintas áreas problemáticas en las que el activista se encuentra.
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Durante la presentación del estudio se habló de este enfoque holístico, ¿cómo se estaba enfocando antes la situación de los defensores de derechos humanos?
Tradicionalmente el tema de la seguridad se ha focalizado en la cuestión física, pensamos en la seguridad del cuerpo, protegerse de ataques físicos, amenazas que pueden alterar la seguridad de la persona, también pensamos en la seguridad digital, en la seguridad de nuestra información, de cómo comunicamos. Esto no es suficiente cuando hablamos de activistas que tuvieron que abandonar su país y se encuentran en una situación traumática y que tuvieron que dejar familia, amigos, dejar todo atrás y empezar una nueva vida. Estamos hablando de una situación emocional crítica donde al apoyo psicoemocional y psicosocial es crucial.
Ahora no solo hablamos de seguridad en conexión con el cuerpo o solo con aspectos digitales, hablamos de una seguridad holística que tenga en consideración la persona completa, poniendo en primer lugar la seguridad psicoemocional y psicosocial en relación a la comunidad.
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¿Qué dinámicas diferencian a los defensores de Nicaragua exiliados en Colombia y los de Venezuela en Colombia?
Desafortunadamente el Gobierno de Nicaragua tiene muchísimas afinidades con el venezolano. Ambos son regímenes autoritarios que desafortunadamente han golpeado a la sociedad civil criminalizando su labor, un aspecto distinto entre los dos, son los números de los exiliados, a pesar que viven una situación muy similar es increíble el número de defensores nicaragüenses que se encuentran en Costa Rica. La sociedad civil nicaragüense ha sufrido mucha violencia y muchos ataques directos con el fin último de ponerlos en exilio forzoso porque no hay otra alternativa para sobrevivir, la situación es muy crítica.
Al mismo tiempo vemos que la sociedad civil nicaragüense en Costa Rica es organizada, activa y tiene resiliencia, pero está en nosotros la comunidad internacional proporcionar los recursos y las formas de apoyo holístico que hablaba antes, para permitir a estos actores permanecer en sus trabajos, porque tienen una carga emocional y una situación traumática que tienen que superar y es muy difícil.
¿Sigue la separación familiar después de varios años, cómo se aborda la reunificación?
Es un drama muy común, el activista se encuentra en una situación de riesgo a causa de su labor en los derechos humanos, esto causa dolor y una sensación de mucha frustración. Aveces, para no dejar la familia, los activistas se mantienen en una situación de peligro, sabiendo que es inminente el ataque. A veces, entiende que necesita dejar su país, pero su familia no puede estar con él o con ella, es parte del dolor y el trauma, a veces, reunirse con su familia en el futuro es posible, a veces no es posible.
Cuando hablamos de apoyo holístico lo escuchamos bien, activistas requieren apoyo para legalizar su estatus migratorio, la posibilidad de trabajar y también reunificarse con su familia, muchas veces no existe esta situación porque no hay apoyo holístico en todas estas áreas, hay algunas organizaciones en los países de acogida que prestan algunas formas de apoyo legal, médico y psicoemocional, pero no hay un lugar que pueda proporcionar estos servicios a todos los que la necesitan. Ahí es donde necesitamos pensar cómo ayudar a la comunidad de defensores y defensoras de derechos humanos en el exilio.
En Costa Rica las redes paraestatales de Nicaragua están activas, han hecho atentados y amenazas a defensores de derechos humanos. ¿Cómo han tratado esto?
Como Freedom House publicamos el año pasado un informe sobre la represión transnacional, sabemos que las dictaduras en el mundo usan represión a nivel transnacional, los confines del país no son un límite último, el nuevo informe no está enfocado en esto, pero sí lo menciona, no porque nosotros queramos, sino, porque los defensores lo dicen. A veces, ir al exilio no garantiza la seguridad psicoemocional y física del individuo porque estos grupos criminales aliados de estos gobiernos siguen efectuando actos represivos contra defensores de derechos humanos.
La comunidad internacional y los países de acogida necesitan proporcionar servicios y recursos para mejorar la seguridad del individuo. Además, el activista se encuentra en un país más democrático y se siente más seguro y piensa que ya no tiene que vigilar su seguridad, ahí es donde vive un estado de vulnerabilidad y los grupos criminales se aprovechan.
¿Cómo afecta la pandemia a los defensores que en Nicaragua ven que se niega el impacto y en Costa Rica tienen amplias restricciones?
La pandemia de la COVID-19 afectó de manera muy negativa a todos los países. Esto lo analizamos el año pasado (Democracia y pandemia), pero las primeras víctimas son los ciudadanos de los gobiernos autoritarios. El gobierno de Nicaragua ha golpeado activamente de manera interna a su pueblo; primero, negando la presencia de la pandemia, pero también amenazando y atacando no solo a los defensores de derechos humanos con la excusa de la distancia social, también al prohibir encontrarse en las calles (reuniones y manifestaciones), pero los médicos y las enfermeras y los que denuncian la pandemia, los que reportan la situación de los hospitales, estas personas que son profesionales han sido atacadas, ahí un médico es un defensor al derecho a la vida, a los derechos humanos.
En Costa Rica, hablamos de una situación distinta, pero la pandemia afecta negativamente una población que ya se encontraba en una situación de sufrimiento, traumática, esto ha causa más estrés, más problemas de acceso a la vacuna y la atención médica, esto ha tenidos consecuencias psicoemocionales.
Además de los médicos como defensores, el estudio involucra a periodistas y estudiantes, miembros de comunidades de género e indígenas, ¿por qué?
Es defensor de los derechos humanos cualquier persona que defienda y promueva los derechos humanos, esta es la definición de Naciones Unidas que como Freedom House consideramos como la mejor. En los últimos 15 años hablamos más de defensores que de activistas, esto porque es un concepto muy grande. Todos los que se encuentran en una situación de promoción activa de los derechos humanos no pueden ser excluido de este concepto, por ejemplo, los médicos en una situación de democracia no son defensores son profesionales, pero cuando su vida está en riesgo por defender el derecho a la vida, ya esto lo hace un defensor, cuando los periodista para contar la verdad se encuentran en una situación de riesgo, se encuentran amenazados, bajo vigilancia o censurados, ¿cómo no definirlos como defensores de derechos humanos, si defienden el derecho a la verdad, el conocimiento, la expresión?, libertades fundamentales para cada ciudadano del mundo, es muy importante que tengamos una visión bastante flexible de defensores para incluir a todos los que ponen su vida en riesgo por promover los derechos humanos y las libertades fundamentales.
¿Cuál sería la primera recomendación para mejorar el marco de protección para los defensores de derechos humanos?
Primero es importante escuchar a los defensores, promover un espacio de diálogo entre los defensores que se encuentran en países distintos, que tienen distinta situación, que vienen de diferentes países de origen, conocer sus necesidades con el objetivo de responder con acciones concretas.
La comunidad internacional, las organizaciones y donantes, no solo se deben limitar a escuchar, sino, a tomar medidas que puedan mitigar todas estas situaciones problemáticas, existen refugios para defensores, pero los servicios que proporcionan no tienen la capacidad de responder a todas las necesidades. En algunos países hay más refugios que en otros, donde hay, faltan servicios.
Es importante sintetizar las diferentes recomendaciones con otros elementos: escuchar necesidades, individualizar iniciativas de manera coordinada para no crear sobreposición o para ser más efectivos desde el punto de vista de la comunidad internacional.
El estudio es particular a los exiliados, pero ¿qué pasa con los defensores que quedaron y quieren ejercer su trabajo?
Es importante pensar en las medidas de prevención. El exilo es la conclusión de un proceso que inicia en el país, para los que siguen en Nicaragua es importante proporcionar los recursos y los apoyos que pueden evitar el exilio, prevenir los riesgos y ataques, crear una conciencia para reconocer las situaciones de riesgos y cómo reducir el perfil para mitigar ataques inminentes.
¿Quién defiende a los defensores?
Parece un juego de palabras, pero es la realidad, ellos defienden los derechos humanos, pero al hacerlo, se ponen ellos mismos en una situación de riesgo. Nadie puede defendernos mejor que nosotros mismos, aprender el autocuidado es fundamental, preparar una mentalidad que siempre haga las preguntas importantes al momento justo, por ejemplo, siempre cuestionar si la seguridad se encuentra en riesgo, si necesita cambiar la rutina, cada defensor y defensora tiene sus propias circunstancias, pero es importante que expertos en seguridad física, digital, psicoemocional, enseñen cómo auto cuidarse y elaborar una estrategia con la cual respaldarse.
¿Cuál sería su conclusión al final de este estudio?
El trabajo de las defensoras y defensores es fundamental y sobre todo en los contextos difíciles y dramáticos como Nicaragua, Venezuela y Cuba. El exilio es un elemento muy traumático en la vida de cada uno, para algunos esto representa la derrota del propio activista, para otros, el desplazamiento del país que ama.
Necesitamos pensar no solo en garantizar la seguridad dentro del país o en el exilio cuando no hay alternativa, también asegurar que el activista siga con su trabajo, porque esto mantiene la conexión entre el individuo y la causa que representa su misión, la cuestión es mucho más compleja que solo garantizar una seguridad física, a veces, los defensores se encuentran en una condición de bienestar en su cuerpo, pero no representa lo mismo en términos de su alma. Necesitamos considerar todos los elementos y entre ellos cómo garantizar las condiciones para que no pare de defender los derechos humanos.