Desde 1899 hasta la actualidad, la Contraloría General de la República (CGR), ha sido utilizada como un arma para presionar a los adversarios políticos del gobierno de turno, y hacerse de la vista gorda con la corrupción de los allegados a ese gobierno.
Este trabajo especial ofrece un recorrido por algunos de los hitos más importantes de la historia de la Contraloría, centrándose en la forma en que el Pacto Alemán – Ortega de finales del Siglo XX, desnaturalizó sus funciones, y la constituyó en una oficina al servicio de los pactantes, hasta terminar convertida en un escudo para la corrupción y los corruptos del Siglo XXI.
La clave fue la colegiación: la repartición de cargos entre el FSLN y el PLC, que estaba supuesta a elevar la calidad de la fiscalización y la toma de decisiones, solo sirvió para repartir cargos a ‘compañeros’ y ‘correligionarios’, absolutamente complacientes con sus caudillos, y en última instancia, con Daniel Ortega, lo que la convirtió en una institución que no oye, no hace y no ve.