La presencia rusa en América Latina tiene incidencias diversas en la región, con niveles superiores a las que tuvo en la época de la Unión Soviética. Esas incidencias van desde lo militar a lo económico, pasando por la seguridad y la geopolítica y con claras afinidades a regímenes autoritarios de todos los signos.
Lo más llamativo de esa relación, según advierte el politólogo e historiador cubano, Armando Chaguaceda, en una entrevista con Expediente Público, es que la colaboración rusa incluye la enseñanza-aprendizaje de la represión hacia las libertades y derechos de los ciudadanos.
Mientras tanto, Estados Unidos ha tenido una preocupación tardía a la presencia de Rusia en América Latina y eso le ha permitido expandir sus negocios, sus alianzas y su máquina de propaganda. Uno de esos casos emblemáticos es Nicaragua donde la dictadura de Daniel Ortega incluso ha permitido la presencia de tropas rusas.