Nasry Asfura, Salvador Nasralla y  Xiomara Castro aparecen como favoritos en la intención de votos, según diferentes sondeos en los que no hay transparencia acerca de quién los financia.

¿Encuestas a la medida en la campaña electoral de Honduras?

*El candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura, el de la alianza UNOH, Salvador Nasralla, y la candidata de Libre, Xiomara Castro, aparecen como favoritos en la intención de voto, según diferentes sondeos en los que no hay transparencia acerca de quién los financia


Expediente Público

La guerra de las encuestas ha iniciado en Honduras a medida que se acerca la fecha para las votaciones del 28 de noviembre cuando los hondureños elegirán nuevo gobierno, diputados, alcaldes y congresistas al Parlamento Centroamericano.

El bazar de la política hondureña, ha sido adornado con la difusión de las encuestas de percepción acerca de quién lidera los sondeos electorales, en donde las principales fuerzas políticas en contienda se declaran triunfalistas e interpretan los resultados a su conveniencia. Pero ha sido la encuesta de la firma Cid Gallup, publicada el 10 de septiembre, la que avivó las pasiones políticas y también la controversia.

De acuerdo a Cid Gallup, un 38 por ciento de los encuestados en el sondeo realizado entre el 1 y el 7 de septiembre, cree que el candidato del oficialista Partido Nacional, Nasry Asfura, será el próximo presidente de Honduras, seguido de Xiomara Castro, la candidata de Libertad y Refundación (Libre), con un 19%, Salvador Nasralla del Partido Salvador de Honduras (PSH) con un 14% y Yani Rosenthal del Partido Liberal (PL), con un 9%.

En el caso de Salvador Nasralla, éste corre por tercera vez, como el candidato de la alianza Unión Nacional Opositora de Honduras (UNOH) que conforman los partidos PSH y el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU/SD) a nivel electivo presidencial, únicamente.

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En cuanto a la intención de voto, Nasry Asfura también lidera con un 26%, seguido por Xiomara Castro con 21%, Salvador Nasralla con 19% y Yani Rosenthal con 12%. El sondeo se hizo con una muestra de 1,288 personas y tiene un margen de error de aproximadamente + – 2.8% en sus resultados totales.

A nivel de partidos políticos, la firma encuestadora señala que el Partido Nacional (PN), en el poder en los últimos 12 años, sigue teniendo una base de respaldo del 31% dentro de las preferencias partidarias, seguido de los partidos Libre y Liberal con 13%, respectivamente, en tanto el PSH sale con un 6% de preferencia, Ninguno/no sabe 36%, Otro con un 1%.

Los resultados de la encuesta fueron dados a conocer a menos de 80 días para los comicios y semanas después de que el gerente general de CID-Gallup, Luis Haug, diera como favorito a Nasralla en el programa de televisión Frente a Frente del canal Telecorporación Salvadoreña (TCS). Haug fue entrevistado en relación a un sondeo regional de opinión que CID-Gallup realizó en agosto a 2,400 personas, 400 por país, en Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y República Dominicana, con un nivel de confianza del 95%.

Según los resultados de esa encuesta, el presidente salvadoreño Nayib Bukele es el mandatario más conocido y con mejor imagen en la región, mientras que su homólogo nicaragüense Daniel Ortega le sigue como el segundo más conocido, pero es el peor evaluado en su imagen. Por su parte, el presidente hondureño Juan Orlando Hernández se ubica en cuarto lugar en cuanto al porcentaje que lo conoce y en el segundo en imagen desfavorable.

“En estos momentos Salvador Nasralla, candidato de oposición, va en primer lugar”, dijo Haug en la transmisión del 18 de agosto. En tanto, Nasry Asfura, “va en el segundo lugar con aproximadamente un 20%”, señaló al referirse al tema de las elecciones generales en Honduras. Hoy, los datos de la Cid Gallup para Honduras, dieron un giro radical que abre la controversia.

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Encuestas buscan “inducir” el voto

“Es difícil entender cómo las cosas hayan cambiado tan rápidamente, si hace pocos días se planteaba un ganador y hoy se señala otro”, declaró a Expediente Público el analista político hondureño, Raúl Pineda Alvarado, al comentar los resultados de la nueva encuesta en los que ahora la ventaja la obtiene el candidato oficialista.

“Una empresa seria debe tener mucho cuidado en este tipo de situaciones”, dijo el analista, tras recordar que generalmente, “las empresas emiten resultados favorables para quienes las contratan. Habrá que ver quién está contratando a esta empresa”, acotó.

Expediente Público consultó a través de mensajes por Whatsapp a la gerente de CID-Gallup para Honduras, Gisella Mayorquín, quien se limitó a responder que: “Nosotros hacemos estudios de opinión pública tres veces al año y tenemos más de 20 años de hacerlos. Son tres encuestas al año que se publican en diario La Prensa”, uno de los medios del grupo OPSA.

Para Pineda Alvarado, la mayor parte de las encuestas que se publican buscan “inducir el voto”. Estos sondeos “se hacen para fortalecer el voto favorable que ya se tiene y para lograr que algunos indecisos se incorporen a este grupo de votos que tiene como un núcleo duro un candidato”, amplió.

De ahí que “por regla general, toda encuesta que se publique es poco confiable, es más bien reveladora de un problema en determinada candidatura”, agregó Pineda Alvarado.

La difusión de encuestas sin autoría ni metodología fue una de las estrategias de los partidos políticos durante las pasadas elecciones primarias, según reveló el informe «Desinformación y Propaganda Computacional», del Laboratorio Ciudadano Honduras.

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Encuestas con resultados diferentes

En reacción a la encuesta que favorece al candidato oficialista, el coordinador de campaña del PSH, Pedro Barquero, declaró a la emisora Radio Cadena Voces que “la verdadera encuesta va a ser el 28 de noviembre, a nosotros no nos preocupan estas encuestas” en las que “normalmente sale favorecido el que paga la encuesta y eso es lamentable porque realmente ahí es donde se pierde credibilidad”.

También dijo que “hay un montón de encuestas que andan circulando (en las) que cada una tiene un resultado diferente”. Barquero pone el acento en el financiamiento de las encuestas y la discrecionalidad con que se manejan.

En la dirección de campaña del candidato liberal aunque los números no les favorece, destacan que en la encuesta de CID-Gallup, Yani Rosenthal, subió tres puntos en la intención de voto, mientras que la opinión favorable pasó de 33 puntos en mayo a 42 en septiembre. Celebran esos “pequeños” logros.

El 11 de septiembre, un día después de la publicación de la encuesta de CID-Gallup, la empresa mexicana Tresearch dio a conocer los resultados de un sondeo realizado los días 8 y 9 de septiembre con una muestra de mil personas en el que la intención de voto del 31.8% es a favor de Xiomara Castro, la candidata de Libre, y el 30.9%, de Nasry Asfura, del PN. En tercer lugar, está el candidato del PSH, Salvador Nasralla, con 15.8% y el último es el candidato del Partido Liberal, Yani Rosenthal, con 9.3%.

En las elecciones generales de noviembre competirán por la silla presidencial 15 candidatos, entre ellos dos independientes.

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Contra la información tendenciosa

Consultado por Expediente Público, el doctor en Ciencias Políticas y profesor adjunto en la Universidad de Arizona, Javier Osorio, dijo que “no hay que asumir que si en la percepción de un sondeo de opinión alguien va a ganar, significa que efectivamente lo haga”, sobre todo cuando la diferencia con los otros candidatos “no es tan alta”.

En el caso específico de la encuesta de CID-Gallup, que da ventaja al candidato del Partido Nacional, opinó que por los resultados observados “no podemos decir con el rigor científico que nos da la encuesta que Asfura está categóricamente por encima de Castro”.

Explicó que la forma correcta de interpretar esos resultados “no es 26 versus 21” y que “si pensamos solamente en números absolutos, uno se queda con la ilusión o el espejismo de que un candidato está claramente arriba del el otro, pero no es cierto”.

La clave es que a la hora de considerar el margen de error que la encuesta reporta (de +−2.8 % en el caso de CID-Gallup) “tenemos un margen en el que se empalman los dos resultados y esto significa que no hay una diferencia estadísticamente significativa entre uno y el otro”, acotó.

En ese sentido, el catedrático universitario enfatizó en la responsabilidad de no presentar los datos “de manera tendenciosa”.

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Error muestral es fundamental en una encuesta

Sobre la encuesta de Tresearch, en la que Castro resultó favorecida, consideró que “hay una contradicción” ya que en su presentación la firma indica que se apega a los estándares AAPOR (Asociación Estadounidense para la Investigación de la Opinión Pública, por sus siglas en inglés), pero no reporta un error muestral, “que es fundamental para este tipo de mediciones”.

Expediente Público consultó a través de un mensaje en la página web de Tresearch cuál era el margen de error del sondeo de opinión, pero al momento de esta publicación no se obtuvo respuesta.

También se le consultó a través de un mensaje de Whatsapp al director de campaña de Libre, Héctor Zelaya, si ese instituto político había encargado la encuesta de la firma mexicana, pero tampoco hubo respuesta, aunque son sus principales difusores en las redes sociales y chats de mensajería.

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Voto duro y abstencionismo

“Yo no veo que realmente hay saltos cuantitativos grandes, creo que entre mayo y septiembre la intención del voto de los candidatos, candidatas, no ha cambiado mucho”, dijo por su parte el director de Gobernanza y Estudios Aplicados de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), Lester Ramírez.

A criterio del analista, con la encuesta de CID-Gallup lo que se está reflejando es el “voto duro” y “lo que sí llama la atención, más bien, es que la gente que tiene intención de no votar ha incrementado sustancialmente y eso sí hay que analizarlo un poco más a profundidad”.

Precisó que, entre mayo y septiembre, el número de encuestados que no tiene intención de ejercer el sufragio pasó de 12 a 18 por ciento, lo que podría tener como motivo el contexto de las campañas de descalificación, violencia y en las que no se habla sobre las grandes necesidades de Honduras. Se refiere a la ausencia de propuestas.

“Eso está teniendo un efecto negativo en el voto, al menos en la gente que va a ir a votar, y esto es bien interesante porque lo que va a suceder es que el candidato o candidata que gane no solamente va a ganar con menos del 30% del voto, sino es que el nivel de participación, es decir, el nivel de abstencionismo, si lo queremos hablar en términos negativos, va a ser más alto”, analizó.

Voto a cambio de un beneficio

Entonces, quiere decir que, a pesar de haber un universo de cien por ciento de votos elegibles, “posiblemente solo vote un 50 por ciento” y el candidato vencedor “únicamente va a ganar con 30 por ciento”.

En consecuencia, “se va a reducir realmente muy, muy fuerte, la legitimidad del gobierno (…) y eso sí llama la atención, porque va a ser una legitimidad muy débil”.

Sobre ese desinterés de la población en ejercer el sufragio, opinó que Honduras tiene una especie de “contradicción” porque históricamente ha sido uno de los países con más alta participación electoral, pero la misma ha ido cayendo ante el desencanto con la democracia, advierte.

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“Qué quiere decir eso, que sí, la población está muy desconfiada de la política, pero la política se convierte, al menos en las elecciones, en un momento para transar” y cambiar votos por víveres, por “una chambita” (empleo), por promesas de negocios o de contratos”, enumeró Ramírez.

“Y eso hace que el voto se mercantilice, entonces aquí lo que va a suceder es que el partido que tenga mayores recursos para comprar votos posiblemente va a ser el partido que gane”, adelantó. Una forma de captar la fidelidad del electorado, más allá de la compra del voto, son los beneficios que ofrecen los programa sociales, cuyo monto presupuestario crece en época de elecciones, según estimaciones hechas por el Foro Social de la Deuda Externa.

Ramírez es del criterio que el grueso del electorado no va a votar “por algo ideológico” o por el deber de impulsar un cambio en el país, ya que ese nivel de conciencia para tener un voto más informado tiene que ver con la educación o una calidad de vida más alta que la mayoría.

Lo que el dato del abstencionismo muestra “es que están dispuestos a cambiar su voto por algún tipo de recurso material”, argumentó.