* Sólo dos organizaciones tienen verdadera capacidad para tender una mirada objetiva sobre el proceso para la elección presidencial del 28 de julio en Venezuela.
** Expertos advierten que el régimen de Maduro invitó a cientos de “veedores” que podrían avalar el resultado de un proceso fraudulento.
Expediente Público / Especial desde Caracas
En vísperas de la elección presidencial del 28 de julio, la autopista que comunica al principal aeropuerto de Venezuela con Caracas, así como algunas calles de la capital del país, amanecieron empapeladas con carteles que dan la bienvenida a los “veedores” de este evento.
El uso de este término, en vez de “observadores” electorales, ha llamado la atención. De acuerdo con el internacionalista Carlos Romero, esta nueva denominación va más allá de un mero ejercicio de neolengua.
“Los veedores no están implicados en la verificación de los datos del proceso. Acompañan, pero formalmente no tendrán acceso a los centros de votación ni a la totalización”, explicó en conversación con Expediente Público.
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Según el canciller venezolano Yván Gil, más de 635 personas están llegando al país para presenciar los comicios. Entre ellas están Tatiana Mashkova del Comité Nacional para la Cooperación Económica con los Países Latinoamericanos; Tatyana Desyatova y Sergei Timokhov, miembros de la Brigada Internacional del Partido Comunista ruso, y Leonid Savin, investigador de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa.
También se prevé la llegada de representantes de la Unión Africana, instancia que en diciembre de 2020 admitió el nombramiento del colombiano Alex Saab como embajador de Maduro, mientras estaba detenido en Cabo Verde, esperando la extradición.
Igualmente, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y del Grupo de Puebla, cuya delegación estará encabezada por el ex jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, conocido lobista del régimen de Caracas, tal y como lo han señalado rotativos como El País de España y El Nacional.
Romero indicó que la mayoría de estos invitados forman parte de la “típica izquierda tradicional”, que suele avalar procesos de corte fraudulento.
Por el contrario, otros “veedores” sin la simpatía del régimen no fueron acreditados, e incluso, el viernes 26 de julio el expresidente mexicano Vicente Fox denunció que Caracas le impidió ingresar al país, al igual que la exmandataria panameña Mireya Moscoso, entre otros.
Filtrado de observadores
El acuerdo de Barbados, firmado entre representantes del régimen de Maduro y la oposición venezolana, con mediación del Reino de Noruega, contemplaba que el proceso electoral sería auditado “con la participación de todos los actores políticos, la observación internacional y los acompañantes nacionales”.
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Igualmente, este pacto suscrito en octubre de 2023 preveía específicamente la participación de las misiones de “la Unión Europea, el Panel de Expertos Electorales de la ONU, la Unión Africana, la Unión Interamericana de Organismos Electorales y el Centro Carter, a los fines de observar el proceso electoral presidencial”.
En mayo, cuando ya había sido fijada la fecha de la elección, el Poder Electoral retiró la invitación a la Unión Europea. Ante la insistencia por parte de voceros diplomáticos de este órgano y de países aliados del oficialismo venezolano como Brasil para que fuese cambiada esta decisión, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, exhortó a la UE para que “saque sus narices de donde no las tiene que meter”.
Maduro cierra la puerta a sus aliados
Con este precedente, los poderes electorales de Brasil y Colombia desistieron de sus planes de enviar observadores a la jornada comicial venezolana. De manera sorpresiva, Miraflores también retiró la invitación al expresidente argentino Alberto Fernández.
Fernández era afín al régimen de Caracas. Durante su mandato, Argentina se sustrajo del grupo de seis países que denunció a Maduro por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional.
El interés por llevar a un mínimo la observación técnica del proceso electoral no sólo dejó por fuera a organismos internacionales. Lo mismo sucedió con entidades de prestigio en el país, como el Observatorio Electoral Venezolano. Su director, Ignacio Ávalos Gutiérrez, indicó que desde la fundación en 2012 han reunido a 700 voluntarios.
“Ya eso nos lo hicieron dos veces. No nos dan credenciales. En ambas ocasiones hicimos la tarea y nos salió bien”, dijo en conversación con Expediente Público.
Pocos, pero habrá observadores
Según Ávalos, además del Centro Carter y el panel de expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la única observación independiente que resta en este proceso la ejecutará la Red de Observación Electoral de la Asamblea de Educación.
Explicó que, debido a las limitaciones en cuanto al número de integrantes y la logística, estas instituciones tendrán que trabajar en grupos, y establecer ciertos muestreos, lo que permitirá trazar ciertas conclusiones en torno a la pulcritud de la jornada.
Ávalos cree que, de lo llevado a cabo hasta el momento, la única fase rescatable ha sido la auditoría a las máquinas de votación, hecha en mayo.
“Participaron ingenieros no oficialistas, que observaron y constataron que eran los mismos equipos usados en 2021”, dijo.
Elecciones sin actualizar padrón electoral
De resto, es poco lo que se salva. Esto abarca desde el propio momento en que se fijó la fecha de la elección para el 28 de julio, día del nacimiento de Hugo Chávez, lo que rompía con la tradición de usar el primer domingo de diciembre para esta actividad.
En su criterio, una de las peores omisiones fue la ausencia de una actualización real en el padrón electoral, que permitiera el voto de la diáspora venezolana, considerada la más voluminosa de toda Latinoamérica en este siglo.
“Este es el proceso más irregular que hemos visto”, advirtió.
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Venezuela llega a la elección presidencial con una clara opción de cambio en el poder político. Así lo revelan los sondeos de mayor credibilidad. Igualmente, consultoras de prestigio como Barclay’s han advertido que el país suramericano está ante “una oportunidad sin precedentes para la transición política”.
“La oposición gana momentum, y la ventaja de (Edmundo) González sobre Maduro se está ampliando”, afirmó esta empresa de asesoría a grandes capitales, en un reporte divulgado el 25 de julio.
Veedores de Maduro
El gobierno venezolano se empeñó en invitar a observadores con escasa imparcialidad que, en palabras del expresidente del Poder Electoral, Andrés Caleca, llegaron “apostando a Maduro”.
“Están invitados por el Gobierno para que declaren que todo esto fue una maravilla, independientemente de lo que aquí pase. Pero eso no tiene ninguna significación electoral. Sí tiene significación política, porque se ha politizado la observación internacional”, dijo, al ser entrevistado por Expediente Público.
Caleca fue más allá, al señalar que ninguna de las organizaciones invitadas ha podido llevar a cabo una observación de todo el proceso. Indicó que la misión del Centro Carter “llegó tarde”.
“Este proceso electoral tiene cuatro meses desde que se convocó. La misión del Centro Carter no pudo observar las irregularidades que se cometieron con el lapso de apertura del registro electoral”, dijo.
“Cuatro millones y medio de venezolanos que están en el exterior fueron excluidos del registro electoral arbitrariamente”, sostuvo Caleca.
Trabas a voto en el exterior
El resultado de esta elección no dependerá de lo que digan los invitados por el régimen de Maduro, sino de lo que haga la ciudadanía organizada en los centros de votación.
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“Tienen el poder absoluto en este momento, controlan totalmente la autoridad electoral y las armas de la República (…). Si a ellos les da la gana darle una patada a la mesa, bueno, eso es un autogolpe. Hay que llamar las cosas por su nombre. Eso es más que un fraude electoral, afirmó.
Advirtió que en una elección de circuito nacional como la del domingo, en la que solo será emitido un voto, con sistemas informáticos en más del 90% de los 15,700 centros habilitados para sufragar, el resultado debería ser conocido tres horas después del cierre del proceso (6 pm). Si este lapso se extiende, habría indicios para sospechar un interés por desconocer la voluntad popular.
“Igual también uno se asusta cuando el presidente de la República sale amenazando a Venezuela con un baño de sangre si él pierde las elecciones sí estamos hay una palabra que define este momento nuestro es incertidumbre”, expresó.