El presidente Nayib Bukele podría agenciarse una abrumadora mayoría en el Congreso y aumentar su poder político, con repercusiones en la democracia del país más pequeño de Centroamérica.
EXPEDIENTE PÚBLICO
El Salvador tendrá elecciones legislativas y municipales el próximo 28 de febrero, que podrían cambiar diametralmente el mapa político de este país si se cumplen los pronósticos de la mayoría de encuestas, que preven una amplia mayoría parlamentaria para el partido oficialista Nuevas Ideas.
De ser así, el presidente Nayib Bukele tendría mayoría parlamentaria hasta para cambiar la Constitución salvadoreña, una herramienta vital de la democracia y la institucionalidad del país, con balance e independencia de poderes y garantías de libertades y derechos.
“El Salvador es un país que está en un momento crucial. El sistema de contrapesos que han sostenido nuestra república ha ido progresivamente erosionándose. Tenemos preocupaciones importantes”, advierte Claudia Umaña Araujo, vicepresidenta de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), quien participó recientemente en un foro de The Wilson Center en Washington.
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“El presidente Bukele está usando las herramientas de la democracia para destruir la democracia con patrones autoritarios crecientes”, señala Umaña.
Según Umaña, la administración Bukele amenaza sistemáticamente el Estado de Derecho, amenaza la separación de poderes y tiene compromiso con la rendición de cuentas y la transparencia.
“Necesitamos mantener el estado de derecho y no el estado de temor hacia un hombre fuerte”, señala Umaña en su intervención del pasado 10 de febrero.
Junto a Umaña participaron en el foro otros notables salvadoreños: el reconocido empresario Francisco de Sola, el exembajador en Washington, Rubén Zamora, la actual embajadora de Bukele en Estados Unidos, Milena Mayorga y la exembajadora estadounidense en San Salvador, MariCarmen Aponte.
Todos -excepto Mayorga- coincidieron en las mismas preocupaciones.
Mayorga usó su intervención para defender a Bukele y pronosticar un triunfo electoral el 28 de febrero, luego se retiró del foro sin estar presente a la hora de las preguntas del público.
¿Rumbo a una dictadura?
El exembajador Rubén Zamora, un político de izquierda con una amplia trayectoria de lucha contra las dictaduras militares y un prominente personaje de la postguerra salvadoreña, teme que el creciente autoritarismo de Bukele puede llevar al país a una dictadura similar a la de Venezuela o Nicaragua.
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“Presidente Bukele no cree que él es el representante del pueblo sino la encarnación del pueblo entonces lo que él cree y lo que él desea, es la voluntad de la gente. De esa concepción de gobierno vienen terribles conclusiones”, señala Zamora.
Primero, según Zamora, Bukele cree que las leyes, empezando por la constitución, no están encima del presidente, sino debajo de él porque si él es el pueblo, él tiene el derecho a no obedecer la constitución y leyes secundarias.
“Segundo, como él se cree la encarnación del pueblo, tiende a centralizar toda la gobernabilidad del país. Entonces él ordena a los ministros en Twitter, todo el tiempo. Trata de controlar todo, trata de destruir la Sala de lo Constitucional y la Asamblea Legislativa porque es la que produce leyes y no las controla”, explica.
Zamora explica que al igual que los regímenes autoritarios de Venezuela y Nicaragua, Bukele tiene como principales soportes a la Fuerza Armada y la Policía.
“Si él destruye la institucionalidad y la democracia, entonces vamos hacia una dictadura” sentencia Zamora.
Ola de ataques
Umaña recuerda que al inicio del gobierno de Bukele, recibió el beneficio de la duda de amplios sectores de la sociedad salvadoreña, pero todo cambió a partir del 9 de febrero de 2020 cuando el mandatario ocupó militarmente la Asamblea Legislativa para forzar a los diputados a votar por un préstamo para sus planes de seguridad.
“Fue algo similar a lo ocurrido el pasado 6 de enero en el capitolio, con la diferencia que nuestra Asamblea fue tomada por el presidente con la ayuda de las Fuerzas Armadas”, explica Umaña.
Bukele ha elevado el tono de ataques contra todas las instituciones y poderes independientes, contra los medios de comunicación y periodistas, contra el fiscal general, contra el procurador de Derechos Humanos y últimamente contra el Tribunal Supremo Electoral.
“La pandemia de covid 19 lo hizo acelerar su conducta autoritaria, ha gobernado por órdenes ejecutivas afuera del marco legal, invadiendo las facultades legislativas y desafiando las sentencias de la Sala de lo Constitucional”, afirma Umaña.
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Durante este tiempo, el gobierno recibió la aprobación de casi $4 mil millones de fondos públicos para la pandemia. Un comité cívico de vigilancia de esos fondos -elegido por la Asamblea- se ha quejado que el gobierno no ha dado información.
La Corte de Cuentas de la República y hasta la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicies, financiada por la OEA) se han quejado del poco acceso a información pública sobre los gastos de la pandemia.
La prensa independiente ha publicado investigaciones relacionados a posibles casos de corrupción en el manejo de fondos de emergencia para la pandemia.
“La reacción oficial ha sido atacar a los medios de comunicación y promover odio entre sus seguidores. La libertad de expresion y la libertad de prensa están bajo ataque”, subraya Umaña.
-¿Por qué esta elección es tan importante?, se pregunta Umaña.
-Y responde: “porque el Nuevo parlamento electo deberá elegir en junio a cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia, y menos de seis meses después, deberá elegir al nuevo fiscal general que deberían tener todo el apoyo para combatir el crimen y la corrupción”.
He ahí la gravedad del asunto. Con esos poderes bajo el control de Bukele, el escenario cambia y no habrá quién lo controle, temen los analistas salvadoreños.
El empresario Francisco de Sola, cree que el presidente Bukele y su partido, y sus aliados, ganarán mayor poder tras las elecciones legislativas, con mayoría en la Asamblea.
“Esa mayoría impondrá su agenda, lo que significaría más populismo, cambios en la Constitución, una inclinación autoritaria que también enfermará la economía, y enfermará a la empresa privada, empeorará la economía, habrá adicionales amenazas a la institucionalidad y libertad de prensa”, advierte de Sola.
El otro escenario que ve de Sola -aunque menos probable- es que la oposición aún mantenga una importante cuota de poder.
“Si la oposición mantiene una posición influyente en la Asamblea y alcaldías, el futuro será también un dilema, tendremos un país dividido en dos fracciones y será necesario un escenario de consensos, de búsqueda de acuerdos, visión unida del país, para buscar crecimiento y prosperidad, con sentido común, fortaleza institucional que controlará la corrupción”, dice de Sola, quien insiste que es un escenario menos probable.
Bukele no las tiene todas consigo. La situación económica no es buena, por un lado por la pandemia, y por otro lado debido a las deficiencias de la administración.
Cerca de 1.9 millones de personas ha caído nuevamente en la pobreza. Llegando a un 41 % de la población.
Las exportaciones han caído 17 %, cerca de mil millones menos.
La inversión extranjera y la recaudación fiscal también han caído dramáticamente.
“El alto nivel de endeudamiento es insostenible, hay serios problemas con pensiones. Los ajustes serán dolorosos, más impuestos, congelamiento de salarios”, pronostica de Sola.
¿Fricciones con Estados Unidos?
Pero todo este panorama puede generar choques con la nueva administración estadounidense de Joe Biden y su enfoque hacia el combate de la corrupción, la defensa de la democracia y los derechos humanos.
“Lo que vemos ahora bajo la administración Biden es que hay una nueva dirección política clara y, sí, el énfasis está en el desarrollo, pero está ligado a otras áreas como corrupción, especialmente corrupción”, señala Mari Carmen Aponte, quien fue embajadora de los Estados Unidos en San Salvador por seis años.
Aponte pronosticó que la publicación de una lista de personajes corruptos, podría generar fricciones con El Salvador.
Aponte recordó que Juan González, el principal asesor de Biden para América Latina, “dijo que un líder que no está preparado para combatir la corrupción, no será un aliado de los Estados Unidos. No hay confusión en ese mensaje”.
Según Aponte, el punto es concordante con el trabajo de Biden en Centroamérica –cuando fue vicepresidente de Barack Obama– es la rendición de cuentas, la transparencia con “cambios duraderos y permanentes”.
Aponte recordó que, por mandato de ley, el gobierno de EE. UU. deberá publicar una lista de funcionarios corruptos en el Triángulo Norte, incluyendo El Salvador.
“Es una lista de individuos de estos países y, por supuesto, eso incluye El Salvador, que están involucrados en corrupción significativa y en socavar las instituciones democráticas”, explicó Aponte.
Señaló que eso los vetará de ingresar a Estados Unidos.
“Los nombres que estén en esa lista van a estar ahí porque ha habido un proceso de investigación, no por su afinidad a algún partido político o por sus ideologías. Probablemente la lista Engel va a causar tensión y fricción entre Estados Unidos y El Salvador”, pronosticó.
La lista Engel fue una iniciativa del congresista Elliot Engel, de ahí su nombre.
“La lista Engel va a reflejar la realidad, en orden de mantener planes a largo plazo para combatir la corrupción y eso requiere que el gobierno se responsabilice y tome acciones. La lista incluirá nombres de personas que contribuyen a la corrupción”, remarcó la exembajadora.
Por lo pronto, ya hay signos de esos cambios.
Los medios internacionales han reportado que Bukele intentó entrevistarse con funcionarios de la administración Biden en una corta visita a Washington, pero nadie lo recibió y aunque el presidente salvadoreño negó la versión noticiosa, las noticias desde la capital norteamericana parecen confirmarlo.