Masaya, a 26 kilómetros al sureste de Managua, 31 de marzo, mientras gran parte de las escuelas del mundo tienen órdenes de mantener a los alumnos en sus casas por la pandemia del COVID-19, en esta como en todas las ciudades de Nicaragua, un grupo de estudiantes está sentado en una de las tantas bancas pintadas de negro en el parque central. Después de salir de clases, los adolescentes platican ahí sobre los exámenes, no pueden dejar de asistir a la escuela porque el régimen del presidente Daniel Ortega y su esposa la vicepresidenta Rosario Murillo los ha amenazado con hacerlos perder el año escolar si se ausentan.
-Nuestros padres nos dicen que no vengamos a clases, que nos vamos a enfermar, dice una jovencita pelirroja que integra el grupo.
-Si no hacemos los exámenes no vamos a pasar el año, agrega, al pasar su mano por los ojos y luego por su nariz.
-Están prohibidas las mascarillas y usar guantes, revela otro jovencito que lleva puesto el uniforme del Instituto Central Dr. Carlos Vega Bolaños.
El régimen ha reiterado que mantendrá las labores para sostener la economía, pero en el caso de los estudiantes y maestros, los opositores solo pueden especular que el gobierno quiere mantenerlos activos para usarlos, como hace con todos los empleados públicos, en sus campañas de agitación política, según manifestó a Expediente Público el representante de la Alianza Cívica José Pallais.
COVID-19: la apuesta temeraria del régimen Ortega-Murillo
En los centros públicos impera la desinformación ante la seriedad del coronavirus, que deja a los estudiantes expuestos, pero este no es el único y más grande problema, pues el Gobierno de Nicaragua tampoco se ha tomado en serio la seguridad de los estudiantes y ha hecho de oídos sordos ante las medidas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Estamos sufriendo una crisis de salud a nivel mundial”, reveló una madre de familia, habitante de una comunidad a la altura del kilómetro 14 de la carretera que une Managua con Masaya y, quien decidió no seguir mandando a su hijo al preescolar público para no exponerlo a él ni su familia, además, sus compañeros tampoco estaban llegando a clases.
-De qué me sirve llevar y traer al niño al colegio si lo expongo o a mí o a su papá, expresó.
A los maestros se les exige llegar a trabajar.
-Hay muy poca asistencia en la escuela, y yo no estoy mandando a mi hija, porque no hay agua para lavarse las manos y pienso que es un riesgo para ella, aunque los maestros digan que vayan a clases, compartió otra madre de familia de la comunidad de Tola, en el departamento de Rivas, a 114 kilómetros al sur de Managua.
El temor de exponer a sus hijos ante una pandemia, que ha paralizado la economía de los países más ricos, es el sentir de todos los consultados por Expediente Público, pero ni el Gobierno ni el Ministerio de Educación (Mined) han tomado cartas en el asunto.
Situación de los colegios públicos en los “pueblos blancos”
La noche del 18 de marzo cuando el reloj marcaba casi las 8:00 p.m., se confirmó “oficialmente” el primer caso de coronavirus en Nicaragua, y a partir de ese momento los comunicados de cancelación de clases presenciales de los centros educativos privados del país comenzaron a salir sin parar. Sin embargo, pasó todo lo contrario con los colegios públicos que continuaron sus clases presenciales.
En Nicaragua, la matrícula preescolar, primaria y secundaria es de 1.8 millones, pero el 85% corresponde a colegios públicos y el restante 15% es privado, confirman datos del Mined.
La medida más publicitada del régimen contra la epidemia ha sido una campaña educativa con la cual promueve la higiene, principalmente el lavado de manos con jabón, pero en muchos estudiantes tienen que asistir a colegios donde ni siquiera hay agua potable.
Datos de la Coordinadora Nicaragüense de ONG que Trabaja con la Niñez y Adolescencia (Codeni) indican que falta el suministro de agua en 5,000 colegios, esto representa la mitad de los centros educativos públicos, si se toma en cuenta que son 10,000 en todo el país, lo cual hace más complejas las condiciones de higiene y salud.
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Codeni favorece la suspensión de clases y la reestructuración del calendario académico por la pandemia, sobre todo, porque además de los estudiantes están las familias de 53,000 maestros.
“Ya en otras situaciones de catástrofe o emergencia se han suspendido las clases y adecuado calendarios escolares para superar la interrupción de clases”, sostuvo la coordinadora en un comunicado de prensa del 19 de marzo.
El Instituto de San Juan de Oriente, a 45 kilómetros al sur de Managua, tiene dos lavamanos para sus más de 300 estudiantes, pero solo uno sirve, el que está cerca de la entrada. Antes de las vacaciones previas a la Semana Santa de 2020 (del 4 al 19 de abril) se colocó ahí un jabón del tipo que se usa habitualmente para lavar ropa, con lo cual se suple a todos los alumnos y docentes de los turnos matutino y verpestino.
-Ya pusieron jabón donde bebemos agua, dijo uno de los estudiantes sentados en una esquina de la tarima del colegio, y agrega:
-Si esa enfermedad llega aquí, a nuestro municipio, todo mundo va a estar en cuarentena, pero ojalá que no llegue, porque esa enfermedad no es para cualquiera.
La primaria Benito Juárez y el Instituto Público Agusto C. Sandino de Niquinohomo, el Instituto Benjamín Zeledón de Catarina, así como los colegios República Alemana y Jesús el Buen Maestro de San Juan de Oriente, todos del departamento de Masaya colindante con la capital Managua, han mantenido sus clases presenciales hasta el 3 de abril, aunque la ausencia de estudiantes es notoria.
Claudia tiene matriculados a sus tres hijos en los colegios públicos de San Juan de Oriente, pero decidió no enviarlos más al colegio.
-No me gustaría que pierdan el año escolar, pero tampoco me gustaría que se enfermaran y mandarlos a clases es exponerlos, el gobierno no las ha suspendido (las clases).
¿Qué se puede hacer?
La doctora en Ciencias de la Educación, Josefina Vijil, señala que, en el marco de esta pandemia, una de las medidas urgentes es cerrar las escuelas, porque es la única manera de proteger a las personas más vulnerables de la población. “No es que querramos, es que necesitamos cerrar las escuelas para evitar la propagación del virus”, señala la experta.
Entre otras medidas que sugiere Vijil están:
- Aprovechar la experiencia que ya tienen los colegios privados, sus metodologías, planes de clase y propuestas didácticas para formatos en línea y que se pueden compartir con el Estado.
- Usar, en la medida que sea factible para las actividades didácticas, los teléfonos celulares. El gobierno podría subvencionar internet a ciertas familias como lo hizo por años ofreciendo internet gratis en los parques centrales.
- Usar la televisión y la radio como plataformas educativas para los niños y niñas que no cuentan con acceso a computadoras o celulares. Como se está haciendo en otros países.
Vijil, refiere que todas estas plataformas no son precisamente las ideales pero es una manera de mitigar la necesidad de cerrar las clases durante un tiempo. “Cuando regresemos a las clases habrá que tomarse otras medidas de reforzamiento, y probablemente de extensión del año escolar que es lo que muchos otros países van a hacer, de tal manera que hay muchas opciones y propuestas”.
El Comité Científico Multidisciplinario de Nicaragua, un grupo independiente con expertos de diferentes disciplinas, incluyendo el área de Salud, consultó a varios maestros por algunas propuestas ante la emergencia educativa en Nicaragua y para el Gobierno, pero por razones políticas no las han implementado.
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Medidas tomadas en colegios privados
En naciones vecinas como Honduras y Costa Rica, las autoridades han tomado en cuenta las medidas sugeridas por la Organización Mundial de la Salud, cancelando las clases incluyendo las universitarias, han suspendido eventos masivos y recomendado el lavado de manos constante, no saludar de beso y abrazo, y no salir de casa.
En Nicaragua, muchos centros privados han optado por cancelar clases presenciales, como el colegio Inmaculada Concepción Fe y Alegría del municipio de Ocotal, a 24 kilómetros de la frontera con Honduras, que antes de cerrar clases presenciales publicaban en su página de Facebook recomendaciones para prevenir enfermedades respiratorias.
Al menos cuatro centros privados de la ciudad de Masaya suspendieron clases presenciales y están aprovechando las herramientas tecnológicas para enviar por WhatsApp las asignaciones a los estudiantes de primaria, y sus padres llegan a dejar las tareas al colegio. Los adolescentes de secundaria usan la plataforma con más destreza, sostiene una colaboradora del colegio Nuestra Señora del Pilar.
“La directiva de padres de familia del colegio, presentó una carta de solicitud al Ministerio de Educación para que se tomaran las clases en línea, y desde entonces estamos trabajando así”, explicó.
“Es la segunda vez que trabajamos de esa manera”, compartió otra colaboradora del colegio Dr. Carlos Vega Bolaños, señalando que en tiempo de las protestas del 2018 les tocó implementar esta dinámica, y este año ante la emergencia mundial “los padres decidieron no mandar a los niños a clase y están en su derecho y su deber”, agregó.
Otros colegios del departamento de Masaya consultados por Expediente Público que mantienen clases virtuales son el Salesiano Don Bosco, Bautista de Masaya, Bautista El Alfarero, Bautista Faro de Luz, Colegio Niño Jesús y Academia de Santa María.
Aunque en este último centro educativo, la asistencia semanal no supera a los 10 estudiantes en todos los grados. La directora comentó que no han cancelado las clases presenciales, pero “los padres tomaron la decisión y tienen miedo de mandar a los niños, aunque les dimos las medidas”.
Estudiantes de centros públicos de Matagalpa y Jinotega también abandonaron las aulas
“Prefiero que pierda el año, a que pierda la vida”, afirma don Nemesio Pérez, un abuelo que decidió no enviar a su nieto a una escuela pública de la ciudad de Matagalpa, a 130 kilómetros de la capital Managua.
En tanto Tony, el nieto de don Nemesio, un niño de 9 años, recibe las tareas escolares que le envía la maestra a través la red social WhatsApp, todos los días.
En Matagalpa y Jinotega, la asistencia a clases en algunos centros públicos de enseñanza primaria y secundaria es poca, de grupos de 30 a 45 estudiantes solo llegan entre 3 y 10 alumnos, esto según un sondeo de Expediente Público con padres y madres de estas ciudades.
El niño se aburre y se muestra un poco rebelde para hacer sus tareas escolares en casa, cuenta el abuelo de Tony, pero sabe que esta medida le podría salvar la vida, ante el riesgo de contraer COVID-19.
Al parecer, la decisión de que las clases sean en línea ha sido iniciativa de algunos grupos de padres, madres y maestros de manera particular, hay grupos que se unen a la iniciativa y otros que no.
Según Arlen Tinoco, una madre de familia, los maestros dijeron que el Ministerio de Educación (Mined) no permitió esta alternativa de asistencia a clases porque es muy costosa para familias que no tienen acceso a la tecnología.
En otros centros escolares como la Escuela Primaria Pablo Cuadra de Matagalpa el tema de enviar las tareas vía WhatsApp no ha sido una opción, de modo que los padres están llevando los cuadernos al centro escolar, para recibir y entregar las tareas de sus hijos e hijas.
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Sin embargo, cuenta Tinoco que algunos padres ni siquiera se han presentado al centro para entregar los cuadernos de sus hijos a los maestros.
En cambio, hay centros escolares como el Instituto Nacional Autónomo Eliseo Picado, de educación secundaria en donde aún llegan entre 10 a 15 estudiantes por grupo, cuenta Nidia Moreno, madre de un adolescente de 13 años.
Para Nidia, el que aún lleguen unos cuantos niños a recibir clases puede perjudicar a quienes no les están permitiendo llegar al instituto. Algunos maestros del hijo de Nidia han dicho que los niños que perdieron evaluaciones y exámenes podrían perder el año escolar.
Esta situación preocupa a la madre, pero la decisión de salvar a su hijo de un eminente contagio es contundente, un año se puede recuperar, pero la vida de un hijo no, enfatiza.
¿Perderán el año escolar?
Auxiliadora Herrera, maestra de un centro público de educación primaria del Departamento de Jinotega, a 142 kilómetros al norte de Managua, considera que los padres y madres no deben preocuparse tanto, ya que los niños no perderán el año, que posiblemente se busque alternativas para que esto no suceda.
En el grupo de la maestra Auxiliadora no está llegando ningún niño o niña a recibir clases, desde que el Gobierno anunció el primer caso de coronavirus, el 18 de marzo.
Aunque el Gobierno no ha anunciado un plan de contingencia para evitar contagios, cuenta la profesora Herrera que el Mined les ha dado talleres de salud para evitar la propagación de epidemias, entre estas el COVID-19 y el dengue. Les han recomendado que se laven las manos constantemente, aunque no recomiendan el uso de mascarillas en las aulas de clases.
Los maestros también sienten miedo
Azucena Zeledón, maestra de educación primaria de Jinotega cuenta que siente temor de contagiarse con el coronavirus, pero debe seguir asistiendo a la escuela, aunque los niños no lleguen.
El Mined no indica cómo conducir la educación de Nicaragua ante la emergencia del coronavirus, hace que niños, jóvenes, maestros y padres de familia se mantengan en un clima de incertidumbre. La maestra Zeledón cuenta que no tiene mayor alternativa que dejar su confianza en las manos de Dios.