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El destino y desafíos de jóvenes nicaragüenses: ¿Desempleo, migrar, o trabajo informal?

*Después de tres años de las manifestaciones promovidas y protagonizadas por jóvenes en Nicaragua, en la que más de 300 personas fueron asesinadas, muchas historias se acercan más a una realidad agudizada por la actual coyuntura de crisis sanitaria y sociopolítica.

**Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre de América donde el 14.6% de su población tiene un ingreso menor a 3.2 dólares, según el Instituto Nacional de Información y Desarrollo.

** De acuerdo a un análisis de Expediente Público, el desafío para superar este índice está en aprovechar el bono demográfico, de lo contrario, las posibilidades de una vida digna para nicaragüenses son escasas.


Expediente Público

La migración, el exilio, el empleo informal, o el total desempleo han sido por años algunos de los escenarios que le ha tocado vivir a la población de Nicaragua, el segundo país más pobre de América, sobre todo a sus jóvenes que ven escasas posibilidades de superación por el impacto económico de la pandemia de la Covid-19 y la crisis sociopolítica que arrastra este país centroamericano desde el año 2018, a pesar de estar en medio de su bono demográfico.

Haber enfrentado al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en 2018, uno de los años más históricos para Nicaragua, convirtió a los jóvenes, sobre todo a los estudiantes, en los principales objetivos de la represión selectiva. 

Al menos 45 de los 355 asesinados en el contexto de las protestas reprimidas de ese año eran estudiantes de secundaria y de universidad, según el registro y documentación de los casos de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad por el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh). 

La criminalización hacia los jóvenes fue la siguiente forma de represión, en especial a aquellos con liderazgos visibles, quienes han sido encarcelados o expulsados de las universidades, o se han visto obligados a desplazarse forzadamente en los últimos tres años a otros países por el asedio, el hostigamiento y amenazas.

Sin embargo, otras historias no mediáticas de jóvenes que compartieron su testimonio a Expediente Público, demuestran cómo la recesión económica por la crisis sociopolítica y la pandemia de la Covid-19 han limitado las oportunidades laborales, aun cuando les ha costado lograr un título universitario o de bachillerato. 

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La pandemia del desempleo

Según cifras del Banco Mundial (BM) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Población Económicamente Activa (PEA) de Nicaragua en 2020, se estimaba entre 3.02 a 3.14 millones de habitantes, cerca del 50% de su población.

Para ese mismo año, los datos del Banco Central de Nicaragua (BCN) respaldaban que, de esa población, el 95% estaba ocupada pero la mayoría con empleos informales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Cepal y el BM definen a la PEA como aquellas personas que superan los 15 años y que están trabajando o buscando un empleo, sin tomar en cuenta a estudiantes.

De acuerdo a un análisis de Expediente Público, los niveles bajos de desempleo que ha publicado el BCN entre 2018, con el estallido de la crisis sociopolítica, y el año 2020 con la confirmación de casos de Coronavirus, es debido a una “economía altamente informal” y con “altos niveles de subempleo”.

Es decir, trabajadores que laboran en empresas sin registros contables, fuera de marcos regulatorios, legales, además de no contar con seguro social y sobre todo con altos niveles de subempleo, trabajando menos o más de 48 horas a la semana, y una remuneración inferior a lo establecido.

Para jóvenes como Bryan Selva, a sus 23 años les ha sido difícil culminar su carrera y atravesar diferentes situaciones, pero sobre todo encontrar un trabajo estable. Selva y otros jóvenes que aceptaron contar sus historias a Expediente Público pidieron no publicar sus fotografías para evitar represiones del régimen a ellos o sus familiares.

Si antes la crisis sociopolítica de 2018 era un punto de declive en ese año, pues se puso peor […] y tras estas elecciones fraudulentas, yo considero que expectativas para superarnos en este país no las hay.


-Bryan Selva, 23 años. Universitario en busca de empleo.

Selva ha enseñado inglés, ha trabajado en una librería y actualmente busca empleo en un call center (centro de llamadas), este último ha sido la alternativa ante el desempleo para nicaragüenses que dominan el idioma inglés y aspiran a un ingreso mayor a los 3.2 dólares diarios que gana el 14.6% de la población nicaragüense.

“Por toda esta situación, de hecho, tengo pensado tener dos trabajos al mismo tiempo, lo cual me permita ahorrar y poder migrar, y poder vivir dignamente donde se me respeten al menos los derechos y no tenga que vivir a modo super vivencia como lo estoy haciendo actualmente y mi familia también”, dijo Selva a Expediente Público.

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A inicios de 2018, Nahima Beteta estaba empezando su segundo año de Marketing en la universidad, pero en agosto de ese mismo año se exilió junto a su familia en Costa Rica por amenazas y asedio a causa de expresar su oposición al gobierno en turno y participar en las manifestaciones.

“Fue como de un día para otro, que salí de allá de Nicaragua, y no sabía aquí a dónde veníamos, qué íbamos a comer y demasiadas limitantes”, contó a Expediente Público.

Migrar es “un evento traumático”

No lo puedo negar que fue un cambio demasiado pero demasiado difícil porque en realidad yo no quería dejar mi país, menos dejar mi carrera allá, mi vida estable allá con toda mi familia.

Nahima Beteta, 22 años. Estudiante Estilismo Profesional y exiliada en Costa Rica.

Para la especialista en traumas, Ruth Quirós, migrar es un proceso muy difícil y un evento traumático que deja secuelas, pero que lamentablemente ha sido el resultado de una historia de traumas colectivos de décadas en Nicaragua.

“Ha sido impactante recibir golpe tras golpe, ya había una carencia en muchas áreas, pero primero el conflicto sociopolítico, y luego la pandemia, vienen a poner como una cereza al pastel y eso realmente hace explotar una situación bastante crítica”, explicó Quirós a Expediente Público.

“Al principio yo conocí a varios jóvenes, personas de otros departamentos de allá de Nicaragua, que estaban pasando por la misma situación, que tuvieron que abandonar sus carreras, estudios universitarios, o dejar a su familia”, contó Nahima.

Según Quirós, psicóloga e integrante del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, uno de los fuertes impactos que han desembocado estas crisis en la población nicaragüense a nivel económico es la migración.

Aun cuando no es forzada, “podríamos hablar de una migración forzosa provocada por el asedio por la violencia que han recibido y que no tienen más salida que huir, buscando primero que todo su seguridad física y mental”, aseguró.

Por otro lado, la especialista, ejemplificó cómo la carencia de oportunidades laborales, de estudio o de educación, influyen en el cambio de pensamientos, emociones y conductas que generan fuertes crisis de ansiedad, depresión y muchas veces provocan un estrés postraumático, sobre todo cuando son jóvenes que vienen de un contexto demasiado violento de persecución como la mayoría de nicaragüenses exiliados.

Sin embargo, entre otra de las barreras de las personas al migrar, está el poder atender su salud mental o física, por falta de dinero para pagar una clínica privada y no tener acceso a atención médica por ser ilegal.

“Son situaciones que detonan en trastornos fuertes cuando no existe una atención inmediata, y una cosa va detonando a la otra, y si yo no atiendo todas estas pequeñas situaciones se podrían volver una patología demasiado fuerte, un trastorno de personalidad, serios trastornos disociativos, incluso el pensamiento la ideación suicida viene a la mente en estos momentos y ya eso es una situación de bastante riesgo”, advirtió Quirós.

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“A veces uno piensa que uno sale de su país y que todo es a colores, pero es demasiado difícil hacer su vida de cero, iniciar de cero, sin absolutamente nada, querer estudiar y trabajar, porque también ese es otro problema al salir de su país que tiene que tener permisos y estar legal para poder trabajar”, dijo Nahima, quien a pesar de haberse frustrado en algún momento por toda la situación que vivió con su familia, incluso la enfermedad de su papá, hoy anhela poder tener su propio salón de belleza, como el que tenía su mamá estilista en Nicaragua.

¿Emprendedurismo o desempleo?

De acuerdo a resultados de la encuesta hechas por el Latinobarómetro a jóvenes nicaragüenses entre 16 y 30 años en el 2020, el 67.46% dijo no estar satisfecho con el funcionamiento de la economía en el país.

Un 58.35% de los jóvenes entre 16 y 30 años encuestados, no tenían empleo (a pesar de ser población en edad de trabajar), y el 18.44% mencionaba que tenía preocupaciones por perder su trabajo.

El Latinobarómetro es un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 20.000 entrevistas en 18 países de América Latina. ¿Qué respondieron los jóvenes nicaragüenses?

Las emprendedoras Fernanda Maradiaga y Marina Ruiz, ambas de 22 años, entrevistadas por Expediente Público, expresaron su preocupación por la situación económica y contaron desde su experiencia los retos al decidir emprender.

Hoy día existe un momento significativo en el entorno emprendedor, esto es debido a la falta de empleo que existe en nuestro país.

-Fernanda Maradiaga, 22 años. Emprendedora recién egresada de la carrera Administración de Empresas.

Maradiaga, a pesar de haber culminado recientemente su carrera en administración de empresas, emprendió mientras estudiaba, y en sus prácticas preprofesionales aplicó a diferentes centros de trabajo que le permitieran ganar experiencia fuera de su propio negocio, sin embargo, cuenta que ha sido difícil.

“Soy administradora de empresas, recién egresada de la universidad y puedo decir que buscar empleo no es fácil, es una tarea bastante compleja porque por experiencia propia me he dado cuenta que la remuneración es muy poca”, dijo.

A Ruiz, quien desde su bachillerato se dedicó a emprender, le tomó tiempo decidir junto a su familia irse del país, pues pesar de venir de una familia con ganas de superarse, las crisis que atraviesa Nicaragua han sido detonantes para decidir la migración.

“Las condiciones como emprendedores ahorita están muy difíciles, porque como no hay empleo los jóvenes están buscando cómo emprender, igual personas que no son jóvenes están buscando como emprender, para sobrevivir y ayudar a su familia, entonces hay mucha competencia, porque tal vez esa persona tenía un trabajo, pero como ahora ya no lo tiene, abre un negocio que tal vez es igual que el tuyo, eso genera menos venta o hacen que el otro negocio quiebre”, dijo Ruiz.

Lamentablemente desde la situación del país en 2018, se han presentado bastantes problemas económicos[…] y las condiciones como emprendedores ahorita están muy difíciles, porque como no hay empleo los jóvenes estamos buscando como emprender.

-Marina Ruiz, 22 años. Emprendedora y Maquillista.

Por otra parte, señaló la falta de apoyo en financiamiento a jóvenes.

“Es muy difícil que un banco venga y te ayude, te financie con tu negocio, porque como sos joven, no es como que te van a facilitar rápido un préstamo”, añadió.

El acceso al empleo fue una de las expresiones de desigualdad más citadas en las encuestas del Latinobarómetro, seguido de la salud y la educación.

En abril de 2021, el economista Maykell Marenco advirtió a la Voz de América, el aumento de la informalidad laboral y el decrecimiento de asegurados al Instituto Nacional de Seguro Social (INSS).

“La cantidad de afiliados antes de 2018 eran alrededor 960.000. Desde entonces hemos tenido un decrecimiento de 300.000 afiliados. Ahora tenemos alrededor de 700.000. Una cantidad de desempleos de alrededor 200.000 y 300.000. Además de eso, hablamos de que el nivel de empleo informal ha aumentado”, dijo Marenco.

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El bono demográfico y una América Latina en desempleo

“El aprovechamiento del Bono Demográfico, que permitió a los países del sudeste asiático reducir la pobreza en un lapso corto de tiempo y convertirse en países desarrollados, implica también que las personas en edad de trabajar recibieron una adecuada nutrición cuando fueron niños. No ingresaron al mercado laboral desnutridos, recibieron adecuados cuidados de salud y una calificación adecuada, de tal manera que al empezar a trabajar estaban habilitados para poder encontrar empleos formales de alta productividad y bien remunerados. Eso es lo que significa aprovechar el Bono Demográfico”, refirió el economista Adolfo Acevedo en el año 2009.

Sin embargo, doce años después, y a trece de cumplirse la etapa del bono demográfico (2035), el poder superar la pobreza, tener una mejor educación y jóvenes empleados siguen siendo retos para Nicaragua, donde hasta ahora la inversión en educación, continúa siendo afectada.

Para 2021, C$20,019.89 millones equivalentes a US$571.9 millones fueron destinados para el sector educación, que incluye primaria, secundaria y universidades públicas como parte del Presupuesto General de la República de Nicaragua, una reducción del 0.65% respecto al presupuesto aprobado en 2020 por un monto de C$20,151.52 millones (US$575.7 millones).

Mejorar la calidad, infraestructura y seguridad de los centros educativos en el país han sido demandas de la población, afectada por la crisis sociopolítica que atraviesa el país desde el 2018 y por la pandemia del coronavirus desde 2020.

Nicaragua está en medio de demográfico con la reducción de su población infantil y el mayor aumento en su historia de la cantidad de personas en edad de trabajar.

Sin embargo, el actual sistema educativo y laboral, además del contexto sociopolítico y económico, no responden a las expectativas de su población joven, ya sea por falta de calidad, limitados presupuestos o en partidización de los puestos de trabajo.

Al salir de la universidad, es muy difícil en nuestro país poder encontrar trabajos, ya que la mayoría requiere personal con experiencia y no están contratando a jóvenes recién egresados de la universidad.

-Miriam Yadira, 23 años.
Emprendedora recién egresada de la carrera Marketing.

En América Latina y el Caribe 9,4 millones de jóvenes están desempleados, 23 millones no estudian ni trabajan, y más de 30 millones sólo consiguen empleo en condiciones de informalidad, de acuerdo con el informe más reciente de la OIT.

El desempleo es considerado la “punta del iceberg”, para la OIT, que además destaca en su estudio que la alta tasa de informalidad alcanza el 62,4% en los jóvenes, 10 puntos porcentuales mayor que la tasa de los adultos.

Eso implica que las oportunidades de trabajo disponibles para ellos son precarias, con bajos ingresos, sin protección ni derechos.

Según el estudio, la quinta parte de los jóvenes son “ninis”, es decir, el 21,7% del total de jóvenes de este grupo “ni están adquiriendo experiencia en el mercado de trabajo, ni recibiendo ingresos provenientes de un trabajo, ni mejorando su educación o sus competencias”.

Esta generación de jóvenes en Nicaragua son hoy el grupo de edad mayoritario, al que se le atribuye potencialidades de aprovechamiento del bono demográfico.

Sin embargo, en el contexto de crisis acumuladas en 2021 en Nicaragua, este grupo, lejos de ser potencializado para el desarrollo del país, continúa enfrentando numerosos desafíos, como superar la pobreza y alcanzar estándares de una vida digna.