Las opciones limitadas, la mala calidad en educación técnica y la falta de acceso a formación profesional son los retos principales a los que se enfrenta la población joven de Nicaragua que aspira a profundizar sus estudios durante la secundaria o continuarlos después de bachillerarse. Cuando se trata de acceso a empleos, la demanda laboral requiere experiencia, capacidades y habilidades técnicas, para adquirir un puesto, como indicaron participantes de los municipios de Jinotega, Matagalpa y San Rafael del Norte que formaron parte del estudio “Educación técnica y desarrollo local: La visión de los jóvenes en tres municipios de Nicaragua”, realizado por Expediente Público.
Entre los desafíos educativos de formación identificados por el Ministerio de Educación (Mined) en el Plan Estratégico de Educación (PEE) 2011-2015 en Nicaragua existe una población adolescente y joven matriculada en educación secundaria, cuyo objetivo final es el bachillerato y posteriormente la universidad, pero tienen pocas opciones de educación técnica y formación profesional. Por cada 98 alumnos que optarían por continuar sus estudios después de bachillerarse de secundaria solo 2 que quisieran tecnificarse.
“La educación técnica necesita dirigir más esfuerzos hacia nuevas y dinámicas demandas sectoriales tales como energías renovables, agro industrialización, logística y transporte, mejora ambiental, así como en carreras como la electrónica, la mecánica industrial y la informática», señala la Agenda 2020 del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), organización que aglutina a los principales empleadores del sector privado, y que se propuso impulsar el Sistema Educativo y Capital Humano a inicios de marzo de 2018.
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HISTORIA DE ÉXITO
“Siempre he sido curioso, me gusta reparar y arreglar cosas, me siento como un mago”, cuenta Franklyn Montano, un joven de 20 años habitante de La Paz Centro León, la ciudad que colinda con su cumbre hirviente, el volcán Momotombo, ubicada a 97.8 kilómetros al noroeste de la capital Managua.
Montano, a mediados del 2018, abandonó la carrera de Ingeniería Industrial en la universidad y optó por estudiar Electricidad en uno de los institutos públicos tecnológicos de su municipio de origen. “Si me mandan a darle respuesta a 100 preguntas de un aparato eléctrico lo hago en 5 minutos”, expresa con entusiasmo. El joven tuvo la suerte de conseguir un trabajo antes de finalizar la carrera que estudió por año y medio, pero desafortunadamente eso no pasa con todos los estudiantes.
La Red Nicaragüense para la Educación Técnica (Renet) presentó en mayo del 2019, los resultados del diagnóstico de ocupaciones técnicas en tiempos de crisis, en la que se destacan algunas competencias altamente demandadas en el mercado laboral como el conocimiento de sistemas y programas informáticos, conocimientos de otros idiomas, habilidades de matemáticas, contabilidad y caja, y manejo de maquinaria, equipo y herramientas. Este análisis en cuanto a la demanda actual y futura de jóvenes en formación técnica fue realizado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
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La economía nicaragüense es bastante informal, por eso se demanda y necesita cualificar a los empleados en este sector, porque las personas están trabajando de manera empírica, explica el economista y experto en Desarrollo Local, Luis Murillo.
“La oferta de educación técnica debería de aportar elementos para lograr el desarrollo local, y eso no sucede sin antes realizar un análisis del potencial endógeno que tienen los territorios que permita redireccionar los recursos educacionales”, asegura Murillo, a la vez recalca la importancia que el gobierno central traslade recursos a las municipalidades para que ellas puedan resolver sus problemas locales.
Modelo curricular no es atractivo para jóvenes
La educación técnica en Nicaragua, aunque ha mejorado e incrementado su oferta en los últimos años, continúa siendo el subsistema educativo con un comportamiento de la demanda que es indiferente a la juventud, tal y como lo refirieron los jóvenes de Managua, Jinotega y San Rafael del Norte consultados en el estudio “Educación técnica y desarrollo local: La visión de los jóvenes en tres municipios de Nicaragua”, realizado por Expediente Público.
Según el estudio: “Los jóvenes consideran que el modelo curricular de la educación técnica se corresponde con las metas de los planes o estrategias del Gobierno, pero eso no implica haber consultado sobre las necesidades de formación y capacitación profesional para poder aportar al desarrollo económico en las comunidades locales”.
Los participantes en el estudio agregaron que nunca han sido consultados sobre el tipo de carrera técnica que les gustaría considerar como opciones para su formación profesional, y expresaron, además, que muchas veces la propuesta de cursos del centro tecnológico de su cabecera departamental está reservada a estudiantes que militan en la Juventud Sandinista, cuyo aval político es necesario para acceder a alguna beca de formación.
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Por otro lado, a más de 100 kilómetros de distancia de la capital Managua, el Instituto Nacional Tecnológico de Camoapa, municipio de 35,000 habitantes en la zona central del país, está divorciado del gobierno municipal, uno de los pocos municipios que está en manos de partidos opositores al Frente Sandinista. Así lo asegura la alcaldesa Greetcheng Martínez. “Hay como dos alcaldías, pero la población está consciente de la situación”, dice. Por ejemplo, cuando el partido oficialista realiza algún proyecto de energía, lo gestionan e inauguran sin tomar en cuenta a la alcaldía. Ahí, en una de las regiones ganaderas más importantes del país, el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec) solo ofrece cursos de computación y contabilidad.
Por ello, la investigación de Expediente Público recomienda que las alcaldías y las empresas ubicadas en los mismos municipios deberían tomar protagonismo en la promoción y formación de jóvenes a través de la educación técnica.
En cuanto al desarrollo local de este municipio, el responsable de la Unidad Ambiental Agua y Saneamiento señala que además de la preparación técnica para los pobladores, hacen falta recursos financieros para soportar su producción. “Existen personas que tienen pequeñas áreas que quisieran trabajar, solo falta financiamiento para que ellos puedan producir y tengan sus propias unidades de finca”, aunque también considera necesario más programas de educación técnica para que haya plazas que cubran algunas de las necesidades del municipio, tales como el mejoramiento de la red vial y del sistema de agua potable.
El futuro de la educación técnica
Lavadoras, taladros y arroceras por reparar, eso abundaba en el taller del “profe Moisés”, recuerda Franklyn Montano, el muchacho de la Paz Centro, quien trabaja ahora en todo lo que tiene que ver con motores eléctricos, generadores y reparación de máquinas electromecánicas. “La clave del éxito está en una carrera técnica, y la práctica hace al maestro y es la que te da la experiencia”, dice Montano, muy emocionado.
Pese al éxito de muchos jóvenes como Montano, la educación técnica, aunque es considerada como parte de la oferta educativa para la población joven, ha sufrido recortes de plazas y de financiamiento, esto hará que muy pocos logren dar el mismo testimonio que el mecánico de La Paz Centro, además de ubicar a Nicaragua como uno de los países con menos recursos para enfrentar los desafíos planteados en las metas educativas globales de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
A partir de 2010, el régimen de Daniel Ortega aseguró que daría prioridad a la educación técnica para jóvenes y adultos de educación primaria y secundaria, mediante un modelo centrado en el enfoque técnico ocupacional, según lo dice el documento del Currículo con Enfoque Técnico Ocupacional. El objetivo ha sido elevar las capacidades productivas de jóvenes y adultos del campo que tienen actividades laborales, pero que requieren certificar sus aprendizajes empíricos y tradicionales que han adquirido en la práctica cotidiana.
Sin embargo, el estudio de Expediente Público señala que entre 2002 y 2007 la partida para educación técnica del presupuesto nacional promedió el 0.19% del gasto total. Entre 2008 y 2016 el gasto en educación técnica aumentó a un promedio de 0.44% pero este crecimiento se debió a fondos de cooperación provenientes de países como Gran Ducado de Luxemburgo, Japón, Suiza, Taiwán, y de la Unión Europea a través de Acuerdo de Delegación a la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid). De los años 2017 a 2019 el promedio del gasto en educación técnica bajó aún más que antes del retorno al poder de Ortega, es decir, a un 0.06%.
Para el experto Murillo es necesario repensar el modelo de educación tradicional que hay en el país y buscar aportes al desarrollo de cada municipio de Nicaragua, es decir, implementar un enfoque en el potencial de los territorios y establecer en los municipios escuelas de carácter técnico que potencie recursos y prácticas. “Si no se hace así, vamos a seguir siendo el país más pobre del continente americano”.