La religión en Nicaragua es omnipresente y destaca en casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Por eso, los curas en Nicaragua tienen una notable influencia en la opinión pública y por ende en la política. A pesar de eso, el Frente Sandinista ha tenido durante cuatro décadas una relación conflictiva con un amplio sector del clero, pese al coqueteo de la familia Ortega-Murillo con los religiosos que se disolvió con violencia en 2018.
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El cardenal Miguel Obando Bravo: mediador, prócer y ángel caído
El 3 de junio de 2018 murió de causas naturales Miguel Obando Bravo, el primer cardenal de origen centroamericano. Tenía 92 años.
La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) anunció la muerte del arzobispo emérito en medio de las protestas ciudadanas y un bloqueo nacional de carreteras. La iglesia católica, en esos precisos momentos, era mediadora y testigo del diálogo nacional entre el régimen y los opositores, una negociación que se mantenía a pasar de la masacre del Día de las Madres, el 30 de mayo, y los continuos asesinatos diarios contra manifestantes.
El purpurado tuvo honras fúnebres discretas manejadas por un círculo íntimo. Murió solo, quien en 2016 fue nombrado prócer de la paz y cuyo nombre quedara en vida anclado en la misma Constitución de Nicaragua desde 2014.
En otro momento, esta muerte hubiera sacudido al país por la relevancia de Obando, un clérigo conservador y carismático cuya influencia se remonta a la década de los setenta cuando fue nombrado arzobispo de Managua. Fue crítico de Anastasio Somoza Debayle y mediador entre la dictadura y los guerrilleros. Por eso, la Guardia Nacional lo apodó “comandante Miguel”.
El cuerpo del cardenal no fue sepultado en la catedral metropolitana como sugiera la tradición para los grandes jerarcas de la iglesia. Antes de morir, Obando había pedido que sus restos quedaran en los predios del alma mater que fundó, la Universidad Católica Redemptoris Mater (Unica).
Pese a todo el legado en la historia de Nicaragua y su poderosa influencia durante décadas, a Obando se le recuerda por su alianza de casi dos décadas con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y Daniel Ortega, sobre todo, desde que volvieron al poder en 2007.
Ortega y su esposa Rosario Murillo no llegaron a la vela ni al entierro de su gran aliado.
OBANDO Y EL PODER POLÍTICO
El arzobispo de Managua se opuso al poder político-militar imperante, primero contra la dictadura somocista, después la revolución sandinista.
En 1974 durante el asalto a la casa del funcionario somocista José María Castillo efectuado por un comando sandinista, bajo mediación de Obando se logró la liberación de los presos políticos, entre ellos Daniel Ortega, quien estaba encarcelado desde 1967. Archivos de prensa y referencias biográficas indican que continuó su labor mediadora entre la dictadura y los sandinistas, particularmente, en 1978, durante el asalto del FSLN al Palacio Nacional. También visitaba a los presos políticos de la guerrilla.
Durante la revolución sandinista mantuvo una posición crítica con los exguerrilleros, quienes le pagaron la moneda al cardenal llamándolo “capellán del somocismo”.
El papa de origen polaco Karol Wojtila, Juan Pablo II, en medio de su cruzada global contra el comunismo, lo nombró cardenal en 1985. Obando sería para muchos el mayor opositor y rival de los revolucionarios que habían tomado el poder en 1979.
A pesar de su apoyo directo a la Contra, fue el mediador entre el gobierno y la resistencia en los ochenta y pieza elemental en la pacificación a finales del siglo XX.
Ninguno de los candidatos presidencial que apoyó sutil o abiertamente perdió la elección, Obando tuvo posturas claras contra Ortega en las elecciones de 1990, 1996 y 2001, pero al final de sus años fue polémico su acercamiento con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Obando, nació en 1926, tenía un origen humilde, desde muy joven abandonó el municipio minero de La Libertad, en el centro del país, para unirse a la comunidad salesiana, Casualmente, en este mismo lugar nacería en 1945, Daniel Ortega.
LA CONVERSIÓN DEL CARDENAL OBANDO
La reconciliación entre Ortega y Obando se da en octubre de 2002, cuando el caudillo sandinista dispuesto a volver al poder después de perder tres elecciones consecutivas logra acercarse al cardenal cuando dos de sus principales allegados, el presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas y su secretario monseñor Eddy Montenegro se ven involucrados en investigaciones de la Contraloría por fraude y desvío de fondos públicos a través de una organización caritativa del arzobispado.
Famosa es la imagen de octubre de 2002 cuando Ortega comulgó ante el cardenal Obando. Dos años después, para el 25 aniversario de la Revolución Sandinista, el prelado ofrecería una misa en honor a los héroes y mártires de la revolución, un acto que hacía doblar las rodillas al férreo opositor del sandinismo en los ochenta. Se debe recordar que los sandinistas pidieron a Juan Pablo II en su visita a Nicaragua en 1983, rezar por sus héroes y mártires, pero el pontífice se negó.
Ortega, por su parte, pediría públicamente perdón al clero por los «errores del pasado».
Una experta en asuntos religiosos, quien por temor a represalias prefiere anonimidad, explica que la estrategia de Ortega para volver al poder requería acercarse a los tres poderes que le adversaban, a Estados Unidos le ofreció apoyo en temas como migración, a los empresarios les prometió no volver a confiscarles y a la iglesia católica le dijo que no la perseguiría.
El punto de inflexión en la vida de Obando fue -sin duda y a juicio generalizado-, el escándalo de 2002 por evasión fiscal y enriquecimiento ilícito de Roberto Rivas Reyes, una especie de hijo adoptivo del cardenal, a quien la Contraloría General de la República investigaba.
Obando había colocado en 1981 a Rivas como director de la Comisión de Promoción Arquidiocesana (Coprosa), una organización benéfica de la iglesia, cargo que mantuvo hasta el 2000, aunque desde 1995 era magistrado del CSE, también por influencia del cardenal.
Obando estuvo dispuesto a todo por salvar a Rivas. La reconciliación con Ortega no solo permitió que las acusaciones naufragaran gracias al control que tenía sobre el Poder Judicial, sino, convirtieron al protegido del cardenal en el poderoso presidente del CSE en uno de los hombres de más confianza de Ortega y el co-artífice de los fraudes electorales que permitieron a los sandinistas afianzarse por completo en el poder.
Obando pidió su renuncia al Vaticano a inicios de 2001 después de cumplir 75 años, límite de edad para que un obispo se retire, pero esta fue aceptada por Juan Pablo II hasta marzo de 2005. El papa nombró el primero de abril de ese año, un día antes de morir, a Leopoldo Brenes como sucesor del arzobispado nicaragüense. Brenes sería investido cardenal en 2014 por el papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio.
Obando anunció que por motivos personales no viajaría a Roma para la investidura del nuevo cardenal, aunque tenía derecho de asistir, pero a Brenes lo acompañaron, además, de familiares y sacerdotes, el canciller sandinista Samuel Santos y la jefa de la policía, Aminta Granera, según archivos periodísticos.
El arzobispo emérito de Managua selló la alianza matrimonial entre el comandante Ortega y su compañera Rosario Murillo el 3 de septiembre de 2005, aunque la pareja convivía desde 1977 y había procreado siete hijos, más dos mayores de relaciones anteriores de la actual vicepresidenta.
La experta consultada por Expediente Público sostiene que Obando pudo ser también seducido por su propia vanidad. El régimen lo llenó de halagos y exaltación pública hasta más no poder.
“El cardenal Obando fue el eje de su reconciliación con la iglesia católica, con aquella famosa misa, donde recibieron la comunión, Daniel, Rosario y su familia, donde pidieron perdón de cosas que había hecho contra algunos obispos y sacerdotes en los años de la revolución cuando se expulsaron sacerdotes y cerraron templos”, precisa.
AL SERVICIO DEL RÉGIMEN
Muchos nicaragüenses pensaron que Ortega había cambiado, “más cuando lo ven comulgando y el cardenal (Miguel) Obando cerca de ellos, quien fue una gran piedra de tropiezo para ellos (el FSLN) en los ochenta”, afirmó a Expediente Público el obispo de Estelí y secretario general de la CEN, monseñor Abelardo Mata.
Rememora la campaña electoral de Ortega en 2006 “de poco hablar, de aparecer con camisas de cuellos chinos, un discurso poco agresivo y la música un poco melcochosa”.
Parta el periodista Emiliano Chamorro, quien por más de dos décadas ha brindado cobertura a la iglesia católica, Obando era “rehén del régimen”. Recuerda que tras su alianza con Ortega no volvió a dar declaraciones a medios independientes, habiéndolo conocido como una persona muy accesible, sobre todo con los periodistas.
Chamorro logró ingresar una vez a una conferencia de prensa en la Unica y se acercó al cardenal en medio de una batería de periodistas del oficialismo, pero los agentes de seguridad lo sacaron del recinto.
Al cardenal emérito lo custodiaban dos vehículos civiles llenos de policías, asegura el periodista. A pesar de eso, Chamorro considera trágica la figura de Obando, quien perdió todo su capital moral por salvar a un corrupto.
Ortega lo recompensó desde que inició su gobierno. En 2007 creó el Consejo Nacional de Paz y Reconciliación para que lo presidiera el cardenal emérito.
Aunque la relación de Obando con Ortega lo alejó de las decisiones de la CEN, la experta consultada por Expediente Público sostiene que la influencia de Obando en todo el clero nicaragüense es hasta hoy palpable, porque el cardenal fue el mentor de todos los obispos, menos uno, Silvio Báez Ortega, un clérigo que se formó en Roma por casi tres décadas.
También mantuvo un círculo férreo de sacerdotes allegados, la mayoría involucrados en el trabajo de la Unica, donde además tienen importantes puestos miembros de la familia Rivas Reyes, su rectora es actualmente Michelle Rivas de Molina, hermana de Roberto Rivas.
Rosario Murillo manifestó el 3 de junio de 2018 que Obando estuvo en comunicación con sus seres queridos y las personas que siempre estuvieron con él y mencionó a monseñor Eddy Montenegro, monseñor Boanerges y su hermano monseñor Bismarck Carballo, monseñor Francisco Castrillo y monseñor Bosco Vivas, obispo de León fallecido el 23 de junio de 2020, quienes conformaban el grupo de colaboradores del purpurado en su alma máter, la Unica.
La universidad del cardenal recibió 6.5 millones de dólares a lo largo de 14 años del presupuesto de la república bajo la forma de subvención por asociación regiososa (2007 y 2008) y un programa de formación de maestros empíricos (2009-2020).
La experta señala que Obando fue la pared que mantuvo el régimen con la iglesia Católica. Frente a cualquier crítica, ponía la figura del cardenal emérito sabiendo que los obispos dudarían en confrontarse públicamente entre sí.
“Las relaciones con la iglesia fueron solo con Obando. Le llevaban regalos, los hacían felicitar, le hicieron un faro, pusieron su nombre en la nueva constitución. Cosas para alentar su vanidad y poner una pared con los otros obispos, pero fue perdiendo respeto, pero (la iglesia) por ser un poder no se critican unos a otros, pero eso mostraba una división y manipulación del gobierno de Ortega con la iglesia”, dice la especialista.
MEMORIAS DE UN ÁNGEL CAÍDO
Monseñor Carlos Avilés, vicario de la arquidiócesis de Managua, sostuvo a Expediente Público que Obando como cardenal emérito no representaba a la iglesia y estaba a título personal trabajando con el Gobierno. Reitera: “Con mucho cariño a sus restos, quien fue gran amigo mío, hizo muchísimo por Nicaragua, ya en sus últimos años estaba a título personal”.
Por su parte, monseñor Miguel Mántica disculpa el acercamiento del cardenal emérito porque tras la misa de reconciliación que hizo, muchos sandinistas se acercaron a las parroquias, “hoy nuestras iglesias están llenas de sandinistas”.
“Toda la iglesia se enfrentó con la ideología marxista-ateísta, hemos transitados por caminos tan enredados, la iglesia tuvo un choque frontal con el gobierno en los 80, después hubo un acercamiento, incluso con el cardenal Obando”, explica el clérigo a Expediente Público.
“Queremos que se salven todas las personas, no nos interesa la calidad del pecador, que vengan todos los sandinistas. En mi iglesia tenemos muchos miembros del FSLN, afines o resentidos con el Gobierno y que se salieron de sus filas, otros están con el gobierno a su pesar porque tienen un trabajo y no lo quieren perder, tienen que ir a marchas, pero me da una alegría enorme tener sandinistas en la iglesia y si queremos usar el término, también orteguistas, pero siempre cuidamos que las cosas de la iglesia no sean instrumentalizadas para cosas políticas”, sostiene Mántica.
Monseñor Abelardo Mata trabajó directamente con Obando como su auxiliar en Managua, antes de ser enviado en la década de los 90, al norte del país.
“Algunos critican, ¿qué pasó con él si era beligerante en los 80? Yo fui su auxiliar, estuve con él y platicábamos mucho que no podíamos mantener una actitud radical simplemente porque aquella gente era marxista. En el fondo, eran ciudadanos nicaragüenses, hijos de católicos y que teníamos que alcanzarlos de alguna manera”, sintetiza el obispo.
Mata sostiene que, una vez terminada la guerra, el propósito de Obando era mezclarse en sus estructuras, “no para cantar la canción de ellos, sino, para empujar el cambio desde adentro, a eso se debe el acercamiento del cardenal al mundo de los sandinistas”.
Sin embargo, Obando quedó solo, cuando sus principales colaboradores fueron trasladados: Bosco Vivas a León, Leopoldo Brenes a Matagalpa, y Mata a Estelí.
Durante 14 años Obando estuvo sin un obispo auxiliar en la capital, algo que también le pasó a Brenes cuando asumió el arzobispado en 2005. Managua no tuvo un obispo auxiliar por 17 años hasta que el Vaticano envió a Báez en 2009.
Por otra parte, los sandinistas fueron astutos, “no hacen las cosas al azar, ellos van planificando sus pasos bien, si ceden uno, avanzan dos o tres, llevan adelante sus programas”, expresa Mata, sin brindar más detalles.
“Si algunos dicen que faltó beligerancia, es porque procuramos acercarnos a la persona humana con sus condicionamientos para tocarles la conciencia y de ahí traerlos al corazón de Dios que es el objetivo de nuestra existencia como iglesia en esta nación y en el mundo”, sostiene.