*Entrevista en colaboración de Expediente Público con Café con Voz, el excarcelado político conocido como «La loba feroz», originario del barrio indígena de Monimbó, en Masaya, cuenta lo que sufrió en los 3 años, 10 meses y 20 días en prisión por apoyar las protestas contra el régimen de Nicaragua.
**En la cárcel fue testigo de las torturas que los custodios de “La Modelo” cometían contra otros presos políticos y en contra de él, denunciando que lo “querían matar de hambre”.
Expediente Público
Edward Enrique Lacayo Rodríguez cumple este 12 de marzo 49 años de edad y los celebrará en libertad, fuera de la prisión, pero en un país ajeno. Lacayo Rodríguez, mejor conocido como “La loba feroz”, es uno de los 222 presos políticos que el pasado 9 de febrero fueron liberados y desterrados de Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo y enviado a Estados Unidos, donde recibió un parole humanitario.
Sus anteriores cumpleaños los pasó cautivo en una celda en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro en Tipitapa, mejor conocido como “La Modelo” donde estuvo recluido cumpliendo una condena de 15 años de prisión acusado de crimen organizado y transporte ilegal de drogas.
Este 15 de marzo se cumplirían cuatro años desde que fue capturado en 2019 por civiles encapuchados en el El Ostional, una comunidad ubicada al suroeste de Nicaragua en el departamento de Rivas.
“En marzo se cumplen cuatro años, la verdad que no me siento libre todavía. Yo no, no puedo sentirme libre porque quizás mi cuerpo está acá, pero mi corazón y mi mente y mi espíritu está en Nicaragua todavía”, dijo Lacayo Rodríguez en entrevista con Expediente Público y Café con Voz.
Perseguido por el régimen de Nicaragua
“La loba feroz” fue encarcelado por el régimen por participar en las protestas sociales en 2018. Desde el día que fue capturado su hermana Karen Lacayo y su madre, Estela Rodríguez, empezaron a vivir también una pesadilla por el constante asedio policial que sufrieron en Masaya cada vez que demandaban la libertad de “La loba feroz”.
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“No puedo decir que soy libre todavía está mi mamá, están mis hijos lamentablemente no los he podido sacar, lo voy a hacer lo más pronto posible (…) No es que esté huyendo, de todos modos, nos trajeron por obligación acá, pero sí me siento preso todavía, porque Nicaragua es una gran prisión”, señaló el excarcelado político.
Recordó que cuando tenía cinco años se vio obligado a salir al exilio a la ciudad de México junto a sus padres. “Fui exiliado con mi papá y mi mamá a los cinco años para México y me duele que se vuelva a repetir, tener que salir como que cometió un delito (…) Lo que sucedió no fue Estados Unidos que lo hizo, fue Dios”, afirmó.
Torturas en la prisión
En la prisión, Lacayo Rodríguez estuvo confinado en una celda de castigo, sufrió tortura psicológica y en algún momento no se le permitió visita de sus familiares.
“Muchos reos comunes, también me apoyaron, ahí me pasaban comidita debajo de la puerta escondido, porque cuando la guardia se daba cuenta, vieras lo que les hacían a esas personas. La intención era matarme lentamente de hambre”, dice Lacayo Rodríguez.
En ese encierro también fue testigo de las torturas a la que eran expuestos otros presos de conciencia.
“Había muchachos que sufrieron mucho. Casualmente no hace muchos días atrás golpearon a Kevin Solís (estudiante universitario que estuvo en prisión) y el problema es enmudecer, no decir nada (…) Lo golpearon injustamente solamente porque él solicitó algo y era para decir te callas porque yo soy más fuerte que tú”, señaló.
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El Mecanismo para el reconocimiento de personas presas políticos en Nicaragua registraba hasta enero pasado más de 245 personas presas políticas en el país, entre ellos familiares de los encarcelados que en los últimos meses fueron llevados a la prisión como una nueva forma de represión del régimen.
“Quizá los golpes se me pasaban, los morados se me pasaban, la falta de comida porque me estaban matando de hambre, todo lo podía olvidar, pero el sufrimiento de mi familia ahí adentro, el sufrimiento de muchas personas vecinos, amigos, personas que no conocías oraciones, peticiones, ese clamor que hacían ese sufrimiento sí duele más”, señaló el excarcelado.
Las atrocidades del régimen
Estando en la prisión recordaba el dolor por el que han pasado las familias nicaragüenses desde 2018.
“Volví a vivir nuevamente todas las atrocidades que pasaron en Monimbó, (donde) murieron personas a la orilla mía, a día”, comentó Lacayo Rodríguez.
En esos días, mientras estaba aislado en una celda, pensaba en los miles de ciudadanos que salieron al exilio huyendo de la represión del régimen de Ortega y Murillo.
“Yo les digo algo, mi mayor tortura fue pensar en esa gente, cómo estaban haciendo y lamentablemente todavía existe las diferencias, las luchas de poder, que esa fue las que nos hicieron caer, las que permitieron que este tirano continúe más tiempo. Esta vez, espero, tenemos algo de por medio, tenemos algo, a nuestro Dios, a nuestro padre celestial, que es el que nos ha librado de todas estas malas condiciones y yo podría decirte que Dios está con nosotros”, agregó el excarcelado político.
Pese a que el régimen liberó a 222 presos políticos en el país centroamericano, quedan 32 personas en las cárceles de las que enlista el Mecanismo para el reconocimiento de personas presas políticos en Nicaragua, incluyendo 10 que fueron capturados antes de 2018.
“El sufrimiento de todos sus familiares ha durado más, ya casi diez años, 8 años y medio, nueve años. De esos primeros secuestros, tenemos al Comandante Pantera, Marvin Vargas y El Cachorro, el primero de todos”, dijo “La loba feroz” a Expediente Público en la cobertura especial con Café con Voz.
Monimbó, símbolo de resistencia en Nicaragua
Monimbó se convirtió en uno de los principales estandartes de la Revolución Sandinista en 1979. En 2018 fue una de las primeras ciudades donde protestaron por la reforma a la Seguridad Social anunciada por el régimen y que provocó el descontento de la ciudadanía.
Mediante barricadas ubicadas estratégicamente en distintos puntos, Monimbó se convirtió en símbolo de resistencia.
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“Tengo tantas cosas que decirle a Monimbó, ese corazón irreverente, ese corazón rebelde. Por la historia, lamentablemente, nosotros ocupamos el lugar de nuestros padres, la historia se repitió. Yo ocupé los zapatos de mi papá que eran muy grandes y me quedan grandes todavía. Lo que no quiero que mi hijo, entiéndame la metáfora, vuelva a repetir esto dentro de 40 años y mi hijo, mis hijos, ocupen mi lugar, porque ya no es tiempo para Nicaragua, ya van casi 100 años entre tiranías”, dijo Lacayo Rodríguez.
“Siempre Monimbó en mi corazón, siempre lo tengo que peleé por Monimbó, peleé por Masaya, por Nicaragua y lo voy a seguir haciendo (…) Dios me va a dar vida para hacer, para ser una pieza más de esta condición, desaparecer totalmente la ideología del sandinismo”, aseguró.