Donald Trump ahoga legado de Reagan

Donald Trump ahoga legado de Reagan 

* Una de las organizaciones que está siendo asfixiada por el nuevo gobierno de Donald Trump es The National Endowment for Democracy (NED). 

** NED fue vital para detener los avances marxistas de la Unión Soviética en los años 80. 

*** Exdirector del programa para América Latina de la NED, Christopher Sabatini, explica para Expediente Público, el peligro de dejar a los movimientos democráticos sin apoyo frente a China y Rusia, y al creciente autoritarismo. 


Expediente Público 

Una de las instituciones afectadas con los recortes presupuestarios en Estados Unidos es The National Endowment for Democracy (NED), una institución fundada en 1983 por el entonces presidente Ronald Reagan, con el propósito de promover la democracia ante el avance del comunismo patrocinado por la Unión Soviética. 

Lo irónico del caso es que un presidente republicano, Donald Trump, ataca a la institución bipartidista más emblemática, en un momento en que el nuevo rival global estadounidense es otro país comunista, China. 

Christopher Sabatini, exdirector para América Latina de la NED entre 1997 y 2005, responde a Expediente Público desde Londres, por qué se está desmantelando a una institución como la NED en la vorágine de recortes del multimillonario y asesor de Trump, Elon Musk. 

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Sabatini también es fundador de la revista Americas Quarterly, exdirector principal de políticas de Americas Society and Council of the Americas y ahora es investigador principal para América Latina en Chatham House en Reino Unido.  

Donald Trump y el zarpazo a la democracia 

El experto plantea un escenario complejo para la democracia, no sólo por el espacio que le deja a China y Rusia para operar en el mundo, sino, por el desánimo general con la democracia y el avance del autoritarismo. 

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Además, explica cómo estas medidas contra instituciones políticas internacionales es una de las opciones populistas del nuevo Gobierno de Estados Unidos, que no tendrían mucho efecto en la reducción del déficit presupuestario, pero afectarán la posición simbólica de este país como el pilar de la democracia en el mundo. 

¿Cómo explica el corte en la cooperación externa de EE. UU.? 

Creo que los programas (de cooperación), sobre todo de la NED, son una especie de iniciativa de los Estados Unidos para construir redes y contactos entre demócratas en el mundo, para fortalecer la democracia y apoyarla cuando está en retroceso.  

Pero más allá de eso, es para fortalecer una red internacional de personas que comparten afinidades por la democracia, que defienden los mismos valores. 

Eso es lo más importante cuando la democracia está bajo presión e incluso ataques brutales en algunos casos como en Nicaragua, China, Rusia y Venezuela, gobiernos autocráticos y corruptos. 

Roles por la democracia

Contexto: Gobiernos autoritarios festejan destrucción de USAID

Esto es muy relevante. Más allá de la ayuda humanitaria de USAID (Agencia Internacional para el Desarrollo), los programas de la NED y sus contrapartes, como el NDI (Instituto Nacional Demócrata) y el Instituto Republicano Internacional, representan una cierta alianza espiritual, más que financiera, pero espiritual, con los demócratas que están luchando por los mismos valores modernos que representa la democracia, la libertad, los valores sobre los cuales están fundadas las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 

Asimismo, la estabilidad política que ha vivido el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, durante más de 80 años, es algo muy especial y específico de la NED y también de USAID en esta batalla de ideas. 

“China y Rusia son más imperialistas” 

Un argumento contra estas instituciones como la NED es el carácter imperialista de Estados Unidos. ¿Qué opina? 

El trabajo de la NED no está orientado hacia un plan imperialista, sino que está basado en las esperanzas universales de las personas: ser libres, tener derechos, vivir bajo un gobierno que rinda cuentas a sus ciudadanos. Esto es muy distinto a los proyectos políticos más imperialistas, como los de Rusia o China, que buscan expandir su poder y territorio.  

Lo que vemos es que la NED ofrece apoyo financiero, pero más importante aún, un apoyo espiritual, para que las propias iniciativas y agencias humanas puedan desarrollarse. 

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Los gobiernos de China, Rusia y Nicaragua no están interesados en este tipo de apoyo, ya que ellos buscan un control total. Quieren controlar a su población para extender su poder, tanto dentro de sus fronteras como fuera de ellas. Esta es una cuestión de poder personal, un poder ilógico y gubernamental, que es muy distinto a lo que hace la NED, que es ofrecer una semilla, una esperanza, un espacio para que la gente pueda realizar sus propios derechos, reconocidos por siglos, desde la antigüedad, y en la base de lo que es ser humano. 

Putin y su proyecto imperial

Lo que China y, por ejemplo, Vladimir Putin en Rusia, están ofreciendo es su propio proyecto imperial basado en la historia rusa. A Putin no le importa las libertades ni la capacidad de tener un gobierno que responda a las necesidades y derechos de las personas. Lo que él quiere es controlar a la gente y sus destinos. 

¿Es realmente un cambio de doctrina de Donald Trump sobre la política exterior? ¿Es una medida nacionalista? ¿Qué hay entre líneas que no estamos entendiendo de esta cancelación de fondos a organizaciones como la NED?  

Primero, es importante reconocer que la NED fue fundada por Ronald Reagan, un presidente republicano. Es curioso, porque en muchos casos, fueron los demócratas, el ala más grande del partido, quienes atacaron a la NED (en los años 80), ya que apoyaba, por ejemplo, a los demócratas en Nicaragua y Cuba, lugares en los cuales hoy ya no hay tantas simpatías hacia esos regímenes. 

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Lo que hemos visto con Trump refleja dos aspectos. Primero, creo que hay, en el fondo, una ideología, un sentimiento, una creencia de que los gobiernos no deben reconocer los deseos de la población y no deben ser limitados.  

Además, esa visión de la democracia liberal no es compartida por muchos líderes autocráticos o con tendencias autocráticas. 

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Desinformación sobre ayuda internacional 

Sin embargo, lo más importante es que hay un mito erróneo de que la ayuda humanitaria, y sobre todo la ayuda democrática, es un gasto de dinero. Esto es una gran equivocación por dos razones: primero, porque el gasto de la NED y USAID en apoyar la democracia y los derechos humanos es muy bajo en comparación con las inversiones en las fuerzas armadas y la defensa. Con poco dinero se pueden lograr grandes resultados, evitando la necesidad de utilizar la fuerza militar. 

También debemos reconocer que hemos vivido más de 80 años de paz (con algunas excepciones), sin guerras mundiales. Esto es en parte porque después de la Segunda Guerra Mundial se creó una alianza de principios compartidos. En este sentido, la NED y USAID deben verse como una inversión en el futuro. 

Algunos podrían cuestionar, por ejemplo, el apoyo a un grupo de derechos humanos en Cuba, pero la historia demuestra que es muy raro que los países democráticos se involucren en guerras. ¿Es imaginable que Putin hubiera invadido Ucrania si Rusia fuera una democracia? Lo mismo pasa con el caso de Venezuela, donde el gobierno autocrático de Nicolás Maduro está amenazando a Guyana, lo cual no ocurriría si Venezuela fuera una democracia. 

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Inversión en la paz

Por lo tanto, debemos reconocer que invertir en la democracia y los derechos humanos es una inversión en la paz y en la estabilidad global a largo plazo, algo que, como se ha mencionado, requiere de poco dinero en comparación con el presupuesto de Estados Unidos. Sin embargo, una parte de la población de Trump ha intentado promover la idea equivocada de que todo ese dinero debería invertirse en Estados Unidos y no en países extranjeros, lo cual es una visión de corto plazo y no sirve a los intereses globales. 

Estados Unidos, basado en su historia como país democrático, debería apoyar a otros países para que puedan realizar sus propios deseos y voluntades populares, tal como lo hizo en su momento para lograr su propia democracia. 

Autoritarismos contra democracias 

Si bien ahora el modelo de China es muy distinto al de la Unión Soviética, plantea con el autoritarismo del partido comunista chino un contrapeso a la democracia. ¿Pudo la NED adaptarse a este nuevo desafío? 

Aunque la NED fue fundada durante la Guerra Fría para enfrentar el comunismo, también trabajó en los años 80 con grupos de derechos humanos en Argentina durante la dictadura militar y apoyó el voto en contra de Augusto Pinochet en Chile. A lo largo de su historia, la NED ha trabajado con demócratas, independientemente del régimen autocrático al que se enfrenten. 

Hoy, el desafío es más global y tecnológico, con países como Rusia y China utilizando nuevas plataformas, como las redes sociales, para difundir desinformación y debilitar la democracia. Esto requiere un enfoque internacional más fuerte. Por ejemplo, observamos como Rusia y China atacan las Naciones Unidas y los grupos de observación electoral, mientras que fomentan alternativas multilaterales que debilitan la democracia, como la CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe) o la Organización de Cooperación de Shanghái. 

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Este modelo alternativo que Rusia y China intentan promover es frágil, aunque a corto plazo pueda ofrecer beneficios económicos. Sin embargo, la historia nos muestra que no es sostenible. Los regímenes autoritarios están intentando sembrar dudas en las democracias para promover su modelo, que no es atractivo.  

Frenar autoritarismo

La clave será reconocer las debilidades de las democracias y enfrentarlas para mantener el orden mundial, y evitar la expansión de modelos antidemocráticos. 

¿Cómo sabemos que se está apoyando a las personas u organizaciones correctas? 

No están intentando manipular ni recontrolar a las ONGs. Lo que están haciendo es responder a las necesidades de las ONGs, sus perspectivas, sus agendas y también sus análisis. 

Cuando trabajé en la NED durante 8 años, recibimos propuestas de las ONGs y lo que hacíamos, en muchos casos, era llamarlas para apoyar sus iniciativas. Además, se generan espacios políticos en esos países a raíz de las iniciativas de su propia gente, llevando a cabo proyectos que responden a los contextos nacionales e internacionales. 

Independencia de sociedad civil frente a NED 

Esas ONGs no están trabajando para la NED, están trabajando por sí mismas. Están trabajando por un propósito más allá de sus países, para promover la visión de que los derechos humanos deben ser respetados y que las personas deben tener el espacio para realizar sus propios sueños. 

Ellos están trabajando para tener un gobierno que respete sus derechos. Esto es muy importante. Es un trabajo de colaboración, no de manipulación. Es un trabajo en el que las ONGs están llenando una necesidad en sus propias sociedades: para un mejor análisis, para elecciones limpias, para la protección de los derechos humanos, para investigar los femicidios, y muchos otros ejemplos. 

Y en cuanto a la transparencia y la lucha contra la corrupción, son necesidades identificadas por las ONGs y proyectos llevados a cabo por ellas. Esto es muy diferente a lo que hacen gobiernos autocráticos como los de China, Rusia, Nicaragua, y Venezuela, en sus propios países, pero también en otros, mientras distorsionan las actividades de la NED y USAID. 

Democracia en riesgo

Los recortes en la NED llegan cuando el apoyo a la democracia parece retroceder. ¿Qué se podría hacer mejor? 

Bueno, primero creo que ese siempre fue un riesgo. Después de la caída del Muro de Berlín, entramos en un momento de ilusión y sobre confianza. La democracia parecía el futuro, y muchos pensaron que el futuro democrático estaba asegurado, aunque no garantizado. No hubo grandes batallas ideológicas, como las que marcaron el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, y también antes de la Segunda Guerra Mundial con el nazismo y el comunismo. 

Pero hay que entender que la democracia no es un fin, es un proceso. Es un proceso largo, lento y que requiere mucho trabajo. Siempre habrá enemigos de la democracia y tentaciones de consolidar el poder. Siempre habrá intentos de mantenerse en el poder aprovechándose de las debilidades democráticas.  

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Movimientos democráticos enfrentan retos 

En muchos sentidos, incluso en América Latina, recuerdo que mucha gente decía: «Ya las transiciones democráticas han ocurrido, ya están en marcha». Yo advertía que, aunque las transiciones fueran avanzando, las encuestas mostraban niveles muy bajos de satisfacción con la democracia, y esos niveles estaban cayendo. Creo que perdimos algo de vigilancia en esos momentos debido a la sobre confianza. 

La palabra “consolidación” nunca me ha gustado, porque implica que la democracia es algo inevitable, algo que se debe consolidar como si fuera un camino directo. Pero no es así. A pesar de que muchas personas usaban esa palabra, se dieron cuenta de que quedaba mucho por hacer. 

También hablamos de las lecciones que las democracias pueden aprender, y las democracias pueden retroceder, eso es cierto. Pero debemos reconocer que siempre debemos mantener una vigilancia constante sobre el estado de la democracia. Debemos esforzarnos por promover la inclusión social, la ciudadanía y mantenernos alertas contra el abuso de poder, tanto dentro de los gobiernos como el abuso de la tecnología para promover proyectos antidemocráticos. 

Si bien en los años recientes no prestábamos suficiente atención a estos problemas, ahora nos enfrentamos a una situación mucho más compleja. No solo con los proyectos de China o Rusia, sino también con las dudas dentro del propio Estados Unidos sobre la importancia de trabajar en esos ámbitos. No solo hablo del gobierno actual, sino de una tendencia general en los Estados Unidos. 

Hemos visto una disminución de la importancia dada a los derechos humanos, a la inclusión social y a los mecanismos de pesos y contrapesos de la democracia. En este sentido, creo que los Estados Unidos también deberían reflexionar sobre lo que podemos hacer en nuestro propio país para fortalecer la democracia, tanto dentro de nuestras fronteras como a nivel mundial. 

Ciudadano promedio en EE. UU. inseguro del futuro 

¿Por qué debería el Gobierno y la población de Estados Unidos apoyar movimientos democráticos, por ejemplo, en Nicaragua, un país que parece no representar una amenaza? 

Quiero mencionar que vengo de una parte del estado de Nueva York que es muy trumpista. Veo estas conversaciones casi cotidianamente con mis amigos del colegio. No sé si los he convencido, pero intento hacerlo. Creo que debemos empezar por tener un poco de empatía con su situación. 

Vengo de un pueblo donde las fábricas de manufactura ya no existen. En muchos casos, la gente se siente muy insegura económicamente y se siente excluida de la democracia y de sus propios partidos políticos. Sienten que el sistema está en su contra, que es muy exclusivo. Tenemos que ser empáticos con sus inseguridades y temores. Porque no solo en el estado de Nueva York, sino en todo el país, hay incertidumbre sobre el futuro. 

Sobre todo, esta desconfianza viene de la exageración cínica sobre el dinero gastado en apoyo a la democracia en lugares como Nicaragua, en lugar de destinarse a programas que podrían revitalizar las economías rurales de Estados Unidos.  

La gente tiene que entender que, incluso la inversión en Nicaragua para apoyar la democracia en contra de Daniel Ortega no es comparable a los beneficios inmediatos que podrían obtenerse en zonas rurales de Estados Unidos (es muy poco dinero para el desarrollo local).  

Prosperidad es recíproca  

Deben reconocer que los beneficios de los Estados Unidos en el pasado vinieron gracias a la paz, la cooperación entre países democráticos. Al igual por la construcción de normas internacionales y la inversión en derechos humanos. 

Estos son proyectos a largo plazo, y si bien se podría cortar el financiamiento a estos programas democráticos, eso no solucionará los problemas de la mayoría de los estadounidenses. Sus preocupaciones son legítimas, pero tenemos que reconocer que la época que Trump quiere recuperar, con su política «Make America Great Again», está basada en precisamente los programas que él quiere recortar. 

Lo que debemos hacer es combatir la desinformación, las mentiras y los mitos, pero al mismo tiempo empatizar con las preocupaciones de las personas. Estamos perdiendo esa guerra narrativa en los Estados Unidos, pero creo que podemos recuperar ese argumento. Si intentamos sensibilizar a la gente sobre las experiencias de los ciudadanos nicaragüenses, podemos ganar esa narrativa. 

Porque, en realidad, los estadounidenses son mejores que lo que estamos viendo ahora. Si divulgamos las experiencias de los ciudadanos nicaragüenses, nadie, ni siquiera los más escépticos, quiere que la gente sufra bajo una dictadura corrupta y malévola como la de Ortega. 

NED y la democracia

Creo que es necesario hacer una mayor educación pública sobre lo que hace la NED y sobre lo que propone el proyecto de Trump. Es un poco irónico que Trump, al intentar «hacer grande a América nuevamente», dependa de mantener las inversiones en el futuro de otros países.  

Los Estados Unidos no es una isla, y ningún país lo es, especialmente en un mundo globalizado, interconectado por la tecnología. Tenemos que reconocer que lo que pasa en Nicaragua, Ucrania, Venezuela o Cuba afecta a los Estados Unidos, y eso no solo está relacionado con el tema de la migración. También se trata de mejorar las condiciones en esos países para garantizar un futuro más próspero y equitativo. 

Se trata más bien de empatía, de reconocer que la prosperidad de los Estados Unidos depende también del bienestar de otros países.