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Dina Carrión: una tragedia que llega a la Corte Interamericana

*La nicaragüense Dina Carrión fue encontrada muerta en abril de 2010. Su esposo, Juan Carlos Siles, con quien estaba en proceso de divorcio, es para la familia sospechoso de femicidio.  

**La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) evaluará la responsabilidad del Estado de Nicaragua por la falta de debida diligencia en la investigación de los hechos.  

***El caso fue tratado como un suicidio por las autoridades que obstaculizaron a lo largo de 14 años las observaciones de la familia Carrión.  


Expediente Público

Después de 14 años de espera, el caso de Dina Alexandra Carrión finalmente alcanzó la atención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), órgano jurídico que tiene la responsabilidad de evaluar la responsabilidad del Estado de Nicaragua por la falta de debida diligencia en la investigación de esta muerte ocurrida el 3 de abril de 2010.  

Este 3 de julio, la Corte-IDH con sede en San José, Costa Rica, realizará una audiencia pública en el “Caso Carrión y otros vs. Nicaragua.   

Desde el inicio en su búsqueda de justicia, la familia de Dina Carrión enfrentó innumerables obstáculos en su búsqueda de justicia.  

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La Policía Nacional mostró una preocupante falta de interés en investigar a fondo las circunstancias de la muerte de Dina Carrión, quien estaba en proceso de divorcio de su esposo, Juan Carlos Siles Saravia, y con la guarda de su hijo, acusan los familiares y organizaciones de derechos humanos. 

Pese a las evidencias presentadas por la familia en una investigación paralela que realizaron investigadores y peritos privados, las instituciones del Estado desestimaron continuamente estas evidencias, demostrando un claro patrón de impunidad por el supuesto “tráfico de influencias” del que gozaba Siles Saravia.  

“Nosotros pensábamos, por qué tanto tráfico de influencia tenía a la disposición Juan Carlos Siles, y venimos haciendo una cronología de todas las personas que estaban involucradas y que le convenía que Juan Carlos no fuera preso o que no fuera sentado en el banquillo de los acusados”, señaló Aída Mercedes Carrión, hermana de Dina, en entrevista con Expediente Público. 

“Hubo mano criminal”, los alegatos de la familia 

Juan Carlos Siles Saravia, propietario de una empresa de serigrafía, es hijo de Carlos Siles Leví, un nicaragüense que tenía fuertes vínculos con el expresidente Arnoldo Alemán (1997-2002). 

“Él (Carlos Siles) tenía influencias con todos los abogados del sistema judicial de Nicaragua y era muy amigo íntimo del señor Antonio Alemán”, señaló Aída Carrión. 

Esa cercanía que tenía el padre de Juan Carlos Siles con el exmandatario Arnoldo Alemán sirvió para evadir la justicia, explicó Aída Carrión.  

¿Qué decidirá la Corte-IDH? 

En 2010, cuando el Instituto de Medicina Legal calificó de suicidio la muerte de Dina Carrión, su familia emprendió un largo recorrido y una gran batalla legal para conseguir justicia.  

“Nosotros estábamos convencidos de que hubo mano criminal”, relató Carrión.  

Según la familia Carrión, la escena del crimen que la manejaron con tanto “sigilo” y los signos de violencia en el cuerpo de Dina Carrión levantaron la sospecha de que no se trataba de un suicidio.  

El abogado del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, Salvador Marenco, explicó a Expediente Público que la Corte-IDH deberá analizar la “responsabilidad internacional del Estado de Nicaragua”, por la violación a los derechos humanos de Dina Carrión y de sus familiares.   

Marenco espera que dentro de las reparaciones orientadas por la Corte-IDH en su sentencia se establezca la posibilidad de poder “juzgar a la persona que privó de la vida” a Dina Carrión.  

“Este crimen no puede permanecer en impunidad (…). Estamos esperando que la Corte también mencione eso, que ordene al Estado reactivar la investigación, que ordene al Estado reparar por todos los daños que han ocasionado, porque la búsqueda de justicia de la familia ha implicado incluso hasta el propio exilio, pérdidas económicas, afectaciones emocionales”, señala Marenco.  

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Aunque el 19 de noviembre de 2023, Nicaragua dejó de ser parte oficialmente de la Organización de Estados Americanos (OEA), su salida no deja sin efecto las obligaciones legales y convenciones interamericanas que el país centroamericano ha ratificado. 

Según Marenco, la salida de Nicaragua de la OEA “no compromete” la responsabilidad que tenga el Estado en este caso en concreto que impulsa la familia Carrión en búsqueda de justicia.  

“Aunque se haya denunciado la Carta de la OEA, Nicaragua sigue sujeto y obligado a cumplir la sentencia de ineludible cumplimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (…). No es ningún tipo de justificación para que no se cumpla con la sentencia de la Corte”, explicó Marenco.  

Agregó que a través del artículo 46 de la Constitución Política, Nicaragua “sigue reconociendo la vigencia plena de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el tratado que crea la Corte Interamericana y que le sigue dando vigencia”.  

Dina quedó esperando a su hijo  

El asesinato de Dina Carrión ocurrió en residencial Las Cumbres, en Managua, y su cuerpo fue encontrado en el jardín de la casa. 

Dina Carrión estaba en proceso de divorciarse de Juan Carlos Siles Saravia, y con la custodia de su hijo, quien en ese tiempo tenía seis años.  

Esa Semana Santa de 2010, Siles Saravia prometió volver con el niño el 31 de marzo, después de unas vacaciones, sin embargo, regresó solo el 3 de abril, por lo que Dina Carrión se quedó en casa esperándolo.  

“A las once de la noche de ese día, mi hermana Vilma Valeria recibe la noticia por terceras personas de que de que supuestamente Dina se había matado (…). Era imposible para nosotros como familia, conociendo el amor que Dina Alexandra le tenía a su hijo, que ella hubiese tomado una decisión de suicidarse”, afirma Carrión.  

Valeria Carrión, otra hermana de la víctima, fue quien interpuso denuncia ante la Policía Nacional contra Siles Saravia, debido a la violencia, maltrato psicológico y verbal, incluso económica, que sufría Dina, y por no informarles inmediatamente su muerte.  

“Su preocupación siempre era que le quitaran al niño. Yo siempre le decía, por qué te van a quitar al niño, si os tuyo. Y ella me decía que yo no los conocía, ‘tú no los conoces Merchi, ellos (la familia de Juan Carlos Siles) son malos, son muy malos’, y así pasó”, refirió Carrión.  

Señales de violencia  

Aún en medio del dolor que les embargaba por la muerte, los Carrión se vieron enfrentados con la familia de Juan Carlos Siles, antes y durante los funerales y honras fúnebres.  

De acuerdo con Carrión, había un marcado interés de la familia de Juan Carlos Siles por “incinerar” el cuerpo de su hermana. Mencionaron, incluso, que se harían cargo de los funerales. 

A pesar de la promesa de que el niño participaría en los servicios fúnebres tampoco le permitieron estar presente para que “atravesara su duelo”. 

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Después que Medicina Legal les entregó el cuerpo de Dina Carrión observaron en su cuerpo señales de violencia. La familia entera notó “una serie de indicios en su cuerpo que no concordaban con un cuerpo que supuestamente se había suicidado”. 

“El cuerpo de mi hermana estaba violentado, tenía golpes en su rostro, tenía un morado en la sien izquierda. Le levantamos el vestido y vimos de que tenía escoriaciones en la pierna, golpes en el abdomen. Las manos de mi hermana tenían escoriaciones y laceraciones”, explicó Carrión.  

La escena del crimen 

Las autoridades policiales mostraron una preocupante falta de interés en investigar a fondo las circunstancias de su muerte. Empezaron además una “batalla para pedir, exigir, el expediente” del caso que pondrían a disposición de los peritos independientes. 

Con el primer peritaje que realizó un perito de Nicaragua, los Carrión apelaron la tipificación de la Policía, que decía que era suicidio. “Nosotros estábamos convencidos de que había mano criminal”, añadió la hermana de Dina. 

Según Carrión, la Policía argumentó que Dina supuestamente se disparó con la mano derecha y presionó el gatillo con el anular, algo que resulta “incongruente”, debido a que su hermana era zurda.  

Marenco, quien acompañará a la familia Carrión durante la audiencia de la Corte-IDH, refuerza la teoría del “mal manejo de la escena del crimen”.  

“Al momento de realizar los marcajes por parte de la Policía Nacional hubo una deficiencia enorme, una técnica pericial muy mala, tanto el momento del examen médico forense como el momento de levantar la escena del crimen, en los exámenes de balística, básicamente fueron distintos exámenes que se manejaron”, explicó Marenco a Expediente Público.  

Justicia de Nicaragua parcializada 

En el ámbito judicial encontraron una administración de justicia a favor de Siles Saravia.  

La impunidad en Nicaragua no es un fenómeno nuevo. En casos como el de Dina Carrión, su familia descubrió que el sistema judicial está profundamente influenciado por intereses políticos y económicos que buscan proteger a los responsables de violaciones a los derechos humanos.  

 
 

“A nosotros nos limitaba la justicia de Nicaragua”, señala Aída Carrión.  

El 15 de enero de 2013, el Ministerio Público acusó a Siles Saravia como presunto autor del delito de parricidio. Pero, el 31 de mayo de 2013, el acusado presentó un amparo administrativo contra los fiscales. El amparo fue admitido y suspendió el proceso.  

Humberto Carrión, el padre de Dina Carrión, pasó los últimos años de su vida luchando por esclarecer las circunstancias de la muerte de su hija y buscando justicia en un sistema judicial que, según él y su familia, estaba plagado de impunidad y corrupción. 

Mientras el recurso de amparo de Siles Saravia dormía “el sueño de los justos” en la Corte Suprema de Justicia, Humberto Carrión falleció sin haber logrado la justicia para su hija.  

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“Mi padre murió desgastado por tanta impunidad a que las que fuimos sometidos como familia”, recordó Aída. 

En mayo del 2019, la Corte Suprema de Justicia dio lugar al recurso de amparo y dejó sin efecto la acusación fiscal alegando que se violaron los “derechos de Juan Carlos Siles al debido proceso, acceso a la justicia, seguridad jurídica y legalidad”.  

Los alegatos de la CIDH

Ante la ineficacia del sistema judicial nicaragüense, la familia de Dina Carrión recurrió a instancias internacionales en busca de apoyo y justicia como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual observó que la investigación inicial sólo contempló la hipótesis del suicidio, pese a indicios que apuntaban a un feminicidio. 

“La verdad que fue un desgaste emocional el que recorrió la familia”, señala Aída Carrión, una de las principales testigos en la audiencia de la Corte-IDH.  

El organismo de derechos humanos también determinó que el Estado de Nicaragua no adoptó de manera efectiva medidas especiales para asegurar el fortalecimiento de la relación con la familia materna del niño.  

En su informe, la CIDH recomendó reabrir la investigación penal de manera diligente, y dentro de un plazo razonable con el objeto de “esclarecer los hechos en forma completa, identificar todas las posibles responsabilidades e imponer las sanciones, si corresponde”. 

El reencuentro con el hijo de Dina 

Desde la muerte de Dina Carrión, Siles Saravia prestó al niño “solo un fin de semana”, recuerda Aída. Pero, “puso como condición” que no estuviera Valeria, la otra hermana de Dina, quien debido a las afectaciones sicológicas se vio obligada al desplazamiento forzado. 

Paralelamente al caso penal, la familia Carrión emprendió otra batalla para frecuentar al niño, pero todo fue en vano.  

Hace dos años, Aída recuerda que su sobrino, quien ya es mayor de edad, la contactó por la red social de Instagram diciéndole que estaba en el aeropuerto de Miami y que quería verlos.  

“Fue una alegría inmensa saber que íbamos a ver al niño y corrimos al aeropuerto. Mi mamá, mi hermana, mi sobrina David, Fiorella y yo pudimos ver al niño, fuimos a desayunar. Fue una alegría inmensa volverlo a ver”, señaló Carrión.  

Aída sabe que el proceso de la audiencia reabre las heridas de la familia, pero está convencida que después de tantos años, su sobrino merece “saber la verdad de que su madre jamás iba a dejarlo en orfandad”.