*En los medios de comunicación trasciende que todo es idílico en China, pero no se muestra la otra cara de la moneda, dijo el abogado Alonso Illueca.
**China ha buscado explotar las debilidades en democracia, derechos humanos y corrupción en países de Centroamérica para establecer su presencia en Panamá.
***China construye un puente en Panamá por el mismo costo que otro hecho en su país, pero 30 kilómetros más largo.
Expediente Público
La casi ausencia de organizaciones de sociedad civil que tratan sobre la presencia de China en Panamá y la insuficiente cobertura de los medios de comunicación han contribuido a invisibilizar las operaciones corruptas de esa nación asiática en el país centroamericano.
“China promueve la opacidad, la corrupción, la cleptocracia y las violaciones a derechos humanos”, declaró el profesor de Derecho Internacional Público y Derechos Humanos, Alonso Illueca.
No obstante, lo que trasciende en los medios panameños es que esa nación ha sacado a gente de la pobreza y que “todo es bonito” en China, pero no se muestra “la otra cara de la moneda”, precisó.
Illueca participó en el foro “China en América Latina: Realidad y Tendencias en Costa Rica y Centroamérica” organizado por el centro de investigación Expediente Abierto y la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, en San José, Costa Rica.
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Panamá, que el próximo año 2024 irá a elecciones generales, no está preparada para ampliar su relación con China desde la perspectiva económica, geopolítica, estratégica y de rendición de cuentas, consideró el experto internacional.
El país asiático ha buscado explotar las debilidades en democracia, derechos humanos y corrupción para establecer su presencia en Panamá, que sigue siendo un terreno fértil para el ejercicio de influencia autoritaria extranjera.
Influencia china en la narrativa
Otro ejemplo de cómo China ha influenciado la narrativa panameña, es el discurso que trascendió antes y después de la visita a ese país de la entonces canciller Erika Mouynés en abril de 2022.
“Empieza a elaborarse un discurso bastante preocupante. Panamá empieza a hablar de una política exterior equidistante, multipolar, de una comunidad de destino compartido”, recordó Illueca.
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El viaje no estuvo exento de polémica, ya que Mouynés llegó a China en un vuelo chárter debido a las restricciones por la pandemia. “Hasta el sol de hoy nadie sabe quién pago el avión”, dijo el también investigador panameño, quien no descartó que haya sido China.
En el contexto de la visita se hicieron pronunciamientos “bastante complejos”, en relación a que Latinoamérica no era el patio trasero de los Estados Unidos y con el “asunto de Ucrania”, evitando los términos de guerra y agresión rusa contra el país vecino, al estilo de otros países como Honduras y Nicaragua, que también tienen relaciones con China.
Esa narrativa fue abandonada cuando Mouynés fue depuesta del cargo, aclaró el experto, para quien el asunto es un tema todavía a desarrollar en los medios de comunicación.
Acuerdos secretos
Las relaciones diplomáticas entre Panamá y la República Popular China fueron establecidas en 2017, pero el modelo de intervencionismo está presente desde 1997, cuando le fue otorgada a una empresa de Hong Kong una concesión para operar los puertos de Balboa y Cristóbal, ubicados a la entrada del canal de panamá, en el Pacífico y el Atlántico.
Menos de seis meses después de que se abrieran relaciones diplomáticas con China, se habían firmado 47 acuerdos, algunos de ellos secretos o que no fueron ratificados por el Parlamento panameño, como establece la Constitución. Y “no pedimos un solo quid pro quo”, es decir, algo a cambio, cuestionó.
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Esta situación dio pie a teorías en redes sociales y medios de comunicación de que el entonces presidente, Juan Carlos Varela, había recibido un soborno de 142 millones de dólares del Partido Comunista Chino para romper relaciones con Taiwán.
Lo anterior obligó a la recién establecida embajada de China en Panamá a hacer aclaraciones ante la prensa internacional.
Para Illueca lo más escandaloso fue la negativa de China a adherirse al Protocolo de Neutralidad del Canal de Panamá, que establece que este debe permanecer abierto a cualquier nación, sin discriminación alguna, en tiempos de guerra o paz.
La excusa que trató de esbozar el Gobierno panameño era que China no firmaría ningún tratado en el que estuviese Taiwán, “pero hay más de treinta acuerdos en donde China había firmado el mismo tratado que Taiwán”, dijo Illueca.
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Opacidad y corrupción
Panamá tiene un panorama seductor con una pujante economía que no le fue esquivo a China, dijo Illueca.
“Precisamente china ha focalizado sus esfuerzos en sentar las bases de un nuevo orden” y si algo representaba el viejo orden, era el puente de Las Américas, construido por Estados Unidos sobre el canal de Panamá en los años de 1960.
De allí que este año le fuera adjudicada a una empresa china la construcción de un cuarto puente sobre el canal, justo al lado del puente de Las Américas y a unos cuantos metros del cerro Ancón, símbolo de la soberanía panameña.
Para Illueca, esta es la inversión más significativa de China en Panamá “y me atrevería a decir en Centroamérica”, ya que se trata de 1,600 millones de dólares para la construcción del puente.
El proceso de licitación fue completamente amañado ya que la empresa ganadora, la Consorcio Panamá Cuarto Puente, que incluye a la China Communications Construction Company y China Harbour Engineering Company, no fue la que licitó más bajo. Además, un periodista de investigación descubrió que habían hecho el mismo puente en China por el mismo precio, pero 30 kilómetros más largo.
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Otro de los grandes proyectos de China en Panamá es un centro de convenciones que fue adjudicado inicialmente a una empresa brasileña, pero luego le quitaron esa adjudicación y se le otorgaron a China Construction America que entró en un consorcio con la empresa Cocige, que se declaró en quiebra.
El proyecto estuvo marcado por “múltiples atrasos, sobreprecios y, por supuesto, muchísima opacidad”, recordó el experto panameño.
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Influencia china en seguridad
China ha invertido en materia de seguridad en las dos ciudades más peligrosas de Panamá, Colón y San Miguelito.
Como antecedente, Illueca compartió que antes de 2017, Panamá envió una delegación a China para estudiar el proyecto de ciudad segura de Shenzhen, donde se utiliza el mismo modelo que en Xinjiang, una región autónoma por la que han acusado a China de cometer genocidio contra los uigures, (una minoría musulmana).
Entonces, “es como si la República de Panamá abre un proceso de licitación para las cárceles y decide darle la licitación a los mismos señores que operaban Abu Ghraib y Camp Bucca”, ironizó.
Entonces, en Colón se inauguró el centro de operaciones de seguridad y emergencias con tecnología de punta importada del modelo de ciudad segura de Shenzhen “y con una muy robusta colaboración con Huawei”, precisó.
Hay que recordar que la empresa telefónica ha recibido varias acusaciones de espionaje, entre ellas de Estados Unidos.
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El experto también mencionó el acuerdo firmado recientemente entre la empresa china Hillstone Networks, que está haciendo temas de ciberseguridad, ciberinteligencia y ciberespionaje, y la universidad de Panamá, que es la sede del instituto Confucio.
Aunque Illueca consideró que Panamá necesita mantener relaciones con China, un país que representa aproximadamente el 20 por ciento de la humanidad y es un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, es también del criterio que la ampliación de las relaciones tiene que llevarse “con muchísimo cuidado”.
En Panamá, “se desconoce el tema de China, no sabemos cuáles son las verdaderas intenciones ni cómo se deben de llevar a cabo estas relaciones tanto diplomáticas como comerciales”, apuntó.
Illueca dijo también que Panamá debe basar su relación con China en los valores “que constituyen nuestro polo: democracia, derechos humanos y transparencia”, que son también las debilidades estratégicas que el país necesita trabajar.
Ese puede ser un punto de partida para balancear la relación China-Panamá, en el marco del respeto mutuo y de las reglas que rigen el orden internacional.