*El segundo hospital más grande de Guatemala, el San Juan de Dios, tiene una deuda millonaria, heredada en la gestión del presidente Alejandro Giammattei.
** La deuda del hospital con los proveedores asciende a 32.8 millones de dólares, lo que provocó un desabastecimiento de al menos 200 medicamentos.
*** Expertos consideran que el gobierno de Arévalo no está gestionando ni guía correctamente la cartera de este caos, pero apenas lleva dos meses gobernando.
Luisa Laguardia / Expediente Público
“Viaje doce horas, porque hubo un accidente en el camino y vengo a mi tratamiento para el cáncer y me dicen que no me pueden atender por la falta de luz”, narró para Expediente Público Estefanía Caál, una mujer de 26 años diagnosticada con cáncer de pulmón.
Lo que vivió Caál, lo vivieron decenas de pacientes provenientes de la ciudad o del área rural que llegaron al Hospital General San Juan de Dios, en la zona 1 de la capital de Guatemala, durante las primeras dos semanas del año 2024, ya que la institución presentó fallas en el cableado.
El entonces director de la institución, José Alfaro, logró identificar y solucionar el problema de energía, pero semanas después fue sustituido por Erika Pérez, quien encontró al nosocomio endeudado, desabastecido y sin cumplir los estándares básicos para pacientes y médicos de la institución.
En la actualidad la deuda del Hospital General San Juan de Dios es de Q256 millones, equivalentes a USD32.8 millones.
Según un monitoreo la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (FUNDESA), la deuda total del sistema de salud de Guatemala a los proveedores asciende los Q650 millones, es decir 84 millones de dólares.
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Alcance de crisis financiera
La actual administración de la cartera de Salud, a cargo de Óscar Cordón, no dio declaraciones a Expediente Público. Sin embargo, comunicó en una audiencia en el Congreso, el 20 de febrero de 2024, que “no cuentan con datos precisos para afirmar los datos debido a que siguen aplicando una auditoría”.
Son más de 200 medicamentos que estaban desabastecidos, pero ni el Ministerio de Salud ni el hospital San Juan de Dios han terminado de hacer los peritajes. Hay indicios de sobreprecios, pero aún no se ha remitido la investigación a la Contraloría General de Cuentas, indagó Expediente Público.
“Lo que estamos viviendo en la actualidad sólo es la explosión por no tener un planteamiento claro de a dónde va la Salud Pública”, aseguró a Expediente Público Maynor Herrera, exdirector médico del Hospital Roosevelt y actual reumatólogo de la institución.
El exministro de Salud, Carlos Soto Menegazzo, explicó que, desde su experiencia como director, los trámites para poder realizar cambios, desde los más básicos, hasta los más significativos, son largos y burocráticos.
Manifestó que en su caso había voluntad política, pero que “hasta para cambiar un foco que se quemó” podía tardar días o semanas de papeleo para su autorización.
Ambos expertos concuerdan en que las últimas decisiones tomadas por el Ministerio de Salud no son las más acertadas y que incluso podrían ser contraproducentes.
“La solución, por ejemplo, del ministerio actual de quitar a los gerentes financieros, no es la respuesta para abordar esta crisis”, enfatizó Herrera.
Los galenos concuerdan que los médicos deben fungir como doctores y no como administrativos y que las instituciones deben de contemplar para los distintos puestos aptitudes y disciplinas acordes que se enfoquen en mejorar la calidad de gasto y la atención primaria de los pacientes.
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Pacientes con sufrimiento extra
Para los galenos entrevistados es lamentable la situación del Hospital General San Juan de Dios, porque los más afectados son los pacientes, especialmente quienes vienen del interior como el caso de Estefanía Caál.
Caál, originaria del departamento de Huehuetenango, al noroeste de Guatemala, fue diagnosticada con cáncer de pulmón a la edad de 25 años, ahora, seis meses después tiene que venir una vez cada quince días a sus terapias.
Con un tanque de oxígeno, canalizada con suero para evitar deshidratación y cedada por los medicamentos para la náusea, Caál y su familia viajan 8 horas cada dos semanas para que puedan administrarle sus medicamentos, ya que su terapia no es posible en el departamento noroccidental.
“Me siento muy cansada todo el tiempo, sé que me queda poco de vida, mi cáncer es avanzado, pero ni siquiera puedo esperar mi muerte tranquila, si no, tengo que pasar esta odisea quincenalmente y es agotador para mí y también para mi familia”, narró Caál a Expediente Público, con dificultad para respirar.
Su padre, Ramiro Caál, con lágrimas en los ojos explicó que quisiera poder darle a su hija un poco de tranquilidad antes de verla partir y lamenta que no existan estos servicios en el interior.
Para la directora del Hospital General San Juan de Dios, Erika Pérez, quien tiene un mes en el cargo, el problema es que la situación actual no se pude cambiar de la noche a la mañana.
“Lo que debemos de revisar es demasiado: contratos de medicamentos, personal, sobrevaloraciones, insumos y más, para poder hacer reformas profundas”, declaró la directora a Expediente Público.
Alrededores convertidos en mercadito
El Hospital San Juan de Dios se encuentra en la zona 1 capitalina y sus alrededores ponen en riesgo la seguridad y salud de los pacientes y también de los familiares que esperan noticias de sus enfermos en las afueras de la institución.
Mingitorios improvisados y sin mantenimiento, con plaga de moscas, hasta comercios informales sin la debida acreditación sanitaria rodean el nosocomio.
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“Estamos buscando regular los comercios, porque hasta un comerciante logró esquivar la seguridad y venir a dirección a alegar por impedirle la entrada al hospital y eso no puede ser así, mire las paredes llenas de orines, esto pone en riesgo la integridad y la higiene de la institución”, enfatizó Pérez.
Servicio colapsado
Por otra parte, falta personal médico para poder dar cobertura a la alta demanda del hospital. Un problema que aqueja a los médicos ya que, tienen todas las especialidades, pero también se hacen cargo de las referencias nacionales de accidentes de tránsito.
“Imagínese, para entrar a sala, normalmente se necesitan cinco personas, entre médicos y personal de enfermería, como funcionamos por turno, de cinco quirófanos, sólo podemos utilizar tres, porque no hay más personal”, explicó Herrera.
El galeno afirma que la cantidad de accidentes de tránsito son una de las causas más importantes de la crisis del hospital.
Víctimas de accidentes colapsan hospitales de Guatemala
De enero a agosto del 2023 hubo 3 mil 800 accidentes, solo de motocicletas, fueron trasladados a los distintos hospitales. Se reportaron 551 fallecieron y 2,508 resultaron lesionados, según datos expuestos por la Policía Nacional Civil (PNC) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
“Los motoristas son uno de nuestros mayores problemas, todos los días vienen más de 10 motoristas accidentados y la gran mayoría no llevaba casco ni protección alguna, evadieron alguna señal de tránsito, iban en contra de la vía y en el peor de los casos iban acompañados e incluso en algunos hasta con niños o bebés recién nacidos. No hay regulación”, expresó Pérez.
Por su parte Herrera señaló que, siendo un hospital con todas las especialidades, especialmente inmunológicas, deberían tratar sólo a estos pacientes, pero están sobrecargados por los accidentes de tránsito.
Para el médico este tipo de ingresos debería de tener ya un hospital especializado para evitar la saturación de las emergencias.
El doctor Soto asegura que mientras no se regule de forma integral la educación vial y se mejore la atención primaria en toda la república, Guatemala seguirá siendo un país reactivo y no preventivo.
El exministro de Salud, aseguró que con el presupuesto actual y la alta demanda que existe es imposible dar cobertura a los 18 millones de habitantes en Guatemala. Además, explicó que esto complica el poder garantizar el derecho humano a la salud.
Expediente Público pidió entrevistas a la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) y al Ministerio de Salud, pero desde el 29 de febrero y 3 de marzo se hizo la consulta y no se obtuvo una respuesta de su parte.
Comerciantes no quieren trasladarse
Elba Gamboa, de 76 años, tiene un puesto de comida y tienda informal a la entrada de la emergencia del hospital, lleva 26 años trabajando ahí y es dónde logra conseguir su sustento económico.
“Tengo a mi patojo, mi único hijo, con síndrome de Down en la casa y esta es la única forma en la que podemos sobrevivir, es un trabajo digno, no robamos ni nada solo vendemos comida a los familiares de las personas que a veces pasan días acá, sobre todo los que vienen del interior”, narró Gamboa para Expediente Público.
La directora afirmó que ya se tuvo conversaciones con la municipalidad para poder empezar con esta regulación. Sin embargo, Gamboa enfatizó que el alcalde, Ricardo Quiñónez, les recomendó buscar un amparo para que no los pudieran desalojar.
Llegaron a un acuerdo con la promesa de campaña de permanecer en el lugar y ayuda para poder regular su situación, a cambio del voto en las elecciones 2023.
Pero estos comercios informales impiden a las autoridades garantizar la libre locomoción de las personas, porque han obstruido en su totalidad la banqueta, no cuentan con las licencias sanitarias para poder vender alimentos, ni cuentan con el manejo de desechos, además de provocar plagas de insectos como moscas y hormigas.
Expediente Público intentó hablar con la municipalidad al respecto, pero no dieron declaraciones.