● Argentina se encuentra en una encrucijada diplomática y económica bajo el liderazgo de Javier Milei, quien enfrenta el desafío de equilibrar las relaciones con China y Estados Unidos en un contexto de contratos vigentes y compromisos financieros con el país que preside Xi Jinping y con el FMI.
● La era de Milei marca un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales entre Argentina y China, con un enfoque renovado en alianzas público-privadas y una postura más crítica hacia la presencia China en las obras públicas nacionales y su infraestructura, cuando a la vez se busca fortalecer la presencia argentina en el escenario global.
Expediente Público
El presidente Javier Milei llega al Gobierno argentino luego de hacer una campaña en la que aclaró taxativamente que desde su rol buscaría no tener diálogo con China “por tratarse de un país comunista”.
Manifestó en varias ocasiones que su alineamiento internacional estaría basado en Occidente, más precisamente en el eje Estados Unidos-Israel, países que ya visitó en estos 100 días que tiene su Administración.
Ante estas conceptualizaciones, hay mucho interés en conocer cómo puede evolucionar, o involucionar, la relación entre Argentina y China, “que en los últimos 20 años vivió un acercamiento significativo”, cómo manifestó a Expediente Público Fermín Koop, Latin America managing editor de Diálogo Chino.
Dicho vínculo fue impulsado por la visita del por entonces presidente chino Hu Jindao a Buenos Aires, en 2004.
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Como destacó el especialista, en dos décadas ambos países vivieron un acercamiento ejemplar en términos económicos, políticos, de intercambio educativo, académico y cultural.
Este proceso culminó con la firma del MOU (Memorando de Entendimiento) por parte de Argentina que significó el ingreso del país sudamericano en febrero de 2022 a la Iniciativa de la Franja y La Ruta, el proyecto de globalización chino.
La alineación quedó claramente manifestada oficialmente en las palabras de Alberto Fernández, entonces presidente argentino, cuando reunido con Xi dijo: ”Si usted fuera argentino, sería peronista”.
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China y el sur global
Un año después en febrero de 2023, el canciller entre 2019 y 2023, Santiago Cafiero, expresó que “China puede liderar la agenda del Sur global”, celebrando la participación en forma remota de Xi Jinping en la cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), cuando también invitó a que el país asiático “sea parte de las discusiones”.
La del Sur Global es una narrativa de los estudios culturales y la geopolítica que marca una agenda alternativa al liderazgo de los países ricos e industrializados como Estados Unidos y Europa (el norte), y que tiene a China como uno de sus principales jugadores.
Koop destaca la metamorfosis en la naturaleza de la relación Argentina-China, que pasó de ser predominantemente comercial en los primeros años “a tener una presencia más estructural y una influencia geopolítica más acentuada bajo el mandato de Xi Jinping”.
Además, un rasgo de fortaleza que demostró el vínculo en estas dos décadas, según explicó el periodista, fue que “el intercambio entre ambos países se mantuvo con diferentes gobiernos argentinos de distintos signos políticos”, lo que representó también el valor estratégico que representaba China como cuestión de Estado para Argentina.
Un ejemplo de esto fue durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019), aunque se buscó morigerar la relación con China iniciada en los gobiernos anteriores, de origen peronista.
Se disminuyó el tamaño del proyecto de construcción de las obras de las represas en la provincia de Santa Cruz y los montos de financiación original que ofreció el gigante asiático, pero se firmaron nuevos acuerdos bilaterales y de financiación con China y se renovó el swap de monedas entre el Banco Central Chino y su par argentino, intercambio que había sido originalmente estructurado durante un gobierno opositor, del Partido Peronista.
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El hecho es que, sea cual sea el Gobierno, hasta la llegada de Milei la relación con China se profundizó, proceso que además marcó geopolíticamente para Argentina un posicionamiento sostenido con el gobierno de Xi.
“En estas dos décadas la participación de compañías estatales chinas en la obra pública argentina, sumado a promesas de inversiones y cierto alineamiento ideológico partidario, ha traído más de un dolor de cabeza para las autoridades argentinas frente a sus pares y aliados en Occidente”, advierte Koop.
De hecho, la firma de acuerdos binacionales de financiación y provisión de equipamiento entre China y Argentina para el desarrollo de ciertos proyectos (obras férreas como el Belgrano Cargas o parques solares) limita la participación de empresas de otros países en licitaciones internacionales y abiertas, ya que por sus características, estos acuerdos sólo permiten la intervención de corporaciones chinas para ser operativizados.
China y los intereses privados
“Hoy no podemos comprender de una manera tan binaria a China escindiéndola del resto del mundo, porque hay intereses de accionistas y de grupos financieros de los más importantes del globo que hoy están en ese país”, remarca a Expediente Público Alejandra Conconi, directora ejecutiva de la Cámara Argentino China de Producción, Industria y Comercio.
Conconi explica que al iniciar su mandato Milei recibe, por un lado, “un vínculo muy sólido en el marco de una asociación estratégica con China, que cumple 20 años en 2024 y le da un estatus relevante a la relación”.
Asimismo, para ilustrar la participación de China en la economía argentina, remarca que las industrias de ambos países están integradas a través de cadenas de valor global que involucran a empresas de otros países, como la automotriz Peugeot.
“En los últimos años han ingresado en el ámbito de nuestra Cámara empresas alemanas, japonesas, que comercializan desde una marca internacional, pero cuyos productos provienen de una fábrica china”.
“Por eso, la relación que construya el gobierno de Milei con China formará parte de un mosaico de intereses multinacionales, que son convergentes y que están interrelacionados” destaca Conconi.
“Por eso no hay que mirar este tema de una manera tan monolítica. Me gusta mucho más esta mirada holística de no caer en el análisis más básico, que sería ser anticomunista o pro comunista, si no te das cuenta que en China se produce el iPhone y que se hace allí todo lo que consumimos”, concluye.
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La administración de Milei plantea una refundación del vínculo con China mientras relocaliza su eje político en Occidente. Esas relaciones ya se han materializado con la visita del Secretario de Estado, Anthony Blinken, a Buenos Aires tras un paso por Río de Janeiro y con el viaje del propio Milei a Israel.
Mejorar la macroeconomía, dominar la inflación y los tipos de cambio, fomentar exportaciones y facilitar importaciones, son solamente algunas de las cuestiones que están en la mesa del presidente y sus ministros desde el 10 de diciembre. Para todas necesita acomodar su posición global.
Cuentas pendientes
La agenda bilateral con China está repleta de temas, desde los consulares, impositivos y administrativos, hasta el diálogo por proyectos de infraestructura, contratos vigentes por financiación de obras públicas otorgada por bancos chinos, como las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en la provincia de Santa Cruz, que se encuentran muy atrasadas en su cronograma de ejecución por distintas razones.
A esto se le suma que, actualmente, las obras se encuentran sin fondos; por este motivo, varios equipos de trabajo involucrados en las mismas han sufrido en las últimas semanas la suspensión de cerca de 2.000 de sus trabajadores hasta nuevo aviso, según confirmó a Expediente Abierto una fuente cercana a estos proyectos.
Además, hay otras tantas iniciativas en desarrollo y en negociación entre Argentina y China, como plantas de energía solar, eólica, hidráulica, minería, litio, proyectos de rehabilitación de líneas férreas de carga, entre tantos otros, que se encuentran diseminados por todo el país, con distinto grado de avance.
La deuda con China
Por otra parte, está también sobre la mesa el swap de monedas que China le otorgó al Banco Central argentino, que no es otra cosa que un préstamo soberano de China en yuanes, convertible a dólares a un alto costo financiero.
Originariamente el swap fue otorgado a gobiernos anteriores, por un total de USD9,900 millones. Este se fue actualizando a través de diversas negociaciones y hoy en día, ya está en torno a los USD23 mil millones.
El intercambio de monedas vence en agosto de 2026 y si para ese entonces no se alcanza un nuevo acuerdo, Argentina debería desembolsar más de USD5,000 millones para reponer los yuanes que se utilizaron.
“El swap con China tiene un peso estratégico para la deuda que tiene Argentina con el FMI (Fondo Monetario Internacional) y si Argentina tuviera que empezar a pagarlo o si hubiera un cambio en las condiciones sería muy difícil para Argentina por lo que significa en términos económicos”, afirma Koop.
El destino que tengan múltiples proyectos en danza entre ambos países, como plantas de generación de energía solar en la provincia de Jujuy o el reacondicionamiento de vías férreas para transporte de carga en el corredor norte del país, sin duda marcarán el diálogo entre la administración Xi y el gobierno de Milei.
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Se trata de contratos donde China hace las veces de financiador y proveedor de equipamientos, mientras que el Estado argentino es tomador de deuda y garante.
Por otro lado, Milei también recibe el mayor stock de deuda de importaciones de Argentina en su historia, que es cercano a los 50 mil millones de dólares y que fue consolidado por una gran cantidad de pequeñas, medianas y grandes empresas argentinas que no han podido girar sus pagos a sus proveedores internacionales por falta de dólares en el Banco Central, entre ellos muchos ubicados en China.
Por último, no hay que olvidar qué China no solo ha ingresado a la economía argentina a través de sus propias gestiones, sino que también es el tercer socio mayoritario del FMI, hoy principal acreedor del Estado argentino, por más de USD 40 mil millones.
Virando hacia Occidente
Desde 2018 que con portavoces como Mike Pompeo, exsecretario de Estado de Estados Unidos, Washington comenzó a alertar sobre la presencia de China en América Latina, especialmente en temas de Seguridad, Tecnología y Telecomunicación.
El entonces presidente Donald Trump estaba en plena guerra comercial y una de las cuestiones centrales del conflicto yacía en el el acceso a los recursos para desarrollar tecnología como microchips y microprocesadores, entre otros asuntos de índole taxativo y aduanero.
Este viraje hacia Occidente implica para el Gobierno argentino, alinearse con narrativas distintas a las que utilizaron gobiernos de partidos opositores a Milei.
Mientras que el Gobierno que presidió Alberto Fernández buscó enmarcarse geopolíticamente cerca de China, la posición actual de la Casa Rosada se alinea en términos macro con las conclusiones de publicaciones como “How China Lends”.
Luego de estudiar 100 contratos de China con gobiernos extranjeros, la publicación encontró signos que manifiestan rasgos de lo que pueden convenirse como opacidad (no ilegalidad) en sus contenidos y alcances, algo que también recalcó el informe publicado por AidData, que reveló que los préstamos chinos tienden a ser más opacos en comparación con otros prestamistas internacionales de última instancia.
Problema de fondo: opacidad
Como remarca Ricardo Ferrer Picado en un informe publicado por Expediente Abierto: “Las cláusulas financieras establecidas por China son secretas, a diferencia de las pautadas por el FMI, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. En este sentido, datos como la tasa real en la cual el gobierno argentino tomó los fondos chinos son aún desconocidos”.
¿Por qué Occidente plantea la transparencia como norma para los negocios? Porque quiere tratar de mostrar y abrir el juego para la claridad de las relaciones internacionales. Se trata de un proceso de transición, que a su vez en China se está dando internamente, según el sinólogo y economista Osvaldo Cortesi.
Para Cortesi, quien fuera director del Banco de la Ciudad de Buenos Aires, director del Banco de la Provincia de Corrientes, vicepresidente del Banco de Inversiones y Extranjero (BICE) y Gerente General del Banco de Crédito Argentino, hay muchos factores que marcan la llegada de un período de la relación regido por prácticas de Transparencia y due “dilligence”, para beneficio de ambas naciones.
Uno de estos factores es el fin de un período marcado por la opacidad en las negociaciones y en los acuerdos, que llevaron a la Argentina en los últimos 20 años a tomar los préstamos de China.
“En un contexto de crisis cuando a nuestro país no le prestaba nadie y cuando teníamos un riesgo país de 2,500 puntos, una cifra altísima, China liberó swaps y se convirtió en el prestamista de última instancia del Banco Central. La pregunta es, ¿contra qué?”, advierte el economista.
El rol de Estados Unidos también se presenta como complejo por los limitantes que operan desde su perspectiva geopolítica, y que imponen en Argentina y la región.
Por ejemplo, para Argentina desde la llegada de Milei los intercambios en términos de Seguridad y Defensa con China están “vetados” (en realidad, tendrían un alto costo político), léase la cuestión de la tecnología 5G de telecomunicaciones, entre otros temas.
A esto se suma el especial interés de Estados Unidos de que China no entre en el manejo de vías navegables y puertos, y no acceda a la cooperación en términos de energía nuclear, algo que China viene buscando desde 2010.
Oportunidades de crecimiento
El demorado desarrollo de Argentina se enfrenta a esta encrucijada: el mercado global necesita sus recursos naturales, pero no tiene capital para su explotación ni la claridad en la normativa para obtener dividendos sustentablemente.
Son tres sectores donde los recursos argentinos cobran cada vez más relevancia: minería (cobre, litio, oro, tierras raras), hidrocarburos y agro. Se trata de tres nichos con distinto nivel de desarrollo, inversiones y necesidades, lo que implica, además, un valor dentro de la geopolítica específico que el Gobierno tiene que ayudar a los privados a administrar.
Félix Martín Soto, ex subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales del Ministerio de Hacienda de Argentina y socio de Yin/Yang Consulting, expresó a Expediente Público que en Argentina “hay una super oportunidad en sectores como Energía, en el desarrollo de proyectos mineros integrales, el agregado de valor y sobre todo en lo que se pueda llegar a trabajar en cuanto a generación y distribución de energía eléctrica”.
Según su consideración, “Hay que ser cautos de la situación del país y hay que ser cautos de la situación económica de China, para analizar qué hay que impulsar y qué no”.
Argentina no puede hacerlo sola. El camino de la recuperación y el ansiado desarrollo implica movimientos geopolíticos que deben ir más allá de la angustiante situación económica que transita, por la que ha tomado créditos multimillonarios frente al FMI o ha recurrido insistentemente al swap de monedas con el yuan chino.
Es aún prematuro juzgar las relaciones de Argentina y China bajo la administración de Javier Milei. Se pueden avizorar tiempos de cambio en cuestiones políticas y económicas, aunque se mantengan fuertes las relaciones comerciales.
La cercanía lograda parece difícil de deconstruir, pero pequeños gestos tal vez sean representativos para marcar la distancia: el hecho de que el nuevo embajador argentino designado en Beijing, Marcelo Suárez Salvia, todavía no haya viajado a China e iniciado su mandato, refleja cierto enfriamiento del vínculo.
Hay mucha expectativa desde China por saber si Suárez Salvia estará allí en abril para participar de la edición 2024 de la Feria de Cantón, aunque por ahora al respecto solo hay especulaciones.
Las elecciones en Estados Unidos de 2024 podrían marcar, también, el futuro de la relación bilateral y el camino en este mundo multipolar en el que Argentina busca retomar su senda de crecimiento.