*La región tiene una régimen autoritario y tres híbridos, con amplios retrocesos en democracia y gobernanza, revela índice de Democracia 2022 publicado por la Unidad de Inteligencia de The Economist.
**Cambios constitucionales, reelección y Estado de Emergencia hacen caer indicadores democráticos de El Salvador.
Expediente Público
Centroamérica se contamina rápidamente del virus del autoritarismo. Nicaragua y El Salvador continúan en retroceso en materia de democracia, mientras Honduras y Guatemala apenas escalaron un peldaño en el índice de Democracia 2022, publicado recientemente por la Unidad de Inteligencia de The Economist (UIE).
El régimen de Daniel Ortega tiene 2.50 puntos de 10 que lo ubican en el puesto 143 de 167 países del mundo, y pasó a convertirse en el país más autoritario de América, solo delante de Venezuela (puesto 147 con 2.23 puntos), incluso Cuba tiene un mejor puntaje y posición (2.65 y puesto 139).
El ranking se elabora desde 2006. En 2008 Daniel Ortega tuvo el techo más alto con 6.07 de una escala de 10 puntos, que lo calificarían como una democracia débil. Desde entonces el retroceso fue paulatino. Luego de la crisis sociopolítica de 2018, pasó de ser un régimen híbrido a uno autoritario con 3.63.
Nicaragua igual que Bahrein
La situación en Nicaragua es tan grave que incluso está al nivel de la monarquía de Bahrein (2.52 y puesto 142). La última protesta civil en 2012 contra las autoridades que llevan décadas en el poder, dejó al menos 8 muertos, 600 heridos de bala y 100 personas desaparecidas más 500 personas detenidas.
En 2018 en Nicaragua, las protestas civiles fueron también atacadas a balazos por paramilitares, grupos de choque y policías que dejaron al menos 355 personas muertas, más de 4 mil heridos, cientos de detenidos y miles de exiliados.
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El índice clasifica algunas categorías, llamando la atención que, en el campo de pluralismo político y proceso electoral, para Nicaragua la cifra es cero. El año pasado se realizaron elecciones municipales, quedando la totalidad de las alcaldías en manos del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que también copa casi todas las magistraturas del Consejo Supremo Electoral (CSE).
El puntaje más alto entre las categorías fue en cultural política (4.38), pero fue muy bajo en gobernanza (2.14), participación política (3.33) y libertades civiles (2.65).
El índice destaca las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, particularmente la inflación, después del efecto de la pandemia por la COVID-19, como choques a las libertades.
Iván Briscoe, director del programa para América Latina y el Caribe de la organización International Crisis Group (ICG), explicó a Expediente Público que es evidente que Nicaragua está en el punto extremo de represión no solo en Centroamérica, sino, en América Latina, “no hay otro caso de tantos líderes y activistas de la oposición encarcelados, ni el cierre de tantas organizaciones, ni el control de quien entra y sale del país”.
El experto consideró que ni Venezuela restringe tantas libertades, pero Nicaragua “se puede comparar en ciertos puntos con Cuba, aunque ahí tienen un sistema judicial ciertas cuotas de libertad política que hoy en día no existen en Nicaragua”.
El otro extremo es Costa Rica, no es solo la democracia más abierta y funcional del área, pero es una de las tres democracias más fuertes de América Latina, con Chile y Uruguay. Lamentablemente no pueden formar un bloque poderoso porque hay dos países relativamente pequeños, dijo el entrevistado.
Democracia en El Salvador de picada
El Salvador en un año tuvo el peor retroceso democrático, solo detrás de Rusia, Burkina Faso y Haití. Perdió 0.66 puntos en un año, quedando como un régimen híbrido, pero en el puesto 93, bajando 14 lugares en un año.
Según el índice, los regímenes con menos de 4 puntos son autoritarios. Los que tienen de 4.01 a 5.99 son híbridos. Los que están entre 6 y 7.99 son democracias débiles y los que superan ese puntaje son democracias plenas.
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“El retroceso democrático bajo el presidente, Nayib Bukele, ha llevado a una gran rebaja en la puntuación del índice del país. El presidente socavó los controles y equilibrios, burló los límites constitucionales diciendo que se postulará para la reelección consecutiva, e introdujo un Estado de Emergencia que frenó las libertades y medidas penales que amenazan las libertades de los medios de comunicación”, detalló el reporte.
Las políticas de lucha contra el crimen y la retórica antisistema han hecho extremadamente popular al presidente, y con esto pudo socavar los controles y equilibrios del poder, incluso reemplazó a todos los magistrados de la Corte Suprema, resumió el reporte.
En 2022 Bukele anunció que se postulará para la reelección a pesar de los límites constitucionales, lo que fue aprobado por una Corte Suprema “dócil”. En marzo 2022 Bukele introdujo un Estado de Emergencia que restringió severamente las libertades civiles y condujo al encarcelamiento de alrededor del 1% de la población bajo sospecha de ser pandilleros.
Cárceles superpobladas
“Muchos atrapados en la red terminan en las cárceles superpobladas de la nación, a menudo sin el debido proceso, y docenas han muerto bajo custodia, donde la tortura es supuestamente rampante. En abril de 2022, el gobierno introdujo medidas penales que amenazan con frenar las libertades de los medios, erosionando aún más las libertades civiles”, sostuvo la UIE.
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Briscoe consideró que antes del estado de excepción se vio a Bukele violar normas democráticas, intentando acaparar el control político de ejecutivo, legislativo y justicia, y con el estado de excepción se vio una violación masiva de las personas asociadas con las pandillas.
Sin embargo, el debate sobre qué es una democracia no está totalmente resuelto. Hay que reconocer que Bukele tiene una alta popularidad, que se legitima, en su opinión, al brindar un bien público, el más precisado ha sido la seguridad.
“Desde ese punto de vista es una democracia funcional, es mayoritaria, Bukele ha copado un apoyo claramente mayoritario y como consecuencia, ha anulado los posibles controles políticos de su gestión, con el estado de excepción vemos la capacidad de un individuo de superar los límites de la gestión presidencial”, manifestó Briscoe.
Desde fuera existe preocupación por la reelección indefinida y el establecimiento de un caudillo del estilo del siglo XIX, pero para los salvadoreños es el primero que logra algo concreto, continuó.
A pesar de eso, en términos de procedimientos y sistema, antes de Bukele parecía funcionar el Estado, pero que en la realidad de la gente, esto era sinónimo de extrema inseguridad y falta de respuesta del Estado.
Guatemala al borde del autoritarismo
“Lo que vemos en El Salvador, es lo que tememos que ver en otros contextos de Centroamérica, que las fallas y deficiencias de las democracias débiles y precarias que se asentaron después de las guerras civiles de los 80, sean superadas y destruidas por nuevos políticos que pretenden dar al pueblo lo que son sus necesidades primordiales y denuncian la democracia liberal representativa como un juego de debates, corrupción e intriga de las élites, y eso es peligroso, por lo que las democracias representativas deben responder a las necesidades de la gente, sino, veremos políticos que quieren copiar a Bukele”, agregó.
El gobierno de Alejandro Giammattei ocupa el puesto 98 global, pero sus 4.68 puntos lo acercan al autoritarismo. Aunque subió un puesto en relación al ranking pasado, antes de la llegada del mandatario, en 2019 el país punteó 5.26.
Lo mismo ocurre con Honduras. Pese a subir un puesto, ahora 91, Xiomara Castro, también presentó un Estado de Emergencia por 30 días en diferentes ciudades “para hacer frente a la extorsión desenfrenada de las poderosas pandillas del país. Las medidas draconianas para abordar las crecientes tasas de criminalidad aumentan el riesgo de un autoritarismo progresivo”.
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En general, la democracia y las libertades en América Latina se ven amenazadas por poderosos cárteles de la droga que desafían el control estatal sobre el territorio y corroen las instituciones nacionales, además de amenazar la seguridad de ciudadanos ordinarios. “Este problema ha exacerbado los ya altos niveles de corrupción en la región y está erosionando las normas democráticas en muchos países”, sostuvo el informe.
Honduras más polarizado
Briscoe consideró que Honduras es un país polarizado como Nicaragua, con instituciones débiles es una tentación para ciertos liderazgos ver a la oposición como una amenaza, no solo política, sino, personal, una amenaza a su libertad. Ortega tuvo una década de democracia cooptada, con socavamiento de ciertas instituciones, pero con un corte razonable de libertades de expresión y asociación, pero “entró en psicosis”, ahora para él, todo su Gobierno debe estar dedicado al atrincheramiento y defensa del poder.
Es peligroso que en medio de una polarización se intente eliminar a la oposición, pero es notable que el Gobierno de Castro tiene resistencias de diferentes tipos y no tiene asegurado el éxito de sus reformas, reiteró Briscoe.
Sobre Guatemala, Briscoe dijo que “han llegado a tener un sistema democrático que tiene elecciones, pero el control del poder judicial y las autoridades electorales, hace que pocos candidatos prosperen, aunque hay alternativas, pero la principal no tiene su registro oficial y tiene grandes problemas para hacer su campaña y recibir atención mediática”, indicó.