Bukele se traga el “cuento chino” de millonarias inversiones en El Salvador que nunca llegan 

Bukele se traga el “cuento chino” de millonarias inversiones en El Salvador que nunca llegan

• Nayib Bukele viajó hace tres años a China y vino con un saco cargado de promesas de la potencia asiática pero los proyectos prometidos marchan muy lentamente.

 •• Analistas salvadoreños advierten de que la cercanía con China puede costarle a El Salvador la relación con Estados Unidos y especialmente con los republicanos.


Eric Lemus / Expediente público

En diciembre de 2019 el presidente salvadoreño Nayib Bukele recibió un doctorado ‘honoris causa’ por la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing durante su visita oficial a la República Popular de China y la promesa de una gigantesca cooperación que transformaría el país que gobierna.

Según lo prometido, El Salvador obtendría una biblioteca nacional, un nuevo estadio, infraestructura en el litoral y una planta potabilizadora que eliminará el arsénico y el boro de un lago volcánico para lograr que el agua llegue a la población que lo necesita.

En el centro de San Salvador, donde trabajadores chinos trabajan día y noche en la instalación de los cimientos de la nueva biblioteca de cristal que reemplazará al edificio que fue demolido, la vida en torno a las obras coexiste entre vendedores callejeros que buscan sobrevivir en el comercio informal.

Jorge, que vendía antigüedades en una de las esquinas de este edificio categorizado en el año 2009 como un bien cultural por la Unesco, reconoce que perdió a sus clientes habituales tras ser reubicado.

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Tres años después

“La municipalidad me dio una nueva posición en otra esquina, pero alejado de mi antiguo local. Ahora voy a cambiar la estrategia de venta de mis monedas antiguas. Debo telefonear a mis clientes porque no saben dónde estoy”, dice este vendedor que debe reinventarse para sobrevivir.

La edificación que será hecha con un diseño futurista en el centro histórico de la capital, es una de las promesas del país asiático al gobierno de Bukele concluya su mandato con obras de gran calado. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 que paralizó al mundo, repercutió en el inicio de las obras.

Tres años después de todas las promesas que ofreció China a El Salvador, la única concluida es un parque de atracciones construido junto al mar en el Puerto de La Libertad, a poco más de 40 kilómetros al sur de la capital. El parque recreativo ofrece una noria y juegos mecánicos como parte del respaldo al proyecto Surf City, que Bukele desarrolla en el litoral salvadoreño.

La creación de la ciudad del surf fue una de las primeras apuesta de la administración del llamado presidente millennial porque la naturaleza orográfica de la costa salvadoreña permite que sus olas tengan una longitud atractiva para los turistas extranjeros.

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El surf, además, es un deporte que dinamizó los poblados que originalmente eran el techo de pescadores artesanales. Desde hace más de 30 años, esta actividad buscaba el apoyo gubernamental que ahora ofrece Bukele.

Un acuerdo en las sombras

En mayo del año pasado, la Asamblea Legislativa salvadoreña ratificó con 66 votos de los 84 diputados el convenio marco para la asistencia “Económica y Técnica entre el Gobierno de la República Popular China y el Gobierno de la República de El Salvador”.

Al leer el documento que publicó tanto la Embajada de China como el Congreso, no precisan los detalles del monto que costarán las obras aunque el presidente Bukele escribió en su cuenta de Twitter que se trató de un acuerdo de “500 millones de dólares en inversión pública no reembolsable y sin condiciones”. 

Los fondos financiarán la construcción de la biblioteca en el corazón histórico, una planta de tratamiento de agua en la zona costera y otra planta para potabilizar de un lago cercano a la capital.

El acuerdo habla de proyectos vinculados con infraestructura pública, agua y saneamiento, energía, salud, educación, bienestar social, cultura, turismo, deporte y transporte.

El Salvador es irrelevante

Carlos Acevedo, ex presidente del Banco Central de Reserva (BCR) durante el primer gobierno de izquierda en El Salvador, dijo que “hay que tener en cuenta que China, como ningún país del mundo, jamás hace algo desinteresadamente”.

Acevedo, doctor en Economía por la Universidad de Vanderbilt, afirmó que siempre era partidario de romper con Taiwán desde hace 20 años.

“Me parece que la cooperación taiwanesa era muy modesta, y que China fácilmente puede proveer bastante mayor asistencia que la que Taiwán le daba a El Salvador”, estimó Acevedo para Expediente Público.

“Como economista, creo que la apertura hacia China puede ser positiva para El Salvador. China es ya el socio comercial con el que El Salvador mantiene su mayor déficit bilateral, cercano a los $2,500 millones”, agregó quien también ejerce como catedrático universitario.

Sin embargo, Ricardo Valencia, académico salvadoreño y profesor asistente en la Universidad Estatal de California Fullerton, escribió un ensayo en el que fustiga que “a pesar del flirteo constante vía redes sociales y eventos públicos, para China El Salvador es irrelevante económicamente y mira a El Salvador de cara a Guatemala y Honduras”, que mantienen relaciones políticas con Taiwán.

La planta de agua

En octubre pasado, la Agencia para Cooperación Económica Internacional del Ministerio de Comercio de China suscribió un Acuerdo de Ejecución con la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA). El evento fue difundido por la agencia china de noticias y la prensa oficialista.

La ANDA es la empresa estatal responsable de potabilizar el agua y el proyecto es una de las promesas chinas que arqueó las cejas: utilizar el lago de Ilopango, el más grande del país, como recurso para llevar el servicio a población que carece del mismo.

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En la firma del convenio, el presidente de la ANDA, Rubén Alemán, adelantó que el proyecto consistirá en la construcción de una batería de al menos ocho pozos profundos con el objetivo de reforzar el abastecimiento en siete municipios capitalinos.

El acto fue ratificado por el consejero económico y comercial de la Embajada de China en El Salvador, Yao Ming, ante la mirada atenta de la embajadora de China en San Salvador, Ou Jianhong, así como el alcalde de Ilopango, José Chicas, en cuya jurisdicción está el lago de origen volcánico.

“Estamos hablando de más de 250.000 habitantes que gracias a esta obra, gracias a esta cooperación, van a contar con una producción nueva de 300 litros por segundo de agua, lo cual va a permitir cubrir esa demanda y estrés hídrico que tenemos en algunos sectores”, destacó Alemán, entusiasmado ante la prensa, y añadió que el proyecto abarcará la construcción de la batería de pozos, una planta potabilizadora, tuberías de agua y estaciones de bombeo.

Impacto ambiental

Ricardo Navarro, un ambientalista que estudió ingeniería y mereció el premio ecologista Goldman en 1995, es una de las voces que adversa la iniciativa china.

“En vez de estar pensando en traer nueva tecnología para purificar el agua del lago de Ilopango, hay que cuidar el agua que hay”, analizó ante Expediente Público el científico que fundó el Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA) y promueve el uso de energías renovables en este país centroamericano.

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El lago Ilopango está ubicado a 16 kilómetros al este de la ciudad y pertenece a la cuenca hídrica central de El Salvador.

Científicamente también es llamado como “la caldera de Ilopango” porque se formó en el siglo VI D.C. debido a un gran evento volcánico que produjo flujos piroclásticos y destruyó poblados prehispánicos.

Actualmente, en torno al recurso, que tiene una superficie de casi 35 kilómetros cuadrados y una profundidad de 230 metros, vive alrededor de 104.000 habitantes. De acuerdo al censo de 2007 es el décimo municipio más poblado del país.

Para el presidente de la ANDA, el convenio es “muy importante (porque) forma parte del Acuerdo de Cooperación Económica y Tecnológica firmado entre los Gobiernos de China y El Salvador en 2019.

En el Centro Histórico de la capital salvadoreña, los ciudadanos siguen siendo testigos del avance paulatino de la construcción del edificio que una vez sea concluido promete ser un espacio gratuito y estar abierto al público las 24 horas del día.

La biblioteca nacional

“La nueva BINAES (Biblioteca Nacional de El Salvador) es un proyecto de cooperación no reembolsable (donación) otorgado por la República Popular China. Su costo será de 54 millones de dólares (incluyendo equipamiento y libros)”, tuiteó hace un año el presidente Bukele.

El edificio contará con un anfiteatro, áreas lúdicas, restaurantes, áreas para investigaciones científicas, un área especial de resguardo del archivo general de la nación, que actualmente yace en el Palacio Nacional, un edificio que colinda con la Plaza Cívica, el corazón de la ciudad.

Durante la inauguración de las obras de construcción, la embajadora Ou Jianhong exaltó que “China y El Salvador somos nuevos amigos y socios (…) Los lazos bilaterales se han desarrollado de manera constante y la cooperación en diversos campos ha avanzado continuamente. La obra avanza más lentamente que lo planificado.

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“El mercado chino es muy grande, y con una pequeña fracción del mismo que pudiera comprarle cosas a El Salvador, El Salvador podría aumentar sus exportaciones al mercado chino, que actualmente se reducen a azúcar”, reflexionó Acevedo, quien en su condición de economista, aboga por mirar los dos lados del fenómeno.

“No creo que haya mucha oportunidad de exportar a China para la industria manufacturera salvadoreña, por razones obvias, pero de repente podría haber algunos bienes primarios que El Salvador pudiera producir y vender a China”, añadió.

La construcción del nuevo Estadio Nacional, cuyo inicio de obras se anunció para septiembre pasado, se ha atrasado indefinidamente. No se conoce fecha de inicio de la construcción y no se observa ninguna maquinaria en la zona designada.

El riesgo

Sin embargo, el profesor de la Universidad Fullerton, Ricardo Valencia, afirma que “para mala suerte del mandatario salvadoreño, acercarse a Beijing podría costarle el cariño de una facción del mismo partido Republicano que mira con miedo la influencia china en Latinoamérica. La mediocre política exterior de El Salvador coloca al país en una tierra de nadie: Bukele no es aliado de nadie, pero desconfían de él”, escribió Valencia.

A lo largo del mandato del expresidente estadounidense, Donald Trump, Bukele sostuvo buenas relaciones con su antiguo homólogo y especialmente con el ala republicana que apoyó al empresario inmobiliario transformado en político.

“Estados Unidos debiera entender la búsqueda de relaciones más estrechas de El Salvador con China. China es ya la segunda potencia económica del mundo (la primera en términos de Purchasing power parities (Paridad del poder adquisitivo) y dentro de pocos años será la primera potencia mundial”, razonó el economista Acevedo.

Por ahora, la ejecución real de todas las promesas hechas en Beijing en diciembre de 2019 sigue siendo un compás de espera que solo el tiempo responderá si acaban siendo realidad antes que concluya su mandato en junio de 2024, cuando el gobernante busque la reelección presidencial aprovechando su sólida popularidad.