Estados Unidos ha criticado el paso autoritario en El Salvador y ha recortado la ayuda a sus planes de seguridad y al sistema judicial. Nayid Bukele se ha acercado entonces a China, ha ratificado un plan de cooperación y atribuye las críticas norteamericanas a la geopolítica.
Expediente Público
Nayib Bukele se ha lanzado a los brazos de la República Popular China poniendo a El Salvador en medio del choque de trenes de la geopolítica mundial, mientras Estados Unidos, su socio histórico, hogar de 2.3 millones de salvadoreños según el Censo Nacional y el principal destino de sus exportaciones, mira con recelo, le critica su paso autoritario y le suspende la ayuda económica.
Parece ya hace demasiado tiempo, pero hubo un día que Bukele decía que “la prioridad de las relaciones números 1, 2 y 3 es Estados Unidos, pero luego vendrá 4, 5, 6, Europa, China, Japón, Corea, la misma Latinoamérica”.
Lo dijo después de una cuestionada gira por China en noviembre de 2019, solo un par de meses después de reunirse con el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, en un encuentro lleno de elogios mutuos en Nueva York.
Meses antes, en la conservadora Fundación Heritage de Washington D.C., Bukele se había lanzado al cuello sobre China, alineado totalmente con Estados Unidos hasta insinuaba volver con Taiwán, con quien su predecesor, Salvador Sánchez Cerén rompió relaciones en agosto de 2018.
«China no juega por las reglas, no respetan las reglas, no respetan las reglas del comercio, hacen proyectos que no son viables y dejan a los países con enormes préstamos que no se pueden pagar y usan eso como apalancamiento financiero. Ellos manipulan su divisa y luego quieren que uno respete su manipulación de la divisa. Ellos no son una democracia, pero se meten en tu democracia», señaló Bukele como presidente electo en abril de 2019.
En esos tiempos todos lo aplaudían en Washington y el joven presidente salvadoreño parecía el alumno aventajado de la entonces embajadora norteamericana Jean Manes y luego de su sucesor, Ronald Johnson.
Pero mucha agua ha pasado desde entonces por el río de las relaciones internacionales y Bukele ha encontrado en China a su nuevo mejor amigo. Washington ni siquiera tiene embajador en San Salvador desde enero 2021.
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Giro hacia Pekín
Primero fue la compra en marzo pasado de dos millones de vacunas Sinovac y un donativo de 150 mil más, con agradecimientos públicos de Bukele al líder chino, Xi Jing-ping.
Luego en medio de la crisis institucional provocada por la destitución de los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General de la República, el mandatario salvadoreño recibió una ola de condenas internacionales y un generoso mensaje de los chinos anunciándole que no lo criticarían.
En mayo de 2021, entonces Bukele pisó el acelerador rumbo a Pekín, alejándose cada vez más de Washington.
La llegada en mayo a San Salvador del enviado especial estadounidense, Ricardo Zúñiga tras las destituciones, las que criticó abiertamente y calificó como inconstitucionales, pidiendo revertirlas, recibieron como respuesta contundente la negativa del presidente Bulele y asegurando además que serían “irreversibles”.
Mientras la retórica bilateral con Washington empezaba a tensarse, la Asamblea Legislativa dominada por el partido Nueva Ideas afín al presidente, apuraba la ratificación de una serie de acuerdos en los que China se compromete a donar la construcción de un estadio, una nueva Biblioteca Nacional, una planta potabilizadora de agua en el Lago de Ilopango, obras de infraestructura turística en la zona costera, entre otros.
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También es público el interés chino en zonas económicas especiales en la región oriental del país centroamericano, cercanas al Golfo de Fonseca, donde convergen las aguas de Honduras y Nicaragua, que precisamente no tienen relaciones con China y reconocen a Taiwán.
EE.UU. suspende cooperación
Estados Unidos, por su parte, anunció a principios de mayo del 2021 la suspensión de la cooperación a la Corte Suprema de Justicia, la Policía Nacional Civil, la Fiscalía General de la República y el Instituto de Acceso a la Información Pública de El Salvador, todos cooptados en los últimos meses por el oficialismo.
En el mismo comunicado, Estados Unidos anunció que reorientaría los fondos hacia la sociedad civil, causando una incendiaria retórica del oficialismo contra los organismos no gubernamentales que trabajan en derechos humanos y gobernabilidad democrática. Los medios de comunicación independientes también han sido objeto de esa retórica.
Todo eso ha provocado el fin de lo que parecía ser el idilio de Washington con Bukele durante la administración Biden.
“Estados Unidos tiene una visión totalmente diferente sobre Bukele a la del pasado. La política de Bukele ha cambiado la forma en que él interpuso sus intereses sobre los que Estados Unidos había previsto”, dice Margaret Myers, directora del Programa Asia y América Latina del Diálogo Interamericano a Expediente Público.
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Según Myers, China se encontró con un camino rocoso para su antigua forma de relación diplomática con el Salvador y la situación política salvadoreña actual ha facilitado las cosas para el gigante asiático.
“Ahora creo que China mira que hay algunas oportunidades que tienen que ver con la forma en que Bukele se está comportando en su gobernanza en El Salvador, algo así como un receso o al menos unas relación más tensa con Estados unidos, lo cual crea una oportunidad de más participación de China en cualquier forma”, señala Myers.
Myers explica que China busca influir en El Salvador a través de proyectos de infraestructura o con tecnologías de vigilancia que pueden servir a Bukele para tener control social, o limitar y monitorear la actividad de la oposición
“Si Bukele se inclinara por ellas, estas son tecnologías en la cuales El Salvador tiene interés y de hecho estas tecnologías ya han sido mercadeadas, discutidas y presentadas hasta cierto punto, ya sea El Salvador tome la propuesta de China o no, pero creo que es algo que China puede lograr ahora con el gobierno de Bukele, algo que no hubiera estado tan seguro de lograr hace unos meses”, explica Myers.
La analista de Diálogo Interamericano dice que no le sorprendería que el gobierno salvadoreño busque comprometerse más con China y obtener más beneficios de esa carta diplomática.
¿Qué busca China en El Salvador?
Para Tiziano Breda, analista de International Crisis Group de Centroamérica, los intereses de China, no solo en El Salvador, sino en toda Latinoamérica, se deben principalmente a dos razones: “desafiar a la supremacía que tiene Estados Unidos en la región desde el punto de vista económico y político; y la segunda, el interés de desafiar o buscar maneras de no reconocer a Taiwán por un número mayor de países posible”.
“Ya El Salvador desconoció la República de Taiwán y reconoció a China continental bajo el mandato de (Salvador) Sánchez Cerén; en un fortalecimiento de estas relaciones se podría leer como una especie de premio o agradecimiento de China sobre esta decisión”, explicó Breda a Expediente Público.
Lo que este analista no entiende es qué está dispuesta a invertir China en un país tan pequeño como El Salvador, que ofrece poco desde el punto de vista de materias primas y de comercio.
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“Es difícil de predecir, de establecer, sobre todo, hasta qué punto esté dispuesta a jugarse en una posible escalada de tensiones con Estados Unidos, por las inversiones de China en El Salvador”, dice Breda.
Sin embargo, el analista del International Crisis Group advierte que China ha tenido interés desde hace rato en intentar fortalecer su presencia en la infraestructura marítima, portuaria en Centroamérica.
“Lo podemos recordar con el intento de construir un canal interoceánico en Nicaragua, que fracasó. Tener mayor presencia e influencia en un puerto, en el Golfo de Fonseca seguramente podría ser parte de los objetivos estratégicos de China en fortalecer su ruta de comercio”, señala Breda.
¿Y Bukele qué busca en China?
Además de vacunas, inversiones y obras de infraestructura, Bukele podría estar buscando alivio financiero. El país tiene un elevado nivel de endeudamiento y está desesperadamente buscando un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que advirtió que exigirá gobernanza, transparencia y combate a la corrupción, algo que China no suele exigir a sus aliados.
El Gobierno de El Salvador anunció en marzo que busca un acuerdo con el FMI por hasta $1,300 millones a través de un programa que le permita corregir la delicada situación de las finanzas públicas en un ajuste fiscal de cuatro puntos del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, estas negociaciones se habrían visto en riesgo por el deterioro en las relaciones entre Estados Unidos -uno de los principales financistas del organismo- y El Salvador tras la destitución de la Sala de lo Constitucional y el fiscal general de la República.
“Las negociaciones con el FMI continúan, aunque no descarto que se paralicen, las condiciones cambiarán, el FMI exigirá más condiciones que le permitan al menos minimizar los efectos que tendría la consolidación de un régimen autoritario que se habría financiado con fondos de ello”, advierte Ricardo Castaneda, economista senior del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI).
Castaneda no descarta que para Bukele la opción preferencial no haya sido el FMI y solo esté ganando tiempo para concretar un acuerdo con China.
“Para China los montos que el país necesita, los puede sacar de su caja chica, porque para ellos son montos bajos. Ahora bien, posiblemente esos recursos no estén en el corto plazo y usualmente China opera a través de préstamos para obras de infraestructura que son ejecutados por empresas chinas. Por ello me parece que hay muchos aspectos todavía que aclarar. Ante las demandas de financiamiento de corto plazo el BCIE pudiera jugar un rol muy importante, como lo ha sido en Nicaragua, por ejemplo”, explicó Castaneda a Expediente Público.
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A este economista le preocupa que “El Salvador quedaría en medio de dos choques de trenes y los impactos los asumirá el país”.
“Aquí la pregunta es ¿qué tan relevante es El Salvador para China, como para incluso entrar a defenderlo frente a Estados Unidos? Yo creo que China aprovechará estos momentos para ganar terreno, pero frente un conflicto muy fuerte no se posicionará”, señala Castaneda.
Para Myers, esto no es extraño.
“Ciertamente hemos visto varios casos donde países latinoamericanos que no han podido pagar un préstamo del FMI han hecho ese tipo de arreglos con China como un último recurso al no poder acceder a mercados internacionales de crédito”, asegura la analista de Diálogo Interamericano.
Según Myers, eso ha pasado en Venezuela, Argentina bajo la administración de Cristina Fernández, en Ecuador con el gobierno de Rafael Correa.
“Eso se ha confirmado y ha sido bien documentado. Quizás el ejemplo más reciente es el caso de Ecuador, donde hay potencial acceso a mercados de crédito, a financiamiento de multilaterales, el año pasado el Ecuador estaba negociando 2.4 mil millones en financiamiento del Banco Industrial y Comercial de China y del Banco de Desarrollo de China. No han podido cerrar ese trato y no creo que lo hagan ahora con el nuevo gobierno. Es interesante que Estados Unidos intervino y ejecutó un trato similar con Ecuador que eran para pagar la deuda con China, pero con otras condiciones como la privatización del sector energético”, recordó Myers.
¿Geopolítica?
¿A qué responde entonces el acercamiento entre El Salvador y China?
Según Francisco Pérez, Profesor Emérito de Estudios Asiáticos de la Universidad de Tamkang, en Taiwán, “responde a un plan global estratégico de China, que incluye su expansión internacional para convertirse en el país más importante del mundo y poner presión en Estados Unidos en su supuesta zona de influencia, para tener más cartas en su disputa con Washington.
“Busca cercar políticamente a Taiwán para que la isla acepte unirse a China y sacar beneficios económicos de países donde ahora Estados Unidos y Europa obtienen dinero, si en esos países hay recursos naturales o mercado no sólo para productos sino también para servicios (banca, electricidad, telefonía, etc.)”, explica Pérez, periodista de origen español, en una entrevista con Expediente Público.
Para él, la alianza de China con El Salvador “puede antagonizar a Estados Unidos y afectar las relaciones, pero también puede servir para equilibrar dependencias, aunque este juego es difícil y no exento de riesgos”.
Margaret Myers coincide con Pérez: “Pienso que es un esfuerzo para estrechar lazos con El Salvador, pero si esto al final debilita la posición de Estados Unidos, creo que no es algo que le vaya a molestar a China. Y mucho de lo que China está haciendo, no sólo en Latinoamérica, sino también en otras regiones es simplemente nivelar la relación del gran poder en esos lugares”.
“Si la posición de Estados Unidos puede debilitarse, si la posición de Europa puede debilitarse, garantiza que China ocupe un lugar en América Latina u otras regiones y puede tener avance en sus propios intereses, al menos hasta cierto punto, este tipo de dinámica de equilibrio, ese es el término usado para esta forma particular de participación, y ayuda a China al menos a mantener cierto grado de influencia y progreso de sus intereses, ya sea en El Salvador u otras partes de la región o del mundo”, sostiene Myers.
Y Bukele juega la carta de la geopolítica claramente desde su cuenta de Twitter. Al día siguiente que Estados Unidos publicó un listado de cinco salvadoreños involucrados en actos de corrupción -que encabezaba su jefa de gabinete, Martha Carolina Recinos- el mandatario salvadoreño lo atribuyó a la geopolítica.
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“Si alguien cree que el combate a la corrupción tiene tan siquiera un ápice que ver con esto (el listado), o es increíblemente tonto, o pretende que los demás lo sean. Esto no es combate a la corrupción, esto es geopolítica. Aunque esta vez, se pasaron de cínicos”, expresó el presidente salvadoreño en Twitter.
¿Al rescate?
En medio de esta crispación bilateral, Estados Unidos sorprendió con el anuncio del retorno de Jean Manes a El Salvador. Manes, embajadora estadounidense en el país centroamericano entre 2015 y 2019, era considerada una persona cercana a Bukele.
“Este nombramiento refleja la importancia de nuestras relaciones con El Salvador”, manifestó el vocero del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Ned Price, al hacer el anuncio.
Manes vuelve como “encargada de negocios” y el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, aseguró que Manes es la líder ideal para “nuestro trabajo con el gobierno, la sociedad civil y otros sectores”.
Manes agradeció a Blinken sus palabras y dijo que está lista “para tocar tierra en El Salvador y fortalecer nuestra asociación”.
En su comunicado oficial, el portavoz del Departamento de Estado aseguró que Manes tiene una amplia experiencia en establecer relaciones con “una amplia gama de salvadoreños”, incluyendo al gobierno, la sociedad civil y el sector privado.
“En casi 30 años de servicio diplomático, tiene amplia experiencia en vigilar los programas del gobierno de los Estados Unidos, y también establece relaciones con una amplia gama de salvadoreños, incluyendo al gobierno, la sociedad civil y el sector privado”, expresó.
Fue Manes la primera que advirtió públicamente de los riesgos de que El Salvador se acercara demasiado a China. La gran pregunta es si logrará que Bukele frene su giro a Pekín y se mantenga en la esfera de influencia norteamericana.
Por lo pronto sus intenciones están marcadas. Manes arribó a San Salvador el 1 de junio y sus intenciones fueron claras.
“Creo en el pueblo salvadoreño, creo en todo lo que es posible en El Salvador y sobre todo creo que una relación bilateral sólida entre Estados Unidos y El Salvador es de interés, no solo para nuestros gobiernos sino también especialmente para nuestros pueblos. Estamos en un momento importante de nuestra relación bilateral. Tienen mi pleno compromiso de hacer todo lo posible para fortalecer la relación y la asociación entre los EE.UU. y El Salvador”, puntualizó Manes.