• Un estudio de Atlantic Council ilustra cómo las potencias extrarregionales han aprovechado la falta de atención de Estados Unidos en América Latina y el Caribe.
• Además, el análisis propone a Washington ayudar para dar prosperidad al continente, a través de inversiones y la promoción de valores democráticos y derechos humanos.
Expediente Público
Estados Unidos afronta el desafío urgente de contrarrestar la influencia antidemocrática de China y Rusia en el Hemisferio Occidental y para ello debe ajustar su estrategia en la región en materia de seguridad, inversiones, cooperación y en los retos que trae consigo una campaña de desinformación desde esos países.
Esa es la conclusión principal del Atlantic Council, un tanque de pensamiento estadounidense en su estudio “Una estrategia para contrarrestar la influencia maligna de los chinos y rusos en América Latina y el Caribe”.
El estudio advierte que los Estados Unidos y sus aliados participan en una competencia estratégica global con China y Rusia y que las acciones de ambas potencias extrarregionales amenazan a los Estados Unidos en su propio hemisferio y deben ser una alta prioridad para su política exterior y de defensa.
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“Desafortunadamente, el enfoque de los Estados Unidos hacia la región ha estado marcado por errores estratégicos, incluida una problemática falta de atención y esfuerzos inadecuados para utilizar todas las herramientas del poder nacional para competir con China y Rusia”, señala el análisis del Atlantic Council.
El estudio señala que “las consecuencias de la inacción son demasiado altas”. “Lo que podría comenzar, por ejemplo, como un conjunto de proyectos de infraestructura aparentemente inofensivos, podría terminar con el control chino de los puntos de estrangulamiento vitales para las líneas marítimas de comunicación”. Un ejemplo es el Canal de Panamá.
“En términos más generales, el hecho de no actuar adecuadamente ahora dejará a la región bajo la influencia de los principales rivales autoritarios de Estados Unidos”, señalan.
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Los objetivos chinos
Según The Atlantic Council, en el caso de China, el compromiso económico de ese país en la región tiene como objetivo consolidar el acceso a los recursos o cambiar las políticas de los países de la región.
Como ejemplo cita el acceso a los minerales críticos en Perú, o presionar a los países centroamericanos para romper sus lazos con Taiwán.
Además, Pekín también opera estaciones de espionaje en Cuba y tiene una parte de responsabilidad en la epidemia de fentanilo de Estados Unidos, que sigue costando decenas de miles de vidas, con precursores químicos que llegan a México a través de China.
“El objetivo de la República Popular China (RPC) es suplantar a los Estados Unidos como la potencia dominante del mundo. En la búsqueda de este objetivo, aprovecha diferentes instrumentos para buscar una mayor influencia en todas las regiones, incluidas América Latina y el Caribe”, señala The Atlantic Council.
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El “nuevo orden”, según China
El documento cita la visión de Seguridad Global del Partido Comunista Chino (PCCh) que es definido como un esfuerzo por “presentar una visión más completa de un nuevo orden mundial y formular la columna vertebral ideológica de un sistema de gobernanza global que eleve la influencia china a expensas del poder estadounidense”.
Según el estudio, China está utilizando cada vez más sus formidables capacidades económicas, reforzadas por las actividades en las esferas de la energía y la tecnología, para dominar otras áreas importantes de la competencia, como la gobernanza y la seguridad, que tienen efectos significativos y agudos en la estabilidad regional.
“Las actividades de China han convertido al PCCh en un actor poderoso en la región”, señala el estudio que advierte que podría utilizar los puertos regionales para restringir la actividad naval de los Estados Unidos.
“Particularmente preocupantes en este sentido son las empresas chinas que trabajan en proyectos relacionados con el Canal de Panamá o intentan pujar por ellos”.
“Si China ganara el control de partes del Canal de Panamá a través de proyectos de infraestructura aparentemente benignos, entonces Beijing controlaría una vía fluvial vital con el potencial de restringir tanto el comercio como las operaciones militares de los Estados Unidos”, advierte el estudio.
La actividad económica china en la región a menudo se produce a través de empresas estatales, empresas subvencionadas por el gobierno chino, lo que les da una ventaja significativa en la competencia con entidades locales e internacionales para varios proyectos.
Además, las crecientes inversiones de China en tecnología e infraestructura del siglo XXI crean una serie de desafíos para los Estados Unidos, incluida la inteligencia y la seguridad de las cadenas de suministro. Como ejemplo, la empresa tecnológica china Huawei es responsable del 60 % de la infraestructura de telecomunicaciones de la región.
“Las inversiones económicas permiten a China ejercer una influencia maligna de otras maneras, incluida la gobernanza regional. Específicamente, ha utilizado su influencia económica para presionar a los países para que pongan fin al reconocimiento diplomático de Taiwán”, señala el reporte.
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El ámbito de la seguridad
El estudio también advierte del aumento de la presencia militar china en la región que es descrito como “particularmente alarmante para los intereses nacionales de los Estados Unidos, dada su proximidad”.
“China ha atacado a regímenes autoritarios y populistas en particular, habiendo proporcionado armas significativas a Bolivia, Ecuador y Venezuela”.
China también apoya a los militares y a las fuerzas policiales de manera más amplia en toda América Latina y el Caribe con entrenamiento y equipo, además de participar en misiones regionales de mantenimiento de la paz, intercambios y apoyo humanitario a través de un buque hospital del Ejército Popular de Liberación (EPL)”, cita el estudio.
El estudio menciona el ejemplo del acuerdo entre China y Cuba para establecer una estación de espionaje para monitorear la inteligencia de señales y espiar las comunicaciones electrónicas de los Estados Unidos, que en realidad llevaba funcionando durante al menos cuatro años.
Además, China mantiene estaciones de satélite terrestres en Bolivia, Brasil, Ecuador y Venezuela, y la instalación espacial más grande fuera de China está en Argentina.
“Las estaciones espaciales podrían utilizarse para recopilar inteligencia e interceptar información de los Estados Unidos. La estación en Argentina es particularmente preocupante dada la falta de acceso y supervisión de los funcionarios argentinos”, señala.
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Rusia busca asociaciones militares
En el caso de Rusia, ese país ha buscado asociaciones militares con Cuba, Venezuela y Nicaragua, incluido el envío de fuerzas a la región.
El estudio sostiene que las actividades de Rusia en la región se centran principalmente en dos objetivos: en primer lugar, orientar a las naciones alejarse de los Estados Unidos, especialmente con el equipo militar y la cooperación en materia de seguridad y, a menudo, al servicio de reforzar a los gobiernos autoritarios.
Y en segundo lugar, utilizar la propaganda y la guerra de la información para ganarse el favor de los gobiernos locales y alimentar el sentimiento antiestadounidense.
“Rusia no tiene el poder económico y militar de China y, por lo tanto, sus actividades en la región no son tan generalizadas”, señala la investigación.
Pero el estudio advierte que, aunque la actividad rusa representa una amenaza menos grave para los intereses estratégicos de los Estados Unidos en la región, “contrarrestar la influencia maligna rusa promoverá los objetivos de seguridad nacional de los Estados Unidos y complementará los esfuerzos para mitigar las amenazas que plantea la creciente presencia del Partido Comunista Chino en toda América Latina y el Caribe”.
“En contraste con el enfoque de China, el compromiso de Rusia en la región es más oportunista y esporádico en su esfuerzo por orientar a los países lejos de los Estados Unidos. Rusia ha buscado asociaciones militares con Cuba, Venezuela y Nicaragua. Esto ha incluido el envío de tropas, aviones y barcos rusos a la región”, señalan.
El estudio asegura que Rusia mantiene una presencia militar permanente de entre 200 y 300 soldados en Nicaragua y además, alberga una base para el sistema de satélites Glonass.
¿Qué hacer?
El análisis destaca que los Estados Unidos deben trabajar junto con los socios globales y regionales para mejorar la prosperidad en las Américas, basada en el comercio libre y justo, la transparencia, la lucha contra la corrupción, el estado de derecho y los altos estándares laborales y ambientales.
Además, sostienen que, si bien los Estados Unidos ya han tomado medidas para limitar los vínculos con China en sectores clave, tanto los Estados Unidos como los países latinoamericanos tendrán que aprovechar los esfuerzos para “desarriesgar” sistemáticamente las relaciones económicas con China y Rusia.
“Para compensar la posible reducción del comercio y la inversión de China y Rusia, los Estados Unidos y sus aliados del mundo libre deben ofrecer alternativas atractivas y asequibles para el desarrollo económico regional”, señala el estudio.
El análisis también apunta que los Estados Unidos y sus socios globales y regionales deben trabajar para promover la libertad, la democracia y los derechos humanos en la región.
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Falta de atención
Para The Atlantic Council, los Estados Unidos han prestado una problemática falta de atención a la región, lo que ha dado lugar a que los Estados Unidos cedan terreno innecesario a China y Rusia.
“Esto ha sido impulsado por la falta de una priorización adecuada de América Latina y el Caribe en la competencia estratégica. Esta falta de atención ha dado lugar a una disminución de los recursos y el enfoque que podrían haberse dedicado a construir asociaciones fuertes y orientadas a los resultados que contrarresten la influencia maligna china y rusa”, señalan.
El estudio urge a los Estados Unidos volver a priorizar la región en medio de las nuevas realidades de la competencia estratégica con China y Rusia.
Estados Unidos y sus aliados deberían promover la inversión y las asociaciones con los ecosistemas tecnológicos locales de los países de toda la región, subrayan.
Finalmente, Atlantic Council recomienda al gobierno de EE.UU. aprovechar los mensajes estratégicos para contrarrestar la desinformación china y rusa en América Latina y el Caribe para evitar que socaven las normas e instituciones democráticas.
Ajustes necesarios
Para el subsecretario de Defensa adjunto del hemisferio occidental de los EE.UU., Daniel Erikson, “China y Rusia plantean diferentes desafíos para América Latina y el Caribe, por lo que también es necesario hacer ajustes en las estrategias del Departamento de Defensa”.
“También creo que, en toda la industria de los Estados Unidos, realmente tiene que haber una inmersión más profunda en lo que podemos hacer para proporcionar a los países de América Latina y el Caribe las capacidades que necesitan a un precio que pueden permitirse”, dijo Erikson, uno de los panelistas invitados al presentar el estudio.
Para el funcionario, “la forma en que los Estados Unidos pueden enfrentar el desafío que plantea la competencia de grandes potencias en América Latina y el Caribe es, en realidad, tener una agenda estadounidense muy proactiva, afirmativa y comprometida con la región y no solo decirles a otros países lo que no deberían hacer con otros socios, sino lo que pueden hacer con los Estados Unidos”.