*Expertos centroamericanos analizan para Expediente Público el impacto de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos y concluyen, entre otras cosas, que la Casa Blanca nunca priorizó a Centroamérica en su lucha contra el terrorismo.
**Washington cambió el orden mundial de las relaciones bilaterales y destinó armas, dinero y recursos para que Centroamérica custodiara la seguridad nacional de Estados Unidos ante la amenaza del narcotráfico, crimen organizado y las migraciones irregulares.
EXPEDIENTE PÚBLICO
Desde aquella mañana del martes 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos (EE.UU.) nunca volvió a ser el mismo. Y con ese cambio, drástico y brutal, también se transformó el mundo. En menos de dos horas, cuatro aviones comerciales llenos de pasajeros fueron estrellados contra las torres del World Trade Center y el Pentágono de Estados Unidos.
Casi 3,000 personas murieron de inmediato y aquellos atentados dieron inicio a un nuevo orden mundial: guerras aterradoras, cacerías internacionales, políticas restrictivas de viajes y controles migratorios, fiscalización de las comunicaciones generales, tecnologías de espionajes y armamentismo.
A 20 años de los atentados del 11 de septiembre ¿Qué de esos cambios impactaron a Centroamérica tras el estallido de aquellos aviones y cuáles de esas políticas persisten en la región?
Expediente Público entrevistó a Carlos Murillo Zamora, investigador y catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica, quien analizó cómo Centroamérica fue absorbida por aquella vorágine internacional que determinó el poderío militar de Estados Unidos.
Un punto de inflexión en el mundo
Para Murillo Zamora, los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron un punto de inflexión en el sistema internacional, que rebasó toda experiencia anterior en cuanto a terrorismo se conocía en el mundo.
“No fue un simple atentado terrorista como los que ocurren muy a menudo, sobre todo antes ocurrían más a menudo en diversas partes del mundo, pero sobre todo en Estados Unidos por grupos locales, en Europa por grupos terroristas vinculados al Medio Oriente y en Africa por grupos terroristas, sobre todo musulmanes”, dijo Murillo.
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Según su análisis, en el sistema internacional existen puntos de inflexión o de giros, como lo fue el fin de la segunda guerra mundial y a partir de ahí el establecimiento de un nuevo orden internacional estadounidense.
“En el caso de los atentados del 11 de septiembre y el impacto en la región centroamericana y América Latina en general, hubo cambios producto de lo que empezó a darse en el todo el mundo».
Murillo recuerda que tras los sucesos de 2001, tras una paralización global del sistema de transporte aéreo por unos pocos días, de inmediato se empezaron a aplicar unos incrementos notables en las medidas de seguridad para ingresar a los aeropuertos y abordar los aviones, que hasta hoy persisten.
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Forma de viajar cambió para siempre
“Esto porque era la primera vez en la historia de las relaciones internacionales en que un grupo terrorista utilizaba un recurso de transporte civil como arma de guerra, y sobre todo porque fue un atentado contra los Estados Unidos en territorio de los Estados Unidos, eso replenteó mucho de las relaciones internacionales desde el orden internacional de postguerra fría”, contextualiza Murillo.
“El otro gran cambio fue en los controles aduaneros para la importacion y exportacion (comercial), porque el otro gran temor fue que no se solo se usara el avión civil como arma de combate, sino que los grupos terroristas pudieran utilizar otro tipo de medios, como el intercambio de bienes, para atentar contra EEUU y otros países europeos”, observa el catedrático.
Señala Murillo que en el caso de Centroamérica, hubo cambios significativos que en la práctica alteraron lo cotidiano en los puestos migratorios y de aduana, para poder viajar, hacer negocios o turismo o todo lo que fuera traspasar fronteras.
“¿Varió en algo la relación de Estados Unidos con la región Centroamericana y Latinoamérica en general a partir de las nuevas políticas internacionales de EEUU contra el terrorismo?”, preguntó Expediente Público al investigador costarricense.
“En términos generales, más allá de lo que mencioné antes, no, porque lo que Estados Unidos hizo en todas sus misiones diplomáticas o embajadas alrededor del mundo fue fortalecer los controles, coordinar más con los países de Centroamérica y América Latina, para implementar mayores medidas de seguridad”, explica el experto, quien sí observó un incremento del uso militar estadounidense desde la administración del expresidente de la época, George Bush hijo.
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La violenta tesis de la “acción preventiva”
La tesis de Bush del uso de la guerra contra el terrorismo, o contra el terror, a criterio de Murillo, no tenía ningún sentido “porque uno no puede establecer una guerra contra un fenómeno que es el terrorismo o un instrumento de grupos arnados, que es el terror. El terrorismo y el terror existen desde la antigüedad en las relaciones humanas, políticas y militares”.
“Lo que pasa es que en la práctica lo que hizo la administración Bush fue recurrir al principio, que sí es válido, de decir que no podía haber un grupo terrorista sin estar vinculado a un Estado, y por eso se invade a Afganistán, donde se había entrenado durante muchos años Al Qaeda gracias al gobierno Talibán”, refiere.
Ello se materializó en una política agresiva de Bush, quien adoptó una doctrina militar de la acción preventiva: “es decir ‘yo sospecho que un gobierno está apoyando a un grupo terrorista para atacar a los Estados Unidos, entonces lo ataco antes de que concrete la acción’, que fue lo que hizo en Afganistán y en Irak”.
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EE. UU. ligó narcotráfico con terrorismo y les declaró la guerra
Para el exembajador nicaragüense ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en la década de los años ochenta, Edgar Parrales Castillo, los atentados contra Estados Unidos arrastraron a Centroamérica a dos guerras: una global cuando los países del istmo mandaron tropas de apoyo a Irak y a otra guerra regional, cuando asumieron bajo presión de Washington el combate al narcotráfico y crimen organizado.
“No hay que olvidar que tras los atentados, todos los países de América, menos Cuba, firmaron una declaración de apoyo de la OEA a Estados Unidos y luego los países de Centroamérica mandaron tropas militares a Irak, para formar parte de la coalición internacional que Washington organizó.
Nicaragua, Honduras, El Salvador y República Dominicana destinaron fuerzas militares en Irak, bajo el concepto de “ayuda humanitaria” y bajo la dirección de España, como fuerza aliada, en la Brigada Plus Ultra.
La otra “guerra” derivada de aquellos atentados, a criterio de Parrales, fue la que asumieron los cuerpos de seguridad (Policías y Ejércitos) de los países centroamericanos, contra el crimen organizado y el narcotráfico, bajo presión, pero con apoyo de Estados Unidos.
“Washington consideró que los terroristas globales se nutren de los recursos ilegales del crimen organizado, del narcotráfico, del lavado de dinero proveniente del tráfico de armas y de trata de personas y presionó para que Centroamérica, que es la ruta de la droga entre el sur y el norte, asumiera cuidarle las fronteras a Estados Unidos”, cita Parrales.
A cambio, refiere el diplomático, Estados Unidos aportó recursos militares, capacitaciones, apoyo logístico y fortaleció las relaciones bilaterales con los países de la región.
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Bumerán del concepto “terrorista”
“Si hay que analizar en frío el impacto de las políticas exteriores de Estados Unidos hacia Centroamérica, en el contexto del 11 de septiembre, podríamos decir que eso ayudó a que los países de todo el mundo reconsideraran sus legislaciones y políticas internas sobre el terrorismo, el crimen organizado y el lavado de dinero”, señala el exdiplomático.
“En el caso de Nicaragua, se revisaron, actualizaron y aprobaron nuevas legislaciones y normas; a nivel regional los países establecieron mecanismos de cooperación e intercambio de información desde el Sistema de Integración Centroamericana, así como políticas de intercambio de experiencias y datos desde el Parlamento Centroamericano”, indica Parrales.
La misma OEA aprobó por unanimidad la Carta Democrática Interamericana el mismo día de los atentados: 11 de septiembre de 2001.
Para Parrales, aquellas acciones y leyes contra el terrorismo, vistas como una acción patriótica contra atentados externos, terminó en un bumerán para las sociedades centroamericanas:
Apoyo de EE. UU. fue “casi como una burla”
Sin embargo, un exdiplomático nicaragüense, funcionario del gobierno del expresidente Enrique Bolaños (2002-2007) y exmiembro del gabinete de seguridad de Nicaragua, considera que el apoyo de Estados Unidos a los países de la región fue “casi como una burla”.
“En Nicaragua estábamos claros que a Estados Unidos había que apoyarlo para mantener relaciones sanas con ellos, por la propia seguridad interna del país ante los narcos y porque habían acuerdos regionales para combatir el crimen organizado, pero siendo sinceros, nunca se trató de combatir el terrorismo porque en Centroamérica estábamos claros que ese fenómeno no se desarrollaba aquí”, dijo el exdiplomático, en condición de anonimato para evitar conflictos con el actual gobierno de Nicaragua.
“Nosotros planteamos a Estados Unidos: ‘si queremos apoyar a su lucha, pero ayúdennos con estos recursos para combatir la pobreza y equipar mejor al Ejército’, pero ellos daban lo que querían, mientras tanto, los recursos que destinaban al Plan Colombia y a la guerra contra el narco en México eran abundantes”, recuerda.
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En efecto, Estados Unidos apoyó el llamado Plan Colombia desde el año 2000 hasta el año 2016 con más de 10,000 millones de dólares y la guerra de México contra los carteles de la droga desde 2006 hasta el final del conflicto en 2019.
“Estados Unidos destinó miles de millones para destruir las bases de producción de las drogas en Colombia y desarticular los carteles de distribución en México, pero a Centroamérica, como ruta de tránsito de la droga, le daban pocos recursos y los países debían librar sus planes con pocos recursos. Eso fue un error de Estados Unidos y afectó las relaciones bilaterales con la región”, observa el ex diplomático nicaragüense.
“Nada cambió mucho”
En términos generales, según el experto en relaciones internacionales Carlos Murillo Zamora, no hubo un cambio significativo en el plano de las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica, incluyendo Centroamérica, “sino que se enmarcaron la nuevas políticas estadounidense hacia el resto del mundo”.
“Recuerdo que hasta Costa Rica propuso el envío de personal médico para la atención mediante la intervención militar en Irak, pero de inmediato la Sala Constitucional ordenó cancelar en todos sus extremos esa decisión presidencial de la administración del presidente Abel Pacheco”, rememora Murillo.
“Esa participación militar de Centroamérica era un pedido de la administración Bush, que necesitaba legitimar la intervención en Irak, presentándola como una operación internacional, similar a la de Kuwait en 1991, como una guerra legítima para expulsar a las tropas iraquíes que habían invadido ese país en 1990”, cita el catedrático.
Para Murillo, a 20 años de los atentados contra Estados Unidos, no se observan grandes cambios en las relaciones de seguridad y cooperación entre Estados Unidos y Centroamérica.
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Afganistán y nuevas heridas del 9/11
“Sí hay cambios en las relaciones de seguridad mucho más por preocupaciones de las operaciones del crimen organizado, sobre todo en términos de narcotráfico y otras actividades ilegítimas, y en estos momentos, más que ataques terroristas, le preocupa a Estados Unidos más la existencia de regímenes autoritarios y dictatoriales en algunos países de América Latina, includo Centroamérica”, observa Murillo.
Para él, la salida de las tropas de Estados Unidos de Afganistán, el primer país al que invadieron tras los sucesos de hace 20 años, ha abierto nuevas heridas en la conciencia estadounidenses y puede generar cambios profundos en las relaciones internacionales.
“La cooperación internacional ha cambiado, no solo por los atentados del 11 de septiembre, sino por cambios en el sistema internacional y veremos muchos más cambios en esas relaciones biltaerales y multilaterales entre Estados Unidos y el resto del Hemisferio, producto de lo que ocurrió en Afganistán, la derrota y salida de Estados Unidos del punto donde inició la guerra post 11 de septiembre, y un reacomodo de fuerzas entre las tres superpotencias: Estados Unidos, Rusia y China”, advierte.
Para el catedrático costarricense, en el fondo, Estados Unidos prestó poca atención a las realidades de sus vecinos centroamericanos en sus relaciones en el marco de los sucesos del 11 de septiembre.
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“La política del bombero”
“Esta frase no es mía: es dicha por el exembajador de Estados Unidos en Honduras en los años ochenta, Cris Arcos, quien afirmaba que lo que Estados Unidos tenía para América Latina y particulamente para Centroamérica es una política del bombero y comparto esa idea porque solo cuando hay un ‘incendio’, Washignton envía a los bomberos, es decir, envía a las tropas para apagar el conflicto, el incendio, y restablecer la calma de los intereses de los estadounidenses y apagado el incendio, las tropas se regresan a los Estados Unidos y se desentienden de que lo pasa en la región”, observa.
Sin embargo, él encuentra en esa analogía política de los bomberos una salvedad: “Pero la analogía de los bomberos, hay que recordarlo, es que siempre tienen un ojo vigilante para ver dónde hay incendio, es decir, no se desliga totalmente de los asuntos asuntos latinoamericanos, sino que da seguimiento, determina las causas del incendio, los riesgos y regresa, lo cual no hace en otras partes del mundo”.
“En ese sentido, Estados Unidos realmente no presta mucha atención a América Latina desde hace más de 20 años, cuando ha habido muchos problemas manda tropas o manda otro tipo de recursos del denominado poder blando en las relaciones internacionales, así que lo que estanos observando en estos momentos es producto de aquel punto de inflexión, más que algo específicamente derivado de los atentados del 11 de septiembre”, señala.
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Agenda bilateral se debilita en el 20 aniverario
De acuerdo a Murillo, esa agenda poco prioritaria de Estados Unidos con Centroamérica en relación a la lucha contra el terrorismo, no parece cambiar en el futuro, sino, al contrario, alejarse por el conflicto reabierto en Afganistán.
“Habría que ver qué pasa en Afganistán en los próximos meses porque Estados Unidos tiene una preocuoación de la creciente presencia china en América Latina y el Caribe, al igual que la presencia rusa”, dice.
“En el caso de Centroamérica, más allá de la posible presencia de pequeñas celulas de grupos terroristas musulmanes, la prioridad se mantiene en terminos del narcotráfico, crimen organizado, de la amenaza que representan las migraciones de centroamericanos a los Estados Unidos y no tanto por la presencia de grupos terroristas”, razona.
“La prioridad seguirá siendo narcotráfico, crimen organizado, problemas de estabilidad políticas o regímenes autoritarios que generan olas migratorias, como el de Nicaragua y pronto el de El Salvador, más las relaciones con China y siempre mantendrá dentro de esa doctrina del bombero, un ojo sobre la región para evitar o apagar incendios”.
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En busca de la verdad
El pasado 3 de septiembre, el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva que instará a la desclasificación progresiva de todos los documentos confidenciales relacionados con el ataque de hace 20 años.
En los próximos meses, las familias de las víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 podrán estar más cerca de esclarecer la verdad sobre lo sucedido aquel fatídico día, tras el anuncio de Biden que instará a la desclasificación progresiva de todos los documentos confidenciales vinculados a los atentados.
La orden llegó, según las agencias de noticias estadounideses, tras numerosas peticiones de centenares de familiares que reclaman saber si en la planeación de los atentados tuvo alguna implicación otros gobiernos y autoridades extranjeras más allá de Al Qaeda.
Las reclamaciones de varias asociaciones de víctimas chocaron directamente con el actual mandatario debido a la tardanza que estaba mostrando en liberar estos documentos. Los parientes de las víctimas amenazaron a Biden con boicotear su asistencia a los homenajes previstos en Nueva York para este 11 de septiembre si seguían desclasificados.
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Biden puntualizó la importancia de mostrar transparencia ante las víctimas y sus familiares. «Es fundamental garantizar que el Gobierno de Estados Unidos maximice la transparencia, confiando en la clasificación solo cuando sea estrictamente adaptada y sea necesaria», dijo.
A través de esta orden se obligará al Departamento de Justicia y a las agencias de inteligencia que revisen todos los documentos previos y posteriores al atentado y comiencen con su desclasificación progresiva, un proceso que podría llevar unos seis meses.