Han pasado casi cinco décadas desde que el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon (1969-1974), declaró la guerra contra las drogas y el expresidente colombiano, Juan Manuel Santos, uno de los mandatarios que ha estado en primera línea en la lucha contra los carteles del narcotráfico, cree que es hora de hacerle un giro porque han sido cinco décadas en una bicicleta estacionaria.
Santos, miembro de la Comisión Global sobre Drogas y quien gobernó Colombia entre 2010 y 2018, participó en el foro “Repensando la política de drogas en las Américas”, convocado en diciembre 15 por Diálogo Interamericano. El foro además incluyó a Shannon O’Neil, vicepresidenta, subdirectora de estudios y miembro senior de Nelson y David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores, así como al ex embajador Clifford M. Sobel.
O’Neil y Sobel estuvieron a cargo de la elaboración de un reporte que revisa y analiza la política exterior de Estados Unidos en las Américas para reducir el flujo de drogas ilícitas y los daños asociados al tráfico de drogas. El reporte fue presentado el pasado 1 de diciembre ante el Congreso estadounidense. El informe fue encargado por la Comisión de Políticas de Drogas del Hemisferio Occidental, una entidad bipartidista independiente con un misión doble: evaluar una variedad de programas antinarcóticos de EE. UU. en las Américas y luego hacer recomendaciones para mejorarlas.
“Han sido 50 años de guerra contra las drogas. En junio de 1971, el presidente Nixon declaró la guerra a las drogas, y también las Naciones Unidas lo hicieron, y es una guerra que no hemos podido ganar”, recordó Santos.
“Y una guerra que sigue por 50 años y no se ha ganado es un premio que se ha perdido”, subrayó. “Habiendo estado en primera línea del frente antidrogas, ahora estoy convencido que a menos que ahora hagamos un enfoque diferente continuaremos en una bicicleta estacionaria”, dijo Santos.
Según Santos, su gobierno siguió el manual y todos los procedimientos para seguir los eslabones de la cadena, producción, distribución, lavado de dinero, etc. y asegura que eso dio excelentes resultados en erradicación de hectáreas de cultivo, extradición de narcotraficantes, etcétera. “Los resultados eran bastante buenos, pero aun éramos los mayores exportadores de droga, la violencia aun estaba ahí, y estábamos en una bicicleta estacionaria, fue frustrante”, afirmó Santos. Entonces no quedó más que reevaluar que “esta guerra no sería ganada como la estábamos peleando, porque no había que concentrar en los consumidores, que son enfermos, ni los campesinos que cultivan coca o marihuana que son víctimas”.
¿Legalización?
Santos recordó que el negocio de las drogas es un negocio y la oferta diversifica la demanda “Todas las palabras que aprendes en las escuelas de negocios son aplicables al mundo de las drogas”, dijo Santos.
“Yo creo que los gobiernos, los estados, deberían retirar de las mafias esas ganancias ilegales que son responsables de todas esas terribles consecuencias que estamos teniendo por todo el mundo aún en países que han hecho esfuerzos en regular el consumo como en Portugal”, explicó Santos.
Como ejemplo, recordó que en 1960 se decía en Estados Unidos que la marihuana desaparecería en 29 años “y miremos cuanta gente consume marihuana hoy”. “El consumo de drogas no va a desaparecer”, insistó Santos, quien además sugirió campañas educativas y mayores explicaciones al respecto, aunque por otro lado reconoció que no es un tema popular. “Es un tema muy impopular sugerir cualquier cambio. Si uno va en campaña a ofrecer pena de muerte a los traficantes, todo mundo aplaude, explicar no es tan popular pero es lo único que funcionar”, señala. “Hacer la guerra es fácil, los buenos contra los malos, hacer la paz es más difícil. Es políticamente más “, subrayó.
Un informe de un solo lado
Shannon O’Neil dirigió la Comisión de Políticas contra las Drogas del Hemisferio Occidental, sostiene que el informe “da un paso atrás para reflexionar para evaluar. Refleja una evaluación más profunda de la problemática antidrogas”. Pero reconoce que el reporte solo presenta uno de los dos lados del problema: la oferta, el abastecimiento, no la demanda, los consumidores. O’Neill menciona que el problema del tráfico y consumo de drogas persiste “a pesar de las decenas de cientos de miles de millones de dólares que se han gastado desde Estados Unidos para la política de drogas, sin mencionar el dinero latinoamericano que se gastó en esto. Remarcó que a pesar de las mejores intenciones y el enfoque real de mucha gente inteligente en estas cosas, “más estadounidenses y más latinoamericanos han estado muriendo debido a los mercados ilegales durante y la violencia asociada con ellos”.
La experta citó que tan solo el año pasado, alrededor de 70 mil estadounidenses murieron de sobredosis y decenas de miles de latinoamericanos murieron en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos.
Según O’Neill ahora “es necesario ver qué funciona y qué no funciona” en la política antidrogas.
Planteó sobre la complejidad del problema ya que desde principios de la década de 2000, “hemos visto el aumento de drogas sintéticas y más letales como el fentanilo” y reconoce los cambios de leyes en varios estados norteamericanos y en países de la región. “Muchos estados han legalizado o despenalizado otras drogas y estamos teniendo esta discusión y cambios en la legislación en países de la región también”, señala.
La comisión visitó Colombia, El Salvador y México, y según O’Neil, encontró proyectos y programas prometedores como uno de desarrollo alternativo de cultivos de cacao en Colombia, el fortalecimiento del sector judicial en México y los programas de reducción de la violencia en el triangulo norte de Centroamérica.
“Son programas que han mejorado las vidas de latinoamericanos y también para los estadounidenses al reducirse el daño de las drogas”, señaló. O’Neil reconoció que el mandato legislativo para elaborar el reporte solo ve el lado internacional de la problemática de las drogas pero “desde nuestras primeras discusiones reconocimos que este es un asunto de oferta y demanda y está claro que no podemos controlar el abastecimiento de drogas peligrosas a menos que reduzcamos la demanda y no podemos reducir la demanda a menos que controlemos el abastecimiento, así que es una ecuación con dos lados”, señala.
Algo en lo que coincide con Clifford M. Sobel, quien además de haber sido vicepresidente de la comisión, ha sido embajador estadounidense en Brasil y Holanda. “La interdependencia entre la oferta y la demanda de drogas está totalmente interralacionada”, advierte Sobel.
El diplomático advirtió que este es un negocio de 600 mil millones de dólares de flujo de tráfico minorista de drogas a nivel mundial. Y que ahora presenta problemas tan complejos como el uso de monedas virtuales: “Los carteles de la droga de Colombia y México están utilizando monedas virtuales”, sentencia.
Tanto O’Neil como Sobel expresaron su esperanza que la nueva administración Biden como el nuevo congreso asuman otro enfoque en la problemática.