Remesas, las que mantienen las familias tras crisis del coronavirus en Honduras.
- Manuel Orozco,director del Centro de Migración y Estabilización Económica, en Washington D.C., estima que el país centroamericano podría dejar de recibir alrededor de US$87 millones.
- En San Pedro Sula, madres y esposas consultadas por EP, confirman que los envíos de sus familiares son menores en cantidad y en frecuencia.
- Banco Central de Honduras confirma que la caída interanual de las remesas familiares corresponde al 2,8%.
Miriam Guevara, residente de San Pedro Sula, Honduras, y desempleada desde marzo pasado, avanza lentamente, en una interminable fila ante una sucursal bancaria. Madre de tres hijos, ella -al igual que muchas más- llega a retirar la remesa familiar que le envía su esposo desde Estados Unidos.
«Me mandaba cada semana 150 dólares desde Estados Unidos. No lo gastaba todo, una parte lo depositaba en una cuenta de ahorros de Banco Azteca, pero desde marzo, apenas le ajusta para enviar de 50 a 70 dólares cada 15 días», asegura a Expediente Público.
San Pedro Sula, zona industrial, presenta el mayor número de contagiados por el nuevo Coronavirus. Un total de 19,142 casos hasta el 27 de agosto, de acuerdo a cifras oficiales de las autoridades de Salud.
Las remesas siguen siendo un alivio para muchas familias pobres de Honduras, que viven de lo que reciben y a pesar que el desempleo se ha incrementado por la pandemia en los países donde los migrantes viven, los hondureños en el extranjero siguen enviando dinero a sus parientes, aunque en menor cantidad y frecuencia como efecto de la pandemia de la Covid-19.
El envío de remesas a Honduras, de acuerdo a datos oficiales, proviene principalmente de ciudadanos asentados en EE.UU., México y España. Según el Banco Central de Honduras, 89,6% del flujo procede de los migrantes hondureños en Estados Unidos; 2.5 %, de Canadá; 2.5 % de España; un 1.7 % de México, y el restante 3.7 % desde Costa Rica, Italia, Macedonia y Panamá.
Por otra parte, el Banco Central de Honduras también refiere que las madres son las principales receptoras de remesas (35.7 %), seguido de los hermanos (18.8 %), ambos padres (11.6 %) y los hijos (10.2 %).
Al 13 de agosto del presente año, estadísticas del BCH reflejan que el ingreso de divisas de los agentes cambiarios ascendió a US$6,984.2 millones (inferior en 9.6% en comparación a la misma fecha del año anterior). De ese monto, 45.9% proviene de las remesas familiares (US$3,207.1 millones), cifra que registra una caída interanual de 2.8%.
Atrás de Miriam estaba doña Gloria, quien recibiría 50 dólares, monto que confesó serían empleados para comprar comida y lidiar con la calamidad doméstica que se escapa de sus manos. Al respecto, reveló a Expediente Público que tras dos meses sin pagar los servicios de agua y electricidad, se los han desconectado.
El coronavirus ha hecho más palpable la precariedad en Honduras. Gloria reside en una casa humilde con paredes de láminas en la colonia El Limonar, en San Pedro Sula. Ella es otro ejemplo del crítico contexto de miles de ciudadanos hondureños, quienes carecen de un empleo formal y que su familia ha podido alimentarse gracias a que su hijo mayor emigró a Estados Unidos hace año y medio.
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Proyecciones desde Washington DC
Manuel Orozco, director del Centro de Migración y Estabilización Económica, en Washington D.C., basándose en el comportamiento de las remesas en los primeros trimestres del año, estima que las remesas familiares a Honduras tendrán una caída del 1.6% al finalizar 2020, comparado con el año anterior, cuando recibió alrededor de US$5,424 millones. Por tanto, este año podría cerrar con US$5,337.3 millones.
Orozco, experto en el tema Migración y Remesas, señaló que los efectos de la crisis económica causada por la pandemia ha provocado que unos 550 mill centroamericanos migrantes en Estados Unidos perdieran su empleo, y alrededor de un tercio dejó de enviar dinero a sus parientes en sus países de origen.
Es decir, 180 mil hogares en Centroamérica están dejando de percibir remesas”, dijo Orozco, lo que impactará en miles de familias, sobre todo de los países del Triángulo del Norte.
A pesar de que la tasa de desempleo es alta en Estados Unidos, entre 13% y 15%, la sorpresa es que el 66% de los migrantes ha estado enviando dinero, de acuerdo a encuestas realizadas, lo que para Orozco es un “fenómeno interesante”, ya que durante la crisis financiera del año 2009, el 75% de los migrantes residentes en EE.UU. dejó de hacerlo.
Ese comportamiento responde a la actitud y compromiso de los migrantes, tanto los que residen en Estados Unidos, en América Latina o Europa, puesto que a pesar de ser el grupo poblacional más afectado por la pandemia y por el desempleo generado, la mayoría ha mantenido constante el envío de dinero a sus familiares en sus países de orígenes.
Lección aprendida
A pesar de lo difícil de la recuperación de la economía global al persistir la pandemia, el estudio “Migrantes, remesas y Covid-19. Comportamiento de las remesas y vulnerabilidades económicas y de salud”, publicado en agosto del 2020 por el centro de pensamiento Diálogo Interamericano, con sede en Washinton, D.C. Estados Unidos, identificó que el migrante, especialmente el de origen latino, estaba en mejor condición económica cuando llegó la crisis sanitaria y con ésta el desempleo, como consecuencia de la paralización total o semiparalización por varios meses de las actividades económicas, adoptadas por la mayoria de los gobiernos para frenar la curva de contagios del virus.
Al respecto, cabe apuntar que Estados Unidos registró crecimientos económicos sostenidos durante diez años, en tasas promedios entre 2.3% y el 3%, teniendo arrastre positivo en el resto del mundo, sobretodo en América Latina.
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En cambio ahora, como efecto de la pandemia de la Covid-19, la tasa del PIB interanual de Estados Unidos, al segundo semestre de 2020, decayó en -31,7%, de acuerdo al último reporte oficial del Buró de Análisis Económico del Departamento de Comercio de ese país.
Hasta 2019 la tasa de desempleo en Estados Unidos era del 3.5%, , es decir, había casi pleno empleo entre los migrantes, por tanto, “mejoró la capacidad de ingresos y eso explica porqué tenían más ahorros. Asimismo, indicaría por qué no han caido las remesas con la misma intensidad que en la crisis del 2009”, señaló Orozco.
Además, ese ahorro les permitiria tener recursos para hacerle frente a los gastos de sus propios hogares en sus lugares de residencia, así como poder mandar remesas a sus parientes.
Ahorro para cubrir gastos por enfermedades
En el estudio “Migrantes, remesas y Covid-19” seindica que más de 200 millones de migrantes vivían en países de acogida, que registraban un número elevado de casos de Covid-19, a mayo de este año. Particularmente los de México y Centroamérica fueron “excepcionalmente vulnerables” al daño en la economía y el impacto en su salud, puesto que se ocupan en sectores donde “sufren pérdidas masivas de puestos de trabajo”, debido al confinamiento obligatorio.
“Los migrantes empleados están experimentando una alta exposición a Covid-19”, expuso el estudio de Diálogo Interamericano. Son la población más expuesta a sufrir complicaciones en su salud si se infectan con el virus, debido a su perfil de padecimiento de enfermedades crónicas no diagnosticadas.
Por otra parte, la gran mayoría no tendrá protección de atención médica si se enferman. Según el estudio, casi una quinta parte de los migrantes en Estados Unidos carecen de seguro médico.
Siendo trabajadores con acceso limitado a recibir asistencia médica en los países de acogida, en caso de incapacidad para laborar por enfermedad o por la pérdida del empleo, el ahorro es fundamental para cuando hay necesidad de cubrir los imprevistos. Sin embargo, un mejor comportamiento financiero de los migrantes, “a menudo pueden resultar insuficientes para proteger sus ingresos durante la pandemia actual”, se advirtió en el estudio de Diálogo.
“Los costos totales de tratamiento hospitalario para pacientes hospitalizados se estiman en US$9,763 dólares para infecciones no complicadas y US$20,929 dólares para aquellas con comorbilidades importantes”, se precisó en el reporte.
Si la persona enferma de Covid-19 se complicara en su salud y necesitara un ventilador durante 96 días o más, el costo de la hospitalización podría superar los US$80,000 dólares.
Como consecuencia de que los migrantes destinan más de sus ingresos para pagar facturas médicas ante una eventual enfermedad, o cubrir los gastos en sus hogares si llegasen a perder el empleo, las remesas desde los Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe “tendrían una disminución sustancial”.
Por ello es que urgen políticas de asistencia económica inmediata a los migrantes que perdieron sus puestos de trabajo, asegurarles cobertura médica incluida la atención gratuita a aquellos que trabajan expuestos a alto contagio del Covid-19.
De no implementarse estas recomendaciones, los migrantes quedarían más vulnerables, viéndose obligados a reducir o suspender las remesas, que de suceder empeoraría la situación de millones de hogares en Centroamérica.
De acuerdo con el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), Centroamérica se ubicó ese el año pasado como la segunda subregión de América Latina y el Caribe que más recibe remesas.
La expansión en los últimos años del ingreso por remesas de Centroamérica, ha reflejado la reducción en el desempleo en los Estados Unidos de América (EUA) y una masa salarial creciente de los trabajadores inmigrantes, lo que ha permitido que realicen un mayor envío de remesas a sus países de origen.
Escenario gris
Para Alejandro Kafatti, economista del Foro Social para la Deuda Externa de Honduras (FOSDEH), el desempleo abierto pasaría de 200,000 a 500,000 personas este año.
A inicios de año, Honduras registraba un 64% de pobreza y un 42% de pobreza extrema, por otra parte, durante la pandemia han quebrado y cerrado un 40% de las MyPimes que sobrevivían a duras penas antes de ésta.
La economía de Honduras se contraerá al menos un 6% este año, 3 veces más que cuando pasó el huracán Mitch en 1998, destruyendo al país centroamericano y vecinos. De ser así, la pobreza en Honduras elevarse a un 70% de pobreza y 50% de pobreza extrema.
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Las remesas se han constituido desde finales de 1998, cuando miles de hondureños emigraron tras el devastador paso del huracán Mitch por Centroamérica, en uno de los principales sustentos de muchas familias de este país.
«Ya se puede ver en las grandes ciudades que la mendicidad ha aumentado considerablemente», analiza.
Respecto a la reactivación económica, consideró que ésta no se logrará solamente con una reapertura de los negocios, requerirá de muchísimo talento, conocimiento y honestidad en el manejo de las políticas públicas en materia financiera, económica y fiscal.
«A todo eso hay que sumarle que nos acercamos a un nuevo proceso electoral, que, hasta hoy, también pinta muy gris, es como el pronóstico para una tormenta perfecta para el país el otro año o a fines de éste», concluye.