- En Centroamérica, los países más afectados serán Costa Rica y El Salvador, con una disminución del 4,7% y 1,7%, respectivamente, estima Manuel Orozco, experto en en el tema Migración y Remesas.
- El flujo a Nicaragua y Guatemala podrían aumentar hasta 1 % .
- Pese a la buena noticia, Nicaragua se encamina a un proceso de “Haitización”, ya que se agrava la dependencia de las remesas, al no registrarse inversión extranjera y caer las exportaciones.
A finales de abril pasado, las perspectivas sobre las remesas familiares eran catastróficas. Se estimaba una caída promedio entre el 17% y el 20% al cierre del presente año. Sin embargo, una proyección más reciente del experto Manuel Orozco, director del Centro de Migración y Estabilización Económica, en Washington D.C., trae esperanzas a la región. Orozco, en una entrevista exclusiva a Expediente Público, confirmó que habrá una reducción en el flujo de remesas familiares a Centroamérica, pero ésta será mucho menor que los pronósticos de abril, cuando prevalecía un confinamiento estricto en Estados Unidos. Los países más afectados serán Costa Rica, con una disminución del 4,7% y El Salvador, con 1,7%. Eso representará aproximadamente US$120.7 millones menos en divisas para ambas naciones.
En cambio, la otra cara de la moneda favorece a Guatemala y Nicaragua, países donde las remesas familiares podrían aumentar levente en 0,9% y hasta 1%, respectivamente, de acuerdo al comportamiento de las remesas en el primer y segundo trimestre del presente año, analizadas por el Orozco.
La fortaleza de los lazos familiares
En abril pasado, tomando como referencia la pérdida de empleos en sectores económicos en Estados Unidos, se hizo una proyección gravísima. En ese entonces se estimaba que Nicaragua perdería alrededor de US$300 millones en remesas familiares, El Salvador más de US$920 millones, Guatemala más de US$1,700 millones y Honduras alrededor de US$890 millones.
Hoy, sin embargo, tras analizar el comportamiento de las remesas en los dos primeros trimestres del año, Orozco estima que El Salvador dejaría de recibir alrededor de US$96.4 millones y Honduras unos US$86,6 millones. En cambio, Guatemala mejorará en US$94,7 millones y Nicaragua US$7,2 millones con respecto al flujo de las remesas familiares recibidas en 2019.
“En general, lo que he visto en entrevistas con migrantes es que 35 por ciento de los que perdieron su empleo (debido a la crisis por la pandemia) dejaron de enviar (remesas), pero otros lo siguen haciendo. De los que no perdieron su empleo, 80 por ciento está enviando un mes menos”, explicó Orozco.
Entre las razones de un panorama más favorable es el hecho que el migrante nicaragüense se siente más vinculado a sus raíces familiares, que se reforzaron por el contexto de la crisis sociopolítica de 2018, debido a la represión de las protestas antigubernamentales por parte de las fuerzas policiales y parapoliciales del gobierno de Daniel Ortega.
Para Orozco, esa crisis sociopolítica que hoy perdura, después de dos años, marcó diferencias con otras comunidades migrantes en Estados Unidos, principal destino de los centroamericanos que dejan sus países por la falta de empleos, la inseguridad y violencia.
“Los salvadoreños (por ejemplo) son una comunidad más establecida, con más familias en Estados Unidas, (tienen) más responsabilidades, mientras que los nicaragüenses han pasado varias olas migratorias en donde hay una generación que todavía tiene vínculos más recientes con Nicaragua, entonces se sienten con obligación de enviar remesas”, explicó Orozco.
Ayuda también dónde están distribuidos los migrantes nicaragüenses, pues un 40 por ciento está en Estados Unidos, otro 40 por ciento en Costa Rica y el restante 20 por ciento en España, Panamá y otros destinos. Esa distribución es relevante en por qué las remesas no caerán este año.
“En Costa Rica, que es un país más liberal en su política hacia los migrantes, la mayoría de los nicaragüenses no tiene tan fácil ir a un Centro Integral de Atención Médica, porque debe tener número de seguro social, lo mismo en Panamá. Eso es un gran problema. Mientras en Estados Unidos la mayoría de los nicaragüenses sí tienen seguro social, eso es diferente con los hondureños, (…) Solo un 35 por ciento de los nicaragüenses están sin papeles, así que es la gran diferencia de por qué crecen las remesas en Nicaragua y no en Honduras”, explicó Orozco.
Costa Rica es de donde envían casi un 19 por ciento de las remesas hacia Nicaragua. Debido a la crisis sociopolítica en dos años, han emigrado unos 120 mil nicaragüenses, siendo Costa Rica el destino principal, sin embargo, es un grupo que no ha enviado dinero a sus familiares, porque su condición ha sido de refugio o no tenían empleo, por lo que no causan impacto en cuanto a las remesas.
El comportamiento es diferente con los nicas que tienen años residiendo en ese país, porque han logrado mayor estabilidad financiera, lo que les permitió seguir aportando a sus parientes en Nicaragua en la crisis sanitaria, aunque posiblemente redujeron la cantidad de dinero.
Camino a la “haitización”
Los migrantes son fundamentales para la economía nicaragüense puesto que las remesas representan alrededor del 13 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Ese aporte anual ayudó a frenar el colapso total de la economía en los más de dos años de recesión por la crisis social y política, ahora complicada por la pandemia. Sin embargo, serán insuficientes para frenar la recesión. Orozco estimó que el PIB de Nicaragua caerá 7% en 2020.
La mayoría de los gobiernos pusieron en marcha planes de reapertura de la economía contemplando medidas para enfrentar a su vez los rebrotes del Covid-19 entre sus ciudadanos. Nicaragua vuelve a ser la excepción de América Latina, pero para mal.
El experto Orozco advierte que Nicaragua será al que más le cueste y más tiempo tarde en salir de la recesión económica. Esto se deberá a las políticas equivocadas del Gobierno de Ortega con la crisis sanitaria, puesto que no han adoptado las recomendaciones de prevención de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como la falta de transparencia sobre los contagios. El Gobierno por otra parte se niega a implementar un plan de subsidio financiero para los sectores más afectados.
“Las acciones que se pueden implementar no se van a implementar porque son paquetes de ayuda fuerte. La crisis que enfrenta Nicaragua es de por lo menos 100 millones de dólares. Así que eso no va a ocurrir, lo que significa que el país se va a rezagar mucho más, en la medida de que el contagio no se detenga y la desaceleración económica continúe. Hay una “haitización” de Nicaragua. Es decir que Nicaragua se está convirtiendo como Haití, en la medida en que los factores de producción no están generando los mismos niveles de riqueza y la migración sigue reforzando más su (influencia) económica”, advirtió Orozco.
Las remesas representaban el 4% del PIB hace cuatro años, pasó al 13% y en 2020 podría ser un 16%, siendo esto porque el resto de indicadores macroeconómicos van a caer, entre estos la Inversión Extranjera Directa (IED) y las exportaciones.
“Las remesas están sirviendo como un comodín en muchos hogares. (…) Sin embargo el sector más afectado es el informal, que es el que no tiene forma de cómo manejar la pandemia, y se la han estado jugado entre la semi protección y desprotección. En Nicaragua lo que ha pasado es que se ha prolongado la contención del contagio”, valoró Orozco.
El Gobierno cifra en menos de 5,000 casos positivos de Covid-19, hasta el 26 de agosto. Son cifras cuestionadas por organizaciones como el Observatorio Ciudadano, que registró más de 9,000 casos a la misma fecha.
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Las estimaciones de Orozco en base a la tasa de comportamiento de la pandemia, es que en Nicaragua hay más de 120 mil casos de Covid-19, y al no haber medidas de prevención efectivas, “el proceso de recuperación” de la crisis sanitaria y por ende de la recesión “va a tardar mucho más” que en el resto de la región.
Las remesas han sido claves en la lucha contra la pobreza en Nicaragua. Su efecto en la economía local es porque mejora la capacidad de consumo de los hogares. Es positivo el hecho que no disminuya esa inyección de dinero fresco en 2020, pero debido al aumento de los costos de los bienes y servicios en el país, por el traslado de impuestos e incrementos de tarifas a la población, entonces los hogares receptores de remesas reducirían su capacidad de consumo para cubrir esas alzas por los servicios.
Las condiciones de vida empeorarían debido a la falta de políticas de alivio de parte el Gobierno. Orozco explicó que hay tres mecanismos de corrección de la crisis generada por la pandemia a través de la práctica de las medidas de prevención, detección de casos como para cortar el contagio y aplanarlo. A esto se suma el subsidio a la población más vulnerable en este momento de crisis. Y el tercer factor es el paquete de estabilización económica.
Pero en Nicaragua el Gobierno no ha hecho nada, teniendo como consecuencia su exclusión del apoyo económico destinado a la región centroamericana. “Estados Unidos va a aumentar el financiamiento de la cooperación a Centroamérica en más de US$1,000 millones. La apuesta es de US$2,000 millones de dólares y Nicaragua está excluida”, afirmó Orozco.
La negativa del Gobierno de transparentar las necesidades que enfrenta Nicaragua podría ser una estrategia a mediano plazo, donde se quisiera llevar al límite la crisis para que la comunidad internacional, que le ha cortado el fluyo de financiamiento, se lo reactive.
“La perspectiva de ellos puede ser un estado de negación o creen que la cosa no está tan mal, como dicen que están, o están proyectando un deterioro mayor que llegue a un punto de equilibrio donde la comunidad internacional intervenga por el riesgo moral. Es decir, la magnitud del problema es tan grande que puede generar un éxodo de refugiados, generar no solo pobreza sino una profunda crisis humanitaria”, consideró Orozco