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La educación técnica: otro cero a la izquierda del régimen Ortega-Murillo

En la última década el modelo de educación técnica en Nicaragua se ha divorciado del desarrollo local y las necesidades del mercado laboral. A pesar del incremento de la cooperación internacional en esta área entre 2008 y 2016, los fondos adquiridos se han centrado en mejorar la infraestructura física y en la compra de equipos para algunos centros de formación del Instituto Nacional Tecnológico (Inatec), pero no en mejorar los contenidos ni modernizar la oferta académica. En ciertas cabeceras departamentales, las escuelas técnicas se han convertido en una especie de bono político para los miembros de la Juventud Sandinista que tienen la prioridad en el sistema de becas, revela el estudio “Educación técnica y desarrollo local: La visión de los jóvenes en tres municipios de Nicaragua, realizado por Expediente Público.

De acuerdo a la investigación, dentro de las demandas de desarrollo a nivel nacional y local se hace más evidente la urgencia en la formación y promoción de jóvenes con capacidades y competencias que se acoplen con la modernización tecnológica, así como los retos económicos y productivos del país. Aunque se sigue debatiendo cómo los sistemas de educación técnica y formación profesional contribuyen y dignifica la condición de vida de las personas que acceden a empleos de calidad y muy bien remunerado, en Nicaragua no hay una revisión en cuanto a la oferta o currículo del Inatec para responder a tales retos, por el contrario, esta institución pública solo recibió el 0.06% del gasto presupuestario de 2018 y 2019, además, existe un uso político de la oferta académica, si así se puede llamar, a ciertos programas de corte populista que le fueron endosados al instituto como Hambre Cero y Usura Cero.

La educación técnica y profesional es definida por la Ley General de Educación de la República de Nicaragua o Ley 582 como “una forma de educación orientada a la adquisición de competencias laborales y empresariales en una perspectiva de desarrollo sostenible y competitivo”.

El panorama de la Educación Técnica: un área olvidada en Nicaragua

Nicaragua dispone de 300 centros tecnológicos, pero solo 45 de estos son públicos y ofrecen Bachillerato Técnico, Técnico General y Técnico Especialista para el 2% de la población nicaragüense que opta por continuar sus estudios en esta modalidad y que corresponden a tres grandes sectores: Industria y Construcción, Comercio y Servicios, y Agropecuario y Forestal. Algunas de las 60 carreras en la oferta educativa técnica de Nicaragua son Electricidad, Finanzas, Turismo y Hotelería, Automotores, Pesca, Metal Mecánica, Forestal y Veterinaria.

En el año 2019 se alcanzó una matrícula de 37,620 estudiantes, y para el año 2020 se previó disponer de 32,500 cupos para que los jóvenes accedan a educación profesional técnica gratuita de acuerdo a los datos del Marco Presupuestario de Mediano Plazo (MPMP), del Presupuesto General de la República 2019.

El V informe sobre el Estado de la Región en 2016, sobre Centroamérica, arrojó que de los 5.4 millones de jóvenes de 15 a 24 años, el 60% de ellos estaba fuera del sistema educativo, el 36% trabajaba en puestos con baja remuneración, el 29% se dedicaba a estudiar y el 23% no estudiaba ni trabajaba.

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Para que un joven nicaragüense pueda acceder, de forma directa y casi segura, a una beca completa para estudiar una carrera en uno de los 45 centros del Instituto Nacional Tecnológico (Inatec), debe tener como requisito no el deseo de aprender ni ganas de superarse o mostrar su necesidad económica, sino un carné de militante de la Juventud Sandinista (JS), organización juvenil del partido gobernante, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); al menos así lo señalan los estudiantes de Jinotega consultados en el estudio “Educación técnica y desarrollo local: La visión de los jóvenes en tres municipios de Nicaragua”, realizado por Expediente Público (EP).

“Primero me fui al Inatec de Matagalpa y me pidieron el carné de la Juventud Sandinista. Al siguiente día me fui al de Jinotega, porque yo soy de San Rafael del Norte y me pidieron el aval político de mi barrio, deserté de la idea y me puse a pensar que con esa política Sandinista jamás iba a poder estudiar una carrera técnica porque a mi no me gusta andar en nada de eso”, expresó uno de los estudiantes  durante uno de los grupos focales realizados por los investigadores de Expediente Público sobre Educación Técnica y Desarrollo Local.

Pobre educación para los más pobres

A pesar de la propaganda populista del régimen y la acogida que tiene la educación técnica entre los jóvenes de escasos recursos, el Inatec es una de las instituciones del Gobierno de Nicaragua que menos recursos obtiene del Presupuesto General de la República (PGR), así lo refiere el estudio de EP, al recopilar datos entre 2002 y 2019 del Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP).



El estudio de Expediente Público señala que entre 2002 y 2007 la partida para educación técnica del presupuesto nacional promedió el 0.19% del gasto total, aunque entre 2008 y 2016 aumentó a un promedio de 0.44%; esto se dio, por una fuerte inversión en infraestructura para distintos centros de capacitación y educación técnica adscritos al Inatec. La investigación identificó que dichas inversiones se dieron por los fondos de cooperación provenientes de países como Gran Ducado de Luxemburgo, Japón, Suiza, Taiwán, y de la Unión Europea a través de Acuerdo de Delegación a la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid). Posteriormente, entre 2017 y 2019 el promedio del gasto para Inatec nuevamente vuelve a bajar a un 0.06%.

Inatec, como ente descentralizado, tiene la potestad de recibir donaciones e ingresos propios por los servicios brindados en los mismos centros tecnológicos (como venta de muebles, servicios automotrices, entre otros), así como el aporte del 2% de las empresas privadas. Sin embargo, todos los recursos asignados para Inatec en comparación con el gasto total del Ministerio de Educación (Mined) representan apenas entre el 10.3% y 13% de su ejecución.

En el estudio se señala que “la gestión institucional tiene desafíos que vencer para lograr una mejor implementación de las tareas institucionales frente a los propósitos del Modelo Nacional de la Educación Técnica y Profesional, sobre todo en materia de promoción, atención a la demanda y cobertura”.



Rafael Meza, director del Instituto Tecnológico Juan Bautista Arrién, un centro privado de la capital Managua, señala que en Nicaragua no hay política de rendición de cuentas ni datos presupuestarios actualizados, y en las pocas cifras que se han podido recopilar en los últimos años, se refleja “una subejecución, nunca se ejecuta la cantidad total que se proyecta”. Este es uno de los indicadores que demuestran que en la educación técnica de Nicaragua se invierte muy poco en relación al aprovechamiento del bono demográfico, dice el educador.

Lo recomendable de inversión pública en educación en el país es un 7% del Producto Interno Bruto (PIB), sin embargo, Meza considera que s es 7% del Producto Interno Bruto (PIB), sin embargo para Meza“hay un desequilibrio en cuanto a la inversión que se está dando, en Nicaragua con costo y se llega a invertir lo mínimo recomendado en educación” agregó.

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Para la Dra. Josefina Vijil, experta en educación, la etapa del bono demográfico –que en Nicaragua termina en el 2030- es el período donde la población en edad de dependencia es menor que la población que trabaja y explica como en el  Sudeste asiático se aprovechó en mejorar la educación, para que cuando la población menor entrara trabajar pudiera acceder a empleos de mejor calidad y salario, y esto redundó en beneficio de los trabajadores, sus familias y el país, Nicaragua no lo hizo.

“Nicaragua casi está terminando su etapa de bono demográfico y no ha hecho inversiones serias en Educación Técnica, la calidad de la educación sigue estando por los suelos, y la Universidad perdió su autonomía y la posibilidad de ser un agente de educación de calidad” agregó Vijil.

El desequilibrio en la inversión de la educación técnica, como lo llama Meza, tiene raíces desde el inicio de la década del 2000, cuando en Nicaragua el presupuesto total destinado a la formación técnica profesional, a pesar de haber incrementado en algunos años en cuanto a montos totales, ocupó los últimos lugares en la región de Centroamérica y el Caribe, de acuerdo a una investigación realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el 2014.



Aunque no existe ninguna prueba o fuente documental de que estas obras hayan sido identificadas por INATEC o por el Gobierno Central y estén respondiendo a las necesidades locales. El estudio de Expediente Público advierte que el mayor riesgo para la educación técnica es que sus recursos provienen de donaciones extranjeras que pueden ser retiradas en cualquier momento, además, “los fondos de cooperación han sido significativamente orientados a la mejora de la infraestructura física y tecnológica de los centros de formación”.

Por ello se necesita en primer lugar monitorear la ejecución física y análisis de la inversión presupuestaria y posteriormente el Inatec debe optimizar los fondos presupuestarios asignados, a través de planes de acción más efectivos y eficientes refiere el estudio en cuanto a la inversión en la educación técnica.

La brecha entre la educación técnica y universitaria

Por varios años ha existido un desbalance en la preferencia de una carrera técnica y universitaria por los jóvenes nicaragüenses entre 18 y 30 años. La Encuesta de Medición de Nivel de Vida, realizada en el 2014 por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), reveló que menos del 3% de la población mayor de 24 años tiene algún año de educación técnica, mientras el 14% tiene educación universitaria.

La diferencia es notable, y para el economista y experto en desarrollo local, Luis Murillo, este desbalance se debe a que el sistema educativo es demasiado tradicional, “el gobierno, la familia y la misma persona siempre están apostando por carreras universitarias como Economía, Derecho, Medicina, desaprovechando el potencial que tiene cada territorio, y prueba de ello es cuando un recurso humano con buen potencial para poder desarrollar su municipio, no se queda porque no tiene muchas oportunidades, y se concentra principalmente en estudiar en la capital Managua”.

En Nicaragua, 1.27 millones de sus pobladores son jóvenes entre 15 y 25 años y solo el 16% de ellos en ese rango de edad tiene acceso a educación universitaria y el restante no. Esto significa que la mayoría de la juventud no tiene acceso a educación profesional, y el Cosep (Consejo Superior de la Empresa Privada) lo ha notado en el nivel educativo de las personas que trabajan en las empresas, donde solo el 12% ha alcanzado un título universitario, según lo manifestaron en un apartado editorial de su página web.

“Tenemos que alinear la oferta técnica existente con la demanda que están requiriendo las empresas. De nada sirve tener 100, 200 o 300 centros técnicos si no están produciendo lo que se está requiriendo en el mercado,” señalan los empresarios.

Debido a la oferta limitada de trabajadores con competencia técnica siendo esta uno de los requisitos en las empresas, el Cosep destaca la importancia de que tanto el Inatec como los centros privados y universidades deben jugar un “papel más beligerante y mejor enfocado” en vigorizar la formación técnica. “Tenemos que alinear la oferta técnica existente con la demanda que están requiriendo las empresas. De nada sirve tener 100, 200 o 300 centros técnicos si no están produciendo lo que se está requiriendo en el mercado”, expresan.

Hasta marzo del 2018, alrededor de 203,000 estudiantes estaban matriculados en las 59 universidades públicas y privadas del país, el 61% eran mujeres, mientras el Informe de Liquidación del PGR 2019, registra que Inatec tenía en 2019 un total de 37,620 jóvenes matriculados en los diferentes niveles de educación técnica, sin embargo, no se conocen datos más recientes sobre la matrícula de estudiantes en los más de 300 centros técnicos del país, de los cuales solo 45 pertenecen al Estado.

Inatec en cambio dice tener en 2020, un total 34,749 plazas en sus 45 centros, 25,000 en las escuelas municipales de oficios, 15,000 en escuelas técnicas rurales, 62,000 cursos de capacitación a trabajadores de empresas que aportan el 2%, 18,330 cursos de idioma e informática, 52,103 cursos libres o modulares, 7,000 cursos virtuales, entre otros.

Sin embargo, el proyecto de mayor alcance de Inatec es el programa político del gobierno en el campo, denominado Hambre Cero, que consiste en la entrega de un “bono alimentario”, es decir, la donación de una vaca, una cerda, gallinas, un gallo, materiales para hacer corrales y alimentos para dichos animales. En este programa y según el gobierno estarían participando en 2020 unas 87,000 personas.

“Una población joven y sin acceso a educación universitaria, hace imprescindible priorizar la educación técnica como una opción para los jóvenes que están laborando y que no han logrado estudiar una carrera universitaria”, y quienes aún no trascienden al mundo laboral, señala el Cosep.

A nivel latinoamericano, Nicaragua ocupó el último lugar junto a Costa Rica en el 2011 con 9% de participación de la educación técnica profesional en la matrícula total de educación superior, siendo superado entre el 2010 –2015 por países como Chile (45%), Colombia (37%), Perú (32%) entre otros, según datos oficiales del año 2017 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (Cepal)

Para Meza, el director del Centro Tecnológico privado, “Invertir en educación técnica ayudaría a que las personas encuentren su camino y carrera profesional en otro espacio que no sea meramente una licenciatura”.

La oferta y demanda en el mundo técnico

Según los anuarios de estadísticas publicados por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), la matrícula de estudiantes de educación técnica pasó de 17,717 en 2006 a 8,035 en el 2012, Esta reducción del 55% se debió principalmente al cambio de política gubernamental enfocada en programas de capacitación y habilitación de los centros educativos. Desde esa caída en la matrícula, el Inatec al parecer replanteó su estrategia como lo señala la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Ecnómico y Social (Funides) en el estudio “Priorizando la educación técnica en Nicaragua”, ya que en 2015 inicia un crecimiento anual de la matrícula, pasando de 29,945 estudiantes en 2015 a 37,620 en 2019, según cifras de los Informes de liquidación del PGR.

Según Luis Murillo, experto en desarrollo local, la oferta de educación técnica debería de aportar elementos para lograr el desarrollo local, y eso no sucede sin antes realizar un análisis del potencial local que tienen los territorios que permita redireccionar los recursos educacionales. “Por ejemplo en Nicaragua los municipios de tienen potencial grande de ganado porcino, sin embargo, en el IPSA (Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria) solo hay 7 técnicos (calificados), y no dan abasto para las 153 municipalidades”, agregó.

Por otro lado, el poder político, administrativo y financiero de los municipios del país, que se había establecido constitucionalmente y por medio de la Ley 40 o Ley de Municipios, empezó a centralizarse y la autonomía de los gobiernos municipales de Nicaragua se anuló con el retorno al poder de Daniel Ortega.

El sociólogo Manuel Ortega Hegg, señala que, especialmente en el ámbito administrativo, “se obliga a los gobiernos locales a ser ejecutores de la política y los planes del gobierno central en el territorio, relegando a segundo plano el propio plan municipal”.

El rumbo de los recursos financieros para INATEC

Históricamente, los institutos técnicos se financian mayormente con fondos captados a través del 2% que deben pagar las empresas a dicha institución, con lo que se adquiere derecho a capacitación y actualización de los trabajadores de las mismas.

Entre las opciones educativas que promueve el Inatec están la capacitación a mujeres beneficiarias de los programas productivos Hambre Cero y Usura Cero, certificación a trabajadores de los diferentes sectores con experiencia laboral y sin título (continuidad educativa), capacitación a trabajadores de las empresas aportantes del 2%, cursos de capacitación y habilitación para las personas discapacitadas.

Del 2014 a 2019, el gobierno ha implementado la Estrategia Educación Técnica en el Campo, y según lo asegura, han egresado 98,129 personas y se han aplicado 66 tecnologías agropecuarias.

Por otro lado, de acuerdo con los informes del PGR en el periodo 2014-2018, las transferencias de capital del gobierno central a Inatec son principalmente para la ejecución de proyectos de inversión en infraestructura; y entre 2016 y 2018 es más visible la ejecución anual de obras de infraestructura para los mismos centros tecnológicos que aparecen referidos en los informes de ejecución de años consecutivos, es decir, en más de un mismo ciclo presupuestario aparecen los mismos beneficiados, tal y como se señala en el estudio que acompaña este reportaje.



Sin embargo, no existe evidencia ni información oficial que haga indicar si la inversión en la habilitación, mejoramiento, reemplazo y equipamiento de los centros tecnológicos en esas zonas obedezca a necesidades locales identificadas por el Inatec o el gobierno central en el Plan Nacional de Desarrollo Humano 2012-2016 o del Programa Nacional de Desarrollo Humano 2018-2021 como la gestión educativa participativa y descentralizada.

Lo que sí puede afirmarse es que los proyectos de infraestructura para la capacidad instalada física destinada a la formación técnica profesional responden al Objetivo Estratégico del Mined: “Mejorar progresivamente los ambientes en su infraestructura, instalaciones y equipamientos, así como los recursos didácticos, y tecnologías de la información en los establecimientos de ETFP (Educación Técnica y Formación Profesional)”.

El Inatec es el que ofrece formalmente educación técnica en el país, sin embargo, no hay una estrategia seria de formación ni de gestión de estadísticas para planificar y responder a las demandas de desarrollo, “es necesario tomar como base una política de técnico para poder desarrollar el país en función del desarrollo local”, finaliza Murillo.

El destino de los egresados de carreras técnicas: falta de experiencia frente a la baja demanda laboral

Las opciones limitadas, la mala calidad en educación técnica y la falta de acceso a formación profesional son los retos principales a los que se enfrenta la población joven de Nicaragua que aspira a profundizar sus estudios durante la secundaria o continuarlos después de bachillerarse. Cuando se trata de acceso a empleos, la demanda laboral requiere experiencia, capacidades y habilidades técnicas, para adquirir un puesto, como indicaron participantes de los municipios de Jinotega, Matagalpa y San Rafael del Norte que formaron parte del estudio “Educación técnica y desarrollo local: La visión de los jóvenes en tres municipios de Nicaragua”, realizado por Expediente Público. 

Entre los desafíos educativos de formación identificados por el Ministerio de Educación (Mined) en el Plan Estratégico de Educación (PEE) 2011-2015 en Nicaragua existe una población adolescente y joven matriculada en educación secundaria, cuyo objetivo final es el bachillerato y posteriormente la universidad, pero tienen pocas opciones de educación técnica y formación profesional. Por cada 98 alumnos que optarían por continuar sus estudios después de bachillerarse de secundaria solo 2 que quisieran tecnificarse. 

“La educación técnica necesita dirigir más esfuerzos hacia nuevas y dinámicas demandas sectoriales tales como energías renovables, agro industrialización, logística y transporte, mejora ambiental, así como en carreras como la electrónica, la mecánica industrial y la informática”, señala la Agenda 2020 del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), organización que aglutina a los principales empleadores del sector privado, y que se propuso impulsar el Sistema Educativo y Capital Humano a inicios de marzo de 2018. 

Historia de éxito

“Siempre he sido curioso, me gusta reparar y arreglar cosas, me siento como un mago”, cuenta Franklyn Montano, un joven de 20 años habitante de La Paz Centro León, la ciudad que colinda con su cumbre hirviente, el volcán Momotombo, ubicada a 97.8 kilómetros al noroeste de la capital Managua.  

Montano, a mediados del 2018, abandonó la carrera de Ingeniería Industrial en la universidad y optó por estudiar Electricidad en uno de los institutos públicos tecnológicos de su municipio de origen. “Si me mandan a darle respuesta a 100 preguntas de un aparato eléctrico lo hago en 5 minutos”, expresa con entusiasmo. El joven tuvo la suerte de conseguir un trabajo antes de finalizar la carrera que estudió por año y medio, pero desafortunadamente eso no pasa con todos los estudiantes.  

La Red Nicaragüense para la Educación Técnica (Renet) presentó en mayo del 2019, los resultados del diagnóstico de ocupaciones técnicas en tiempos de crisis, en la que se destacan algunas competencias altamente demandadas en el mercado laboral como el conocimiento de sistemas y programas informáticos, conocimientos de otros idiomas, habilidades de matemáticas, contabilidad y caja, y manejo de maquinaria, equipo y herramientas. Este análisis en cuanto a la demanda actual y futura de jóvenes en formación técnica fue realizado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).

La economía nicaragüense es bastante informal, por eso se demanda y necesita cualificar a los empleados en este sector, porque las personas están trabajando de manera empírica, explica el economista y experto en Desarrollo Local, Luis Murillo. 

“La oferta de educación técnica debería de aportar elementos para lograr el desarrollo local, y eso no sucede sin antes realizar un análisis del potencial endógeno que tienen los territorios que permita redireccionar los recursos educacionales”, asegura Murillo, a la vez recalca la importancia que el gobierno central traslade recursos a las municipalidades para que ellas puedan resolver sus problemas locales. 

Modelo curricular no es atractivo para jóvenes 

La educación técnica en Nicaragua, aunque ha mejorado e incrementado su oferta en los últimos años, continúa siendo el subsistema educativo con un comportamiento de la demanda que es indiferente a la juventud, tal y como lo refirieron los jóvenes de Managua, Jinotega y San Rafael del Norte consultados en el estudio “Educación técnica y desarrollo local: La visión de los jóvenes en tres municipios de Nicaragua”, realizado por Expediente Público. 

 Según el estudio: “Los jóvenes consideran que el modelo curricular de la educación técnica se corresponde con las metas de los planes o estrategias del Gobierno, pero eso no implica haber consultado sobre las necesidades de formación y capacitación profesional para poder aportar al desarrollo económico en las comunidades locales”. 

 Los participantes en el estudio agregaron que nunca han sido consultados sobre el tipo de carrera técnica que les gustaría considerar como opciones para su formación profesional, y expresaron, además, que muchas veces la propuesta de cursos del centro tecnológico de su cabecera departamental está reservada a estudiantes que militan en la Juventud Sandinista, cuyo aval político es necesario para acceder a alguna beca de formación. 

 Por otro lado, a más de 100 kilómetros de distancia de la capital Managua, el Instituto Nacional Tecnológico de Camoapa, municipio de 35,000 habitantes en la zona central del país, está divorciado del gobierno municipal, uno de los pocos municipios que está en manos de partidos opositores al Frente Sandinista. Así lo asegura la alcaldesa Greetcheng Martínez. “Hay como dos alcaldías, pero la población está consciente de la situación”, dice. Por ejemplo, cuando el partido oficialista realiza algún proyecto de energía, lo gestionan e inauguran sin tomar en cuenta a la alcaldía. Ahí, en una de las regiones ganaderas más importantes del país, el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec) solo ofrece cursos de computación y contabilidad.  

 Por ello, la investigación de Expediente Público recomienda que las alcaldías y las empresas ubicadas en los mismos municipios deberían tomar protagonismo en la promoción y formación de jóvenes a través de la educación técnica.  

En cuanto al desarrollo local de este municipio, el responsable de la Unidad Ambiental Agua y Saneamiento señala que además de la preparación técnica para los pobladores, hacen falta recursos financieros para soportar su producción. “Existen personas que tienen pequeñas áreas que quisieran trabajar, solo falta financiamiento para que ellos puedan producir y tengan sus propias unidades de finca”, aunque también considera necesario más programas de educación técnica para que haya plazas que cubran algunas de las necesidades del municipio, tales como el mejoramiento de la red vial y del sistema de agua potable.  

El futuro de la educación técnica 

Lavadoras, taladros y arroceras por reparar, eso abundaba en el taller del “profe Moisés”, recuerda Franklyn Montano, el muchacho de la Paz Centro, quien trabaja ahora en todo lo que tiene que ver con motores eléctricos, generadores y reparación de máquinas electromecánicas. “La clave del éxito está en una carrera técnica, y la práctica hace al maestro y es la que te da la experiencia”, dice Montano, muy emocionado. 

Pese al éxito de muchos jóvenes como Montano, la educación técnica, aunque es considerada como parte de la oferta educativa para la población joven, ha sufrido recortes de plazas y de financiamiento, esto hará que muy pocos logren dar el mismo testimonio que el mecánico de La Paz Centro, además de ubicar a Nicaragua como uno de los países con menos recursos para enfrentar los desafíos planteados en las metas educativas globales de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. 

 A partir de 2010, el régimen de Daniel Ortega aseguró que daría prioridad a la educación técnica para jóvenes y adultos de educación primaria y secundaria, mediante un modelo centrado en el enfoque técnico ocupacional, según lo dice el documento del Currículo con Enfoque Técnico Ocupacional. El objetivo ha sido elevar las capacidades productivas de jóvenes y adultos del campo que tienen actividades laborales, pero que requieren certificar sus aprendizajes empíricos y tradicionales que han adquirido en la práctica cotidiana.  

Sin embargo, el estudio de Expediente Público señala que entre 2002 y 2007 la partida para educación técnica del presupuesto nacional promedió el 0.19% del gasto total.  Entre 2008 y 2016 el gasto en educación técnica aumentó a un promedio de 0.44% pero este crecimiento se debió a fondos de cooperación provenientes de países como Gran Ducado de Luxemburgo, Japón, Suiza, Taiwán, y de la Unión Europea a través de Acuerdo de Delegación a la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid).  De los años 2017 a 2019 el promedio del gasto en educación técnica bajó aún más que antes del retorno al poder de Ortega, es decir, a un 0.06%. 



Para el experto Murillo es necesario repensar el modelo de educación tradicional que hay en el país y buscar aportes al desarrollo de cada municipio de Nicaragua, es decir, implementar un enfoque en el potencial de los territorios y establecer en los municipios escuelas de carácter técnico que potencie recursos y prácticas. “Si no se hace así, vamos a seguir siendo el país más pobre del continente americano”.