• A través del comercio y luego con métodos de influencia política y militar, China fortalece a gobiernos autoritarios, dice estudio de CSIS.
• A pesar de su influencia, China ha incumplido promesas, especialmente a los países centroamericanos y la relación se ha vuelto problemática para países como Costa Rica, Honduras y El Salvador.
Expediente Público
Las actividades económicas, diplomáticas, políticas y de seguridad de la República Popular China (RPC) en América Latina están contribuyendo al retroceso democrático observado en las últimas décadas en la región, asegura un estudio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington.
La investigación “Autocracia exportadora. El papel de China en el retroceso democrático en América Latina y el Caribe” advierte que, en las últimas dos décadas, China ha pasado a ser el segundo socio comercial de América Latina, y ha suplantado a Estados Unidos en varios países claves del hemisferio.
Pero la influencia china va más allá del comercio, tiene desde intercambios educativos hasta cooperación entre militares, venta de armas, asistencia policial y mecanismos diplomáticos de alto nivel.
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“La relación económica es la incursión inicial y luego las relaciones se desarrollan en el espacio de la seguridad, en el espacio de las telecomunicaciones, en los partidos políticos. No se queda sólo en el ámbito económico y ese es otro de los factores problemáticos aquí”, precisó a Expediente Público Ryan Berg, coautor del estudio.
La guerra de la opinión pública
El CSIS señala que si bien China se ha ganado una reputación de “diplomacia coercitiva” como resultado de su mano dura en políticas económicas, entre ellas, restricciones comerciales y aranceles a los países que la cuestionan.
El uso de las exportaciones de vacunas como herramienta de influencia, en los últimos años ha intentado mitigar esta percepción, promoviendo una serie de intercambios, dirigidos en particular a estudiantes, académicos y otros, con el poder para moldear la opinión pública.
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China además se comprometió a proporcionar unas 6,000 becas para estudiantes de América Latina en instituciones educativas de su territorio.
Por el contrario, la beca Fulbright de EE. UU. cubre alrededor de 700 estudiantes de la región que cursan estudios en los Estados Unidos.
China también aumentó su presencia con el Instituto Confucio, con importantes centros en toda la región para el aprendizaje y la enseñanza de mandarín.
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La metodología
El estudio, realizado por los académicos Ryan C. Berg y Henry Ziemer, plantea la hipótesis de que la participación de China en América Latina fomenta el retroceso democrático en dos direcciones clave: la propagación de principios autoritarios y la protección de los reincidentes gobiernos de las consecuencias de sus acciones.
“En primer lugar, la República Popular China propaga su modelo de gobernanza autoritaria a través de sus compromisos de poder blando en los medios de comunicación, la educación y la diplomacia de persona a persona, así como a través de su asistencia a la seguridad, que a menudo cuenta con herramientas que permiten la vigilancia masiva y la restricción de los derechos civiles y políticos”, indica el informe del CSIS.
En segundo lugar, “China protege a los regímenes que sufren un retroceso democrático al proporcionar cobertura económica y diplomática, incluso a medida que estos gobiernos se aíslan cada vez más del resto del sistema internacional, en efecto, extendiendo más allá a estos gobiernos de su vida natural”.
Además, esto permite que gobiernos autoritarios o semiautoritarios persistan en sus acciones, pese a la presión externa para que se reformen, detalla el estudio.
“Creo que hay varios ejemplos concretos que podríamos dar y que son muy precisos sobre cómo China ha ayudado a consolidar avances autoritarios en América Latina. Tomemos como ejemplo algunos de los mecanismos autoritarios digitales que se han desarrollado en un país como Venezuela en el espacio de las telecomunicaciones”, señaló Ryan C. Berg, en entrevista con Expediente Público.
En Venezuela, con ayuda de la empresa de telecomunicaciones china ZTE, el régimen de Nicolás Maduro ha controlado el Internet y desarrolló el llamado “Carné de la Patria”, como parte del control continuo sobre la población.
Según Berg, hay un enorme riesgo en invitar a ZTE, Huawei y otras compañías de telecomunicaciones chinas para construir parte de la infraestructura y la columna vertebral 5G que impulsa el futuro crecimiento económico digital de la región.
Casos de regresión democrática
Para Berg, algunos casos de evidente regresión democrática en la región van tomados de la mano del ascenso de China como un importante socio comercial.
“En los casos de El Salvador, Argentina, Bolivia y Venezuela, parecen experimentar un retroceso democrático al mismo tiempo que China se está convirtiendo en un socio comercial cada vez mayor para ellos”, sostuvo Berg.
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De ahí que el estudio considera que “con el tiempo hay elementos corrosivos en la relación comercial de China que tienen un impacto en la democracia”.
“Mucho de esto tiene que ver con el secreto, la falta de transparencia, la falta de barreras anticorrupción, la forma en que se estructuran algunos de los acuerdos, las relaciones entre las partes”, advirtió.
Por lo general, los acuerdos son desarrollados por el Departamento de Enlace Internacional, la cooperación entre el Partido Comunista Chino y los partidos políticos de la región, “todo esto con el tiempo tiende a solidificar una trayectoria descendente en los índices demócraticos que luego puede consolidarse mediante una relación realmente económica continua con China”, explicó Berg.
El académico del CSIS subraya que la relación suele iniciar con una base económica, pero luego brota en muchas otras esferas.
Excepciones gracias a institucionalidad
Pero Berg subraya tres casos excepcionales que han logrado evitar esa influencia perniciosa de China: Chile, Panamá y Uruguay, los tres gracias a su fortaleza institucional.
“Son países que han podido mantener una relación muy sólida con China y aún así mantener intactas sus democracias. Chile es probablemente el mejor ejemplo de ello”.
“Si nos fijamos en Chile, China representa el mayor porcentaje de sus exportaciones totales, aproximadamente un tercio de todas las exportaciones de Chile van a China”, afirmó Berg.
“Uruguay y Panamá son otros ejemplos de países que han logrado mantener puntuaciones altas en el índice de democracia de las unidades de inteligencia de The Economist y, sin embargo, tienen democracias muy fuertes y robustas”, agregó.
Berg indicó que “el ingrediente secreto” en los tres países es que tienen controles y equilibrios de sociedades civiles sólidas y, francamente, comenzaron con un nivel de democracia mucho más alto cuando inició su relación con China, en comparación con otros países.
En cambio, Berg subrayó como ejemplos potencialmente problemáticos los de El Salvador y Honduras.
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Promesas incumplidas
China incumple las promesas a los países centroamericanos que abandonaron la histórica relación con Taiwán con la esperanza de mejorar sus exportaciones.
“Muchas de las promesas que hemos visto hacer a los chinos desde 2007, cuando lograron convencer a los costarricenses, no se han hecho realidad. No han llegado a buen término y los países de la región continuaron con esta relación desigual”, explica Berg.
China apenas compra un 3.8% de las exportaciones de la región, según cifras del Consejo Monetario Centroamericano y su nivel de inversiones es escaso. Pese a ello, explica Berg, los países no revierten su reconocimiento hacia Taiwán “por temor a lo que China haría, cerrando sus mercados atacando sus productos o cerrando otras vías de comercio”.
“Estos países se han quedado con China, aunque las esperanzas y aspiraciones de ese giro diplomático no necesariamente se han hecho realidad”, enfatizó Berg.