*Un sector denominado de “derecha” explica a Expediente Público por qué confrontan a los líderes opositores nicaragüenses que sufrieron cárcel, destierro y desnacionalización.
**Los miembros de estos grupos carecen de propuestas y de explicaciones de por qué atacan a determinados líderes de oposición, incluyendo desterrados y expresos políticos.
Expediente Público
La filtración de un audio privado del exprecandidato presidencial nicaragüense Félix Maradiaga, el 21 de agosto de 2023, y la publicación en las plataformas del exdiputado liberal Santiago Aburto, llevó una vez más a los exiliados a remar en contra de las corrientes internas de las múltiples y variopintas plataformas opositoras.
Tanto la acción ilegal de publicar una conversación privada como las declaraciones de Maradiaga criticando a correligionarios y manifestando las necesidades económicas de la oposición, se generaron mientras en Nicaragua el régimen apresaba a estudiantes, confiscaba la Universidad Centroamericana (UCA) y expulsaba a los miembros de la Compañía de Jesús.
Maradiaga quien intentó ser candidato presidencial en 2021, estuvo detenido casi dos años en las cárceles del régimen de Ortega donde fue torturado y se le negó ver a su familia. Fue sentenciado a 13 años de cárcel en un juicio ilegal y sin derecho a la defensa y a inicios de este año fue desterrado de Nicaragua junto a otros 222 presos políticos a quienes luego se les desnacionalizó, se les confiscaron sus propiedades y hasta las pensiones les fueron suspendidas.
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Expediente Público conversó con Aburto días antes que emitiera los audios de Maradiaga, así como con Freddy Blandón de la coalición política Sumemos y Luis Fley, presidente de la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), para que explicaran sus propuestas y por qué a la denominada “derecha” parece más centrada en sabotear a los líderes opositores nicaragüenses que enfrentar al régimen de Daniel Ortega.
Santiago Aburto y sus ataques a opositores nicaragüenses
Aburto, uno de los 94 nicaragüenses que en febrero de 2023 fueron desnacionalizados, es un exdiputado miembro de la fracción de Eduardo Montealegre, pero que no estuvo entre los 28 legisladores desaforados ilegalmente en 2016 por una acción orquestada por el Frente Sandinista desde el Consejo Supremo Electoral y un grupo del Partido Liberal Independiente (PLI).
Actualmente este político se encuentra en Estados Unidos y tiene un medio de comunicación desde el que constantemente hace críticas a opositores nicaragüenses.
Explicó a Expediente Público que a cinco años de lucha cívica hay “cero resultados para el pueblo y creo que algo se está haciendo mal. Por más que se busque es muy difícil encontrar aciertos” de la oposición.
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En una aclaración pública Maradiaga dijo días después de la filtración que «esas mismas preocupaciones las he compartido con total franqueza con el plenario del proceso de Monteverde, del cual yo participo y soy uno de los voceros. Quiero reconocer que esas preocupaciones han sido escuchadas con empatía y se han venido resolviendo”.
Monteverde es un mecanismo de concertación y diálogo entre las facciones opositores nicaragüenses, pero ha sido criticada por su opacidad, a tal punto que se desconoce sus integrantes, aunque algunas personalidades se han presentado como voceros de la misma, entre ellos Maradiaga.
La guerra sucia entre opositores nicaragüenses
Grupos de exiliados en Estados Unidos frecuentemente critican en redes sociales a figuras del exilio por considerar errado haber considerado el diálogo con Ortega como salida a la crisis sociopolítica iniciada en abril de 2018, haber intentado participar en las cuestionadas elecciones presidenciales de 2021, por la presencia de exsandinistas e incluso por la legitimidad de algunos liderazgos.
Como respuesta ante las acusaciones, recientemente Maradiaga apareció en un conversatorio junto al líder campesino Medardo Mairena y el también excandidato presidencial Juan Sebastián Chamorro expresando que estaban más unidos de lo que la gente creía.
Mairena y Chamorro también estuvieron detenidos en Managua por casi dos años y fueron desterrados y desnacionalizados por el régimen de Ortega.
Expediente Público intentó durante varias semanas obtener declaraciones del comentarista Jaime Arellano, Álvaro Somoza y del grupo conocido como el Tranque de Miami, pero no respondieron a las consultas.
Más división entre opositores nicaragüenses
Para Aburto, si bien se ha logrado internacionalmente visibilizar la represión en Nicaragua, los nicaragüenses están llegando a la conclusión que nada cambiará con las resoluciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) o los foros de la Unión Europea o de los mismos Estados Unidos por lo que “se necesita hacer más para presionar y arrinconar a Daniel Ortega”.
Aburto igual que otros exiliados en Estados Unidos y miembros de la diáspora autodenominados “antisandinistas” presentaron el 5 de agosto de 2023 un nuevo bloque opositor llamado Sumemos.
Freddy Blandón, médico exiliado integrante de Sumemos, criticó a muchos que llaman a la unidad, porque “la unidad debe de darse” desde “la compartimentación de acciones y estrategias”.
En julio pasado, Expediente Abierto presentó un amplio estudio sobre las organizaciones políticas nicaragüenses en la diáspora y el exilio en Costa Rica: La oposición nicaragüense ante el reto de la reorganización, articulación y creación de estrategias políticas contra la dictadura Ortega-Murillo, en el que señaló las graves diferencias no solo ideológicas, sino, generacionales, socioeconómicas y culturales, así como malas prácticas históricas y vicios que impiden una coordinación estratégica y una planificación de acciones conjuntas.
No hay suficiente presión
Una de las acusaciones más importantes de estos grupos opositores es la insistencia por la vía electoral y de buscar diálogos con el régimen de Daniel Ortega, “creemos que es pérdida de tiempo estar tratando de convencer a un criminal que deje de matar, a un violador que deje de violar y estar convenciendo a un tirano que deje de torturar al pueblo, secuestrar y de ejercer la dictadura y la tiranía. No estamos apostando por una negociación con Daniel Ortega porque simplemente no te cumple”, indicó Aburto.
La retórica común manifestada en el primer comunicado de Sumemos plantea presionar para que la comunidad declare ilegítimo a Daniel Ortega como presidente, el congelamiento del Tratado de Libre Comercio entre Nicaragua y los Estados Unidos, el encarcelamiento o expulsión de sandinistas que llegaron a Estados Unidos, a la vez de cancelar permisos de trabajo para los migrantes nicaragüenses vinculados con el régimen de Ortega.
Del mismo modo piden aplicar el marco legal Renacer, NICA Act y la ley Magnitsky, un bloqueo financiero de las multilaterales y limitar el envío de las remesas.
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“Oposición funcional”
Aburto cuestiona la estrategia opositora desde 2018 que la ha convertido en una “oposición funcional” porque favorece al régimen, y con acciones poco efectivas como foros y firmas de documentos cuando deberían presionar por endurecer las sanciones.
“No vamos a morder el anzuelo de que van a haber elecciones libres y transparentes, secretas y observadas en 2026, ni que se siente Luis Almagro, secretario general de la OEA (con Ortega), queremos sanciones hasta debilitar a la dictadura y forzar a dar ese paso”, sostuvo.
Blandón indicó que el sandinismo está buscando impunidad y a través de toda la manipulación ha logrado generar divisionismo político a través de maniobras de infiltrados que plantan discordia y recelo en las propuestas de los opositores.
“Estamos claros de que esa hoja de ruta está envenenada de antemano y tomando como premisa también los diálogos anteriores, en donde básicamente el sandinismo jugó con la oposición, Daniel Ortega no cumplió. Al final la oposición quedó como fantoches políticos a merced de Ortega y lo que él decidiera”, agregó.
El tema con los exsandinistas
Una de las críticas centrales de “la derecha” es la participación en foros y organizaciones de exfuncionarios y exmilitante sandinistas.
Aburto indicó que aquellos que aspiran a correr para un cargo público, postularse como candidatos o buscar la Presidencia deben considerar un detalle fundamental: la mayoría de la población no es sandinista.
Es cierto que hay sandinistas que se arrepintieron, pero cuando la gente ve a antiguos miembros de la dictadura de los años 80 involucrados en la política actual y formando partidos, se generan dudas, sostuvo el periodista.
“Esta situación no incentiva ni a la juventud ni al pueblo de Nicaragua”, porque socava el legado de los jóvenes que lucharon en abril, sacrificando sus vidas para evitar que figuras políticas sandinistas con oscuros pasados tomen el poder, precisó.
“Quienes creen que el pueblo está desunido, se equivocan. La población sabe que, si hubiera una oportunidad real de elecciones justas, votarían en gran número por la oposición. El pueblo no está dividido; quienes se han dividido son aquellos que han manejado la política en los últimos 10 o 15 años”, agregó.
En medio de este escenario, Blandón plantea que Nicaragua ha vivido 40 años de impunidad, lo que hace inadecuado incorporar a quienes cometieron abusos en el pasado en posiciones de poder junto a sus víctimas.
Actores legítimos o auto ungidos
Luis Fley, excomandante de la Resistencia Nicaragüense, propone la formación de bloques políticos. Tanto la derecha como la izquierda tienen agendas divergentes.
La desconfianza en quienes estuvieron involucrados en el sandinismo persiste, especialmente por los abusos a los derechos humanos en los años 80. Según su criterio, la solución puede estar en la formación de bloques que permitan la colaboración desde diferentes perspectivas.
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La desigualdad de cobertura entre diferentes corrientes políticas es una preocupación para estos actores, particularmente porque incluso algunos periodistas estuvieron alineados con el sandinismo en el pasado.
Por otra parte, Blandón enfatiza la importancia de que las acciones de los líderes sean genuinas y es crucial evaluarlos por sus valores y actitudes, no solo por su imagen.