*El excarcelado Max Jerez denunció que muchos de los detenidos eran llevados por meses sin razón alguna a celdas de castigo o locales de aislamiento para “causar daño emocional”*
**Según las leyes nicaragüenses, los privados de libertad tienen derecho de asistir al entierro de sus familiares, pero las autoridades se lo negaron.
Expediente Público
Max Jerez es uno de los rostros más conocidos de la oposición nicaragüense. El joven dirigente estudiantil y músico, encarna el movimiento social contra las reformas al sistema de pensiones que desataron las protestas en abril de 2018 en Nicaragua. Estuvo 19 meses encarcelado. El régimen de Daniel Ortega hasta le ocultó que su madre había fallecido.
Jerez fue capturado en julio de 2021. Ya había estado preso entre 2018 y 2019. En esos meses en la prisión tuvo distintos periodos de aislamiento, pero también varios compañeros de celda. Las primeras semanas estuvo solo. Su primer compañero fue Róger Reyes, abogado encarcelado por defender al precandidato presidencial Félix Maradiaga.
“Había periodos prolongados sin visitas familiares, sin saber qué pasaba con tus seres queridos, un proceso de incertidumbre diseñado para causar daño en las emociones de cada una de las personas que estaban secuestradas en el transcurso de estos años y meses en la cárcel de El Chipote”, denunció a Expediente Público.
Las celdas donde estuvo Max Jerez
Jerez también compartió celda con otros presos políticos que fueron desterrados el pasado 9 de febrero, como Juan Sebastián Chamorro, Marcos Fletes, Francisco Aguirre, Juan Lorenzo Holmann, Miguel Mendoza, entre otros.
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En el avión que lo llevó a Washington D.C. pudo reencontrarse con muchos “compañeros de lucha”, personas que no sabía que estaban presos o estaban en “El Chipote” en celdas aledañas, pero a los que no les había visto el rostro en todo su encarcelamiento.
Indicó que seguirá el proceso migratorio ofrecido por las autoridades en Estados Unidos y aunque no tiene claro su futuro, “estoy firmemente convencido en mi participación por la causa en Nicaragua. No estoy dispuesto a desistir de la lucha por la libertad”.
“Hay muchos proyectos y expectativas. Es una cuestión inesperada (la excarcelación), muchos están enfocados en salir del trámite humanitario, pero estamos viendo cómo continuar, porque aunque la dictadura insista en despojarnos perpetuamente de nuestros derechos, llevamos a Nicaragua donde sea que estemos. Lo que no va a ser perpetuo es esta dictadura”, agregó.
Muerte de su mamá
“Me siento en general muy contento y fuerte. Siento que hay sentimientos encontrados, porque ha sido también un momento de reencuentro, alegría, fraternización entre amigos y familiares, de mucha convicción de luchar por la justicia, democracia y los derechos de todos nuestros hermanos nicaragüenses”, dijo a Expediente Público, durante su primer fin de semana en libertad.
“Ha sido una experiencia bastante difícil. Hemos pasado varios hermanos por un proceso de detención y enjuiciamiento y condena ilegal y arbitraria, fuera de todo apego a derecho. Es un proceso complejo, hemos tenido momentos muy difíciles”, aseguró.
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“En lo personal, uno de los momentos más difíciles fue la partida de mi mamá. No pude acompañarla en ese momento. Ni siquiera pude saberlo, lo supe mucho después. Y eso me afectó particularmente, sin embargo, mis otros compañeros me daban mensajes de ánimo y esperanza. Nos fortalecíamos entre todos. Entre los encarcelados, mis hermanos de lucha, nunca vi un espíritu abatido, que no fuera de fortaleza, ánimo y convicción. Esos eran los mensajes constantes”, denunció.
¿Cómo sobrevivir en la cárcel?
Heydi Meza, madre de Jerez, murió el 17 de septiembre de 2021, a la edad de 66 años. El artículo 69 de la Ley 473 de régimen penitenciario permite a los directores de cárceles otorgar permisos extraordinarios “en casos de fallecimiento o enfermedad grave de los padres, hermanos, cónyuge o compañero, en unión de hecho estable y de los hijos”, por máximo de 72 horas, con las medidas de seguridad pertinentes.
“Cuando había oportunidad, nos motivábamos unos a otros a seguir adelante. En los momentos difíciles Dios no nos deja solos, en los momentos más oscuros siempre hay una pequeña luz”, indicó.
El excarcelado señaló que hubo personas que sufrieron aislamiento prolongado o parcial. “Yo estuve solo en una celda de castigo por meses. También estuve en aislamiento, una experiencia que varía con cada persona, pero puedo decir que nos dábamos mucha fuerza y esa fuerza tenía su razón y es que todos los presos políticos tenían una fuerte convicción que lo que estaba pasando valía la pena, porque construíamos un país mejor”.
Celdas de castigo
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No había una razón aparente para incomunicarlos. “Ninguno de nosotros conocía la lógica de mantener a personas en aislamiento en algo diseñado para ser celdas de castigo para periodos cortos. En la lógica carcelaria de nosotros no había forma de saber ni predecir, simplemente me tocó ser uno en aislamiento, en condiciones adversas en algunos momentos, las cosas variaban mucho”, dijo.
Medardo Mairena pasó más de un año en una celda de castigo, junto con Yader Parajón; Dora María Téllez estuvo en una celda en el pabellón para hombres y Tamara Dávila pasó mucho tiempo sin compañera de celda.
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“Se enfatizó mucho el tema de la comida y la bebida, pero había cosas más allá de eso que atentaban contra el sentimiento humano, como no tener con qué distraerte, a leer, escribir, tener información fuera y comunicarte”, manifestó.
Desaparecidos
Tras las capturas por civiles o policías, la mayoría de presos políticos comenzaron a ser considerados desaparecidos por la falta de información sobre ellos semanas y meses después de sus detenciones.
“Había un proceso de incomunicación. Decían que estábamos bajo investigación y no podíamos estar en contacto con nadie más que con los policías durante tres meses, pero esa norma no desapareció. Las condiciones se mantuvieron durante el juicio y el cumplimiento de condena. No hubo cambio en las condiciones de investigado, sentenciado y condenado”, afirmó Jerez.
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En libertad, una de las cosas que más le sorprendió fue la enorme cantidad de nicaragüenses que migraron. Eso les indicó a los excarcelados la cantidad de personas que no miraban una luz al final de túnel.